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Un buen y justo desquite

Sin bolas no se puede

Fuentes: Rebelión

Asumo -y me divierte- la estética política de la estatua de Donald Trump, que acaba de ser retirada de la vista pública, por la municipalidad de Nueva York. Es la última acción plástica del Colectivo INDECLINE.

Maestro de aula, además de la fuerza estética y política que siento que expresa la estatua-caricatura por sí misma, incluido el divertimento que me proporciona, me interesa proponer la reflexión sobre los contrarios dialécticos presentes en este acto retador de moralidades y perspectivas.

El respeto

Al Presidente Fascista hay que combatirlo con la ética y la filosofía martiana y fidelista en que nos hemos educado, con las razones patrióticas y civilizatorias que sustentamos. Denigrar su cuerpo no es el camino. Debe primar un mínimo de respetó por el individuo que, aún votado desde el engaño mediático y la cruenta enajenación con que viven millones de estadounidenses, ostenta la representación formal de una nación. Sustento que no debemos sumarnos a los métodos desmoralizantes. “No tengo en mi memoria -reflexionaba recién un colega de la UNHIC- a Fidel Castro ofendiendo o denigrando a un enemigo».

Lo correcto y lo incorrecto

Considero que existe una línea divisoria -una frontera porosa diríamos mejor-, entre la grosería, el impudor, y no pocas manifestaciones y herramientas de la resistencia y la protesta anti sistémica, actos y productos cuya filosofía y expresividad no siempre se hunden en los más fértiles sustratos de las culturas populares.

Sin dudas este que refiero es un tema polémico. Complica más, el hecho histórico de que el establecimiento a escala social de “la autoridad” de lo moral, lo ético y lo políticamente correcto, se ha prestado para excesos, exclusiones y abusos desde las derechas y las izquierdas.

Defiendo que debe existir una autoridad de consenso, y que el límite en última instancia lo coloca cada persona desde su propia cultura, responsabilidad ciudadana y circunstancias. Y quien suscribe, nacido y criado en Centro Habana, ciudadano hace cuatro décadas de El Canal del Cerro, siente y piensa el acto de INDECLINE como correcto.

INDECLINE

Es un colectivo artístico de activistas anónimos, responsable de algunos de los actos de desobediencia creativa más publicitados de los últimos años. Compuesto por docenas de miembros activos, desde grafiteros, artistas, cineastas, poetas y rebeldes a tiempo completo, el colectivo utiliza varios medios y la propia la ley estadounidense para, satirizar, provocar, entretener y crear un diálogo abierto en torno a algunos de los problemas más acuciantes del mundo y de la política y sociedad del país norteño.

Lo simbólico popular:

La estatua de Trump desnudo en sus 43 pies de alto, se aparta radicalmente de lo obsceno. Un misógino, machista y sexista consumado, mal dotado y “sin huevos” resume explícitamente el mensaje de la obra.

Bien sabemos, es el caso, que la vagina y los testículos asumen representaciones simbólicas desde los más remotos tiempos de la antigüedad. Y la estatua subrayar lo que leyó mi sabio amigo Pantaleón: “Sin bolas no se puede -por mucho que presumas- ser Emperador o Dios, aquí, allá o acullá…!»

Mis estimas y cariños neoyorquinos

El incidente de la estatua me trae, además, mis recuerdos de cubano residente en la Isla -procastrista-, acogido con mucha solidaridad y estima por amigos neoyorquinos. De entre todos y todas, la hospitalidad y combatividad de mi amiga profesora Susan, hija ilustre y orgullosa de su Brooklyn, y de la profesionalidad y fraternidad de Susan, profesora de la Universidad Municipal de Nueva York, la City University of New York (CUNY).

Siento en “la estatua-caricatura” de INDECLINE, desde la clandestinidad que necesariamente los envuelve, la inteligencia emocional y la picardía de un artista boricua, dominicano… de Corona, East Harlem, Washington Heights, Jackson Heights, Sunset Park, u otro de los barrios latinos de la populosa urbe.

La CUNY

En la Universidad Municipal pude disfrutar del calor, las esperanzas y la magia de muchos de sus jóvenes, allá y sobre todo aquí, cuando nos visitaron en una movilidad estudiantil, los vi, de inmediato hermanarse con mis estudiantes de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. Asombrados “de la dictadura castrista”, abiertos al diálogo y el aprendizaje, no tardaron en sumergirse alegres y confiados en el mejor tejido juvenil habanero…

La CUNY apoya a los migrantes, y cuando los visité tenían en sus aulas a “indocumentados” en espera… Ojalá que para el hoy, a la llegada del Emperador Fascista y su corte de racistas, muchos hayan logrado legalizar la residencia…

Pero de seguro… ahora mismo, andan de escondidas y temores, otros muchos jóvenes indocumentados, sus brothers, padres, familiares y amigos… Y afirmo que la estatua del Poderoso “en cueros” y bromeado es un buen y justo desquite.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.