El Gobierno revolucionario ha informado recientemente acerca de las nuevas medidas económicas destinadas a acelerar los cambios necesarios, contenidas en la Estrategia económico-social para el impulso de la economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la COVID-19.
En su conjunto son medidas previstas en las proyecciones discutidas en amplios procesos de debate nacional, amparadas por nuestra nueva Constitución, que se quedaron demoradas y hoy son aceleradas por la situación de crisis. Su vigencia de medirá en años.
No pocos esperaban una iniciativa gubernamental más amplia y robusta ante a la inminencia de transformaciones para afrontar las nuevas complejidades y desafíos que han puesto en tensión al mundo y a la sociedad cubana.
Ya está trazada la estrategia y han comenzado las acciones no solo donde es más rápidamente aplicable, sino donde es más urgente. El escenario futuro siempre será una sucesión de coyunturas, la acción consciente en pro del escenario más favorable podrá gestionarlas con una clara perspectiva solo a través de una estrategia bien definida y esta misma deberá ser flexible, lo que significa tener la capacidad dentro de sus líneas generales de incorporar los cambios que la realidad misma aconseje.
Las realidades
La estrategia se fundamenta en la imperiosa necesidad de partir de las realidades con plena conciencia de cómo estas son hoy para poder incidir sobre ellas en función de avanzar en dirección al futuro próspero y sostenible que postula el ideal socialista cubano aun desde la actual situación. No ver la realidad resultaría letal.
Lo anterior no es asunto menor. Aunque parezca una perogrullada recuerda que es preciso reconocer que en nuestra sociedad se entremezclan hoy realidades que nos sitúan a todos en un plano de plena igualdad, como otras que nos diferencian, en un diapasón mucho más amplio que el que hemos conocido a lo largo del proceso revolucionario y ha quedado instalado en la psicología social. De ahí también la necesidad de un cambio de mentalidad.
La plena igualdad se expresa esencialmente en los derechos que garantiza la Constitución de 2019, en las políticas sociales tradicionales de la revolución, en los subsidios a los alimentos, la electricidad, etc.
Las diferencias están dadas hoy no solo por la posición que cada uno ocupamos en la división social del trabajo, sino también por otros factores, que introducen desigualdades no provenientes del trabajo: como por ejemplo las remesas o la suerte de tener una vivienda que puede convertirse en un hostal y por ello obtener ganancias extraordinarias. Hay extremos de esa realidad que pueden resultar chocantes o irritantes, pero son eso diferencias extremas, no las que promedian en nuestra sociedad, que hoy también reconoce el derecho a recibir según el aporte.
Se necesitan muchas nuevas ideas y quienes las sepan aplicar.
No es de extrañar que entre las medidas más discutidas e incomprendidas esté la de la venta –entre otros artículos- de alimentos en divisas libremente convertibles, que es en mi criterio la más coyuntural y efímera en la perspectiva. Una sociedad que se dirige prontamente a la unificación monetaria tendrá más temprano que tarde que eliminar esa suerte de mercado cautivo que hoy juega el papel de captador de divisas imprescindibles para la economía nacional, la que respalda las políticas sociales. Ocurre ahora como en su momento pasó con las TRD que también evidenciaron desigualdades preexistentes en la sociedad.
Son, sin embargo, medidas necesarias, pensadas desde la política, desde la ciencia y desde la opinión pública. Duras y difíciles, pero adoptadas responsablemente con el compromiso de preservar un propósito fundamental del socialismo cubano: garantizar la equidad y la justicia social. Por ello, un importante elemento de la actividad ideopolítica en este proceso radica en argumentarlas claramente una y otra vez y en transparentar cada una de ellas en el decurso de su aplicación.
Una de las direcciones fundamentales de la estrategia es la de construir un círculo virtuoso de los emprendimientos productivos con sus diferentes formas de propiedad. El Estado y el Gobierno a todos sus niveles deberán aprender a regular sin ahogar, a estimular e incentivar a los productores, eliminando las trabas del burocratismo, propiciando la iniciativa y haciendo valer las leyes.
