A Orlando Díaz L, ese compañero que nos hace recordar que, ni en los peores momentos, hay razones para perder ni la ternura ni la esperanza.
“el aspecto más angustiante de la crisis [estructural] de un sistema histórico es que, aunque llena de alboroto, es una crisis de movimientos lentos”*
“La crisis de la que estamos hablando es la del fallecimiento de la economía-mundo capitalista”**
“La crisis de nuestro sistema histórico se deriva no de sus fracasos, sino de sus éxitos; éxito en sus propios términos, por supuesto”***
Immanuel Wallerstein
Es un hecho aceptado que todo está en movimiento, cambio y transformación y que, en cada momento nada es igual a lo que previamente era (“un hombre no se baña dos veces en el mismo río”, decía Heráclito de Efeso), pero si consideramos que “en cada microsegundo hay bifurcaciones en el sentido de que hay un proceso histórico irreversible”1 llegaríamos a la conclusión de que “todo es crisis”2; sin embargo, el uso de “los términos ‘cambio’, ‘crisis’ y ‘bifurcación’ si se los define de manera muy amplia, su utilidad se reduce a cero”3
“Así, es necesario distinguir desde el principio los cambios pequeños de los grandes, las bifurcaciones cíclicas de las crisis sistémicas, las opciones de las bifurcaciones. Estas distinciones están contempladas en la diferencia que hace Prigogine entre procesos determinísticos, que son los que tienen lugar entre las bifurcaciones, y procesos probabilísticos, los que se dan cuando el sistema elige entre las ramas de una bifurcación”4
Wallerstein presenta “una guía metodológica”5 que nos permite orientarnos dentro de toda esa maleza de cambios que ocurren al interior de los sistemas sociales (el más complejos de todos), precisamente por su naturaleza social, al estar constituidos por individuos que sienten, padecen, tienen sentimientos, motivaciones políticas, ideas estéticas, religiosas, etc,. “A esa metodología le he dado el nombre de ‘búsqueda de ritmos cíclicos y tendencias seculares’. El primer concepto, ritmos cíclicos, implica que existe algún tipo de equilibrio, aunque normalmente se trata de un equilibrio en movimiento. También implica que hay ‘ruido’ en el proceso, ruido que revela la existencia de fluctuaciones que, si se grafican, adoptan la forma de ciclos de distinta longitud de onda”6
En los ritmos cíclicos si bien “no se presupone que el movimiento cíclico se produzca a intervalos definidos y constantes, sino todo lo contrario: en todos los sistemas complejos, lo que a lo sumo existe y, por lo tanto, puede describirse, son parámetros aproximados que tienen una gran probabilidad de ser recurrente (…) hay algo en el proceso que vuelve a esas fluctuaciones inevitables y recurrentes”7, de ahí el término que los nombra: ritmos cíclicos.
En el sistema capitalista existen muchos ritmos con periodicidad cíclica: de Kitchin, Juglar, Kuznets, Kondratiev, etc., siendo el de las crisis económicas de duración más o menos decenal el más periódico, repetido y conocido de ellos.
La característica de todos estos ritmos cíclicos es que alejan al sistema de la posición de equilibrio, pero en todos los casos el sistema tiene la capacidad de, a través de una serie de mecanismos, volver a restaurar la armonía y proporcionalidad temporalmente perdida, aunque nunca se restablece en el punto que previamente estaba. El sistema queda siempre ‘tocado’ y, lento pero sostenidamente, se va poco a poco erosionando, eso ocurre en todos los sistemas y los sistemas sociales en general y el capitalismo en particular, no son la excepción de ello. Wallersterin lo dice así, “sin embargo, nada se repite nunca exactamente. Y lo que es aún más importante, los mecanismos de ‘regreso al equilibrio’ implican cambios constantes en parámetros sistémicos que pueden ser registrados y utilizados para describir tendencias seculares del sistema en el tiempo”8
“Como, en realidad, los ritmos son imperfectamente simétricos a causa de los pequeños acontecimientos cambiantes del sistema, el equilibrio está siempre en movimiento y es posible observar en qué dirección se mueve. Esto es lo que en la bibliografía científica determinista se denomina linealidad del sistema y lo que yo denomino tendencias seculares. Suele quedar fuera del análisis pero, al menos en los sistemas sociales históricos, la mayoría de las tendencias no pueden extenderse al infinito porque alcanzan límites intrínsecos”9
“Una tendencia secular debe ser concebida como una curva cuya coordenada (o eje x) marca el tiempo y cuya ordenada (o eje y) mide un fenómeno marcando la proporción de un grupo con una característica particular. Si a lo largo del tiempo el porcentaje tiende a incrementarse de una manera lineal ascendente, significa que por definición (puesto que la ordenada está expresada en porcentajes) que en algún momento ya no podrá hacerlo. A esto denominamos llegar a la asíntota, o al cien por ciento. Ninguna característica puede alcanzar en ningún grupo más del ciento por ciento. Esto significa que en lo que resolvemos los problemas de mediano plazo con un movimiento ascendente de la curva, alcanzaremos eventualmente en el largo plazo el problema de acercarnos a la asíntota”10
“Pongamos un ejemplo obvio: supongamos que pudiera producirse un aumento ilimitado de la población de nuestro planeta por medio de la reproducción biológica. En algún momento, nos quedaríamos literalmente sin espacio. Y en algún momento anterior nos quedaríamos sin alimento. Entonces sucedería algo que reduciría la cantidad de habitantes del planeta. Por lo tanto, no es cierto que el vector lineal que describe el aumento de la población pueda extenderse indefinidamente. Sería muy fácil hacer una lista de vectores indefinidos que son imposibles”11
“…deberíamos repensar qué medimos cuando medimos tendencias seculares. Mi respuesta es que deberíamos medir los porcentajes que se encuentran en los procesos que consideramos fundamentales para el funcionamiento de un sistema social histórico. Por ejemplo, en el análisis del sistema-mundo moderno, me interesaría saber qué porcentaje de habitantes del sistema realiza un trabajo salariado de más de medio turno y no cuántas personas trabajan tiempo completo y perciben un salario por ello. No es este el lugar para explicar por qué eso es importante; baste con decir que, una vez que los datos se han convertido en porcentajes, siempre existe la asíntota del 100% de la población que se estudia. De esto se sigue que todas las tendencias seculares alcanzan un punto en el que no pueden seguir extendiéndose de manera lineal. Y este es el punto preciso en que los sistemas históricos llegan a una crisis que conduce a la bifurcación”12
