Poco a poco ocuparon las calles. Plaza de la dignidad fue cobrando vida con mujeres que aparecían desde los cuatro puntos cardinales. La Cisterna, Recoleta, Maipú, Pudahuel, La Florida, Puente Alto, Ñuñoa, Providencia. Entre los carteles que recuerdo. Estudiantes, profesionales, pobladoras, adolescentes, abuelas; en un juego multicolor de pañoletas verdes, lilas y rojas, copando las […]
Poco a poco ocuparon las calles. Plaza de la dignidad fue cobrando vida con mujeres que aparecían desde los cuatro puntos cardinales. La Cisterna, Recoleta, Maipú, Pudahuel, La Florida, Puente Alto, Ñuñoa, Providencia. Entre los carteles que recuerdo. Estudiantes, profesionales, pobladoras, adolescentes, abuelas; en un juego multicolor de pañoletas verdes, lilas y rojas, copando las arterias con la intensidad de las hojas en otoño.
El grito transmitido como mantra, hacía referencia al Presidente Sebastián Piñera -y doy como pista- que no hay estadio, festival y lugar de encuentro masivo: «donde, no se escuche su coro». El segundo cántico repetido, apuntaba a la fuerza pública y la forma en que han ejercido su rol; las féminas dicen preferir la profesión más antigua del mundo a ser parte de ese organismo.
La irrupción de un actor social ya conocido. Antiguo. Curtido en mil batallas. Con la historia de cuerpos cargados de cicatrices. Ahora, aplicando ese largo aprendizaje en su capacidad de organización, con intensidad mística, explorando la diversidad estética, sin renunciar a símbolos identitarios, despertando admiración y curiosidad. Eso, en el marco de un proceso de explosión generalizada mucho más profunda. Donde, la conducción del movimiento sigue estando sobre la mesa.
En ese contexto, la masividad indiscutible de la jornada del domingo, ubica al movimiento 8M, un peldaño sobre otras organizaciones sociales y actores políticos. Rostros femeninos conduciendo, abarcando una multiplicidad de temáticas, ligadas al salario, ecología, modelo económico, pensiones. En síntesis, las mujeres como un actor político en potencia. Antes de la muestra contundente de fuerza, El Congreso aprobó pese a las disputas internas de los sectores conservadores, la paridad de género en el órgano constituyente[i], siendo una señal esperada, de sentido común y realismo.
Algo así se esperaba desde la esfera gubernamental. Tomando en consideración la molestia que generó entre las convocantes de la marcha del 8M y en las organizaciones de Derechos Humanos; las declaraciones emitidas por la Ministra de La Mujer y Equidad de Género Isabel Pla, ante la interpelación hecha a su gestión en La Cámara de Diputados el día 3 de marzo. Allí, incurrió en graves contradicciones, al reconocer y condenar los casos de violencia sexual, contra mujeres y al mismo tiempo excluirlos de la clasificación de terror político, aplicado por órganos del Estado:
“el gobierno del presidente Piñera no ha cometido ninguna violación a los Derechos Humanos, al contrario, las ha condenado persistentemente y ha convocado a organismos internacionales para que sean observadores”[ii].
No obstante, el segundo piso en La Moneda. Los encargados de imagen del primer mandatario, viven su peor pesadilla. La estrategia de minimizar la marcha feminista, usando un informe que profundiza el descrédito de carabineros[iii]: resultó fatal. Porque las imágenes hablan por sí mismas. La debacle es de tal magnitud que las medidas propuestas por la administración y difundidas por Piñera[iv], se pierden ante la envergadura de las demandas formuladas por el movimiento femenino y la sociedad chilena en general. El calvario recién comienza.
No hay pulso…
El enfermo agoniza. Vive por obra y gracia de las máquinas a las que está conectado. El pacto social surgido en el contexto de la trans-dictadura, no tiene vuelta. El pueblo de Chile entre los años 2006-2019, lo ha desechado. Significa negar el diálogo, encarna la instalación del conflicto, no. Expresa el fin de un modo de proceder, de concebir el poder, donde un grupo de varones, blancos, de apellidos difíciles, vinculados por colegios, universidades, por lazos familiares, conyugales, concordaron una salida que implicó el concubinato a cambio de prosperidad económica -y para otros- la conservación y profundización de sus privilegios. Sin desconocer que hubo un clima social distinto, donde las persecuciones políticas generalizadas terminaron, pudiendo expresarse la sociedad de manera libre. Hubo avances en materia de derechos humanos y logros económicos en la medida de lo posible. Reduciendo los índices de pobreza, aplicando un plan de modernización en infraestructura: hoy discutible. Lo de “modelo a imitar” por Pedro, Juan o Diego, eso de “jaguar de Latinoamérica”, son frases para el olvido.
