La página Web balconesparafallas.com –entre otros portales de Internet- publicita balcones para disfrutar de los festejos falleros; uno de los puntos del anuncio destaca que se trata de un “espacio ideal para seducir a tus clientes y que se acuerden de ti todo el año (…)”; el día de la cremà (19 de marzo) puede efectuarse una reserva en la Sala principal, a razón de 99 euros por persona.
Una alternativa a los modelos elitistas son las Falles Populars i Combatives, cuyo programa de actos empezó –el 4 de marzo- con las albaes (canto tradicional valenciano); continuó –cuatro días después- con las reivindicaciones del Feminisme dissident e incluía Cercatasques (recorrido por diferentes locales y bares); paellas populares; un trivial fallero; Karaoke (totes a una veu); el frikibingo o la Ofrena (ofrenda), entre otras actividades.
Surgidas en 2002 en el centro histórico de Valencia, se definen como iniciativa de “fiesta abierta y autogestionada”, que trata de recuperar el espíritu popular de las fallas además de vitalizar las plazas, solares y redes. Se refieren con ironía a la condición de Valencia como “mejor ciudad para vivir del mundo” (clasificación de la revista Forbes, noviembre 2022).
La Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH)-Valencia escogió la mascletà (disparo de una gran traca) del 15 de marzo -en la plaza del Ayuntamiento-, como escenario de sus reivindicaciones con las zamarras verdes frente a los desahucios (finalmente se anuló la convocatoria, por la necesidad de tiempo para afrontar denuncias de acoso inmobiliario y preparar acciones contra el Banco Sabadell o el fondo buitre Cerberus).
Como antecedente de las fiestas reivindicativas podría mencionarse la falla King Kong, fundada en 1977 tras la muerte del dictador; se mantuvo activa hasta principios de los años 80, entre la calle reina doña Germana y la avenida Jacinto Benavente de Valencia (La película original sobre el gorila gigante es de 1933, pero se estrenó una nueva versión en 1976).
La televisión pública valenciana À Punt ha emitido en marzo el documental de 59 minutos Informe: la revolució King Kong, dirigido por Pau Martínez y Gabriel Ochoa (también guionista de la película, junto a Carlos Aimeur). A través de la sucesión de testimonios e imágenes de la época, la audiencia puede aproximarse a esta iniciativa abierta y democrática, que abogaba por la sátira y la transgresión en el contexto de la Transición española.
“Creo que sus inspiradores (de la falla King Kong) hicieron una lectura correcta de la situación: las fallas eran una fiesta popular, enraizada en la identidad valenciana pero que fueron secuestradas por el modelo de sociedad franquista”, afirma en el documental el profesor de la Universitat de València (UV), Jesús Peris Llorca. En el origen, añade, las fallas fueron unas fiestas de las clases populares, del pensat i fet.
Según Peris Llorca, antes de la guerra de 1936 “existía el Comité Central fallero, formado por representantes de las diferentes comisiones de falla para la organización de los actos conjuntos, que cada vez eran más”.
Los entrevistados en el audiovisual coinciden en señalar al presentador de televisión y fallero, Julio Tormo, como promotor de la King Kong en los años 1976-1977 (sobre la evolución ideológica posterior de Tormo es indicativo su trabajo actual en la televisión derechista 8 Mediterráneo).
King Kong fue el primer gran ninot (figura o monumento) que tuvo la falla, en Doña Germana-Jacinto Benavente; “rompe con los valores que el franquismo instaura mediante las fallas”, afirma en la película de Pau Martínez y Gabriel Ochoa, la profesora de la UV Verònica Gisbert-Gracia. Durante la dictadura, las fiestas “fueron una herramienta de producción ideológica y, algo mucho más peligroso, un instrumento de transmisión de esos valores (pero) de una manera amable”. En el caso de las mujeres, las fiestas mostraban qué se requería para convertirse en una buena esposa y madre.
¿Qué ideario movía a los congregados en torno a la falla del gran simio? Según el sociólogo y director del Museu Faller de València, Gil-Manuel Hernández, “empecemos desde cero, vamos a romperlo todo y comenzar una vía radical, impugnadora del modelo fallero dominante; esto suponía mucho para la época, sonaba a extraterrestre en el mundo fallero, y de esa manera fue recibida”.
También subraya los valores democráticos –en el documental- el economista y abogado Alejandro Mañes; en los inicios de la falla “eran casi todos amigos de Julio (Tormo)”; y entre los diferentes actores, había universitarios o vecinos del barrio “que se sentían atraídos por la respuesta que daban Julio y su falla” al modelo oficial.
Mañes recuerda que la iniciativa King Kong asumía las reivindicaciones sociales en la Valencia de los años 70: contra la central nuclear de Cofrentes; frente a la urbanización y destrucción de la devesa del Saler (campaña El Saler per al poble); o en rechazo de la construcción de una autopista en el antiguo cauce del río Túria (El llit del Túria és nostre i el volem verd).
La asociación cultural Tebeosfera permite el acceso al contenido del llibret de esta falla independiente (marzo de 1978, primera publicación con historieta); con 68 páginas y un dibujo de Micharmut en la portada (un gorila enfurecido que representa el desarrollismo), tuvo entre sus colaboradores a Josep Vicent Marqués; Lluís Aguiló Lúcia; Manuel Sanchis Guarner; Joan Fuster; King Kong; la Associació de Veïns Russafa-Gran Via y Juli Tormo; de las ilustraciones se hacían cargo Sento, Micharmut y Manel Gimeno.
En el artículo L’apropiació de l’identitat valenciana: falles i anticatalanisme (Revista d’Estudis Fallers, 2011), el sociólogo Vicent Flor analiza cómo el blaverisme –movimiento españolista, regionalista y conservador que tiene como eje el anticatalanismo– hizo “suyas” las fallas durante la Transición; y destaca a la falla King Kong entre las que –junto a otras hoy en activo, como Arrancapins- aportaron una visión nueva de la fiesta; por ejemplo, con el uso normativo del valenciano en los Llibrets de falla; en algunos casos fueron objeto de “continuadas estrategias de marginación y exclusión de las instancias de la ortodoxia fallera”, señala el autor.
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