“La función del periodista ahí es frenar ese movimiento de huida, restituir la palabra donde puede haber un vacío representacional y silencio”, Marcelo Viñar
“Cartel del exterminio en Jalisco”: secuestrados y calcinados”; “Esta la verdad, la historia del horror en que se ha convertido México”; “Esto es una pesadilla, es el infierno”; “México está lleno de campos de exterminio”, “El horror de Teuchitlán fue posible …”; “Yo vi los hornos en persona” y “Lo obligaron a comer carne humana”.
Estos son sólo algunos de los titulares con los que La Saga, un canal de Youtube, y otros medios mexicanos e internacionales han informado a partir del descubrimiento del Rancho Izaguirre en Teuchtitlán, que significa lugar dedicado a la divinidad, en Jalisco. El Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, que busca a sus desparecidos, reportó el hallazgo de restos óseos, hornos crematorios y cientos de pares de zapatos deportivos en este lugar donde eran entrenadas, personas llevadas allí con promesas falsas de trabajo, y otras de manera voluntaria, para cometer diversos crímenes. La versión del campo es desmentida por el gobierno mexicano, en cabeza de su secretario de seguridad Omar García Harfuch, desmiente, lo cataloga como un centro de adiestramiento de Cartel Jalisco Nueva Generación.
Más allá del debate, entre la institucionalidad y los colectivos de buscadores de desaparecidos, sobre las actividades que se llevaron a cabo en este Rancho, ubicado a tan sólo una hora de Guadalajara, capital del Estado de Jalisco, este breve análisis está inspirado en una pregunta que me hice años, y que le trasladé al médico y psicoanalista uruguayo Marcelo Viñar mientras cubría el conflicto armado colombiano y los diálogos de paz en la Habana (Cuba) tras mi regreso a Colombia luego de siete años en Canadá.
Motivada por mi papel en medio de ese proceso y consciente de mi responsabilidad y mi propia credibilidad compartí mis inquietudes con este experto, quien con brillantez me recordó la posibilidad que los periodistas formados en las aulas, como es mi caso, y quienes ejercen de manera empírica, tenemos para que ese caos que es la realidad de países como México y Colombia sea presentada sin causar lo que él describió como la fascinación inicial provoca el horror, y luego el espanto.
Pedagogía de la crueldad
Durante un mes, entre marzo 11 y 15 de abril, vi las transmisiones en Youtube de la Saga de la periodista mexicana Adela Micha, para concluir que, paradójicamente, aunque su propósito es denunciar la violencia sistemática, asesinatos, reclutamientos y desapariciones forzados, y destacar la valentía y la lucha por parte de los familiares de los desaparecidos, sus transmisiones logran el efecto contrario: amplifican los crímenes y la “narco cultura” que cuestiona y desearía que acabara en su país.
¿Por qué ocurre esto? Al analizar sus emisiones es fácil identificar una narrativa que abusa de los adjetivos calificativos, apela a las emociones del público con expresiones recurrentes como: “horror”, “infierno”. Con este tipo de expresiones configura lo que la socióloga Rita Segato denominó Pedagogía de la Crueldad2 a “los actos que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo (…) la repetición de la violencia produce un efecto de normalización de un paisaje de la crueldad y, con esto, promueve en la gente los bajos umbrales de empatía indispensables para la empresa predadora” (Segato, 2018).
Al escuchar y ver el lugar de enunciación elegido en La Saga vemos como esto contribuye a naturalizar lo que ocurre, más que a la toma de conciencia, puesto que la constante alusión a los vejámenes a los que son sometidos las personas atraídas por las falsas ofertas laborales y, en otros pocos casos voluntariamente, por parte de los carteles de la droga como Los chapitos, El Cartel Jalisco Nueva Generación engrandecen sus voces y su accionar delictivo con sus informaciones que describen, en detalle, la sevicia con la que operan.
Una muestra de ello fue la emisión del 15 de abril: “El CJNG tira cuerpos y lanza advertencia contra el gobierno de Puebla” donde incluso mencionan los “narco mensajes” y sus “ofensivas barredoras” y sembrando el miedo en los eventuales visitantes de la Feria de Puebla 2025 que se llevará a cabo entre abril y mayo de este año.
Dicha emisión no sólo incluyó imágenes de los operativos, los gritos y como se llevó a cabo un secuestro, sino que además destacó el éxito alcanzado por este cartel CJNG, por sus siglas en español, viralizados en redes sociales y visibilizados en su canal.
