Aclaración innecesaria: Ciertamente, la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia es un hecho positivo en la ensangrentada historia de Colombia, pero las esperanzas que su gobierno ha generado en la población trabajadora, no implica que se deba renunciar al REALISMO que cualquier análisis crítico, dialéctico e independiente haga de la actual realidad colombiana.
La elección de Gustavo Petro cierra el período histórico político colombiano caracterizado por dos tendencias de larga duración: Una, la tradicional e histórica “coacción” armada y guerrera del Estado colombiano para dominar explotar al pueblo trabajador y producir plusvalía (tanto plusvalía absoluta o social, como plusvalía relativa o individual) que evolucionó y se fue perfeccionando con la ayuda del gobierno estadounidense desde la “contraguerrilla antigaitanista” o “contrachusma” de los años 50, hasta la actual “contrainsurgencia” tecnológica global asistida por la OTAN. Y la respuesta popular en espejo, que fue evolucionando cualitativamente de una simple autodefensa campesina de masas, a la seria consideración de que la lucha armada popular y la construcción de un ejército popular combinada con la política (como en otras experiencias ) era LA vía para llegar a la revolución social en Colombia.
Y otra el PACTISMO en las alturas, ejercido tradicionalmente por el bloque de clases burgués- terrateniente inicial, ligado al gobierno de los EEUU y conocido conocido popularmente como “oligarquía cipaya”, que según el conocido investigador Fernando Guillén Martínez en su clásico libro “ El Poder Político en Colombia” (1973). pág. 363, muestra cómo durante los siglos 19 y 20, después de cada guerra civil entre los dos partidos políticos que que se disputaron el control del Estado y el erario público, cada una de ellas acababa con un pacto en las alturas y una coalición para redactar una nueva Constitución que, incubaba una nueva guerra civil bipartidista, un nuevo pacto y una nueva Constitución bipartidista del Estado. Un verdadero ciclo infernal de guerra civil bipartidista, pacto en las alturas, nueva Constitución política del Estado, nueva guerra civil y, nueva Constitución….
El texto de Guillén Martínez llega hasta el monstruoso pacto Lleras Camargo-Laureano Gómez (1957) y el gobierno bipartidista del Frente Nacional (1962). Pero es precisamente con este primer gobierno frentenacionalista de Lleras Camargo, cuando se inicia en Colombia la modernización de la Fuerzas Armadas según el modelo estadounidense y, se ejecuta la recomendación contrainsurgente “clandestina” del General USA William P. Yarborough. Así se continúa la coacción militar y guerrera como medio de desarrollar el capitalismo y llevarlo hasta el último rincón de la geografía colombiana con el fin de destruir los últimos vestigios de “feudalismo” y pre capitalismo existentes, y conformar lo que se llamó en su época el exitoso “mercado Nacional único ”. Pero también se continúa con el “pactismo” por lo alto, como estrategia de gobernanza (llamada DDR) y de reincorporación de los pobres del campo, campesinos medios y otras capas subalternas del complejo Rural-urbano, de comunidades indígenas y negras y otros “resistentes” a la avalancha capitalista hasta incluirlos en el gobierno (¿cooptarlos?) y redactar un nueva Constitución.
Precisamente, esto fue lo que sucedió en la crisis del bipartidismo y la amenaza al Estado por los poderosos carteles de la cocaína a fines de los años 90; cuando el movimiento armado “indigenista” Quintín Lame, el M19, y un sector amplio del llamado EPL pactaron por lo alto un acuerdo de paz con el gobierno liberal de Cesar Gaviria, el partido Conservador y los reinsertados representados por el elocuente Navarro Wolf, pacto que quedó signado como constitución neoliberal de 1991. Vigente todavía, a pesar de todas las modificaciones que se le han hecho, como factor fundamental para continuar desarrollando mediante la guerra el capitalismo en Colombia y, para que el neoliberalismo guerrero prosiga su marcha imparable hasta privatizar el aire, el agua y el Estado. Para volver a todos los colombianos, incluidos los pobres y los reinsertados que sobrevivan en consumidores plenos del “free market” y en microempresarios, según se ha prometido en la actual campaña electoral .
