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Entrevista a Carlos Fernández Rodríguez sobre Los otros camaradas. El PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945) (II)

“A pesar de perder la guerra, los que no se exiliaron decidieron que la lucha continuaría”

Fuentes: El viejo topo

Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis titulada La reorganización y la oposición del PCE al franquismo (1939-1946), Carlos Fernández Rodríguez posee un curso de posgrado por la UNED en Especialista Universitario en Archivística. Ha trabajado en varios proyectos históricos como San Fernando de Henares para la recuperación del Patrimonio histórico de la localidad (2001-2002) y Proyecto Histórico sobre la memoria perdida en Villamiel de Toledo (2007-2008). Su labor de investigación ha sido diversa, destacando los asuntos relacionados con la oposición al franquismo y la historia social en la militancia comunista.

A lo largo de estos años ha escrito artículos para Congresos, prólogo de libros, periódicos y revistas y tiene varias publicaciones: Madrid Clandestino. La reestructuración del PCE, 1939-1945 (2002), La lucha es tu vida. Retrato de nueve mujeres republicanas combatiente (2008) y Yuncler, un viaje por la historia (2017). También ha colaborado en la obra colectiva Checas: miedo y odio en España durante la Guerra Civil. La voz de los testimonios en la Causa General (2017).

Forma parte del grupo del proyecto de investigación, Madrid, una ciudad en guerra, 1936-1953 y de Historia Social, ambas de la UCM. Y en los últimos años ha trabajado como asesor histórico, archivero y documentalista en varios proyectos e investigaciones históricas.

Su último libro publicado es Los otros camaradas. El PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945) (Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2020). En él centramos nuestra conversación.

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Ns habíamos quedado aquí. Describes muchos ejemplos de militantes desde los primeros días del franquismo, incluso antes. Se lo jugaban todo: torturas salvajes, atropellos a sus familiares, condiciones inhumanas, condenas de muerte, fusilamiento… ¿De qué pasta estaban hechos esas personas?

Piensa que muchos de ellos habían sufrido muchas calamidades a lo largo de su vida: guerra civil, detenciones, años de cárcel, exilio, etc. Los que no se exiliaron y a pesar de haber perdido la guerra, con lo que esto supuso, decidieron que la lucha continuaría. Fueron personas combatientes y comprometidas con sus ideales y principios que hicieron esfuerzos individuales y colectivos dentro de su espacio vital de militantes comprometidos políticamente contra totalitarismos y ordenes autoritarios. Eran hombres y mujeres del pueblo, gente de abajo, humildes y que formaban parte de una masa popular. Todo esto les generó esa manera de ser combativa, esa impetuosidad y abnegación en la lucha viendo desde pequeños las desigualdades sociales y económicas, imbuidos por los movimientos políticos e históricos que les tocó vivir.

Déjame citarte algunos nombres. ¿Nos podrías indicar lo que más te impresiona de su ejemplo, de su hacer, de su vida? Empiezo por Juana Doña.

Juana Doña es un ejemplo de vida y de lucha, una de las grandes protagonistas del papel femenino desarrollado en el seno del PCE. De esta manera hice la introducción sobre Juana Doña en mi libro La lucha es tu vida. Relato de nueve mujeres combatientes republicanas: “Militante y dirigente comunista fue una mujer adelantada a su tiempo. Defensora de libertades, de causas democráticas y justas, estando comprometida a lo largo de su vida con sus ideales y sus principios. Enemiga acérrima del olvido y el silencio que mantuvo a este país silenciado durante muchos años, bajo una represión bárbara de la que Juana tampoco se libró con sus torturas y los dieciocho años de prisión. Mujer reivindicativa donde las hubiera, heroica luchadora contra las injusticias y las imposiciones dictatoriales y autoritarias. Activista incansable, tenaz y perseverante en los cometidos planeados. Una de las dirigentes comunistas españolas con mayor preparación política e ideológica, cuya personalidad y carácter fuerte, a veces le produjeron enemistades entre sus compañeros. Fiel amante y militante de su Partido Comunista de España, le llevó a que la denominaran “la segunda dama del comunismo español”, por detrás de Dolores Ibárruri “Pasionaria”. 

Sigo con Matilde Landa.

