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La orquesta del Titanic

Fuentes: Rebelión

He defendido la teoría originaria de la Solución Política al conflicto Interno colombiano (que ya es externo) por todos los medios hablados y escritos durante más de treinta años; 24 de ellos en el exilio europeo impuesto por la persecución paramilitar y contrainsurgente del Estado Colombiano que fue tomado, blindado y convertido en un bunker nazi indestructible, durante los 20 años del llamado Uribato (8 años del caballista Uribe, 8 años de Mr. Santos y 4 más del esteatopígico Duque). Teoría dialéctica, que es totalmente diferente a la estrategia oficial unilateral de las simples “negociaciones” de paz.

Igualmente consideré algo muy positivo para el conjunto general del Pueblo colombiano   el Acuerdo logrado en la Habana en 2016 entre las Farc-Ep y el Estado, apartándome de la perfidia e hipocresía y los entrampamientos a excombatientes realizada por el gobierno de Mr. Santos, que se hicieron para modificar el texto y desvirtuarlo completamente con el fin apresurado de desarmar y liquidar la “principal amenaza que se cernía sobre ese Estado”.  Seis años después de aquella firma, en 2022, saludé la promesa presidencial de Petro de cumplir a cabalidad el texto firmado, así fuera con las enmendaduras hechas por el gobierno de Mr. Santos y me negué a considerar esa promesa como populista o demagógica. Cité el viejo refrán de la tradición marxista que dice que “a los hombres hay que evaluarlos por lo que hacen, no por lo que dicen”.

Pasados tres años largos del gobierno del auto llamado progresismo de Gustavo Petro, la tele espectáculo electoral del consejo de ministros celebrado este martes 04.02, en horas pico de audiencia, mirado por millones de telespectadores atónitos de ver cómo la orquesta del Titanic, entre juramentos de amor y lealtad hasta el final, intentaba seguir tocando su musiquilla triste y premonitoria mientras le llegaba el agua helada al cuello. Exhibió un espectáculo demasiado intenso a una teleaudiencia alienada o embobada con las “narco telebobelas” y culebrones de Caracol y RCN, que no pudo pasar desapercibido para nadie.

Mucho menos para quienes hemos defendido con ahínco la Solución Política al conflicto y las trasformaciones radicales o de fondo al Bunker Contrainsurgente en que se ha convertido el Estado colombiano, que le está dando la razón a quienes, también desde años, vienen sosteniendo que el Estado colombiano se ha convertido en el “Israel de América Latina”.

Probablemente el único que debió mirar con alegría este entretenimiento debió ser Mr. Santos, con un vaso de “bourbon on the rocks” y con lágrimas de Júbilo inmortal, como cuando desde el club donde desahogaba su ludopatía ordenó con frialdad aristocrática, al francotirador profesional contrainsurgente, dispararle al derrotado herido y casi ciego Alfonso Cano en la arteria femoral, donde no alcanza el chaleco antibalas, no deforma la cabeza para su identificación y es muerte segura.

¿La razón? Es sencilla. El hundimiento del Titanic petrista, irremediablemente pondrá en manos de Benedetti, Roy Barreras, Cristo y la señora Sarabia, es decir en manos de Mr. Santos, los ingentes recursos del gobierno de Petro, lo que resta de campaña electoral hacia las elecciones del 2026, consolidando la absorción sistémica del llamado Pacto Histórico;  mientras se pone al YA ex presidente, a seguir elucubrando sobre la dialéctica de Hegel entre corruptos y no corruptos; sobre el aquí y allá de Facundo Cabral y el humanismo de “centro”, que pronto se tomará el Sistema-Mundo del capitalismo actual enfrentando verbalmente el MAGA, de la dupla Mr. Trump-Mr. Rubio.  

Sin embargo, se debe considerar que el Titanic petrista, tampoco se hunde como cae como un rayo en la mitad del cielo sereno. Está precedido de varios acontecimientos de vieja data que convirtieron la cantidad enorme de desaciertos, corruptelas, favoritismos, chantajes y amiguismo gubernamentales en calidad política y que, afloraron descarnadamente este martes en el mentado consejo de ministros.

