El imperialismo global ha preparado con sumo cuidado la situación política, ideológica y electoral en Colombia para seguirla manteniendo bajo su férreo dominio.
No es creíble bajo ningún aspecto que en estos momentos, cuando EE.UU. junto con sus firmes aliados de la OTAN se enfrentan a su rival retador Rusia en Ucrania, en una guerra mundial de última generación y el petróleo, el trigo y la comida se han convertido en armas de la guerra de masas; y el crudo venezolano junto con la poca comida que producen las comunidades campesinas latinoamericanas empiezan a ser vistas como “substitutos creíbles” a las exportaciones rusas de estos productos, vayan a permitir que el Estado colombiano por su privilegiada posición geográfica caribeña y andino-amazónica, con límites territoriales con Panamá, Nicaragua, Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela; socio preferencial de la OTAN (por la santísima voluntad de JM Santos) con una red de 9 bases militares de última tecnología, con una extensa e incontrolable “frontera colombo venezolana”, que servido de fiel instrumento militar y diplomático del Imperialismo Global en su vieja pretensión de apoderarse (a las buena o a las malas) del petróleo venezolano y de la producción campesina de ambos países, ahora cuando le son más necesarios, vaya a dejarla caer en un abismo incontrolable.
Es todo lo contrario.
El imperialismo global noratlantista ha preparado con sumo cuidado la situación política, ideológica y electoral en Colombia para seguirla manteniendo bajo su férreo dominio.
Ha movido todas sus agencias, ONG adictas, instancias culturales y Embajadas, para haber hecho un análisis detallado y preciso, y por medio de amplias encuestas sociales obtener un diagnóstico controlable de los posibles escenarios que se pudieran presentar en la actual coyuntura electoral.
¿Creen Ustedes que la resucitación en la política colombiana de esa sigilosa ciudadana global colombo-francesa, ávida de dinero y venganza llamada Ingrid Betancur, como una Juana de Arco bien vestida, portando el pabellón de la anticorrupción, dándole besos al “ingeniero” Hernandez, haya sido un azar?
En Colombia todos los encuestadores políticos y sus clientes, saben muy bien que en las elecciones no se vota POR, sino en CONTRA de… Y además que “ el votante” colombiano (que no haya vendido su voto) lo hace por la emoción. Recuérdese aquella triunfante máxima del plebiscito por la paz, octubre 2016, del afil uribista por el no Juan Carlos Vélez: «Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca” ( colombianismo de ira extrema).
Pues bien, esa ha sido la primera confirmación de los encuestadores que buscaban la emoción de fondo de los colombianos aplastados ensangrentados y apabullados por los estropicios bárbaros de 20 años de insufribles gobiernos contrainsurgentes del Uribismo ( incluido JM Santos el más uribista de todos).
Los colombianos de hoy están más que “ verracos” : emputados ¿con quien? Con el gobierno narco paramilitar mafioso y sus agentes políticos, pero sobre todo con la corrupción dominante y el clima moral enrarecido dominante en el país del Sagrado Corazón.
La emoción general es la necesidad de un cambio. Todos, desde la derecha o la izquierda han deseado ese cambio histórico tan necesario para Colombia, y lo han buscado infatigablemente con fierros o con votos, o combinando ambos desde hace 70 años. Por un lado y por otro. Con Guerrillas o con Paramilitares y me sostengo, trayendo como argumento la confesión de Carlos Castaño en su libro, en el capítulo donde habla de la “Constituyente del Futuro” y, me amenaza de muerte.
Pero el asunto del cambio es la dirección y su origen: hacia la izquierda o hacia la derecha, desde arriba o desde abajo, y entonces, para variar en esta coyuntura surgen dos ofertas electorales de “cambio”, más dos propuestas gobiernistas de la continuidad llamadas de “centro” : Una propuesta que los analistas han dado en llamar socialdemócrata, otra que se autodenomina anticorrupción, más el llamado Centro Democrático del Uribismo, y la tercera vía cercana a JM Santos.
La primera vuelta electoral arrojó varias sorpresas : Ganó la llamada propuesta socialdemócrata. La propuesta anticorrupción quedó en segundo lugar. El Centro Democratico gobiernista quedó en tercera posición y la tercera vía prácticamente se desintegró. Estas dos últimas opciones, para no perder su beneficios, rápidamente se subieron en el tren anticorrupción del Ingeniero.
¿Que se demostró? El trabajo fino meticuloso y de larga perspectiva hecha por los encuestadores sociales para buscar con la linterna de Diógenes hasta encontrarlo, un candidato que cumpliera las condiciones del nuevo fascismo contrainsurgente en ausencia de Uribe Vélez, pero que, en apariencias, fuera lo más alejado al actual gobierno y sus políticos corruptos que tienen “enverracada” a la gente. Y luego, con la tecnología digital, las redes sociales dominantes y alienadoras de bots, trolls, memes, humor chabacano y las noticias falsas tan efectivas en la elección de Trump, de Bolsonaro, o de Bukele, convertir la política en propaganda o, lo contrario.
Un nuevo jefe, frentero y firme, admirador de Hitler, ignorante y demagogo sin ningún programa serio de gobierno con sólo un mote. Un “fake” o impostor (la ignorancia es la fuerza dijo Orwell). Víctima doble del secuestro de la guerrilla (su padre liberado, su hija muerta en cautividad). Adverso a todo lo que signifique identidad (identidad femenina, o de género, identidad indígena, identidad campesina o negra, etc) Multimillonario «pragmático», hecho a pulso con los contratos del Estado y la violencia que los acompaña. Dueño de innumerables urbanizaciones de vivienda popular en varias ciudades intermedias de Colombia, que amenaza seriamente a su rival socialdemócrata.
Y para agravar el telón oscuro de fondo de la escena, recibí un mensaje inquietante de un amigo y paisano caricaturizando la situación (que por perturbador me permito dar a conocer) : “ Uy Mano, 40 años armando el sancocho nacional y llegó ese cuchacho y de nada puso arriba su mute santandereano con arepa antioqueña”.
Sin comentarios le respondí. Esperaré los resultados el 20 de junio y entonces veremos si quien gobierne a Colombia, como Bukele en el Salvador, convierte el cambio anticorrupción que abandera en una guerra contra las “Maras” (pandillas armadas desideologizadas) y así se confirmaría una vez más, que definitivamente no se aprendió nada, pero nada, de la experiencia contrainsurgente en Centroamérica. También se verá con claridad si los EEUU y sus socios europeos de la OTAN dejan caer en el abismo ( anunciado) un socio tan estratégico como Colombia.
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