La aplicación de un enfoque científico integral es garantía de resultados tangibles. Sin la articulación eficiente de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídica-normativa e ideológica política no es posible la construcción social de orientación socialista. De ahí que, por ejemplo, la explicación, el alerta a tiempo, el convencimiento, la exigencia son importantes agentes de cambio, pero no bastan. Sin una buena organización que implique la participación en las decisiones, sin una dirección eficiente, sin la aplicación estricta de la ley, sin certeros objetivos económicos no pueden esperarse los resultados que se necesitan.
El mercado que ahora debe crecer en Cuba debe mantenerse alejado del consumismo y del lujo obsceno. Obviamente, no cabe aspirar a normativas uniformadoras que nada tienen que ver con la naturaleza humana, diversa, sino a conservar los límites razonables que impone el imperativo de la justicia social, de la salud humana, del cuidado del medio ambiente y de la preservación de la naturaleza. El sentido socialista de la estrategia se basa en reconocer la importancia del lado positivo del mercado, cuidando que este no imponga su jerarquía.
Las necesidades básicas, imprescindibles, tales como la alimentación, la vestimenta, la vivienda, etc. hoy con visibles limitaciones, deberán poder satisfacerse atendiendo a los gustos y preferencias individuales marcadas también por los hábitos y costumbres de nuestra identidad cultural y por el contexto geográfico. El conocimiento del consumo es una variable decisiva en la construcción de una economía de orientación socialista y, por ende, factor fundamental en la planificación. En consecuencia debe ser estudiado. Cuba necesita una entidad de investigación que se dedique al estudio de la demanda del país, que permita conocer las preferencias y que contribuya a la educación del consumo.
Las ciencias sociales pueden aquí hacer nuevos aportes con resultados en pocos meses para acompañar el proceso de realización de la estrategia. Tampoco debe faltar la realización de estudios de escenarios a mediano y largo plazo, para contribuir a redefinir las estrategias y su enrutamiento.
Sobre el papel de la actividad ideopolítica
En la aplicación de esta estrategia dirigida a la ampliación, desarrollo, fortalecimiento y estabilización virtuosa del mercado interno, surgirán modalidades de relacionamiento en las que resulta indispensable el papel de la actividad ideopolítica en la eliminación de trabas al desarrollo, en la preservación de los valores altruistas y solidarios cimentados por la revolución socialista, en escuchar al pueblo y analizar el comportamiento de la estrategia para llamar la atención sobre eventuales desviaciones, y también sobre los resultados relevantes y contribuir así a rectificar o a extender y acelerar las experiencias positivas.
La actividad periodística a través de los medios de comunicación social tradicionales y digitales tendrá por delante la tarea de contribuir a acompañar, testimoniar y analizar el proceso de aplicación de la estrategia como componente esencial de la acción cultural y de la democracia participativa del socialismo cubano, y contrarrestar las campañas mediáticas dirigidas a sabotear la aplicación de las medidas adoptadas.
El ser humano no es un ser únicamente económico, tampoco se define por las cosas que tiene por más que sean necesarias, sino por el complejo de valores que orientan su comportamiento social. En medio de las desigualdades, hay un conjunto de valores que nos identifican como cubanos y que es preciso preservar y fomentar frente al lado negativo del mercado.
Entre los rasgos de la personalidad que pautan la conducta del cubano no predomina hoy la avaricia ni la tacañería. Sí la necesidad de seguridad propia y de su familia, la tendencia al mejoramiento material y espiritual, la equidad, la libertad, la necesidad del descanso y la diversión, la preocupación por la calidad de vida en la vejez. Estos rasgos están presentes en diferentes formas y grados en todos los colectivos laborales y en la familia y no se satisfacen con medidas simplemente económicas.
Con el voto abrumadoramente mayoritario de nuestra población, la nueva Constitución confirmó el ideal comunista como un horizonte cuyo papel inmediato es evitar que el objetivo socialista se convierta en una caricatura capitalista. Al ideal socialista, encaminado en esa dirección, le corresponde el papel de orientar la construcción socialista a tono con el contexto actual. Y obviamente con soluciones puramente mercantiles no irá nunca en esa dirección.
