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La batalla contra la arrogancia occidental

Fuentes: Al Mayadeen Inglés. La búsqueda por parte de la izquierda de un movimiento de resistencia no árabe y no musulmán desmiente que el centro de la revolución mundial lleva mucho tiempo muy lejos de Occidente [Ilustrado por Batoul Chamas].

Traducido del inglés por Marwan Perez para Rebelión

Hasta que nosotros, como pueblo, seamos vistos como algo más que simples bárbaros, nuestros méritos no serán comprendidos, nuestros éxitos no serán replicados y nuestros logros no serán superados

Una maravillosa charla organizada por Masar Badil con un portavoz del movimiento Ansarallah, la cual insto a que la vean si pueden (en castellano), es crucial en estos momentos escuchar directamente a la Resistencia.

Hay una frase que dijo que se me quedó grabada: Estamos en una batalla contra la arrogancia occidental.

Aunque todo lo que dijo fue conmovedor e increíblemente útil, esta frase en particular dejó totalmente clara la unidad entre el trabajo político en la patria [Palestina] y la diáspora.

En la patria, la herramienta operativa de esta arrogancia son los militares y sus portavoces. Netanyahu y sus subordinados sueltan sandeces incoherentes todos los días alardeando de que están a punto de ganar la guerra, destruir a Hamas y liberar a los rehenes. La Resistencia responde, firmemente arraigada en la realidad sobre el terreno, y con una confianza reconocida en todo el mundo, que Netanyahu apenas ha logrado liberar a unos pocos rehenes. Que su mandato y su control sigan siendo sólidos, y que cada día que pasa, el orgullo y la legitimidad de Netanyahu sufren golpes irreparables. La Resistencia, por supuesto, sufre mucho en todo esto, pero como dice el mártir Basil Al Araj «somos mucho más capaces de asumir los costes«.

La confianza de la Resistencia se basa en el cumplimiento de sus promesas. Nos proporcionan imágenes de tanques conflagrados, combatientes saltando de alegría y, en general, el triunfo del ingenio indígena sobre la arrogancia imperialista. Esta es la diferencia entre la arrogancia y la confianza: la evidencia. La supuesta evidencia de la grandeza sionista es criticada en los canales de televisión occidentales 24 horas/7 días a la semana, pero no convence a nadie. Las noticias en inglés de la Resistencia se concentran en un solo canal de Telegram y en unas pocas cuentas de Twitter, todas las cuales son constantemente suprimidas e incluso directamente prohibidas, y sin embargo, millones de personas las están sintonizando.

En un mundo más justo, esta sintonía y el apoyo que se deriva de ella, sería la principal actividad política de las masas progresistas del mundo. Y así se interpetra en Oriente Próximo y en la diáspora. Sin embargo, «el mundo colonial es un mundo partido en dos», y para gran parte del «mundo desarrollado» no es así. El mundo colonial, incluidos sus progresistas, no puede aceptar el liderazgo de una resistencia islámica o árabe.

La palabra árabe para arrogancia es ‘istikbar’. La raíz, k-b-r, significa grande o más grande, por lo que la palabra significa literalmente «hacerse más grande». La izquierda occidental, a pesar de no haber tenido prácticamente ningún éxito desde la caída de la Unión Soviética, se considera tan superior que ignora y minimiza la resistencia antiimperialista en Oriente Próximo.

El maravilloso ensayo de Abdaljawad Omar, La cuestión de Hamás y la izquierda, aborda directamente esta cuestión. El concepto central de la obra es que la izquierda global, pero especialmente la occidental, se niega a comprometerse con la realidad de Palestina y, especialmente, con Hamas como fuerza dirigente. Dice: «No se puede reclamar solidaridad con Palestina y descartar, pasar por alto o excluir a Hamas«.

En Occidente, especialmente en Estados Unidos, este rechazo tiene una raíz singular y subestimada: el profundo sentimiento antiárabe y antimusulmán implantado en los corazones y las mentes de la gente durante las últimas décadas.

