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La otra cara de Carabineros de Chile

Fuentes: Rebelión

A partir del 18 de octubre del 2019, Carabinero de Chile, que tiene a su haber otras “joyitas” de violencia, tortura y crímenes horrorosos, la mayoría impunes en nuestra historia reciente, renovó su registro de abusos de poder no casuales ni fortuitos, cuando las evidencias son indesmentibles, para los dueños de los medios de comunicación y de Chile se trata solo de algunos que otro “exceso”.

Fue por esos “excesos”, que la mayoría de la opinión pública cuestionó su conducta, se alzaron voces críticas a su militarización y violencia, exigiendo un cambio de institución, real y no de fachada. ¿Alguien recuerda aquellas voces que llamaban a “refundar”, “cambiar”, los interesados, los dueños del país, para que nada cambie, “reformar” a Carabineros de Chile? Si hasta se llegó a decir  que recibirían clases de no sé qué, que la policía europea daría a sus cuadros, supongo de ética y moral, seguramente de decencia. De eso, hasta hoy ha corrido harta agua bajo el puente. Desde el covi-19 que ha significado un alto en las movilizaciones, por ahora, y todo lo que ha hecho Piñera, sus secuaces y la desvergonzada clase política, desde la derecha política, económica y social más recalcitrante hasta la “izquierda” institucionalizada, para “normalizar” el país, ahora Piñera llamando a un gran “Acuerdo nacional”, pero, “…dentro de un marco de responsabilidad fiscal”, está claro, el pueblo tendrá, nuevamente que apretarse el cinturón, toda una paradoja, Branko Milanovic, del Banco Mundial decía: “Los ricos en Chile ganan como en Alemania, y los pobres como en Mongolia”. Acuerdo Nacional, un verdadero SOS del establishment para poner a buen resguardos sus espurios intereses.

Volviendo a nuestra policía, los gendarmes del sistema, la situación que narro más abajo se repite a diario en nuestras poblaciones y ciudades a lo largo y ancho del país, muchos, la han terminado por naturalizar dentro del mapa del “orden y la seguridad”.

El furgón de Carabineros de Chile se encontraba detenido con sus luces de estacionamiento encendidas.

Sorpresivamente aparecieron dos carabineros, sin mediar razón alguna se abalanzaron sobre un muchacho común y corriente, vestido como hoy lo hacen los jóvenes más proleta.

Uno le arrebató su mochila, para revisarla, el otro, lo puso violentamente contra la pared, con una mano lo sujetó por el cuello, con la otra le aplicó una llave inmovilizadora,  mientras las piernas le separaba con un fuerte golpe en sus tobillos. El muchacho, sorprendido en obligada postura, sentía indefenso, como le trajinaban sus bolsillos y pliegues de sus ropas.

Un viejo y conocido carabinero jubilado que cumplió sus tareas policiales por varios años en un barrios acomodado y poderoso de la ciudad, ducho en esos quehaceres de doble rasero, me comentaba que, por nada del mundo uno podía, en ese sector; parar, detener, menos atreverse a revisar a un jovencito, aunque hubiese sido sorprendido infraganti en algún “desliz” sobre todo, si las diferencias estaban a la vista; su estatura, color de piel, cabellos y ojos, _ Nos llenaba de insultos, ninguno de nuestros pariente se salvaba, nos amenazaba con acusarnos a sus padres, tíos y otros encumbrados, familiar o amigo de su parentela y para terminar con el calificativo de: “rotos de mierda”, “indios”.

Cuantas veces, muchos de nosotros, de la plaza hoy de “La Dignidad” hacia abajo nos hemos topado con situaciones similares, algunos, observando con curiosidad morbosa, esperando el desenlace, otros, pasan sin prestar la mayor atención, sin el más mínimo acto de justicia de solidaridad, total, no  se trata de ningún pariente y además, el muchacho encaja perfectamente en ese prototipo del “joven delincuente” que pasan por la tele; cuma, flaite, punga, ladrón, roto, indio, subversivo: “en nada bueno lo habrán sorprendido”, pero, está vez no fue así, un hombre mayor, se les acercó a los dos carabineros, decididamente les increpó haciéndoles saber los que realmente estaban cometiendo; un acto de racismo, discriminatorio y abusivo.

Los dos uniformados, con evidente rasgos de “rotos” y de “indio”, sorprendidos, molestos, se miraron entre sí por tamaña deschávate cometida por el hombre, uno de ellos, el que exhibía el grado de sargento, lo increpó amenazándolo con llevarlo detenido, por obstruir el uso de la  “justicia”. Pero, de ¿qué justicia estaban hablando?, ¿la de la “medida de lo posible”?, o ¿la que otorga el lugar donde se nace y vive, los apellidos, la apariencia física, como vistes, al colegio a que vas?

“Justicia, libertad e igualdad” a la medida del discurso políticamente correcto, que la clase castellano-vasca, mercantil y financiera hasta hoy, contando con la cooperación sumisa de un ejército de siervos, “rotos y muchos de ellos con rostro de indios” han sabido usar: “por la razón o la fuerza” de su historia oficial o de su brazo armado; Carabineros de Chile, en otro momento de nuestra historia, cuando las movilizaciones no solo ha sido de conciencia sino que de acción, las fuerzas armadas, así, mantener la gobernanza para sí, el poder, los privilegios, el sistema de expolio y explotación.

Felizmente, el hombre no se amilanó ante tal advertencia y amenaza, es más, con toda osadía, conminó a los carabineros a llevárselo detenido. Luego de algunos segundos, los policías permitieron al joven irse, subieron al furgón para perderse en la calle donde yo esperaba el bus.

Puente Alto, Santiago