Daños graves en viviendas, cultivos e infraestructuras de todo tipo, pero sobre todo en el sistema eléctrico nacional, dejó en Cuba el fuerte huracán Ian, que atravesó el extremo occidental de la Isla en la madrugada del 27 de septiembre.
Casi inmediatamente, en paralelo a las acciones gubernamentales, muchos espacios de activismo ciudadano, negocios, emprendimientos, instituciones estatales y otros grupos de apoyo de la sociedad civil comenzaron a articularse para hacer llegar ayudas sobre todo a Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, a más de 150 kilómetros de La Habana y la más afectada por el paso del fenómeno meteorológico.
Instituciones como la Universidad de La Habana, el grupo Palco y la Fundación Nicolás Guillen; el Café Teatro Biscuit, sede del grupo de teatro El Portazo, en Matanzas; la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Cárdenas, también en la central provincia, por solo citar algunos, han habilitado espacios de recogida de donaciones.
Asociaciones gremiales se han sumado igualmente a brindar apoyos desde sus perfiles profesionales. Es el caso de la Sociedad Cubana de Psicología, que ha abierto un servicio de orientación psicológica a distancia, una experiencia consolidada durante la pandemia de covid-19.
Desde las redes sociales, en tanto, se organizan proyectos solidarios como Dar es Dar, que comenzaron a recoger medicamentos, alimentos no perecederos, ropas y otros insumos de primera necesidad para ayudar a las personas más afectadas en Pinar del Río.
Patricia Mónica Revuelta Mugica, fundadora de la iniciativa, dijo a este servicio que se trata de «un proyecto humanitario con una labor diaria auxiliando al pueblo con medicamentos, y tendiéndole la mano a todo el necesitado, sin fines políticos ni religiosos».
En el grupo de Facebook Dar es Dar, Revuelta Mugica explicó que fueron «el primer proyecto humanitario de la sociedad civil que tuvo acceso a algunas de las zonas más intrincadas de Pinar, después del paso despiadado de Ian» y llamó a las personas a aportar toda la ayuda posible.
«Tenemos todas las energías enfocadas en tejer las maneras de seguir ayudando», precisó Revuelta Mugica a SEMlac.
En paralelo, el Centro Memorial Martin Luther King Jr. (Cmlk) y sus redes, en alianza con la Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba, la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana y la Federación Estudiantil Universitaria, anunciaron la recogida de donaciones «en cualquier horario», en su sede del municipio de Marianao de la capital cubana.
«Desde nuestra Articulación nos estamos sumando, como en otras ocasiones, al Cmlk para la entrega de donaciones», dijo a SEMlac Yoamaris Neptuno Domínguez, coordinadora de la Articulación Juvenil por la Equidad Social, del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR).
«Integrantes de la Articulación en Pinar del Rio han estado trabajando allá en el apoyo y atención a las personas más afectadas y desde acá estamos enviando donativos y ayuda, aunque sabemos que siempre es poca», explicó Neptuno Domínguez.
«También, como parte de una alianza de trabajo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), decidimos sumar a los apoyos a las provincias afectadas una iniciativa que desarrollamos desde abril que consiste en llegar con un kit para la expresión y la innovación a niñas, niños y adolescentes que sufren los impactos de desastres o fenómenos naturales», agregó.
Se trata de un paquete de orientación, herramientas, actividades y suministros para trabajar con personas de entre 10 y 17 años, que se comenzó a introducir en el país tras la crisis sanitaria provocada por la covid-19.
«Con su implementación se busca lograr un cambio positivo en la vida de niñas, niños y adolescentes, con vista a contribuir al desarrollo de aptitudes claves para enfrentar circunstancias estresantes y llegará quienes están sufriendo esta tragedia en Pinar, Mayabeque y Artemisa», abundó Neptuno Domínguez.
El Gobierno, por su parte, abrió varias cuentas bancarias para la recepción de ayudas monetarias desde Cuba y otros países y aprobó que el Presupuesto del Estado financie «el 50 por ciento de los precios de los materiales de la construcción, tanques para agua y colchones que se vendan a la población damnificada».
Tal decisión quedó refrendada en el Acuerdo 9411 del Consejo de Ministros, fue publicado en la Gaceta Oficial de la República de Cuba No. 59, el primero de octubre.
El mismo acuerdo dispone «que las personas cuyos ingresos no le sean suficientes para adquirir los bienes antes mencionados, podrán acceder a créditos bancarios o solicitar subsidios para la compra de materiales de la construcción, con cargo al Presupuesto del Estado.