En su libro Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos, relaciona tendencia secular y crisis estructural de esta manera: “Cuando la optimación de corto plazo provoca problemas de mediano plazo que se resuelven a través de ajustes de mediano plazo, el sistema histórico funciona de manera normal. Sin embargo, los ajustes a mediano plazo añaden más tiempo a las tendencias seculares que crean problemas a largo plazo. El problema clave del largo plazo causado por las contradicciones de un sistema ocurre cuando la tendencia secular llega a un punto tal que los ajustes a mediano plazo para resolver los problemas a corto plazo ya no son eficaces ni siquiera a mediano plazo. En este punto nos encontramos en lo que podríamos llamar una crisis sistémica [estructural] donde, en la jerga de las ciencias físicas modernas, ocurren oscilaciones severas y una bifurcación que es transformativa. Esto es, debe haber una transición estructural del sistema histórico existente a otra cosa. Por supuesto, éste es un proceso razonablemente largo pero irreversible; cuyo resultado es incierto (o estocástico)”13
Y en La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico, Wallerstein lo sintetiza bellamente desde el punto de vista filosófico así:
“La economía mundo capitalista, como cualquier otro sistema, se ha conservado por sí sola durante mucho tiempo por medio de mecanismos que se encargan de restablecer el equilibrio cada vez que se distancian de él sus procesos. El equilibrio nunca se restaura de manera inmediata, sino solo después de que ha habido una desviación considerable de la norma y, desde luego, el equilibrio nunca se restaura a la perfección. Como requiere que las desviaciones avancen una cierta distancia antes de disparar los movimientos en sentido inverso, el resultado es que la economía-mundo capitalista, como cualquier otro sistema, cuenta con ritmos cíclicos de muy diversos tipos (…)
El equilibrio nunca se restaura hasta el mismo punto debido a que los movimientos en sentido inverso requieren de algún cambio en los parámetros subyacentes del sistema. De ahí que el equilibrio sea siempre un equilibrio en movimiento y, por lo tanto, el sistema tenga tendencias seculares. Es esta combinación de ritmos cíclicos y de tendencias seculares lo que define a un sistema que está funcionando de manera ‘normal’. Sin embargo, las tendencias seculares no pueden continuar por siempre, pues se topan con asíntotas. Cuando esto sucede, ya no es posible que los ritmos cíclicos vuelvan a hacer que el sistema recupere el equilibrio, y es aquí donde el sistema entra en problemas. Ingresa entonces en su crisis definitiva y se bifurca, esto es, se ve a sí mismo ante dos o más rutas alternas hacia una nueva estructura, con un equilibrio nuevo, nuevos ritmos cíclicos y nuevas tendencias seculares. Pero cuál de las dos rutas alternas seguirá el sistema, es decir, qué tipo de nuevo sistema se establecerá, esto es imposible determinarlo por adelantado, por cuanto es una función de una infinidad de elecciones particulares que no están limitadas sistemáticamente. Esto es lo que hoy sucede en la economía-mundo capitalista.
Para apreciar lo anterior, debemos observar las tres grandes tendencias seculares que se aproximan a sus asíntotas. Cada una de ellas, por tanto, está creando límites a la acumulación del capital. Como la acumulación sin fin de capital es el rasgo definitorio del capitalismo como un sistema histórico, la triple presión tiende a volver invariable el motor primario del sistema y, en consecuencia está creando una crisis estructural”14
¿Cuáles son estas tendencias seculares, cuyos valores se acercan a la asíntota del 100%, que permite afirmar a Wallerstein que el sistema-mundo capitalista se encuentra inmerso en una crisis estructural?
“La primera tendencia secular es el ascenso del nivel real de los salarios como porcentaje de los costos de producción, calculado como un promedio a lo largo de la totalidad de la economía-mundo capitalista”15
Como es de suponer, este hecho tiene una gran importancia para el funcionamiento y el futuro devenir de la economía capitalista, mientras mayores sean los niveles de salario de los obreros menor será el grado de utilidad de los capitalistas y viceversa.
Pero, ¿por qué se ha producido un aumento tendencial de los ingresos de los trabajadores en el transcurso de la historia del capitalismo?
La causa radica en el hecho de que “con el tiempo, en cualquier localidad geográfica o sector determinados, la fuerza de trabajo buscará y finalmente logrará crear alguna forma de organización sindical y de acción que permita a sus miembros negociar más eficazmente, ya sea de manera directa con el patrón, o de manera indirecta por la vía de sus influencias sobre la maquinaria política pertinente. Si bien no existe la menor duda de que en ciertas localidades se puede contener a esa fuerza política por medio de las contraofensivas políticas de los grupos capitalistas, también es verdad que la ‘democratización’ a largo plazo de las maquinarias políticas en la historia del sistema-mundo moderno ha servido para que la curva de la fuerza política de las clases trabajadoras sea ascendente en la longue durée virtualmente en todos los Estados del sistema-mundo”16
Ante esta realidad, ¿Cuál es el mecanismo principal por medio del cual los capitalistas de todo el mundo han logrado limitar esta presión política de la fuerza de trabajo que ha traído consigo un aumento de su costo?
“Cuando esto ocurría, la solución era que la fábrica se deslocalizara. Esto significa que el sitio de la producción se transfería a otra parte del sistema-mundo que tuviera niveles de salario históricamente más bajos. En efecto, los capitalistas que controlaban las industrias líderes intercambiaban costos de transacción mayores por los menores costos de la mano de obra. Esto mantenía un ingreso significativo para ellos, pese a ser menor que en el periodo previo”
“Los costos de la mano de obra eran menores en la nueva locación, porque la fábrica deslocalizada reclutaba mano de obra de las áreas rurales que antes estuvieron menos involucradas en la economía de mercado. Para estos trabajadores rurales la oportunidad de trabajar en estas fábricas deslocalizadas representaba un aumento en su ingreso real, mientras los dueños de la fábrica deslocalizada les pagaban a estos trabajadores menos que a aquellos que habían trabajado en la locación previa. Esto es lo que se conoce como una solución donde ambas partes ganan”
El problema con esta solución, aparentemente maravillosa, ha sido siempre que no es duradera. (…) los obreros en la nueva locación comenzaban a emprender acciones sindicales y el costo de su mano de obra comenzaba a subir. Cuando subía lo suficiente, los dueños de la fábrica deslocalizada tenían una opción real única –volver a dislocarse. (…)Así, siempre ha habido un constante movimiento de la locación de las industrias de todas clases: ¡cuasi monopolios tras cuasi monopolios!, ¡fábricas deslocalizadas tras fábricas deslocalizadas!”
