Cuba ya está comenzando a salir de las medidas excepcionales que durante estos meses fue necesario adoptar para el enfrentamiento al peligroso y agresivo SARCOV2.
Tres fueron los factores principales que se articularon para aplanar la curva de la pandemia: la participación de la población, el sistema de salud pública universal y gratuito construido por décadas y la dirección colegiada del país en la que se conjugaron las instituciones gubernamentales y partidistas que lograron poner en función de esa prioridad a toda la nación.
A ese esfuerzo se sumaron los Consejos de Defensa a todos los niveles, las instituciones científicas, educacionales, culturales, las diferentes organizaciones sociales, los medios de comunicación, el MININT y las FAR, formando un tejido de solidaridad, disciplina y resiliencia en el que todos nos sentimos protagonistas.
Una dura batalla que debió encarar un gobierno recién estrenado, dirigido por un liderazgo experimentado que ha demostrado luz larga, inteligencia, sistematicidad, capacidad y aplomo para lograr que marchara coordinadamente todo el país con paciencia, rigor y disciplina, con un estilo de gobierno que conjuga la dirección colectiva, el enfoque científico de la cosa pública, la confianza en la ciudadanía, la consecuencia, la transparencia y con una estrategia clara y bien definida que ha demostrado su efectividad.
Nos sorprendió el nuevo coronavirus, todavía no está suficientemente claro por donde empezó, ni desde cuándo estaba ya diseminándose por el mundo, pero no nos agarró impreparados. Un sólido sistema de salud pública y experiencia en el tratamiento de las epidemias, junto con una industria nacional de medicamentos resultaron un capital de base fundamental para el enfrentamiento, sistema que ha tenido además la capacidad de enviar a otros países más de 30 brigadas médicas para combatir la pandemia, por un principio elemental de solidaridad humana y una clara conciencia acerca del carácter universal del desafío.
Pero la perla de la corona ha sido, como nuestro presidente ha recalcado, la participación consciente de nuestro pueblo, de todo el pueblo, sin separaciones conceptuales de sociedad política y sociedad civil.
Sin ese ingrediente cultural fruto de la obra de la revolución no se habría logrado el resultado que hoy vemos, que no significa la victoria definitiva sobre el virus, sino su control. Ha predominado la disciplina colectiva, misma que ha permitido visualizar a una minoría de inconscientes e irresponsables.
Desde el principio la dirección política tomó el camino de respetar la libertad ciudadana y el derecho al relacionamiento personal y no se decretó una cuarentena obligatoria, antes bien se confió en la responsabilidad y conciencia cívica de los cubanos, con la sola indicación del empleo obligatorio del nasobuco en los lugares públicos, las medidas higiénicas básicas y el respeto a la distancia física. Formas de cuarentena fueron aplicadas puntualmente en barrios, comunidades o zonas donde hubo eventos que hicieron necesarias variantes más estrictas, mientras la base de todo el sistema de enfrentamiento ha sido la pesquisa activa y la vigilancia epidemiológica.
Estamos saliendo airosos del primer envite de la pandemia del nuevo coronavirus y es ahora cuando toca ser más vigilantes y responsables para evitar retrocesos. Hay cansancio y estrés luego de estos meses, hay una contracción de la actividad económica del país y en el mundo que también nos afecta y se incrementa la agresividad del imperialismo; y en esta recuperación no puede haber lugar para frenos burocráticos, para la inacción, para la negligencia, para trabas al aprovechamiento de nuestras potencialidades. En la batalla contra todo eso inaceptable para el pueblo trabajador y para el sentido común está el centro de la actividad ideológica y política.
Los medios
Los medios de comunicación saturaron el mundo simbólico con sistemáticos abordajes referidos no solo al comportamiento diario de la pandemia, sino también a las características del virus, a los cuidados que es imprescindible observar y al seguimiento diario que han dado las autoridades que han ido analizando en detalle las aristas del desafío y adoptando las medidas más oportunas con el asesoramiento de nuestras instituciones científicas. El estímulo dado por la dirección política y gubernamental del país a la información sobre los comportamientos ilícitos en la sociedad, siempre inaceptables, pero más en tiempos de crisis como la desatada por la pandemia, ha despertado el interés y el seguimiento de la ciudadanía. Junto con ello ha confirmado el profesionalismo y rigor de los periodistas cubanos para informar veraz y oportunamente.
Los casos que se han ido revelando también dejan interrogantes en la sociedad, referidas a las causas más profundas de esas ilegalidades, a los vínculos posibles con entidades económicas del país, algo que ahora necesita seguimiento informativo, así como un ejercicio más activo del periodismo de investigación y del periodismo de opinión. Al cumplir su función en la democracia socialista –función que es a la vez cultural y política- los medios de comunicación constituyen el principal eslabón entre la cotidianidad y el mundo simbólico y son un auxiliar insustituible de la actividad política en la observación, diálogo y orientación de la vida nacional.
Es imprescindible que el mismo respaldo que se ha dado a los medios informativos para la denuncia pública de las ilegalidades se vigorice en lo adelante para fortalecer un periodismo al servicio de la participación democrática de la ciudadanía, hoy más necesario cuando las nuevas tecnologías de la información y la comunicación abrieron canales que son de doble vía. Existe un flujo constante de información y desinformación que no se puede ignorar. Solo con un ejercicio periodístico y comunicacional más agresivo, en el que haya lugar no solo para el error humano, sino también para el acierto podemos aprovechar la vía que nos toca: la de la defensa del sistema socialista cubano.
La pandemia nos está dejando importantes experiencias y también desvelando con la crudeza de lo elemental otros problemas que se precisa abordar con urgencia y osadía responsable en la economía y la sociedad.