Al hacerlo incurre en la contradicción porque La Saga -en cabeza de su directora- ha expresado en sus emisiones que los narco corridos no son la causa de la “narco cultura” sino una consecuencia de esta, puesto que hace alusión al estilo de vida de los carteles. Este canal ayuda, sin proponérselo, a divulgar su poderío al dedicar una y otra vez editoriales y programas enteros a ellos ¿cuántas emisiones más con expertos, grupos de búsquedas de desaparecidos y cuántas editoriales sobre el campo de exterminio hallado son necesarias para recordarle al pueblo mexicano y a Latinoamérica la espiral de violencia que afecta a México? ¿Pueden incurrir los medios en lo que ella y una de sus invitadas llama Narco Propaganda?
La repetición constante de estos mensajes no aumenta la empatía, la disminuye por la sobre exposición, desconecta a las personas y logra lo que Segato explicó en estas palabras: “el capital hoy depende de que seamos capaces de acostumbrarnos al espectáculo de la crueldad en un sentido muy preciso: que naturalicemos la expropiación de la vida, la predación, es decir, que no tengamos receptores para el acto comunicativo de quien es capturado por el proceso de consumisión” (2018, p.14).
¿Necesita dedicar más de un mes con esta forma sensacionalista de presentar los hechos? Es claro que la directora del canal no es simpatizante del partido Morena, en el poder, y liga esta violencia a su “desgobierno” como si en los mandatos anteriores no hubiera existido este problema, pero ¿denunció con la misma vehemencia esto durante las administraciones o guardó silencio durante los sexenios de Calderón y Peña Nieto? Esto lo pregunto como periodista profesional colombiana-canadiense y no simpatizante de ningún partido político ni en Colombia ni en el mundo.
¿A caso no se da cuenta de que no siempre mostrar es concientizar y que lo que ha hecho durante el tiempo que seguí su canal, es darles una visibilidad gratuita a los delincuentes exponiendo hasta el cansancio su estilo de vida, las tareas que deben realizar las personas reclutadas e incluso las maneras en que son invitadas a hacer parte de estos grupos a través de grupos de WhatsApp o TikTok y la forma en que asesinan a sus propios amigos y aludir al ascenso social que estos prometen si se integran a ellos?
Como ciudadana y como comunicadora social y periodista encuentro agotador y perturbador la exposición recurrente a estas imágenes, acciones, contenidos y titulares amarillistas, aunque lo haga con el afán de denuncia porque al hacerlo así termina normalizándolo y no aminora el impacto de esa violencia y quizás, por el contrario, podría llamar la atención de jóvenes y adultos que sientan atracción por el poder de estos carteles amplificado en este canal. ¿Existen otras formas de contar lo que pasa? La respuesta es sí, por supuesto.
El periodismo, en ejercicio de la función social, a la que se debe, está llamado a generar escenarios de escucha, a no caer en la facilidad de las categorías atribuibles a individuos y grupos, y a representar, en su justa medida y sin crudeza la actualidad. Además, tiene en sus manos la posibilidad, especialmente teniendo en cuenta el alcance de un canal como este, con un número importante de seguidores y miles de vistas por programa, de utilizar contra narrativas que no engrandezcan el accionar violento, y que permitan poco a poco cambiar los imaginarios sociales creados a partir de la producción de noticias. En un escenario ideal podría contribuir a buscar alternativas, formas creativas de resistencia en cabeza del pueblo mexicano que se destaca también por su solidaridad, creatividad y resiliencia para desafiar la realidad que los aqueja hace ya varias décadas.
Notas
1 Texto de la autoría en Literariedad https://literariedad.co/2015/07/12/el-testimonio-crudo-es-obsceno-marcelo-vinar/
2 Segato, Rita. Pedagogías de la Crueldad. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/9517d5d3-4f92-4790-ad46-81064bf00a62/pedagogias-de-la-crueldad
Johana Fernanda Sánchez Jaramillo. Animal-humano, hembra senti-pensante. Doctora en derecho, abogada, comunicadora social y periodista. Activista académica por los derechos del animal humano, de los demás animales, de la Madre Tierra y de los pueblos indígenas. Autora de Los animales como sujetos de derechos, una categoría jurídica en disputa (2023), y Los derechos de la naturaleza y su repercusión en la defensa de Katsa Su del pueblo awá en Nariño (Colombia) (2024) ambos de la Editorial El Rosario.
@Fernandaresearchs
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.