“Esto ha sido una maravilla del ajuste capitalista a un largo proceso de cambio constante de circunstancias. Sin embargo, este maravilloso sistema ha dependido de un elemento estructural: la posibilidad de hallar nuevas áreas vírgenes para relocalizar las fábricas deslocalizadas. Por áreas vírgenes quiero decir zonas rurales que han estado relativamente poco involucradas en la economía-mundo.”
“Sin embargo, durante los últimos 500 años han venido acabándose tales áreas. Esto puede medirse de manera muy simple en la desruralización de las poblaciones mundiales. Hoy, dichas áreas rurales se han reducido a una minoría de la superficie del mundo y parece probable que para 2050 sean una muy pequeña minoría”17
¿Dónde se encuentra hoy ese proceso?. Todo indica que está llegando a sus límites, ya van quedando cada vez menos lugares hacia donde el capital pueda escapar, huyendo de aquellas zonas donde el aumento de los costos salariales y de otros tipos, vuelve irrentable su funcionamiento.
El 9 de abril de 2013 el periódico norteamericano The New York Times publicaba un artículo intitulado Hello Cambodia, comentado por Wallerstein en el artículo arriba citado, donde describe el vuelo a Camboya de fábricas que abandonan China debido al aumento de los niveles salariales en ese país, un previo receptor de tales fábricas, deslocalizadas anteriormente de otras zonas del planeta. El problema, comenta el artículo, es que las multinacionales han comenzado a sentir en ese país las presiones en pos de salarios más altos, en un periodo de tiempo inferior al experimentado en otros lugares. “En cualquier caso, ¿hay algún lugar a donde mudar una fábrica deslocalizada? ¿O es Camboya el final de la línea?. En cualquier caso, Camboya no es el futuro del sistema-mundo moderno. Más bien representa los últimos vestigios de un mecanismo que ya no ejecuta su tarea de salvar el capitalismo”18
Por tanto, esta manera conducir la lucha de clases por los capitalistas dueños del planeta, huyendo con su capital hacia espacios vírgenes del mismo, donde escapar de la presión sobre sus costos de producción depende de que siempre existan nuevas áreas en el sistema-mundo en las cuales reubicarse, y esto precisa de la existencia de un importante sector rural que aún no se haya incorporado al mercado de trabajo asalariado. Pero, esto último, es lo que está disminuyendo como una tendencia secular. La desruralización del mundo pone fin a la capacidad del capitalismo para compensar el incremento de los gastos en la fuerza de trabajo como un porcentaje del valor total creado en el mundo.
Una vez que se haya desruralizado el sistema-mundo (y es muy posible anticipar, que ello suceda en los próximos años) la única opción para los capitalistas, será continuar la lucha de clases allí donde están hoy. Y aquí las probabilidades están en su contra porque, pese a que seguirá aumentando (y se arreciará) la sofisticación de la política y del mercado en los estratos más bajos y, a pesar de que aumentarán las regiones, pueblos, localidades y ciudades con grandes cantidades de personas técnicamente desempleadas, llegándose al extremo que la mayoría de la población del planeta obtendrá sus ingresos de la economía informal, “las verdaderas alternativas al alcance de los trabajadores que se encuentran en los barrios y en las favelas del sistema-mundo indican que están en posición de exigir niveles salariales razonables con el fin de ingresar a la economía de salarios formales. El resultado neto de todo lo anterior es una seria presión sobre los niveles de ganancias que crecerá con el tiempo”19 haciendo inviable el motor de la acumulación capitalista.
Resumiendo, pese a la embestida neoliberal de los últimos 30-40 años (comenzada por Thatcher y Reagan) y en virtud del aparente éxito de la misma, no debemos olvidar “que la realidad es que las reducciones recientes en salarios e impuestos han sido a corto plazo y menores, en medio de su aumento histórico global a largo plazo por razones estructurales”20 y que por tanto, estamos ante el mismo problema de una asíntota que limita una tendencia. En 2015 en un artículo con el sugestivo título La crisis estructural, o por qué los capitalistas ya no encuentran gratificante el capitalismo, escrito para un libro colectivo titulado ¿Tiene futuro el capitalismo?, ratifica ésta misma idea “las reducciones nunca eliminan totalmente los incrementos”21
Si el espacio no explotado por el capital se agota, llegando a su fin, acercándose, por tanto, a su asíntota y éste ha sido históricamente utilizado como válvula de escape ante las presiones salariales encontradas en las áreas explotadas (tendencia secular del sistema), podemos decir que, en este campo, el más medular de la economía-mundo capitalista, el sistema ingresa en una crisis sistémica, estructural, que no se resuelve (no puede hacerlo) dentro de los marcos del propio sistema, sino fuera de él, superándolo. Por lo dicho, es fácil comprender, que estamos en los comienzos e inicio de ese tiempo histórico, y está de más decirlo, pero el tiempo histórico de una crisis estructural en un sistema (sea cual sea) es un tiempo definitorio, por cuanto el sistema, que se ha alejado de su equilibrio, y ya no cuenta con los mecanismos que ha usado hasta ese entonces para regresar al mismo, moviéndose muy cerca de su asíntota, ingresa en una etapa de caos, en la que sus vectores se bifurcarán y crearán, eventualmente, uno o nuevos sistemas.
