Adentrarse en el análisis de la “actualidad” en Colombia es recordar al antropólogo Mercia Eliade, para sumergirse en el mito del eterno retorno.
1-Hacia un nuevo ciclo de la mítica violencia del Estado colombiano que tiene, o dice tener, el monopolio legítimo y legal de la Fuerza. Retorno que se presenta como “nuevo y sin continuidad”, es decir sin Historia, aunque realmente sea el reciclamiento de las bases estructurales y supraestructurales de los ciclos anteriores, y, sin Historia, porque a esta categoría máxima se le ha sacado o vaciado su esencia científica compleja que da cuenta del proceso humano infinito de la lucha de clases de masas y de su relación con un SUJETO histórico transformador que la dirige y realiza, opuesto dialécticamente a un OBJETO social concreto.
Además, ha sido banalizada como una palabra comodín desde el Poder y el oligopolio mediático que lo soporta, con una finalidad claramente interesada: pacto histórico, elecciones históricas, proceso de paz histórico con acuerdos históricos, conversaciones históricas, relaciones internacionales históricas, discursos históricos, barrida de generales histórica, etc.
2- Así mismo, es deslizarse hacia el mito profético de los 100 años de Soledad que hizo famosa en el Mundo globalizado nuestra tragedia colombiana actual. Veamos : 1° ciclo violento que se inicia en 1948 con la muerte de J.E. Gaitán y el “Bogotazo”, caracterizada por los científicos sociales o historiadores como la violencia liberal-conservadora o bipartidista, que dura hasta 1964. 2° ciclo violento o “guerra contrainsurgente”, en realidad iniciada de manera clandestina y progresiva desde la dictadura de Rojas Pinilla en Villarica Tolima y luego, por recomendación del general US Army, Yarborough, oficializada en 1964 con el Plan Lasso, que dura hasta 2016, con la derrota política y militar de las Farc- EP y su atomización (múltiple fraccionamiento) durante el gobierno de JM Santos y su pérfido Acuerdo de Paz. 3° Ciclo actual desde 2016…. sobre el intento de derrotar militarmente los grupos post farc y los que persistieron adecuándose a las transformaciones estructurales y supraestructurales de la sociedad colombiana. Sin embargo, debe considerarse que aún faltan 75 años para llegar al fin de la mítica profecía y posiblemente comenzar otro retorno eterno.
El Profesor Vasco Alex Ugalde Zubiri, en el libro académico colectivo publicado conjuntamente con la profesora Iraxte Perea Ozerín por la Universidad del País Vasco: ” Balances y Perspectivas del cumplimiento del Acuerdo de paz en Colombia 2016-2022). Bilbao. 2022, 553 páginas, que se puede descargar gratuitamente en el siguiente enlace https://addi.ehu.es/handle/10810/59609, inicia el recorrido científico analítico categorizando el llamado conflicto interno colombiano y llenándolo de contenido explicativo, tal vez como en ningún otro intento, de la siguiente manera (atención con los puntoy comas que separan las diversas facetas que la categoría contiene):
Colombia: un conflicto multicausal y multidimensional; histórico y armado; interno e internacionalizado; y procesos de paz con acuerdos limitados e incompletos.
El profesor Ugalde inicia su análisis, definiendo qué es un conflicto, cuáles sus límites tanto nacionales como internacionales, su duración y qué se entiende por histórico, para luego referenciarlo con el conflicto colombiano. Continúa explicando la multicausalidad y la multidimensionalidad de estructuras y organizaciones integradas en un Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi . V. L. Franco. 2008). Los múltiples “actores” propiamente armados, tales como las fuerzas armadas y policiales y servicios de inteligencia; las organizaciones guerrilleras insurgentes; las estructuras paramilitares y contrainsurgentes, y los carteles y estructuras narcotraficantes.
Luego aborda sintéticamente el tema de la internacionalización del conflicto colombiano remontándose a los inicios del Siglo XX, la amputación de Panamá, el famoso latinajo del “respice polum” (mirar al al norte) del presidente Marco Fidel Suárez, hasta llegar al acuerdo de Habana/2016, para continuar profundizando, en extenso, en los diferentes procesos de negociaciones y acuerdos de paz en la historia reciente desde 1982 a 2022, con el fin de demostrar el porqué han sido limitados e incompletos.
A buena hora llegó el libro de los profesores vascos para aportar un poco más de luz en esa maraña del conflicto colombiano, ocultado no solo por los encajes de la densa cortina de la ideología dominante, sino, aún más, por la espesa niebla de la guerra.
A la dificultad por caracterizar científica y adecuadamente el conflicto colombiano para mantenerlo en el siempre actual retorno, reduciéndolo: 1- Durante la guerra fría, a un ataque comunista a Occidente 2- Luego, durante la guerra por el petróleo a un ataque terrorista a la civilización occidental. 3- Posteriormente, a un ataque de narcotraficantes a las instituciones colombianas. Hoy, después de tantos ensayos errados y fallidos de proceso de paz, se empieza a aceptar que el conflicto colombiano puede contener algunas reivindicaciones estructurales económicas sociales y supraestructurales, posibles de tener en cuenta, para reformarlas.
Reformarlas, claro, pero dentro del marco del sistema realmente existente y actualmente vigente. La línea roja, ahora mucho más amplia que las trazadas por JM Santos, es el capitalismo reformista y ecologista del progresismo gobernante. Pero alienando tres 3 conceptos básicos que dificultan, por no decir obstruyen o impiden, la solución de tal rompecabezas:
Uno. Alienando el concepto de pazconvertido en un Fin en sí mismo y no un medio para lograr el desarrollo libre, igual y fraterno de la sociedad. (Una tregua bilateral lo más larga posible). Ausencia de guerra; algo así como el famoso y antiguo concepto de concepto de salud que era simplemente la ausencia de enfermedad.
Dos. Alienando el concepto de democracia, no como el PROCESO (en mayúscula) continuado y permanente de la expresión participativa y directa, autónoma, libre y además soberana del Pueblo trabajador en su conjunto, sino como un “episodio electoral cíclico y determinado , para elegir representantes indirectos que van a reemplazar, en las instituciones del Estado dominante, la voz de quienes los eligieron.
Tres. Alienando el concepto científico de sujeto histórico, no como lo concibe la ciencia de la Historia, sino como un agregado de agrupaciones, organizaciones sociales movimientos reivindicativos, que algunos opinadores, impactados por su heterogeneidad y disimilitud política e ideológica incluso en muchos casos enfrentada y que por tal razón tiende al caos y a la in gobernabilidad, han denominado “sancocho nacional en descomposición”.
Así pues, los procesos de paz que se están adelantando y los que se adelanten en el futuro para conseguir cambios profundos estructurales en Colombia, que conduzcan a un proceso democrático avanzado y soberano; DEBERÁ poner de pies lo que está patas arriba: primero dando una caracterización científica y adecuada al denominado “conflicto interno colombiano” y segundo, “desalienando” los tres conceptos mencionados, que están alienados por la alienación dominante. Lo cual permitirá al verdadero sujeto histórico, ya liberado de los reconocidos quintacolumnistas del Bloque de Poder puestos allí por el Presidente para obtener su gobernanza parlamentaria y, fraguado en la la lucha de clases y la movilización social (que son las la que determina la Historia) realizar la verdadera solución política al conflicto y la emancipación social tan largamente esperada. Finalizo creyendo que, realmente, es un problema de toma de conciencia en la práctica.
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