Matilde Landa es un caso aislado dentro de la participación femenina en el PCE. De familia acaudalada y con una formación cultural librepensadora y cercana a la Institución Libre de Enseñanza, llegó a estar en la Residencia de Señoritas. Una mujer muy inteligente, capaz y con una gran dosis de trabajo, compromiso y solidaridad hacia los demás, por ello su participación en el Socorro Rojo Internacional y en trabajos de organización de hospitales y de evacuación de la población durante la Guerra Civil. De igual manera también fue sintomático y peculiar su situación en la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid cuando fue detenida, ya que no fue torturada físicamente sino psicológicamente. La policía represiva franquista y más en esos primeros días después de terminada la Guerra Civil fueron realmente brutales contra los militantes antifranquistas republicanos. A pesar de ello observaron en Matilde Landa una mujer muy preparada culturalmente hablando e inteligente, considerando que las torturas físicas no valdrían nada para obtener declaraciones. Por ello utilizaron la represión psicológica mostrándole la descomunal paliza que le hicieron a un compañero de luchas e indicándole que su familia podría correr la misma suerte. Otro tipo de presión y coacción a la que fue sometida con posterioridad Matilde Landa en la prisión de Palmas de Mallorca por parte de las mujeres de Acción Católica para que se convirtiera al catolicismo. Ella educada en una familia no creyente y que no había sido bautizada al nacer, viéndose presionada en esa tesitura y con toda la familia lejos de su lado, decidió suicidarse en septiembre de 1942.

Heriberto Quiñones: ¿ha sido justo el PCE con Quiñones?

La figura de Heriberto Quiñones siempre ha sido muy contradictoria y discutible, no sólo por su desconocido origen y como agente de la Internacional Comunista, sino también por su actuación como máximo responsable de la Delegación interior del PCE durante más de nueve meses. La actuación del PCE en cuanto a sus máximos organismos y sus principales dirigentes ante la figura de Quiñones y la política desarrollada por este último en 1941 fue injusta y desproporcionada. Lo que está claro que tenemos que extrapolarnos al momento histórico de esa primera posguerra represiva: una lucha antifranquista clandestina, la división en el PCE en varios países y con distintos Burós Políticos y la mala información de lo que realmente estaba sucediendo en el interior del país y en el seno de organización comunista española. Durante su presencia en España y tras su muerte, Quiñones fue atacado y un ambiente antiquiñonista estuvo presente en aquellos años con todo el que hubiera estado ayudando y luchando con él. Denuncias de traidor, agente británico, hereje, chivato y sectario procedían desde diferentes ámbitos oficiales del partido desde el interior y exterior de España, incluso bastantes años después de que fusilaran a Quiñones en una silla de ruedas a consecuencia de las bárbaras torturas sufridas en la Dirección General de Seguridad. En el día a día de la lucha antifranquista las mujeres y los hombres comunistas cometieron imprudencias y errores, pero, como a Quiñones, no se les puede reprochar su valentía y decisión de dirigir al Partido en la clandestinidad con su línea política y la organización en todo el país. Como tampoco se le puede recriminar su compromiso, su lucha contra la dictadura represiva y la identidad comunista. Aunque en 1986 el PCE rehabilitó a Quiñones, Jesús Monzón y otros dirigentes, creo que aún no se ha dado la importancia que tuvieron dentro de la organización comunista clandestina.

Lo mismo te pregunto sobre Jesús Monzón, acabas de citarlo.

El caso de Jesús Monzón Reparaz tiene elementos parecidos a los de Quiñones pero algunos diferentes. Una vez terminada la Guerra Civil, Monzón junto con los principales dirigentes del PCE salieron de España hacia diversos lugares del extranjero. Monzón provenía de una familia burguesa y acomodada de Pamplona y estuvo inmerso en los movimientos comunistas producidos en Navarra y en el País Vasco. También fue el protagonista de la dirección de la organización comunista española en territorio francés hasta su posterior entrada en España, lo que le costó críticas posteriores por parte de la siguiente dirección del PCE en territorio francés y español, liderado por Santiago Carrillo. El estalinismo estaba presente y las denuncias de herejes y agentes al servicio de los aliados era algo evidente dentro de los partidos políticos comunistas. Las infiltraciones y provocaciones de militantes acusados de espías en el seno de dichas organizaciones eran comunes y corrientes en aquellos años. Monzón y sus seguidores no se libraron de esas acusaciones y todos aquellos militantes que estuvieron combatiendo y luchando en Francia contra los nazis y en España contra el régimen franquista en el interior del PCE, una vez fueron detenidos muchos de ellos, serían calumniados e inculpados de monzonistas, como había ocurrido cinco años antes con Quiñones. La diferencia estriba en que Monzón una vez fue detenido logró que su segura condena a muerte por ser el máximo responsable del PCE en Francia primero y luego en España del principal partido político opositor y con una política armada dentro del movimiento guerrillero, se conmutara por una pena de treinta años, tras conseguir la ayuda e influencia, entre otros, del delegado provincial en Navarra de Excombatientes, Antonio de Lizarza e incluso del obispo de Pamplona, Marcelino Olaechea. Esta actitud incluso llegó a multiplicar las acusaciones sobre su persona y la política llevada a cabo.  

