La luz del sol que se coló la mañana del 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba y Bayamo, dejó al descubierto los frontispicios de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, ambos cubiertos con los primeros impactos de bala que tapizaban sus paredes, las cuales también estaban salpicadas por la sangre del pueblo luchador que en la madrugada de ese día llegó a rescatar la patria cubana de la tremenda afrenta que había dejado el golpe militar de Fulgencio Batista en el año 1952 (10 de marzo) y que diera al traste con la Constitución Cubana de 1940. Al frente del asalto al Moncada un joven abogado, excandidato a Diputado, quien fuese líder universitario y que en fechas no muy lejanas se había enrolado en una expedición para liberar Dominicana y que había estado en tierras suramericanas promoviendo la unidad de los estudiantes frente a las dictaduras y al coloniaje en Latinoamérica y que le tocó ser testigo de excepción de los sangrientos hechos tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia: el Bogotazo. Este personaje pasará a la historia como el hombre que condujo a su pueblo a la libertad y a reivindicar la lucha de los próceres de la independencia cubana, a culminar los esfuerzos de Martí, de Carlos Manuel de Céspedes, de Ignacio Agramonte, de Antonio Maceo, de Máximo Gómez y los mambises, es Fidel Castro Ruz.
A las 5:15 de la mañana de ese 26 de julio se inicia el asalto a la principal fortaleza militar del oriente de Cuba, el Moncada en Santiago. La acción no fue exitosa, cayeron 60 de los 135 integrantes de la insurgencia, muchos fueron capturados, torturados y asesinados por las fuerzas represivas de Batista. En Bayamo la situación en el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes también constituyó un revés para las fuerzas revolucionarias. Las acciones emprendidas por los jóvenes revolucionarios patriotas se ejecutaban en el año centenario del nacimiento del Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, quien 58 años atrás desembarcó en playas de esa región para librar su última batalla por la libertad de su patria y para frenar las ansias de avance del imperialismo estadounidense que quería apoderarse de esa nación geopolíticamente estratégica para el control de México, América Central, Suramérica y el Caribe. Así, la fecha del 26 de Julio de 1953 es desde todo punto de vista significativa y que marca la historia cubana, puesto que se inicia el proceso inconcluso de la independencia cubana, esta vez bajo la égida de Fidel Castro, quien ante el proceso judicial que se llevó cabo en su contra presenta su alegato de defensa que será conocido y difundido en Cuba, de manera clandestina como “La Historia me Absolverá”
Fidel como buen martiano, asume las enseñanzas del maestro y ante la cobardía, la felonía, la arbitrariedad, el abuso, el crimen del dictador Batista, actúa en defensa del decoro, e irrumpe con la fuerza de su pueblo a dar al traste con la situación de barbarie que en aquellos tiempos se habían implantado en tierras cubanas bajo la anuencia del imperialismo norteamericano. Fidel declaró que el Apóstol “era el autor intelectual del 26 de julio” y en el juicio al que fue sometido afirmó “traigo en el corazón las doctrinas del Maestro”. En el artículo Los Tres Héroes publicado por Martí en La Edad de Oro, nos dice el Maestro: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarle a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.” Es por ello que Fidel asume con dignidad, valentía, con decoro el camino de la insurgencia armada para conquistar, junto con sus compañeros de lucha la libertad y la plena independencia de Cuba.
Capturado Fidel, de 27 años, el 16 de Octubre de 1953 es sometido a un juicio en donde se le condenaba por los hechos del 26 de Julio, el acto se realiza no en la sede de un juzgado sino en la Escuela de Enfermeras del Hospital Civil, en un espacio presidido por el retrato de Florence Nigthingale (precursora de la Enfermería Moderna), en donde Fidel, sin contar con defensa ni con recursos legales de consulta, actuando él mismo en su defensa y apelando a su inteligencia, a su formación política e histórica, a los conocimientos adquiridos en sus estudios de Derecho, a su experiencia de Abogado y a las enseñanzas de Martí, inicia su exposición ante una buena cantidad de soldados, la periodista Marta Rojas y los magistrados del Tribunal. Los alegatos de su defensa las recoge Fidel en el libro La historia me absolverá. Allí nos dice Fidel: “se discute sobre cuestiones fundamentales de principios, se juzga sobre el derecho de los hombres a ser libres, se debate sobre las bases mismas de nuestra existencia como nación civilizada y democrática. Cuando concluya, no quiero tener que reprocharme a mí mismo haber dejado principio por defender, verdad sin decir, ni crimen sin denunciar”
El revolucionario declara que el programa revolucionario que se implantaría en Cuba, de triunfar esta gesta, sería, el restablecimiento de la Constitución de 1940, infelizmente suprimida por Batista, devolviendo la soberanía al pueblo; la segunda ley revolucionaria concedería la propiedad de la tierra a colonos, arrendatarios y precaristas que ocupan pequeñas parcelas; se otorgaría a los obreros y empleados una participación del 30% en las utilidades de las grandes empresas; se le concedería a los colonos el 55% del rendimiento de la caña de azúcar; se confiscarían todos los bienes mal habidos por los gobernantes, la mitad de ello iría a fortalecer las cajas de jubilación de obreros y empleados, y la otra mitad para financiar hospitales, asilos y casas de beneficencia. La política exterior cubana estaría basada en la solidaridad con las luchas de los pueblos del continente. Otras medidas revolucionarias incluían la reforma agraria de la propiedad territorial, la reforma integral de la enseñanza, la nacionalización de los monopolios de la industria eléctrica y los teléfonos. Por ello se luchaba y hacia ahí iban todas las acciones y todos los esfuerzos de los insurgentes patriotas cubanos que en aquella mañana del 26 de julio en Bayamo y Santiago de Cuba revelaban al mundo que se estaba gestando un nuevo amanecer que traería la libertad y la independencia a la mayor de las Antillas y de que un nuevo mundo era posible con la lucha persistente y organizada de los pueblos.
Wolfgang R. Vicent Vielma. Licenciado en Geografía (UCV, 1986), Especialista en Análisis de Datos en Ciencias Sociales (UCV, 1989), Trabajador de la Casa de Nuestra América José Martí, Profesor de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana y Facilitador de la Misión Rivas de Educación Media en Caracas, Venezuela.