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¿La cultura crea la conciencia? ¿Y al revés?

Fuentes: Rebelión

«El poder nunca da un paso atrás solo ante más poder.» -Malcolm X

La raza importa, pero como maldad social. Acá en el Ecuador. Y no es ningún malaire aquello que estimula a grupos racistas ecuatorianos realizar sus acciones en ciudades ecuatorianas. A esos grupos les sale del forro aplicar su perversión a la gente negra, en palabra y obra. Ahora ya es batalla cultural. Hay cantidad de pequeños episodios que las personas racializadas sancionan erróneamente con la indiferencia. Ilustremos con algunos casos menores: el seguimiento descarado de guardias a cualquier persona afroecuatoriana en los supermercados; la evidente tensión grupal causada por una persona negra por estar en el “sitio equivocado”; el continuo abuso a jóvenes negros por los organismos de seguridad pública en sus operativos, la diferenciación despectiva de la geografía urbana entre barrios “buenos” y “malos”; y una serie de actos en el transporte público, restaurantes, estadios, etc. Pero están las de mayor impacto decisivo para las comunidades: bajísima calidad de la educación y salud públicas, altísimo nivel de desempleo y ahí llegamos a la provincia de Esmeraldas. El lugar si no de todas las carencias de la mayoría, con el espectacular subidón en el último septenio.  

Hay que decirlo: uno de los buenos momentos políticos para la provincia fue el decenio de gobierno de Rafael Correa y la administración municipal de la capital provincial de Ernesto Estupiñán Quintero. A pesar de sus desencuentros partidistas y personales. (No hay felicidad completa). Ernesto Estupiñán fue el primer alcalde afroecuatoriano (2000-2014), por elección directa, en uno de los municipios más antiguos del Ecuador. Fue creado el 25 de junio de 1824, por el Congreso de la Gran Colombia, como reconocimiento a las luchas anticolonialistas de las comunidades negras e indígenas, aunque en las lecturas panegíricas de festividades solo se habla de cuatro o cinco “super guerreros”. Más o menos siempre es el mismo chorro de baba. Hasta no hace mucho tiempo y por décadas las autoridades gubernamentales eran enviadas de otras ciudades (a veces como castigo familiar o partidista y otras para fortalecer la apropiación de los bienes agrícolas y mineros por las oligarquías de Quito o Guayaquil).

Esmeraldas es la evidencia social y económica de aquello que se categoriza como colonialismo interno. Su punta de diamante (no de esmeralda) es el racismo en toda su amplitud ideológica: biológica, cultural, social y político-partidista. Ocurre a izquierda y derecha. Aunque, debemos admitir, hay lineamientos excepcionales.

Podrían decir que es especulativo, pero la ofensiva racista abierta y sostenida se da al término del último periodo alcaldicio del hermano Ernesto Estupiñán; empezó con la cancelación del Festival Internacional de Música y Danza Afroecuatoriana. Un linchamiento cultural y epistémico a las comunidades afroamericanas. Al festival llegaban delegaciones artísticas y también personalidades académicas de México, Colombia, Perú, Estados Unidos, Brasil, Bolivia, Venezuela, Benin, Nicaragua, Martinica, Puerto Rico, entre otros. El actual Alcalde proclamó a grito pelado y en público: “¡el nunca más la Marimba!”. Si es verdad natural que la cultura crea la conciencia, resulta que perversamente acertaron: desaparecieron la Biblitoteca Adalberto Ortiz, la Sala de Estudio Juan García Salazar, la Plaza Cívica Nelson Estupiñán Bass es desatendida en el necesario y habitual mantenimiento, en la ciudad no hay una sola biblioteca pública ni librerías, nada, todo aquello que se refiera a la cultura afrodescendiente desaparece. Racismo epistémico con todas sus dañinas consecuencias. Este racismo ahora es la continuidad de otros tiempos que fueron igual de malos, pero con una diferencia, cimarrónica y todo, esta vez no se tolerará el racismo según como se exprese y practique. Se caldea el antirracismo como un hervidero de dignidad.

La topinimia del espacio público de la ciudad de Esmeraldas es de otros lugares, en su totalidad. En esta extraña toponimia, apenas hay referencias a personalidades afroecuatorianas, mujeres u hombres. Uno o dos nombres quizás. Invisiblización toponímica total. Y la actual administración municipal racista consideró que llegó el momento de tumbar el monumento a Jaime Hurtado González[1]. Comenzó en una alcaldía anterior, pero parece que le faltó decisión o tiempo, ¡quién Dios sabe! La justificación para el derribo de la estatua de este Cimarrón Mayor de las comunidades negras americanas es para colocar una vaina rara de fábula griega sobre unas esmeraldas. Un revuelto incomprensible de todos lados. (Por favor, no se rían, que es muy seria esta idiotez). Y en esas estamos, mientras ciudad y provincia parecerían el resultado de una guerra; aquello que no está mal es porque está peor. Ecuador se va por el desbarracandero total y Esmeraldas también, pero nuestra provincia va más acelerada.

¿Qué hacer entre tanto? El cimarronismo colectivo e individual tiene la tarea impostergable de crear esa masa crítica transformadora para enfrentar el racismo estructural e institucional en el cantón y en la provincia. O sea el antirracismo amplio y formidable. Aun del país, porque éstas no son acciones aisladas. Crear y fortalecer comunidades antirracistas en alianza con toda la diversidad cultural ecuatoriana y de las Américas. Denunciar por todos los medios posibles y en todos los foros a las autoridades racistas de Esmeraldas y sus aliados en el país. El silencio y la inacción comunitaria acentuaría nuestra victimización y sería ofensivo para nuestras ancestras y ancestros combatientes. Axê.    

Notas: 

[1] Referencias en: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/articulistas/15/la-andadura-de-jaime-hurtado

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