Un presupuesto es elemental: si dejamos la economía en manos del mercado, o sea, si suponemos que el propio Estado socialista es un obstáculo al desarrollo, aun reconociendo su papel en aquellas ramas básicas: minería, energía, infraestructura y si aceptamos que la ideología socialista obstaculiza el desarrollo, entre las consecuencias que pueden esperarse hay al menos dos que se complementarán: un Estado y una actividad ideopolítica ausentes en el proceso económico de una parte decisiva de la población que reproducirá su vida a tono con su posición en la división social del trabajo dentro de una lógica puramente mercantil y en consecuencia su conducta estará bajo la influencia creciente de la presión osmótica tanto material como mediática del capitalismo. Un binomio que tendría más temprano que tarde consecuencias políticas perniciosas para la independencia, la soberanía nacional, la identidad cultural, en fin, para los intereses económicos, sociales y políticos del pueblo trabajador, de la nación cubana.
Si la acción económica se produce con la utilidad como única motivación y esta se convierte en un fin en sí misma, el alejamiento y menosprecio del papel social de la producción de bienes y servicios se dará por descontado; el bienestar que la sociedad espera con la satisfacción de sus necesidades sufrirá y la ganancia a cualquier precio se convertirá en un virus incurable con perniciosas consecuencias sociales. El contexto internacional signado por la competencia desmedida y el consumismo lo cultivarán. No debe olvidarse que del sueño decimonónico de un capitalismo liberal pletórico de ponderación y honestidad hace rato que despertó la humanidad.
Aplicar la estrategia definida no será un camino exento de riesgos y consecuencias no solo positivas, sino también negativas y ello tanto en el orden material como psicosocial. Habrá un período de adaptación que debe transcurrir con agilidad, sin más dilación, junto con una eficaz administración de los riesgos y posibles daños.
Hacer el país que sintetiza la Constitución
Lo expuesto hasta aquí -y ante las transformaciones inminentes en la sociedad cubana- nos conduce nuevamente a la pregunta cardinal respondida por la inmensa mayoría de la ciudadanía al aprobar la nueva constitución el pasado año: ¿Qué país queremos? ¿Cómo queremos emerger de la crisis?
La estrategia que ya conocemos en sus rasgos y principios fundamentales es continuidad del propósito de la construcción social de orientación socialista. Su realización plantea tareas decisivas que exigirán de todos dejar atrás prácticas y enfoques que ya poco o nada tienen que ver con la problemática actual, sin perder el fiel que pauta el ideal socialista. Su aplicación tendrá éxito si se comprende como tarea de todos, lo que significa contar con todos, no solo para hacer, sino también para pensar y decidir.
Partiendo de mantener el enfoque integral y el papel de una planificación nacional que coordine el funcionamiento del metabolismo socioeconómico del país sobre la base de la creciente participación de los actores económicos ahora con una mayor autonomía y con la finalidad de orientar el curso de la economía y no para ir al retortero del mercado, considero de particular importancia -sin pretender apuntar todo lo que es necesario- tener presente en la práctica:
- que es imprescindible la prontitud en la realización de los cambios necesarios, muy en particular en la producción agropecuaria;
- que la transparencia y la información oportuna y suficiente debe mantenerse sin lagunas;
- que no basta reconocer que existen diferencias en las aptitudes y capacidades de las personas, la sociedad debe validarlas en sus pautas de funcionamiento socioeconómico;
- que se conjuren las tendencias consumistas y no solo ideológicamente, sino con la aplicación de políticas con esa finalidad;
- que no se descuide el imperativo de limitar conscientemente mediante una adecuada política fiscal y con normativas legales específicas el incremento irracional de la propiedad y su consecuencia: la acumulación de poder económico en pocas manos;
- que se proteja al ciudadano del abuso de quienes buscan ganancias individuales mediante el fraude y la especulación,
- que la protección de la naturaleza y del medio ambiente sean elemento siempre presente y
- que no se abandone el principio de que al socialismo no le puede sobrar nadie.
Cuba enfrenta un camino difícil, no exento de riesgos en el que no hay lugar para la indecisión ni para errores garrafales. La estrategia definida, como toda obra humana es perfectible, pero señala un camino racional y su realización nos beneficiará a todos, no exactamente del mismo modo en todos los aspectos, pero a todos.