Alfredo Jalife, analista en geopolítica mexicano lo expone así:
“Los palafreneros del pinochetismo neoliberal globalista en América Latina, como el propagandista fascista Enrique Krauze Kleinbort —acusado del diseño golpista de la Operación Berlín para derrocar al presidente López Obrador— llegó a proclamar que Chile era «el modelo a seguir» desde el bastión de la revista propagandista de la hoy casi quebrada Televisa”[v].
La ilusión desbocada, a partir de la venta de humo. Elaborada no solo desde las elites chilenas, sino en concordancia con organismos globales, tuvieron a la población chilena y otros pueblos del continente, en una especie de éxtasis, del que era muy difícil despertar. Pero, el pueblo chileno despertó. Cuando, digo pueblo no me refiero simplemente a los habitantes del territorio, describo a aquellos que dentro de un marco social determinado, se encuentran menoscabados, precarizados o sencillamente excluidos -y que por alguna razón- ejercen su derecho a la acción política cuestionadora. Esos/as están hoy en la calle. La economía de la muerte, la necropolítica no pudo impedir que despertaran[vi]. Beep-Beep.
Algunas consecuencias de la rebelión
La dinámica del estallido, ha generado un verdadero descalabro en las organizaciones políticas existentes. Entre los sectores de las izquierdas y las sensibilidades progresistas, la temática del sujeto histórico es el gran tema. Para algunos está en construcción, otros, consideran que ya existen y en jerga futbolística: “están pidiendo cancha”.
En ese aspecto, la marcha feminista, las organizaciones estudiantiles que comienzan a mostrar su capacidad, junto al tibio comienzo de los integrantes del bloque sindical, como parte de Unidad Social y su menguada convocatoria a un “paro de 11 minutos”, nos habla de las contradicciones del momento. Eso entre los que aspiran a recomponer el orden político y que se logre controlar la violencia. Todo lo anterior, contando los días para el plebiscito, donde el apruebo parece llevar la delantera. Aunque, todavía no se sabe la contundencia de su triunfo.
En los partidos de gobierno, las tensiones han aumentado ostensiblemente, paralización administrativa, cancelación del programa, diferencias entre los que mayoritariamente van por el rechazo y quienes desean su lugar con la opción apruebo. Son parte del diagnóstico. Para no indagar, en la molestia por los espacios cedidos a un partido minoritario como Evopoli. La marcha del domingo encendió las alarmas. La manifestación feminista, no solo fue una movilización sectorial, fue una decisiva jornada de reprobación a las políticas gubernamentales.
Así las cosas, las posibilidades del No al cambio de la constitución, en teoría se reducen; se busca sostener su votación histórica que bordea el 30%, lo que salvaría el derecho de veto. Incluso, se ha insinuado que el plebiscito podría posponerse, a eso apunta la búsqueda desesperada de grupos hostiles, donde la caricaturizada primera línea; el exagerado papel que se pretende asignar a los partidos que no se han sumado a los llamados al orden y condena absoluta a la violencia: podrían ser calificados como enemigos de la democracia. Entre las alternativas, tampoco es descartable la instalación de un estado de excepción, a partir de una emergencia sanitaria. La excusa existe. Es razonable. No sería raro, encontrarnos con restricciones de movilidad, impidiendo reuniones masivas, el fútbol, los conciertos, son los primeros indicios de una maniobra quirúrgica. Impuesto el temor, se puede lograr el ambicionado sueño de: “calabaza calabaza, cada uno para su casa”.
[i] https://radio.uchile.cl/2020/03/04/nunca-mas-sin-ellas-senado-aprueba-paridad-en-organo-constituyente/
[ii] https://www.biobiochile.cl/especial/lo-que-debes-saber-hoy/2020/03/04/ministra-pla-nego-violaciones-a-los-ddhh-de-mujeres-durante-estallido-social.shtml
[iii] https://www.latercera.com/nacional/noticia/balance-oficial-de-carabineros-por-el-8m-150-mil-asistentes-19-efectivos-lesionados-y-16-detenidos/R2ZY5LKSTJGN5ABXG7W6CB57EM/
[iv] https://www.gob.cl/noticias/gobierno-envia-congreso-proyecto-de-monitoreo-telematico-en-conmemoracion-del-dia-de-la-mujer/
[v] https://mundo.sputniknews.com/firmas/201910241089083223-estalla-el-mito-chileno-y-su-pinochetismo-neoliberal/
[vi] “Achille Mbembe sugiere que los regímenes políticos actuales obedecen al esquema de «hacer morir y dejar vivir», y sitúa Ia aparición de esta nueva forma de control durante el periodo colonial, momento de gran desestructuración de los límites entre la vida y la muerte que propició el silenciamiento del cuerpo”. (Mbembe, Achille. Necropolítica, Ed.Melusina, 2011. Pág.14)