También eso fue lo que sucedió 25 años después, cuando el Estado colombiano armado con la Constitución del 91 y esa espantosa tenaza de hierro Ejercito- Fiscalía (warfare-lawfare) no pudieron resolver la crisis y el conflicto interno continuó propagándose hasta llegar en el 2016 al PACTO de cúpulas Santos-Timochenko (uno a nombre del Estado colombiano y el otro a nombre de las Farc), pacto oscuro hecho con el fin de evitar que los múltiples ítems alcanzados en las conversaciones en la Habana (que contienen importantes avances sociales y políticos) no se incluyeran en la Constitución del 91, para no “modificarla” y así dar paso a la perfidia del gobierno siguiente (de Duque) y la cúpula del Estado contrainsurgente pudiera volver trizas ese maldito papel con todo su listado.
Finalmente, para julio de 2022, la coyuntura colombiana ha puesto en evidencia muchas de las contradicciones profundas que venían dinamizándola. Veamos:
1- En la contradicción base/ sobrestructura, es de destacar la RUINA en la que queda la sociedad después del gobierno saliente de Duque, algunos de cuyos aspectos describí en el artículo https://rebelion.org/el-interregno-colombiano/ . Y en la correspondiente sobrestructura político ideológica, es para mirar el deterioro de la imagen del expresidente Uribe Vélez, en los videos del “matarife” repartidos profusamente por las redes sociales y que sin duda han contribuido a profundizar la “crisis de hegemonía” y de dominio del Bloque de clases dominante sobre las clases subalternas, que esta mostrando serias dificultades para encontrar otro miniführer de reemplazo político-militar, creíble.
Las cifras de la elección presidencial muestran no solo la polarización de los electores colombianos, sino algo más destacable: una correlación de fuerzas prácticamente equilibrada, sin que sea evidente una definición clara en el poder.
2-En la contradicción dirigente/ dirigidos, se evidencia un presidente electo sin partido político estructurado con alcance nacional, apoyado en un movimiento político polimorfo, variado y policlasista. Y en la otra cara de la medalla, un movimiento social de masas dinámico cada vez más consiente y sobre todo EXPECTANTE, con un acumulado histórico de luchas armadas en el campo, lucha de masas callejera, paros, huelgas, asonadas, estallidos sociales, etc, que ha hecho decir al presidente electo en una entrevista apocalíptica con el grupo multinacional de la información Prisa, lo siguiente: “Si fracaso, las tinieblas arrasarán con todo. Ver “https://elpais.com/america-colombia/elecciones-presidenciales/2022-06-28/gustavo-petro-si-fracaso-las-tinieblas-arrasaran-con-todo.html.
El apocalipsis es una bella y escalofriante ficción bíblica. Pero en la actual Colombia lo que se ve es, una fuerte pulsión en casi todos los líderes políticos y sociales de las fuerzas en contradicción (en especial al Presidente Petro) a recurrir a la vieja tecnología política colombiana del PACTISMO por lo alto, a fin de evitar las Tinieblas que anuncia en el diario del grupo Prisa, y conseguir la gobernanza que continúe sosteniendo el “Statu Quo”, mediante «el pacto sobre lo fundamental» reducido a unas «líneas rojas infranqueables», como son: Respeto absoluto por la propiedad privada. No a las expropiaciones de ningún bien. Continuidad de la Justicia del lawfare, y de la Constitución neoliberal del 91 como bandera irrenunciable de todos los candidatos presidenciales votados, pero sobre todo (echando mano a un marxismo de pacotilla y degradado) confundir pre-modernidad con feudalismo, dizque para desarrollar aún más el capitalismo en Colombia”, y de paso, meter de contrabando dentro de la Izquierda colombiana una discusión extemporánea y un debate superado en la década de los 60 del siglo pasado, cuando la practica social junto con una infinidad de estudios muy bien documentados, concluyeron que en Colombia no había ninguna «burguesía nacional» y menos para desarrollar, y que si bien algunos de los grandes terratenientes tenían restos de una mentalidad colonial atrasada y gamonalista, no por eso dejaban de ser capitalistas trasnacionalizados. !Ay del chalán empresario, dueño del gigantesco latifundio del Ubérrimo, exportador al globo terráqueo de embriones mejorados con tecnología genética de ganado caballar y vacuno.
3 Entonces podemos ver con frialdad y sin sobresaltos, que, bajo el ropaje lírico de una supuesta «reconciliación nacional”, se realizan animadas reuniones y acuerdos (antes impensados) para armar un Consenso de Estado y una gobernanza para el presidente que viene, entre antiguos rivales y adversarios de improperios y verbosidades: Petro abrazado con “el ingeniero” Hernández. Petro departiendo con Uribe Vélez. Petro recibiendo apoyos de Ciro Ramírez y la nata de los parapolíticos Conservadores; de parapolíticos, tránsfugas y pícaros Liberales, de rudos adversarios del partido Verdeamarillo, de los curas del Opus Dei que no lo bajaban de satanás infernal, etc, entre los más publicitados.