También, determinado o influido por varios hechos geoestratégicos y geopolíticos regionales: El primero de ellos que enmarca el resto, es el ascenso a la presidencia de los EEUU de Mr. Trump, que ya mostró al mundo con hechos concretos sus decisiones imperialistas. El presidente Petro, su favorita nueva canciller, su embajador en Washington, el ex canciller Murillo, ya lo han vivido en carne propia, mostrando al mundo el aspecto más regresivo del gobierno, como en los tiempos de los encomenderos del siglo XVI, que “el rey reina, pero no gobierna». O mejor, como quedó claro en el espectáculo, según cifras del mismo presidente, se le obedece, pero no se cumple.   

Un segundo elemento real es que, tal y como lo solicitó en pleno el Bloque de Poder Contrainsurgente dominante en Colombia, (BPCi) NO se dio la invasión imperialista internacional a Venezuela para derrocar al presidente legítimo y legal Nicolás Maduro el día de su posesión presidencial y poner en su lugar al decrépito títere Edmundo González. La revolución Bolivariana venezolana, sigue su curso de masas, profundizando y perfeccionando con gran alegría su democracia directa, poniendo por encima de todo la doctrina Bolivariana e influyendo decisivamente en todo el continente. Como lo demuestra la ampliación de su control efectivo sobre la compleja frontera colombo venezolana, lo que  ha alterado radicalmente los planes contrainsurgentes y la llamada seguridad del Estado colombiano,  miembro de la OTAN y plagado de bases estadounidenses; precipitando los enfrentamientos  contrainsurgentes  y narco paramilitares que dieron como resultado las acciones del Ejército de Liberación Nacional, llevando a la ruptura del proceso de paz con ese grupo, a la total alteración del obsesivo “Orden Público”, y prácticamente, al fracaso de uno de las más importantes promesas gubernamentales como era el de la Paz Total.  

Y un tercer elemento, por lo demás muy desolador es, la gran inconformidad social y popular que existe con el gobierno petrista, como señaló directa y de manera muy contundente la vicepresidenta Francia Márquez, cuando hablando con la gente de a pie le dicen de manera desconsolada que, antes, estaban mejor; pues lo único que se nota ahora es, la entrega de sus territorios a las multinacionales y a los despojadores y acaparadores de tierras.

Finalmente, ha quedado claro que el proyecto progresista del Pacto Histórico, sustentado por Petro, tal y como el mismo presidente lo dijo en forma demasiado cruda y expresiva con las manos, poniendo fin a tantas elucubraciones ilusas de paniaguados y consejeros que se reclaman de izquierda: Su proyecto no es de izquierda, ni de derecha, ni de aquí, ni de allá, sino de un centro “humanista” y por eso su partido se llama “Colombia Humana”.  

Con todo, el espectáculo del consejo de ministros del martes en comento, que puso patas arriba el símil gastronómico con que el flaco Bateman comparó la copia atroz y pobre de su proyecto tupamaro colombiano del M19, con un sancocho costeño. Tal Vez merezca una imagen gastronómica parecida: un sancocho en manos de un “mágico” cocinero costeño, para su exquisitez debe cocinarse a fuego lento y su esencia consiste en que los abundantes ingredientes se deslían o se deshagan en la cocción, logrando una mezcla excitante al paladar del gourmet. En contradicción (no hegeliana es decir materialista), la fritanga santafereña, se caracteriza porque los ingredientes están expuestos al público y, a las moscas sobre una mesa bruñida por la manteca segregada por las vísceras animales, cada una conservando su propia identidad separada, sin mezclarse ni fundirse: el bofe aparte de la chunchulla, la morcilla, separada de las costillitas, la pajarilla o bazo apartado del chicharrón peludo y así sucesivamente. No hay fusión de ingredientes y ningún gourmet la quiere, ni la necesita su metabolismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.