Y lo acaban de matar de nuevo. Pero de mentiritas, como las seis o siete veces que ya lo han matado, rematado y contramatado. Dos veces muerto en un mes. La semana pasada otro comunicado encendió las redes sociales anunciando la muerte del guerrillero más perseguido del país, Iván Lozada, a quien los medios llaman “Mordisco”. Esta vez el comunicado falso fue presuntamente escrito por la facción de Calarcá, que según dice la población de Caquetá, Meta y Guaviare, anda con el ejército a la caza de las guerrillas farianas de Lozada. Como las guerrillas de paz después de la Violencia, como limpios contra comunes en esa época, el gobierno hoy utiliza a ex guerrilleros como la avanzada contrainsurgente. Detrás de ellos vienen como siempre los gringos. Las agencias de inteligencia de Estados Unidos colaboran abiertamente con Petro para asesinar a un colombiano, y las tropas de élite que le dan búsqueda son todas entrenadas en Estados Unidos. Ya sabemos por qué Petro, con su anti imperialismo de boca, no sólo le sigue colaborando a USA con sus bases, si no que les ha ofrecido otras nuevas como en Gorgona. Como con su pelea con Trump por los extraditados, Petro habla duro sobre USA cuando está borracho, y agacha la cabeza cuando se pone sobrio.
Andan como perras en celo detrás de Lozada. La doctrina contrainsurgente del estado goza de buena salud bajo el primer presidente de izquierda de Colombia. Petro le dice Salam Alaikum a Uribe Turbay, víctima de un atentado muy sospechoso y que le deseo pronta recuperación: eso es un deseo de paz en árabe, porque Petro es un cachaco con síndrome de personalidad múltiple, un día se cree costeño, al otro se cree árabe. Pero mientras le desea paz a un uribista, Petro le desea intensamente la muerte a un revolucionario de verdad como Lozada. ¿De dónde viene ese odio tan profundo hacia la izquierda revolucionaria? Algunos dicen que es sorprendente tanto odio viniendo de un ex guerrillero.
Pero examinemos más de cerca qué guerrilla fue la que militó, el M-19. El M-19 fue una facción patrocinada por sectores de la élite bogotana, con la que intentaron dividir a las FARC de Marulanda. A los gomelitos socialbacanos como Pizarro las FARC se les hacían muy llenas de patirrajados, muy campesinos para ellos, les olían a pecueca. Por eso el imperialismo, maestro en manipular, dividir y vencer de esa manera, patrocinó a la “guerrilla buena”, al M-19, con amplio respaldo entre los medios de comunicación, para debilitar a la guerrilla revolucionaria. Por eso el M-19 dividió a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, una oportunidad perdida para la justicia social en la década de 1980. Aunque hay quien diga que Petro apenas era el mandadero de Pizarro, aprendió muy bien la lección y hoy día sigue haciendo lo mismo que hizo en su época de seudo guerrillero: hoy se ha dedicado exitosamente a destruir y manipular a todas las guerrillas y movimientos armados, identificando a los elementos decadentes para sobornarlos con procesos de paz exprés que solamente beneficiarán a sus cúpulas. El resto seguirá en guerra. Como su anti imperialismo, las credenciales de izquierda de Petro son eso, pura boca.
No se dan cuenta que con cada vez que lo matan los medios y los comunicados de su ejército (el oficial, y ahora también el ejército para oficial), Lozada se hace un poco más grande en los ojos de ese campesino que no tiene nada que perder más que la finquita. No se dan cuenta que cada vez que lo matan, la leyenda del guerrillero Mordisco crece un poquito más en los hogares humildes de Colombia. Y sobre todo, entre las filas guerrilleras, crece un poco más la convicción en la dirección de Lozada, quien pareciera ser el último bastión guerrillero que no está dispuesto a cambiar la justicia social y las ideas del programa de Marquetalia por un plato de lentejas. Petro pasará a la historia como el presidente que le abrió las puertas al regreso triunfal del uribismo. Sus mentores del eme son apenas un vago recuerdo de unos cuchos socialbacanos sin ninguna influencia sobre los movimientos populares de Colombia. Si algún día le llega la muerte a Lozada, la única certeza en esta vida, será con las botas puestas. Como un revolucionario de verdad, no como un revolucionario de boca que termina haciendo favores a gringos y al uribismo. En ese momento, la leyenda de Mordisco se hará aun más grande y entrará al panteón revolucionario donde están figuras de la estatura de Marulanda, Arenas, Cano y el Mono.
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