Pero no solo pactos con la descompuesta casta politiquera dominante. El recien presidente electo ha tenido que hacer PACTOS con cada una de las 9 ruedas dentadas restantes que conforman el Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCI) y con el Estado que las relaciona, las cohesiona, las pega y les da la legitimidad y la legalidad formal. Veamos:
4 Pacto con el eje de dicho Bloque constituido por la Embajada de los EEUU sobre: a) -El papel de la empresa colombo venezolana Monómeros de Colombia https://www.monomeros.com.co/ (actualmente en manos del impostor Guaidó por orden del gobierno de los EEUU). b) La Situación de la conflictiva situación militar, económica y social en los más de 2.000 Km de frontera colombo-venezolana, que no se resolverá con la simple reanudación de las relaciones diplomáticas y la apertura del comercio bilateral y las trochas de los «bachaqueros». c) La politica estadounidense de sanciones a Nicaragua, Cuba y Venezuela. d) Sobre la continuidad de la guerra antinarcóticos.
5 Pacto con el llamado “empresariado” o cacaos, dueños financieros del país, que por boca de Sarmiento Angulo han dicho una cosa tan practica como esta: “El problema no es Petro a quien acepto sin reserva si cumple el mandato constitucional, sino la trepada del dólar” . Ver entrevistahttps://www.semana.com/economia/inversionistas/articulo/que-va-a-pasar-con-el-dolar-tras-el-triunfo-de-petro-esto-piensa-luis-carlos-sarmiento/202253/
6 Pacto con los llamados gremios de la producción sobre la no expropiación del «señor capital y la señora tierra». Sobre el desarrollo del capitalismo trasnacionalizado dominante, y sobre la reforma tributaria invertida tipo Robin Hood del siglo XXI (quitarle a los pobres para seguir dándolo a los ricos). Y con el gremio financiero, pacto sobre el futuro de las ultra poderosas (EPS) Empresas Promotoras de Salud, que muy seguramente quedará como un corcho en el remolino en las discusiones del parlamento venidero.
7 Acuerdos con la Fiscalía y el poder judicial del “lawfare” para continuar con lo traído hasta el momento.
8 Acuerdos de «convivencia» con el oligopolio mediático. Te doy pauta publicitaria del Estado a cambio de buena prensa. Algo así como el chiste obsceno del “hagámonos pasito” .
Quedan los acuerdos y pactos con las dos ruedas restantes del BPCi : 9) la Fuerza Pública descrita en la Constitución del 91. Y 10) la Economía Subterránea y el Narco, sobre lo cual solo se tienen las promesas de campaña y la oscuridad de lo que se puede estar acordando entre telones, que por ahora solo dejan preguntas:
¿Qué pasará con las Fuerzas Militares y de Policía? ¿Se disolverá el ESMAD? ¿Pasará la policía al ministerio civil? ¿Dejará la Fuerza Pública la doctrina contrainsurgente? ¿Se disolverá la «sexta división del ejercito colombiano», que según Human Right Watch (HRW) son los Narco- Paramilitares? ¿Renunciará la heroica Fuerza Publica a la tajada del león de recibir el 6% del Producto Interno Bruto, cuando hay 20 millones millones de pobres absolutos en Colombia?
Pero a pesar de todo esto, no podemos olvidar el otro aspecto de la contradicción social colombiana: la Solución Política del conflicto interno, que se ha reciclado e incluso se ha expandido en toda su complejidad y dolor, y sobre lo cual, también, solo se tienen preguntas y expectativas que esperan ser resueltas en la realidad real.
Queda pues un “Interregno” de esperanzas y expectativas, en el cual el Movimiento Social y Popular Independiente y Alternativo en todas sus expresiones, manifestaciones y dinámicas tanto nacionales como regionales y locales, sigue con atención crítica y REALISTA los acontecimientos y hechos sociales y políticos del nuevo gobierno por venir que se define como “progresista y latinoamericanista”, y, aunque suene duro decirlo, ateniéndose a aquella máxima del sentido común humano ha establecido, de que “los hombres se miden por lo que hacen, no por lo que dicen”.
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