La desruralización del mundo provocada por el desplazamiento de las empresas capitalistas hacia zonas rurales de abundante mano de obra barata, como mecanismo de escape al decrecimiento de la tasa media de ganancia, hecho que se produce en toda fase B del ciclo Kondratiev demuestra, en primer lugar, la estrecha relación entre los ritmos cíclicos y las tendencias seculares; segundo, como la solución empleada para superar la fase depresiva del ciclo Kondratiev (deslocalizando las fábricas a zonas de abundante mano de obra campesina mal pagada) conduce a que disminuya globalmente la mano de obra rural, que ha constituido el recurso histórico principal para contener el ascenso del nivel de salario, manteniéndolo compatible con el indispensable proceso de acumulación incesante de capital; todo ello lleva a que la tendencia secular que mide el agotamiento de la población rural se acerque a su asíntota; y tercero, algo que constituye un cardinal aporte teórico de Immanuel Wallerstein a la teoría marxista, el descubrimiento del más importante “ejército de reserva de mano de obra” con que cuenta el capitalismo “los habitantes de áreas rurales que llegan a áreas urbanas por primera vez en busca de empleo remunerado”22
“Aun cuando todavía hay un enorme ejército de reserva de mano de obra en todo el sistema mundial, el hecho de que el sistema se está desruralizando rápidamente quiere decir que en todo el mundo el precio promedio de la mano de obra irá aumentando constantemente. Esto a su vez significa que la tasa de beneficio promedio necesariamente tendrá que ir disminuyendo con el tiempo”23, perdiéndose, por tanto, el principal estímulo que lleva a los capitalistas a invertir y a proseguir lo que constituye la esencia de este singular sistema de producción, la incesante acumulación de capital, en otras palabras el capitalismo va perdiendo “atractivo” hasta para los propios capitalistas.
La segunda tendencia secular tiene que ver con el “agotamiento de las condiciones de supervivencia” provocada por la actividad capitalista, lo que ha traído consigo que en las últimas décadas se haya desatado una mayor demanda social en reclamo de mayor atención al daño ecológico infligido a la biosfera, cuya consecuencia inmediata ha sido un aumento del costo de producción para los capitalistas.
“Esto no se debe a que el moderno sistema mundial se haya vuelto inherentemente más destructivo para el ecosistema, sino a que hay mucho más ‘desarrollo’ y por lo tanto mucha más destrucción (…) La razón principal por la que el capitalismo como sistema haya sido tan increíblemente destructivo con la biosfera es que, en gran medida, los productores que se benefician de la destrucción no la registran como un costo de producción sino, todo lo contrario, como una reducción de los costos. Por ejemplo, si un productor arroja desperdicios en un arroyo y lo contamina, está ahorrándose el costo que representan otras formas más caras pero más seguras para desechar los residuos. Los productores han venido haciéndolo por quinientos años, y cada vez en mayor número conforme ha ido desarrollándose la economía-mundo”24 y esto es, precisamente, lo que se está acabando.
¿Qué es lo que ha ocurrido, para que el costo de inversión de los capitalistas aumente?
Hasta hace muy poco el mecanismo utilizado para mantener bajo estos costos es lo que los economistas llaman “exteriorizar los costos”; mientras el costo de compra de las mercancías, por lo general, lo asume por completo, la compañía que eventualmente obtendría las utilidades, el costo del tratamiento de los materiales, por lo general se les cargaba a otros. Hay varios ejemplos: no tratar los desperdicios tóxicos o fastidiosos que se producen colateralmente al emplear las materias primas; cuando se talan indiscriminadamente los bosques sin reforestarlos; cuando se acaba con la fauna marina por la pesca y sobreexplotación intensiva de los mares, utilizar las materias primas, pero sin asumir su renovación, etc.
Ésta externalización, reduce los costos e incrementa los márgenes de la ganancia, pero el problema aquí es semejante al de la reubicación, como un remedio al coste del salario. Funciona mientras existan áreas sin emplear previamente, en las cuales arrojar los desperdicios, cortar árboles o pescar peces, por seguir con los ejemplos citados. Pero más adelante ya no habrán más ríos que contaminar, ni árboles que talar, ni mares con peces donde pescar, o cuando menos, no sin inmediatas consecuencias serias para la salud de la biosfera. Esta es la situación en la que nos encontramos en la actualidad después de 500 años de tales prácticas depredadoras.
Entonces, en tales circunstancias qué hacer. Una opción es, que los gobiernos del mundo emprendan una gran operación de limpieza y de renovación orgánica. El problema es, que una operación de esas dimensiones, es de un enorme costo, por lo que tendría que ser sufragado por alguna forma de tributación. Para ello sólo hay dos fuentes: o se carga a las compañías, que provocaron toda esa destrucción medioambiental, o al resto de todos nosotros. Sí son las primeras, las presiones en el margen de ganancias serán muy fuertes. Sí somos los segundos, las cargas fiscales crecerán de manera significativa, problema al que ya vamos llegando. Además, no tiene mucho sentido, limpiar y renovar recursos naturales, si las prácticas siguen siendo las mismas de hoy. De ahí que, la lógica sería, la de requerir la total interiorización de todos los costos, la cual, frente a los límites de la elasticidad de la demanda, significa una reducción de las utilidades a largo plazo. Sin embargo, esto añadiría más presión sobre las ganancias de las compañías. Por eso, porque no se ve ninguna solución viable a este dilema social, dentro del marco de la economía-mundo capitalista, se infiere que el costo creciente de los insumos materiales se erige en otra de las grandes presiones estructurales en la acumulación de capital.
La tercera tendencia secular se encuentra en el ámbito de la tributación. El tributo es un pago por los servicios sociales y siempre que no sea muy alto se acepta como un costo razonable de producción.
El nivel de impuestos está determinado por dos factores: la constante exigencia de seguridad, que se ha ido incrementado constantemente a través de los siglos; y el segundo, por incremento constante en las dimensiones de las burocracias civiles del mundo, cuya función estriba en recaudar los impuestos y en realizar las funciones de expansión de los Estados modernos.
La principal función de expansión de los Estados ha consistido en la satisfacción de ciertos reclamos populares. Éste no ha sido un gasto opcional, ha sido el medio principal para asegurar la relativa estabilidad política ante el descontento en aumento de los estratos bajos relacionado con la creciente polarización del ingreso real, que ha sido un rasgo constante del sistema-mundo.
Los gastos empleados en domesticar a las “clases peligrosas” con el objetivo de mantener la lucha de clases dentro de las fronteras acotadas a través de instituciones educativas, servicios de salud, jubilación al final de la vida y seguro de desempleo, han ido creciendo constantemente, apareciendo en cada vez más zonas del sistema-mundo, haciéndose cada vez más universales, aumentando permanentemente en cada país, sin límites claros a la vista.