La mayoría de la izquierda tiene una comprensión superficial de la propaganda de la Guerra Fría, con un bombardeao constante de demonización anticomunista al que los estadounidenses, y todo el mundo occidental, estuvieron expuestos durante décadas. La campaña mediática contra árabes y musulmanes en las últimas tres décadas es lo mismo, pero con los medios de comunicación modernos y el poder militar dirigidos a una masa de personas, en lugar de, como en el caso de la Unión Soviética, a una fuerza política coherente capaz de rechazar esa aniquilación cultural o física.

Esto no es sorprendente, ya que tanto la maquinaria militar como la mediática tienen su origen en los excedentes de la postguerra Fría. Una discusión completa de ese fenómeno está más allá del alcance de este artículo, pero baste decir que esto fue diseñado desde la caída de la URSS. Tomemos, por ejemplo, esta cita de 1990 de la filósofa feminista y pacifista Ursula Franklin:

Será muy interesante ver lo que va a suceder ahora en la situación actual con la Unión Soviética y los Estados Unidos. Y me atrevería a decir que las necesidades sociales y políticas de tener un enemigo están tan profundamente arraigadas en el mundo real y actual de la tecnología que un nuevo enemigo aparecerá rápidamente.

¡Y parece que lo hicieron! El nuevo enemigo del siglo XXI era tan amorfo como el comunista, pero marcadamente más «atrasado», disperso e impredecible. A principios de siglo, Estados Unidos tenía carta blanca para cambiar a este nuevo y más inescrutable enemigo, y se subió a esa ola durante los últimos 20 años, extendiendo la destrucción por todo el mundo, desde Irak hasta Libia, Siria, Yemen y, continuamente, con la creciente barbarie, en Palestina.

Un sinfín de ejemplos dilucidan la omnipresencia de esta destrucción y deshumanización. Las peores prisiones del mundo son para nuestro pueblo (Abu Ghraib, Guantánamo, Gilboa). En el ejército de los Estados Unidos, hasta el día de hoy, a los soldados les encanta huntar sus balas con grasa de cerdo en un intento absurdo de engañar a Dios para que envíe a sus víctimas musulmanas al infierno.

El armamento más avanzado y cuidadosamente diseñado es probado y perfeccionado en nuestro pueblo. Varios países habitados casi exclusivamente por árabes y musulmanes tienen sus cielos patrullados por aviones no tripulados hasta el punto de que los niños allí «temen los cielos azules». Incluso en la diáspora, desde Francia hasta Alemania y Estados Unidos, los partidos gobernantes oficiales emiten decretos que atacan y violan específicamente nuestros derechos fundamentales.

Este es el telón de fondo de todas las opiniones sobre los árabes y los musulmanes y su resistencia. Es en este contexto, de opresión, destrucción y odio casi universal, donde se generan las respuestas a nuestras maniobras políticas de independencia. A pesar de la fe inquebrantable de Occidente en su «racionalidad», hay que decir que no se puede entender adecuadamente a alguien a quien no percibes como plenamente humano.

Por ejemplo, después del 7 de octubre, personas racionales nos sometían a mí y otros árabes a un montón de preguntas sobre las violaciones masivas y las decapitaciones de bebés. Incluso antes de ahondar en los hechos del asunto, me quedé atónito ante la credulidad de estas personas. ¿Por qué crees que Shani Louk fue violada? ¿Simplemente porque estaba escasamente vestida y cerca de hombres árabes? ¿Es eso todo lo que se necesita? ¿Por qué crees en la decapitación de bebés, incluso conceptualmente? ¿Por qué creerías que un acto así, que no tiene ningún propósito político o militar, sería llevado a cabo por combatientes obviamente muy entrenados y disciplinados?

Se trataba de una ingenuidad extrema o de un racismo abyecto. En cualquier caso, incluso en personas bien intencionadas, se trazó una línea de demarcación. Una línea que no era entre «izquierda» y «derecha», sino entre aquellos que asumen que cada palabra que se dice sobre un árabe en los medios occidentales es una mentira, y los que no.

