Recomiendo:
1

La nueva izquierda y el Papa

Yolanda Díaz Papa Francisco
Fuentes: Mundo Obrero [Imagen: Yolanda Díaz, con el Papa Francisco. Créditos: Vatican Media]

Los «excomunistas» italianos como D’Alema ya rivalizaban en los años 90 por demostrar su buena relación con el papa, a pesar de que entonces era el anticomunista Karol Wojtyła.


El fallecimiento del papa Francisco despertó tal número de alabanzas y elogios a su figura provenientes de la progresía política, que algunas personas parecían estar iniciando prematuramente el proceso de beatificación del pontífice, adelantándose a la propia Iglesia católica, apostólica y romana. Quién sabe. Hoy cierta izquierda está tan diluida y rosa que incluso podría llegar a proponerlo. No en vano, el italiano Massimo D’Alema, padre espiritual de la vieja nueva-izquierda, ya declaró en 2018 que Bergoglio era «el mejor líder de la izquierda mundial». Y D’Alema es una autoridad en el tema, porque los «excomunistas» italianos ya rivalizaban en los años 90 por demostrar su buena relación con el papa, a pesar de que en aquellos tiempos era Karol Wojtyła, un polaco anticomunista y de las JONS.

D’Alema y los suyos habían destruido el Partido Comunista Italiano al ritmo de un cohete supersónico. Tan solo tres días después de la caída del Muro de Berlín, Achille Occhetto anunciaba que su dirección pretendía el acercamiento a la socialdemocracia europea, creando un cisma ideológico y político en la militancia del mayor partido comunista de occidente. Tardaron tres años en disolverlo y crear uno nuevo: el Partido Democrático de la Izquierda (PDS), reduciendo la hoz y el martillo de su logotipo a tamaño liliputiense. Por supuesto, Occhetto recibió los fervientes aplausos del Vaticano y, en 1993, el PDS fue admitido en la Internacional Socialista y en el Partido Socialista Europeo.

Los malos resultados en las europeas de 1994 precipitan la dimisión de Occhetto y la lucha por la sucesión entre Massimo D’Alema y Walter Veltroni, director de L’Unità. Veltroni es un declarado admirador de Bill Clinton y John Kennedy, y siendo alcalde de Roma nombra ciudadano de honor al papa Juan Pablo II. D’Alema triunfa y se afana en «reinventar la izquierda» articulando una amplia coalición de partidos llamada El Olivo. D’Alema frecuenta los programas de televisión insistiendo en que ya no es comunista, por si alguien aún alberga dudas. En 1998, convierte al partido en Demócratas de Izquierda (DS) tras la fusión de siete organizaciones y asume la rosa roja de la socialdemocracia como nuevo símbolo de su partido. D’Alema siempre ha manifestado su sueño de crear una gran organización socialdemócrata al estilo del laborismo británico.

Por fin, en octubre de 1998, D’Alema se convierte en el primer «ex comunista» en presidir un gobierno en Europa occidental. Asegura entonces que el capitalismo italiano debe «renovarse y hacerse más moderno y competitivo» mediante la «flexibilización a todos los niveles», pero deja bien claro que su gobierno avanzará en la creación de empleo mediante la reducción de la jornada laboral. Antes de tomar posesión del cargo, D’Alema agradece al papa Juan Pablo II lo que «ha hecho, hace y hará» por Italia, y cinco meses después le rinde pleitesía en el Vaticano, acompañado de su esposa y sus dos hijos. Ese mismo año justificará los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia señalando que la intervención es «necesaria e inevitable» y convirtiendo su país en el portaaviones de la OTAN para cometer sus crímenes de guerra. Manuel Vázquez Montalbán escribe entonces que D’Alema alcanza el gobierno «al precio de un importante desarme ideológico que las izquierdas posmodernas, llámense Blair, Felipe González o D’Alema, justifican mediante el dilema: predicar o dar trigo».

El Olivo estará activo hasta 2007, aunque sus componentes irán variando en función de las elecciones que se convocan en cada momento. En 2007, cautivo y desarmado el ejército rosa, se materializa finalmente la creación del Partido Democrático (PD), así, a secas. El posterior proceso de descomposición y disgregación en diferentes siglas y corrientes es tan difícil de explicar que haría falta una tesis doctoral para entenderlo.

Montalbán continúa en su tesis sobre D’Alema: «A la espera del trigo que las izquierdas puedan conseguir pactando con las derechas, lo cierto es que el ritmo histórico se ha puesto al paso de un swing lento, frente al rock and roll de la revolución de octubre de 1917, el pasodoble de la guerra civil española y el mambo número 10 de la revolución cubana. Tiempos lentos. Diríase que detenidos. Como esos veleros sin viento cuyo avance sólo perciben los tiburones».

El gran Montalbán no llegó a conocer, bendito sea, a las actuales izquierdas posmodernas. Pero la actual nueva-izquierda tiene planteamientos y comportamientos miméticos a los de aquella vieja nueva-izquierda. De aquellos polvos, esta Italia. ¿Y en España?

—Y digo yo… ¿aquí no haría falta una Revolución?

—Y luego, ¿por qué me lo preguntas?

Fuente: https://mundoobrero.es/2025/06/17/la-nueva-izquierda-y-el-papa/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.