“Lo anterior ha significado, el incremento permanente de las tasas de tributación en casi todos los países, con algunas ligeras reducciones harto ocasionales. Pero desde luego, en determinado momento, tal redistribución fiscal alcanza niveles en los que interfiere seriamente con la posibilidad de acumular capital. De ahí que la reacción actual a lo que se percibe como la ‘crisis fiscal de los Estados’ sea, por parte de los capitalistas, la de exigir una reducción y la de buscar el respaldo popular sobre la base de que la tributación de las personas aumente también de manera aguda. La ironía radica en que si bien con frecuencia hay algún respaldo popular al acotamiento a los impuestos, hay cero respaldo popular para recortar las partidas del Estado benefactor en educación, en salud o en la garantía del ingreso tras la jubilación. Ciertamente, al mismo tiempo que hay quejas sobre altos impuestos, crecen los niveles de las exigencias populares sobre los servicios del Gobierno. De modo que también en esto tenemos presión estructural sobre la acumulación de capital”25
Finalmente, podemos decir, que el mundo que “conocemos” que es el de la economía-mundo capitalista, está tocado por fallas estructurales que ya no tiene manera de controlar y cuya combinación, “esta creando una presión estructural masiva de largo alcance sobre las utilidades provenientes de la producción que está en proceso de convertir al sistema capitalista en algo que ya no es rentable ni para los capitalistas”26
Las tres tendencias seculares analizadas, como se ha visto, se aproximan a sus asíntotas, “cada una de ellas, por tanto, está creando límites a la acumulación del capital, y como la acumulación sin fin de capital es el rasgo definitorio del capitalismo como un sistema histórico, la triple presión tiende a volver inviable el motor primario del sistema y, en consecuencia está creando una crisis estructural”27
No obstante, es necesario aclarar que, aunque Wallerstein enfatiza en estas tres tendencias seculares y, de hecho, las aborda en varios de sus trabajos, las mismas no se circunscriben a estas tres, sino que abarca todo el entramado del capitalismo en su conjunto: la ampliación de la diferencia y la polarización centro-periferia, la expansión geográfica y la comercialización de las transacciones que “han alcanzado el nivel en el cual han comenzado a actuar como restricciones estructurales a la supervivencia del capitalismo como sistema histórico”28, y la “la creciente democratización del mundo, evidenciada por las crecientes exigencias populares de salud, educación y garantías de ingreso vitalicio, que han creado una presión tributaria siempre al alza”29, etc., son sin agotarlas otra muestra de las mismas.
Hay, sin embargo, otro aspecto, éste subjetivo, que influye en la crisis estructural del capitalismo, al tiempo que es resultado de la misma, ya que “la crisis actúa a través de la concientización de la gente que vive sujeta a restricciones, esto nos lleva al terreno político y cultural”30 y ello tiene que ver con el hecho de que las masas se tornan incrédulas ante las “buenas nuevas» con las que constantemente les bombardean los medios de comunicación y gobiernos de turno, “la pérdida de esperanza y el miedo que la acompaña son parte de la causa y el síntoma principal de esta crisis”31. Hoy nadie cree que el futuro será mejor ni para él ni para sus hijos; esto es lo que se conoce como la “pérdida de legitimidad [que] es, a mi juicio, un factor primordial de la crisis sistémica en que nos encontramos. La recreación de cierta clase de orden social es cuestión, no sólo de construir un sistema alterno, sino también, en gran medida, de legitimarlo”32. Wallerstein lo explica así: “En el ámbito político, en el sentido más amplio de la frase, nadie afirma tan sólo las elecciones políticas. En el mundo moderno, por lo menos, todos tenemos que recurrir a un grupo de personas más numeroso que aquel con el que compartimos nuestros intereses y preferencias comunes en busca de apoyo para nuestros razonamientos. Eso es lo que cuenta para legitimarlos. La legitimación es el resultado de un proceso a largo plazo cuyo componente central es la persuasión de un tipo específico: implica persuadir a quienes al parecer están teniendo un rendimiento deficiente en el corto plazo de que van a mejorar mucho más a la larga precisamente por la estructura del sistema, y que, por lo tanto, deberían apoyar el funcionamiento de éste y su proceso de toma de decisiones”33, y esto es lo que se ha perdido casi por completo en el sistema-mundo capitalista y un sistema sin legitimación no tiene mucho recorrido por más que se esfuerce en emplear el recurso de la violencia y la fuerza porque el palo sin zanahoria no funciona y ese es el problema, que producto de la crisis estructural, ya no hay zanahorias que redistribuir.
Las crisis estructurales, es decir, las dificultades que se crean en un sistema cuando las tendencias seculares se aproximan a la asíntota del 100% son irresolubles al interior del sistema puesto que, a diferencia de los ritmos cíclicos, éstas no poseen mecanismos que puedan hacer retornar a la posición de equilibrio anterior los valores previamente alterados; en otras palabras “el sistema-mundo capitalista se desploma debido a que se han agotado sus posibilidades de ajuste estructurales”34 y, son terminales porque su resolución se produce cuando el sistema en cuestión es sustituido por otro, restableciéndose completamente el equilibrio, pero ya en un nuevo sistema.
Wallerstein se reserva el concepto de crisis para referirse a la etapa terminal de un sistema histórico y no a los varios momentos de contracción o lento crecimiento que se dan en el transcurso de la vida de los mismos.
En entrevista concedida al también teórico mexicano de los sistemas-mundos Carlos Antonio Aguirre Rojas, explicaba ampliamente sus punto de vista al respecto “en realidad, todo el mundo llama crisis a muy diferentes tipos de cosas o de procesos. Es decir que cada vez que por algún motivo las cosas no funcionan demasiado bien, entonces la gente inmediatamente dice que hay una crisis. Por mi parte, propongo tratar de limitar el uso del término de crisis, para connotar solamente una crisis del sistema. Y entonces digo que las crisis entendidas de esta manera, acontecen una sola vez cada quinientos años, aproximadamente (…) Porque desde mi punto de vista, la verdadera crisis es algo que es imposible de resolver en el seno del mismo sistema. Ahora bien, es claro que no puedo imponerme por encima del mundo entero”35
“Al decir crisis en un sistema histórico no me refiero a las dificultades coyunturales dentro de un sistema, sino a una tensión estructural tan grande que el único resultado posible es la desaparición del sistema como tal, ya sea mediante un proceso de desintegración gradual (que lleve a rumbos impredecibles) o mediante un proceso de transformación relativamente controlada (enfocada hacia una dirección prevista y por lo tanto con una sustitución por parte de uno o varios sistemas)36
“La característica primordial de una crisis estructural es el caos. Caos no equivale a una situación hecha de acontecimientos totalmente fortuitos. Es una situación de fluctuaciones rápidas y constantes que afectan a todos los parámetros del sistema histórico, lo que incluye no solo a la economía mundial, el sistema interestatal y las corrientes cultural-ideológicas, sino también la disponibilidad de recursos vitales, la naturaleza adversa de las condiciones climáticas y la presencia de pandemias”37
“El moderno sistema mundial, como todos los sistemas, es finito en duración y llegará a su fin cuando sus tendencias seculares lleguen al punto en que las fluctuaciones del sistema sean suficientemente amplias e impredecibles para que les resulte imposible asegurar la renovada viabilidad de las instituciones del sistema. Cuando se llegue a ese punto ocurrirá una bifurcación, y a través de un periodo (caótico) de transición el sistema será remplazado por uno o varios otros sistemas”38
Por último, la cuestión que más interesa a todos es la duración de la crisis estructural. A medida que ésta avanza resulta “fácil” fijar su comienzo39, sin embargo, es más complicado y difícil determinar el final de la misma, mucho más si nos atenemos al hecho que las evoluciones históricas no comienzan ni terminan en un día determinado del calendario.