Ingenuamente esperaba algo mejor de la izquierda occidental, a pesar de que llevo toda mi vida en Estados Unidos, y nada me ha dado pruebas de lo contrario. En verdad, no debería sorprenderme que esta misma deshumanización se esté llevando a cabo. El espectro político estadounidense, dividido entre reaccionarios, liberales e izquierdistas, está unido en no reconocernos como agentes políticos plenos con una estrategia y una historia que rivalizan, y a veces incluso superan, las suyas. Si bien esto es lo que se espera de otros, uno esperaría una posición notablemente mejor de la izquierda.

Esta posición tiene ecos en el abandono del FLN en Argelia por parte de la izquierda francesa y en su lealtad servil al régimen colonial, pero su carácter fundamental es diferente. Para entenderlo tenemos que ir a uno de los puntos más repetidos de Omar:

En última instancia, la búsqueda quijotesca de la izquierda occidental de una alternativa progresista secular a Hamas pasa por alto un hecho simple: en esta particular coyuntura histórica, las fuerzas políticas que todavía se aferran y lideran una agenda de resistencia no son de la izquierda secular.

Me extendería en esto para decir más, que la búsqueda de la izquierda de un movimiento de resistencia no árabe y no musulmán desmiente el hecho de que el centro de la revolución mundial ha estado lejos de Occidente durante mucho tiempo. Desde la caída del Muro de Berlín, la resistencia ha pasado de estar insertada en el tejido de la sociedad occidental a ser algo que proviene predominantemente del exterior. La izquierda occidental, en su arrogancia colonial, se niega a aceptar este hecho, y menos aún la noción de que, si hay un centro revolucionario, sería Oriente Próximo.

Incluso entre aquellos que aprecian este centro revolucionario, a menudo se nos trata como una especie de bestia furiosa. Tenemos un poder apreciable, sin duda, pero carecemos de ideas significativas. Estas son las personas que observarán nuestras hazañas militares con gran entusiasmo, pero bostezarán ante las impresionantes hazañas de la formación de coaliciones, el lento ascenso al equilibrio estratégico durante décadas y la acumulación constante de infraestructura de resistencia en la región más asediada y bombardeada del mundo. Solo una izquierda arrogante que se niega a aprender de aquellos a los que considera «inferiores» podría ignorar estas hazañas monumentales.

El hecho es que, si bien tenemos muy pocos ejemplos de una tendencia contrahegemónica que se cohesiona en una fuerza política, la mayoría están en Oriente Próximo y ninguno en Occidente.

Una izquierda humilde se daría cuenta de que la organización estudiantil política más activa en casi todos los campus de los EE.UU. no es un club socialista o un grupo autónomo, sino un SJP (Estudiante de Justicia en Palestina). Pero nuestra arrogante izquierda está comprometida con la falta de voluntad de aprender y, Dios los perdone, a ser dirigida cómo súbditos del imperio colonial.

Omar termina su ensayo con la descripción de Hamas como una entidad política enérgica que ha aprendido astutamente de los errores de su predecesora, la OLP, tanto en la guerra como en las negociaciones. Ha invertido meticulosamente sus recursos intelectuales, políticos y militares en la comprensión de «Israel» y en su centro de gravedad psíquico. Y que, nos guste o no, Hamás es ahora la principal fuerza que dirige la lucha palestina.

A nadie en Occidente le gusta esto. Esta descripción es exacta y  absolutamente incompatible con la visión occidental de «El Árabe» en su totalidad. La batalla contra la arrogancia occidental ha sido una guerra abierta y de múltiples frentes durante al menos 30 años. Las fuerzas más exitosas y sofisticadas en esta batalla han sido árabes y musulmanes. Cualquier esfuerzo para cambiar eso, para reemplazar esta fuerza por una que sea más secular o internacional, debe comenzar con esta comprensión.

Hasta que esto suceda, hasta que nosotros, como pueblo, seamos vistos como algo más que simples bárbaros, nuestros méritos no serán comprendidos, nuestros éxitos no serán replicados y nuestros logros no serán superados.

Fuente: Al Mayadeen English

https://english.almayadeen.net/articles/blog/the-battle-against-western-arrogance