Hay una línea política que recorre las páginas de tu libro: la Unión Nacional. ¿Fue una política inteligente, ajustada a las circunstancias y a la, digamos, correlación de fuerzas? ¿No hay alguna similitud con la política de Reconciliación Nacional que defendería el PCE años después?

La política de Unión Nacional promulgada por Quiñones y emitida en su Anticipo de Orientación Política solicitaba una República Popular con la legalidad de la constitución republicana de 1931 y la formación de un Gobierno republicano en el exilio liderado por Juan Negrín. En ese sistema podrían participar todos aquellos que estuvieran en contra de la España franquista, incluidos monárquicos, católicos, derechistas y falangistas descontentos de Franco. También solicitaba la no intervención de España en la II Guerra Mundial, la libertad de los presos políticos y sociales, el regreso de los españoles exiliados, el restablecimiento de los Estatutos Vasco y Catalán y otra serie de medidas sociales y económicas. Los comités de Unión Nacional se extendieron por toda la geografía española y la estructura que Quiñones confeccionó fue la que mejor funcionó clandestinamente durante aquellos años, como casi un verdadero máximo organismo del PCE en el interior.

La política de Unión Nacional desarrollada en Francia y con posterioridad en España adaptada por Monzón con su Junta Suprema de Unión Nacional (ayudado con la publicación del periódico “Reconquista de España”) proponía una unificación de las fuerzas democráticas para restablecer la legalidad republicana en un gobierno de unidad nacional, incluidas personas de derechas que estuvieran como en los años anteriores, cansados de Franco. No especificaban la instauración de una República como solicitaba la Unión Nacional de Quiñones Una vez derrocado este se procedería a unas elecciones democráticamente libres y querían evitar que España entrara en el conflicto mundial bajo el mando de Hitler. La política de Unión Nacional desarrollada en ambos momentos hay que adaptarla a la coyuntura histórica y política vivida. Con el establecimiento de una agrupación de fuerzas democráticas, independientemente del sistema de Estado a implantar que se debatiría con posterioridad o se decidiría en un referéndum en el caso de que supuestamente Franco hubiera sido derrotado, podrían presionar a las fuerzas aliadas para que el caso español fuera tenido en cuenta a nivel internacional.

En la práctica, la Unión Nacional fue un organismo que únicamente englobaba a comunistas, aunque hubo algún comité provincial con la presencia de socialistas y algún anarquista, pero era inviable el restablecimiento de la II República en España, con la correlación de fuerzas en el interior (hubo contactos con algunos monárquicos, con miembros de la Asociación Nacional de Fuerzas Democráticas, etc) y mucho menos en el exterior, cuando una vez terminada la Segunda Guerra Mundial se formaron los dos bloques de fuerzas antagónicos.

La política de Reconciliación Nacional se expuso en la declaración del Comité Central del PCE en junio de 1956. La oposición antifranquista se extendía entre los movimientos estudiantiles, sectores liberales, demócratas cristianos, monárquicos y fuerzas sociales que estaban en contra de los postulados del Movimiento Nacional  La Reconciliación Nacional buscaba acabar con la división existente entre las personas que lucharon en la Guerra Civil y que Franco quiso que siguiera en su propio beneficio a vista del PCE. Aquel escrito no quería que hubiera ni vencedores ni vencidos, estos ya habían sufrido mucha represión a manos del dictador y de la oligarquía terrateniente y sectores destacados de la Iglesia española. De una manera teórica pensaban que podrían terminar con la dictadura sin procesos violentos sino contando con miembros descontentos del propio régimen. El movimiento obrero se unía al estudiantil y a otras fuerzas y clases sociales que políticamente estaban más cercanas al régimen, para luchar por las libertades y la democracia sin tener que empezar otra Guerra Civil.

Es en ese acercamiento a sectores políticos y sociales distintos a los de izquierda y obreros en lo que puede tener de semejanza ambas políticas con una diferencia de años de más de una década.

Tomemos un último descanso si te parece.

Me parece.

Fuente: El Viejo Topo, octubre de 2020.

Primera parte: entrevista a Carlos Fernández Rodríguez sobre Los otros camaradas. El PCE en los orígenes del franquismo (1939-1945) (I). “La militancia de base es la protagonista de la obra” https://rebelion.org/la-militancia-de-base-es-la-protagonista-de-la-obra/