En 1982, hace ya más de 40 años, hacía una advertencia a los impacientes en relación con la conclusión de la misma “el aspecto más angustiante de la crisis [estructural] de un sistema histórico es que, aunque llena de alboroto, es una crisis de movimientos lentos”40
En su libro Impensar la ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos, escrito en 1991, pero que recopila 20 ensayos publicados entre 1982 y 1991 por el autor de la teoría de “sistemas-mundo” dijo, casi en los mismos comienzos de la crisis en un ensayo correspondiente al año 1983, una afirmación un poco genérica y la verdad desconcertante sobre el lapso de tiempo que llevaría la misma “una crisis es por definición una ‘transición’, y las ‘transiciones’ en los sistemas de gran escala tienden a ser (quizás en forma necesaria) de mediana-larga duración y con frecuencia toman entre 100 y 150 años”41
En 1994 afirmó “…la presente era, a la que considero como un Período Negro que se abre ante nosotros y cuyo comienzo podría fijarse simbólicamente en 1989 (la continuación de 1968) podría durar entre 25 y 50 años” porque entre el “desorden creciente y autoreforzante [que se produce como resultado de la crisis estructural del sistema] no puede durar siempre, pero sí puede durar entre 25 y 50 años”42
En 1995, en una conferencia magistral en el XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, México, 2 al 6 de octubre de 1995, después de explicar las consideraciones que demostraban que el sistema-mundo capitalista estaba inmerso en una crisis estructural afirmaba que, “por todas estas razones, el período frente a nosotros, los próximos 30-40 años, será el momento de la desintegración del sistema histórico capitalista”43
En 1997, en su extraordinaria obra, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI fruto, como muchos de sus libros, de ciclos y conferencias ofrecidas expresó “Estamos viviendo el tránsito de nuestro sistema mundial vigente, la economía mundo capitalista, a otro u otros sistemas mundiales. No sabemos si esto será para bien o para mal. No lo sabremos hasta el final de esta etapa, que quizás esté a cincuenta años de distancia”44
En 2001, en una Conferencia en la Socialist Scholars de New York, el 13 de abril, que la Revista Iniciativa Socialista con el título Una política de izquierdas para una época de transición, publicó en el número 64 de la primavera de 2002, dijo “Durante 20, 30 o 50 años habrá una lucha inmensa en torno a cuál será el sistema sucesor, y su resultado es intrínsecamente indeterminado”.
En mayo del 2002, en una entrevista concedida a Barbara Coolen de la Revista Cooperación Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda le contaba, “no veo cómo dentro de 50 años llegaremos al final del sistema mundial capitalista. No tienes que tomar el lapso de tiempo demasiado literalmente, lo que es importante es que el sistema tiene límites, termina o es limitado. Estamos en una fase transitoria, un periodo de gran caos y disgustos”.
En 2004 planteó “el sistema mundial existente atraviesa por una crisis estructural, nos encontramos en una transición de entre 25 y 50 años hacia algún otro sistema mundial”45 .
A inicios del año 2009 invitado por Universidad Nómada de España expresó categóricamente “Podemos estar seguros de que en 30 años ya no viviremos bajo el sistema-mundo capitalista”46
Durante esa misma estancia, en entrevista concedida a la revista española Diagonal, expresó “Para leer correctamente la etapa histórica en la que nos encontramos, tenemos que distinguir entre las dinámicas de continuidad y las de ruptura, entre lo normal y lo excepcional. Lo normal es el colapso del modelo especulativo que hemos vivido, que se corresponde con una Fase B en los ciclos de Kondratieff que describen las dinámicas de largo plazo en la acumulación capitalista. Lo excepcional es la transición que desde hace 30 años venimos viviendo, desde el sistema-mundo capitalista hacia otra formación sociohistórica.
A mi juicio podemos estar seguros de que en 30 años no viviremos en el sistema-mundo capitalista. En ese sentido, con la crisis coyuntural del capitalismo, converge una crisis estructural, un declive histórico del sistema- mundo. En eso se distingue esta fase de recesión económica mundial de otras anteriores (…)”47
En artículo para la revista Monthly Reviev número 12, Noviembre de 2011, escribió la “crisis estructural, que es lo que afecta en la actualidad al sistema mundial, ha estado presente al menos desde los años de la década de 1970 y continuará presente hasta probablemente alrededor de 2050”.
En el año 2015 en un pequeño libro titulado ¿Tiene futuro el CAPITALISMO?, que en realidad recopila cinco artículos de igual número de autores, el profesor Immanuel Wallerstein plantea que la lucha por el sistema sucesor del sistema-mundo capitalista se “inició alrededor de 1970 y continuará con toda probabilidad hasta 2040 o 2050”48
Éste último artículo, publicado cuatro años antes de su muerte, en el que pronostica el horizonte final del sistema-mundo capitalista hacia el año 2050 como linde superior, es el único lugar donde se aventura a dar fechas aproximadas sobre la defunción del mismo, puesto que siempre lo hizo en cantidad de años.
¿Qué ocurre cuando los sistemas (sociales incluidos) llegan a su etapa final, a su crisis estructural?
¿Qué procesos transcurren durante esa fase de desarrollo?
¿Qué certeza podemos tener de los mismos y cuál es el resultado final de todo ello?
De eso tratará la próxima entrega.
Notas.
* Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 59.
** Ibidem p. 14.
*** Ibidem p. 15.
1. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. Barcelona. Segunda edición. 2013. p. 43. Primera edición en inglés 2004 y en castellano 2005. 2. Ibidem p. 43. Negritas de Wallerstein.