Dos aviones procedentes de México llegaron al país con material eléctrico destinado a la recuperación de la provincia de Pinar del Río y otras ayudas se van concretando a medida que van pasando los días.
Como es habitual ante estos eventos en Cuba, trabajadores eléctricos y de la telefonía de todo el país se desplazaron a las provincias más afectadas para apoyar en la recuperación.
La noche del huracán
«Yo tuve miedo dentro de mi casa. Se sentían cosas quebrándose, partiéndose. Pero cuando salimos al amanecer no era tanto el daño», contó a SEMlac Yuliet Pérez Calaña, periodista de 35 años, quien vive y trabaja en la Isla de la Juventud, la segunda en tamaño del archipiélago cubano, ubicada al sur occidente, a poco más de 100 kilómetros de la capital.
«Donde vivo, en La Fe, se sintieron rachas de viento de más de 100 kilómetros por hora. Pero también nosotros empezamos a prepararnos con muchísimo tiempo», precisó Pérez Calaña.
«Uno de los poblados más afectados fue Cocodrilo, en el extremo sur de la isla, y uno de sus lugares más exóticos. Allí viven unas 300 personas y la mayoría fueron evacuadas, pero quedaron muchos daños en la infraestructura de la cooperativa pesquera y en las casas, además del microsistema eléctrico muy afectado», narró la colega.
A su juicio, fueron daños menores «si los comparas con tormentas y huracanes anteriores», precisó.
Dolorosamente, en Pinar del Rio el desastre real superó con creces lo anticipado por sus habitantes mientras sentían las ráfagas de viento en la oscuridad de la madrugada.
«De lo que viví esta madrugada mejor ni hablar. Estamos vivos, pensé que la puerta se abriría y Ian nos llevaría con él. Algunos de mis vecinos están sin techo, los tanques volaron, tuberías de agua partidas, mi casa inundada por la lluvia que entraba por debajo de la puerta, junto a las hojas de la milenaria ceiba y a mí no se me quita el sobresalto», publicó al amanecer del 27 de septiembre la también periodista Belkis Pérez Cruz, en su perfil de Facebook.
«¡Estamos vivos!», también comentó en su perfil de la red social Anelys Acosta Puerto, pinareña y trabajadora de la cultura. «Es la expresión que repito una y otra vez, pero el estado de limbo en el que aún permanecemos es muy fuerte», agregó.
«Lo vivido ha sido horrible, mi edificio tembló en más de cinco ocasiones, el sonido es tan fuerte como las turbinas de un avión y los cristales rotos son expresión del desastre», detalló Acosta Puerto.
El huracán Ian pasó por las inmediaciones de la Isla de la Juventud con categoría 2 en la escala Saffir-Simpson, una convención internacional que clasifica los ciclones tropicales según la intensidad del viento. Sin embargo, poco antes de tocar tierra en Pinar del Río alcanzó la categoría 3, con vientos de 185 kilómetros por hora y rachas mayores. Sus efectos se extendieron a todo el occidente del país y las afectaciones aún están siendo cuantificadas.
El impacto mayor fue al Sistema Electroenergético Nacional (SEN). El propio 27 de septiembre se reportó un «cero total» en la generación eléctrica del país, tras fallas en líneas de distribución fundamentales, según publicó la agencia de noticias Prensa Latina. El día 29, al filo de las seis y treinta de la tarde, se sincronizaron los sistemas aislados de la región occidental y oriental y quedó el SEN operando nuevamente como un sistema integrado.
Según datos publicados en el sitio de la Presidencia al cierre del primero de octubre, en la Isla de la Juventud la energía eléctrica y la telefonía móvil estaban recuperadas al 98 y el 97 por ciento, respectivamente, en correspondencia con la valoración preliminar de daños comentada por Pérez Calaña.
En la provincia de Artemisa, fronteriza con Pinar del Río por el este, se había recuperado el 38 por ciento del servicio eléctrico, el 77 por ciento de la telefonía móvil y el 35 por ciento de la fija. Además, se contabilizaban 6.898 viviendas afectadas, la gran mayoría en los techos.
En La Habana permanecían 148 personas evacuadas; de 285 circuitos eléctricos afectados se habían recuperado 276 y se reportaban 986 viviendas afectadas y centenares de árboles caídos.
En tanto, en Pinar del Río 1.959 personas permanecían evacuadas, 228 familias no contaban con una vivienda a dónde regresar; solo se había podido restablecer el 1,6 por ciento de la electricidad y se estimaban más de 29.000 viviendas afectadas, 2.213 de ellas con derrumbes totales, además de 396 escuelas y 122 instalaciones de salud dañadas, entre otros destrozos.