Uno de los fenómenos más graves en el proceso del calentamiento global y la destrucción del medio ambiente es la deforestación de extensas zonas del bosque tropical amazónico.
Es verano en la amazonia colombiana (febrero y marzo) y en este momento se registran descomunales incendios en el municipio de Calamar (Guaviare) en un área cercana a las 40 mil hectáreas de bosque.
Efectivamente desde el mes de octubre del 2021, los colonos de la región han tumbado miles de árboles que hoy arden de manera incontenible provocando, además, la presencia de extensas nubes con vientos contaminados de material particulante proveniente del Guaviare y la Orinoquia lo que ha hecho que, en Bogotá, Medellín y otras ciudades se adopten medidas especiales de protección de la población para controlar enfermedades respiratorias.
La situación ambiental es de una gravedad extrema y exige un tratamiento especial en los términos de las acciones acordadas en conferencias internacionales de ordena climático para impedir el daño fatal del clima y de los recursos naturales comunes.
Sin embargo, el gobierno de Colombia, (tan hábil en discursos edulcorados sobre el control a los daños amiéntales) ha mostrado su cobre belicista con la acción de una Brigada militar de supuesta protección ambiental con un Plan denominado Artemisa que en realidad es un componente de su estrategia contrainsurgente y anti campesina para favorecer las empresas petroleras, minero energéticas y agro industriales enfocadas en la apropiación de extensos baldíos y en la explotación de los yacimientos de hidrocarburos y de minerales estratégicos como el Coltan.
El Plan Artemisa es un diseño de guerra que ataca y judicializa a miles de colonos que, ante la ausencia de una reforma agraria democrática que les dote de tierras y recursos, se ven obligados a desplazarse hacia nuevos territoritos en los que puedan organizar sus actividades agrarias y de supervivencia.
Artemisa es parte un gigantesco plan del Comando sur de los Estados Unidos para garantizar el control imperialista de la amazonia y sus recursos naturales y ambientales.
El cuidado y la protección de la Amazonia colombiana debe hacerse con la intervención de las comunidades indígenas y de colonos. Durante más de 20 mil años los Nukak-Maku y otras etnias han construido la Amazonia como un “jardín planetario” garantizando su protección y cuidado, que es lo que el gobierno fascista de Ivan Duque desconoce y atropella con su militarismo contra ambiental.
Es que Duque es de la misma concepción racista y anti indígena de Bolsonaro, el Presidente del Brasil, también responsable de la destrucción de bosques, ríos, humedales y comunidades indígenas brasileras.
Parar la deforestación del Meta, Guaviare y la Orinoquia en Colombia implica adoptar un enfoque humano y empático con la naturaleza. Que es lo que no tiene el gobierno de Duque y menos el gobierno del departamento del Meta, en manos de un caporal de las mafias llaneras con ínfulas de nuevo rico, pues Zuluaga, el jefe seccional del gobierno es la expresión de un neo paramilitarismo recalcitrante empeñado en la criminalización y encarcelamiento de los colonos del Guaviare y el Vichada.
El incendio que consume la amazonia colombiana es otro capítulo más de la guerra estatal en los territorios, en este caso contra la Neoinsurgencia de las FarcEP que avanza en un proceso de recomposición de la resistencia agraria y de los colonos frente a la guerra de la elite latifundista y terrateniente que despoja los baldíos nacionales y las tierras organizadas por miles de colonos originarios de diversos lugares del país.
Lo cierto es que tanto Artemisa, como Omega y la Fudra son dispositivos militares organizados como un supra Estado autoritario y violento que somete con sangre y asesinatos a las humildes comunidades campesinas de los Llanos orientales.
Allí hay violación sistemática de los derechos humanos y destrucción de la madre tierra.