3. Ibidem p. 43.
4. Ibidem p. 43-44. Ilya Prigogine fue un físico, químico ruso, Premio Nobel de Química en 1977.
5. Ibidem p. 44.
6. Ibidem p. 44.
7. Ibidem p. 44-45.
8. Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Editorial Siglo XXI. 2007. p. 148-149 (primera edición en inglés 1999 y en castellano 2001) Este mismo hecho, pero desde el punto de vista de la teoría del valor de Marx, Robert Kurz, fundador de la Nueva Crítica del Valor lo dice así: “Cuando, durante la crisis, el capital es devaluado o destruido, el estándar de productividad alcanzado sigue siendo el mismo en tanto en cuanto se encuentra inscrito dentro del agregado constituido por el conocimiento y el saber-hacer. Por decirlo de forma sencilla: el capitalismo no puede dar marcha atrás e ir del estándar de la microelectrónica al de la máquina de vapor. Un nuevo incremento del valor se vuelve cada vez más difícil desde el momento en que debe efectuarse a un nivel cada vez más elevado de productividad y, en ese sentido, a un nivel donde la sustancia de trabajo abstracto ha quedado disminuida”. Entrevista, realizada en mayo de 2010 por Olivier Galtier, Wolfgang Kukulies y Luc Mercier a Robert Kurz. Monográfico El Capital de Marx: 151 años del libro I. Revista Sociología Histórica 9/2018: 120-136.
9. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. Barcelona. Segunda edición. 2013. p. 45.
10. Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 2006. p. 50.
En su libro Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI, dice esto de las tendencias seculares:
“Lo que llamamos tendencias seculares son esencialmente vectores que mueven el sistema apartándolo de su equilibrio básico. Todas las tendencias, si se cuantifican como porcentajes, se mueven hacia una asíntota. Cuando se acercan a ella ya no es posible aumentar significantemente el porcentaje y, por lo tanto, el proceso ya no es capaz de cumplir la función de restaurar los equilibrios de ese modo. A medida que el sistema se aleja cada vez más del equilibrio, las fluctuaciones se hacen más violentas y eventualmente se produce una bifurcación” p. 149.
11. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. Barcelona. p. 45.
12. Ibidem p. 45-46.
13. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 1999. p. 284. (primera edición en inglés 1991 y primera edición en castellano 1998.
14. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. Primera edición 2005. p. 77-78. Primera edición en inglés 2003.
15. Ibidem p. 78.
16. Ibidem p. 78-79.
17. Wallerstein, Immanuel. ¿El final del camino para las fábricas deslocalizadas?. Comentario Nº 351, 15 abril 2013. Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton de New York. Disponible periódico mexicano La Jornada en su edición del 21 de abril 2013. https://www.jornada.com.mx/2013/04/21/opinion/022a1mun
En Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, en el capítulo 2 titulado ¿La difícil transición o el infierno en la tierra?, hace una exposición metodológicamente fundamentada de este proceso:
“El costo de la mano de obra en el área donde se está reubicando la producción debe ser significativamente menor, ya que el productor está pagando no sólo los costos de transferencia de la planta (costo único), sino también, y con toda seguridad, costos de operación más elevados (costo continuo). Es por ello que, las reubicaciones, que ocurren especialmente en tiempos de contracción económica cíclica, tienden a producirse en las áreas más próximas donde los trabajadores son políticamente débiles, y a la larga alcanzan aquéllas donde los trabajadores son los más débiles de todos. En términos históricos, los grupos de trabajadores más débiles son aquellos que llegan por primera vez a las zonas de producción urbana (o al menos a zonas más monetizadas), procedentes de áreas rurales y menos monetizadas. Las causas de la debilidad política inicial son culturales y económicas. Del lado cultural, existe cierta desorientación y desorganización debido a la migración física de la fuerza de trabajo, más un cierto grado de inexperiencia ante las políticas locales existentes, o al menos falta de influencia política local. Del lado económico, los sueldos en la zona de producción urbana, que son extremadamente bajos con respecto a los estándares mundiales, con frecuencia representan en el ámbito local un ingreso mayor que el que existía en el área rural, o al menos que el que podía esperarse desde el punto de vista político.
Ninguna de estas condiciones de debilidad política (de índole cultural y económica) es inherentemente perdurable. Se podría plantear que cualquier grupo de trabajadores en tal situación ha sido capaz de superar estos puntos débiles en un periodo de treinta a cincuenta años, y en la actualidad es posible hacerlo en mucho menos tiempo. Esto significa que, desde el punto de vista de los productores reubicados, la ventaja del traslado es más bien temporal, y que si han de conservarla deben contemplar la posibilidad de reubicarse a mediano plazo en repetidas ocasiones. Ésta ha sido una de las principales historias del sistema-mundo capitalista en quinientos años. Pero la curva que señala el porcentaje del globo donde existen posibles zonas de reubicación está alcanzando una asíntota, como ocurre con muchas de las curvas que se trazan para representar las tendencias en un sistema. A esto se llama la desruralización del mundo, que avanza a un paso vertiginoso. Y a medida que disminuye el número de esas zonas, el poder de negociación mundial de los trabajadores aumenta. Esto se ha traducido en una tendencia global de incremento en los costos salariales. Si los precios de los productos se pudieran expandir al infinito, esto sería motivo de poca preocupación. Pero no pueden expandirse por los límites impuestos por la competencia y la capacidad de los estados para asegurar la monopolización”
18. Wallerstein, Immanuel. ¿El final del camino para las fábricas deslocalizadas?. Comentario Nº 351, 15 abril 2013. Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton de New York. Disponible periódico mexicano La Jornada en su edición del 21 de abril 2013. https://www.jornada.com.mx/2013/04/21/opinion/022a1mun
19. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. Primera edición 2005. p. 80.
20. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI. Versión revisada de las conferencias Sir Douglas Robb impartidas en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, los días 16, 22 y 23 de octubre de 1997. En otra parte de su prolífica obra sobre el tema ratificó lo mismo: “Ciertamente, el capital busca todo el tiempo la manera de reducir estas presiones estructurales. De esto se trata precisamente la ofensiva neoliberal. Pero la curva del largo plazo parece una progresión ascendente. Los neoliberales han logrado reducir estas presiones pero cada vez menos de lo que las aumenta la siguiente subida” Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 265.
