La muerte, este 17 de junio 2020, de 6 soldados profesionales y super especializados de la fuerza de tarea Omega del ejército colombiano que iban en una caravana militar en una importante operación de la fracasada War on Drugs, en la semi selvática región amazónica del rio Lozada y la herida grave a otros 8 más, al parecer por una demoledora y sangrienta emboscada atribuida por la prensa adicta a “un grupo armado organizado residual” (GAO-r) con el que se pretende vaporizar con nombres abstrusos a la fracción de las Farc-EP que no firmó el Acuerdo Santos- Timolíon Londoño, vuelve a poner el inmenso deseo de los colombianos por la paz y contra la “guerra” (ese monstruo grande y pisa fuerte como lo llamaba la grande Mercedes Sosa), frente a la realidad real de un conflicto social y armado no acabado que continúa reciclándose, el cual que se ha pretendido mantener encubierto y de bajo perfil para no alarmar el Orden Público, pero que hoy como el micro cuento de Monterroso nos muestra, como también lo sabía decir Jaime Garzón sobre el gringo, que sigue ahí.
Si a lo anterior se suman los escándalos diarios de corrupción, narcotráfico, paramilitarismo que envuelven a la cúpula dominante, a la pandemia covid y a la invasión de tropas estadounidenses (como se analiza en el siguiente enlace https://medium.com/@misionverdad2012/esc%C3%A1ndalos-pandemia-y-tropas-gringas-los-frentes-en-los-que-iv%C3%A1n-duque-est%C3%A1-perdiendo-def159c45e0e ) no hay duda que se ha agregado otro factor más a la desestabilización al Poder dominante en Colombia.
Lo cual nos obliga a seguir persistiendo “contra viento y marea” en la necesidad de continuar la discusión sobre dos aspectos centrales en la lucha actual por nuestra emancipación y preguntarnos: ¿Es la Paz sostenible, esa ficción que le vendieron a los colombianos con su Acuerdo del 2016, Santos para lograr el premio Nobel de la paz y con ello llegar hoy a la mieles imperialistas de ser nombrado miembro de la super cúpula de “junta directiva” de la Fundación Rockefeller, y Timolíon con su tornillo y sus compañeros, para canjear armas-por-curules y llegar a las miles del Poder legislativo dominante en Colombia?
¿Es acaso una Solución Política al conflicto social armado de Colombia, el haber suprimido de esta concepción el objetivo final de generar un proceso constituyente que concluyera en una Asamblea Constituyente, amplia, democrática y popular, como lo habían propuesto al movimiento social y político desde sus orígenes, los líderes fundacionales de las Farc-EP?
Obviamente, los hechos reales de la realidad externa como la persistencia y continuación del conflicto armado, el genocidio para-Estatal de líderes sociales y ex guerrilleros desmovilizados por ese Acuerdo en curso, así como la perfidia Estatal (conejo +trizas) para implementar el agónico Acuerdo sellado entre estos dos grandes dirigentes de la sociedad civil colombiana, nos ponen frente al hecho de tener que decir que NO.
Que ese Acuerdo 2016 no significó una paz sostenible como lo escribieron y mucho menos que la supresión del objetivo final de una Asamblea Constituyente para reemplazarlo por un pacto de armas-por-curules, dejó a la movilización social colombiana huérfana y con la necesidad imperiosa de seguir luchando por una Solución Política al conflicto social que sigue desarrollándose. El haber aceptado la tesis Santista de que el conflicto tenía un solo aspecto, que era solamente armado, negando su más importante aspecto de que era un conflicto social que también se expresaba en la resistencia armada al Poder dominante, nos ha conducido o vuelto a sacar como dicen los campesinos prácticos de mi pueblito, “al mismo llanito”.
A ponernos frente a esa pesadilla que ya creíamos haber superado de las sangrientas emboscadas guerrilleras, de los muertos y heridos (hijos del Pueblo trabajador) de ambos bandos, del dolor de los entierros colectivos y de las respuestas inmediatistas o amebianas del señor presidente de que va a descargar todo el poder de la ley y el orden (es decir del Estado) contra esos criminales narcoguerrilleros comunistas y castro chavistas sin Dios ni ley. Es decir, a despertarnos de la pesadilla y comprobar aterrorizados que el monstruo de la guerra sin paz sostenible, sigue ahí.
Y entonces, en lugar de UNA paz, ahora como novedad se nos imponen dos (2): Una, con los diversos movimientos políticos que siguen en armas, es decir una Solución Política al aspecto militar. Otra, la paz con los movimientos sociales, el aspecto social transado del conflicto colombiano, que no fueron tenidos en cuenta durante las discusiones en la mesa de diálogos en la Habana o fueron escuchados como quien escucha un memorial de agravios, pero sin ningún poder de negociación directo con el Estado y que ahora, necesariamente ya empoderados, en medio del desastre social y el hambre que se anuncia en la postpandemia, van a tener que presentar sus propias reivindicaciones al Estado y luchar en la calle hasta lograr su solución. Mientras tanto JM Santos eufórico y como buen tahúr logra otra ficha millonaria y de triunfo, en la ruleta de juego de sus vanidades.