21. Wallerstein Immanuel y otros autores. ¿Tiene futuro el capitalismo?. Siglo XXI editores. México DF. 2015. p. 30 (primera edición en inglés 2015)
22. “La desruralización es fundamental para el precio de la mano de obra. Los ejércitos de reserva de mano de obra son de diferentes tipos en términos de su poder de regateo. El grupo más débil siempre ha sido el de los habitantes de áreas rurales que llegan a áreas urbanas por primera vez en busca de empleo remunerado. En general para esas personas el salario urbano, aun cuando sea extremadamente bajo comparado con el nivel mundial, o incluso local, representa un progreso económico en comparación con la permanencia en el área rural. Para que el marco de referencia económico de esas personas cambie y lleguen a tener plena conciencia de su fuerza potencial en el lugar de trabajo urbano, al punto de empezar a participar en algún tipo de actividades sindicales en busca de un mejor salario, se necesitan probablemente entre veinte y treinta años. Las personas que han residido por mucho tiempo en áreas urbanas, aunque estén desempleadas en la economía normal y vivan en condiciones de miseria, en general exigen niveles de salario superiores antes de aceptar un empleo asalariado. Esto es así porque han aprendido cómo obtener de otras fuentes en el centro urbano un nivel de ingreso mínimo que es superior al salario que se ofrece a los migrantes rurales recién llegados” Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Editorial Siglo XXI. 2007. p. 92.
23. Ibidem p. 92.
24. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI.
25. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 83.
26. Ibidem p. 188.
27. Ibidem p. 78.
28. Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 29.
29. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 265.
30. Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 29.
31. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI.
32. Ibidem.
33. Ibidem.
34. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 114.
35. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: crítica del sistema-mundo capitalista. Editorial Era. 2003. Agradezco el envío del libro por correo electrónico a su autor. La cita está en la Parte II de la parte dedicada a la entrevista con Wallerstein y que esta subdividida en cuatro partes.
36. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 1999. p. 27.
37. Immanuel Wallerstein, «Structural crises» [Crisis estructurales], New Left Review, nº 62, marzo-abril de 2010, pp. 133-142. Una discusión previa y más extensa de la temática se puede consultar en Utopistics, or Historical Choices of the XXIth Century, The New Press, Nueva York, 1998, especialmente el capítulo 2; versión castellana: Utopística. O las opciones históricas del siglo XXI, UNAM: Siglo XXI Editores, 1998.
38. Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Editorial Siglo XXI. 2007. p. 42-43)
En la mencionada entrevista al profesor mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas en el Centro Fernando Braudel, a una pregunta de éste consideró la crisis sistémica (estructural) y la situación de bifurcación como conceptos del mismo orden:
“Pregunta: ¿consideraría entonces usted como equivalentes su idea de crisis sistémica, con lo que actualmente llama situación de bifurcación histórica?.
Respuesta: Si, serían para mí dos maneras de designar la misma cosa”
Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: crítica del sistema-mundo capitalista. Editorial Era. 2003. Parte II.
39. “no podemos predecir concretamente en futuro, pero sí podemos predecir el pasado” Wallerstein Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S.A., primera reimpresión 2012. Esta edición es única para lengua castellana.
40. Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 59.
41. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 1999. p. 27.
42. Wallerstein, Immanuel. Agonías del capitalismo. Publicado originalmente por New Left Review, nº 204. Traducido al castellano, se publicó en la Revista Iniciativa Socialista, nº31, en octubre de 1994. El título original en inglés es The Agonies of Liberalism: What hope progress? Se basa en la conferencia pronunciada el 7 de diciembre de 1993 en la Kyoto Seika University, con motivo del XXV aniversario de su fundación.
43. Wallerstein, Immanuel. La reestructuración capitalista y el sistema-mundo. Texto disponible gratis en internet.
44. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI.
45. Wallerstein, Immanuel. Después del desarrollismo y la globalización qué. Ponencia presentada en la conferencia “Development Challenges for the 21st Century”, Universidad de Cornell, EE. UU., 1 Octubre 2004.
46. El capitalismo no existirá en 30 años. Entrevista a Carlos Prieto. 1 de febrero de 2009 https://www.extremaduraprogresista.com/la-vara/42-la-vara-de-medir/470-qel-capitalismo-no-existira-en-30-anosq
47. Immanuel Wallerstein: “El sistema que salga de la crisis será muy diferente”. https://www.elsaltodiario.com/hemeroteca-diagonal/immanuel-wallerstein-sistema-salga-crisis-sera-muy-diferente-entrevista-pablo-iglesias
48. Wallerstein, Immanuel. ¿Tiene futuro el capitalismo?. Editorial Siglo XXI. México DF primera edición. Pág. 43. (primera edición en inglés 2015)
Para ver todas las entregas
El sitio web anticapitalista cubano La Tizza Cuba ha tenido la gentileza de publicar, hasta el momento, toda la serie que puede ser consultada aquí:
Primera entrega: https://medium.com/la-tiza/los-aportes-te%C3%B3ricos-de-immanuel-wallerstein-129ee4862828
Segunda entrega: https://medium.com/la-tiza/los-aportes-te%C3%B3ricos-de-immanuel-wallerstein-2d8be4ea8c9f
Tercera entrega: https://medium.com/la-tiza/los-aportes-te%C3%B3ricos-de-immanuel-wallerstein-34a51530bde
Cuarta entrega: https://medium.com/la-tiza/el-mal-llamado-sistema-socialista-mundial-es-un-mito-un-error-te%C3%B3rico-pr%C3%A1ctico-porque-no-ha-fc0dfe9a5350
Quinta entrega: https://medium.com/la-tiza/el-capitalismo-es-un-sistema-que-da-prioridad-a-la-incesante-acumulaci%C3%B3n-de-capital-6dd4474a083a
Sexta entrega: https://medium.com/la-tiza/sistema-interestatal-semiperiferia-y-hegemon%C3%ADa-en-el-sistema-mundo-capitalista-3c5fd15a363b
Todas las entregas de la serie Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein, una vez concluidos, el autor los condensará en único material, para dotarlos de integralidad en un solo texto, con la intención de que el pensamiento del profesor anticapitalista norteamericano y su creación de una nueva teoría para comprender de modo general el mundo y, el capitalismo más específicamente, quede compendiada exclusivamente en un solo material que será, como no puede ser de otra manera en un anticapitalista, de acceso libre para quien desee dotarse de una herramienta teórica de conocimiento y transformación revolucionaria de la realidad, en una época precisamente de cambios.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.