Recomiendo:
1

Breve semblanza de Henry David Thoreau

Un místico con los ojos abiertos y atento a las congojas de sus semejantes

Fuentes: Rebelión

Henry David Thoreau descendía de hugonotes emigrados a América tras refugiarse en la isla de Jersey en el siglo XVII, y vino al mundo en 1817 en la pequeña Concord —a 30 km de Boston—, en una familia de granjeros con pensión en su casa y fabricantes de lapiceros. En la escuela, Henry aprendió latín, […]

Henry David Thoreau descendía de hugonotes emigrados a América tras refugiarse en la isla de Jersey en el siglo XVII, y vino al mundo en 1817 en la pequeña Concord —a 30 km de Boston—, en una familia de granjeros con pensión en su casa y fabricantes de lapiceros. En la escuela, Henry aprendió latín, griego, francés y ciencias diversas, y en 1833 se matriculó en Harvard, que no era aún el emporio de hoy, con ayuda de una beca. Cuatro años después consiguió la licenciatura, siendo en ese tiempo asiduo sobre todo de la biblioteca, la ribera del río y los campos cercanos a Cambridge, en los que descubrió más variedad de pájaros que en Concord.

El recién licenciado comienza a llevar un diario en el que refleja las ocupaciones y pensamientos de su vida, mientras para ganarse el pan imparte clases en la escuela pública del pueblo natal, pero su resistencia a emplear castigos físicos le obliga a presentar la renuncia. Trabaja entonces en la fábrica de lápices de la familia, en la que consigue fabricar productos de primera calidad gracias a sus conocimientos de química. En 1838 abre una escuela privada en casa en la que la docencia incorpora excursiones y un trato llano a los alumnos, aunque no exento de disciplina, que tiene gran éxito.

En 1839, Henry se enamora de Ellen Sewall y la corteja sin resultado por la oposición de la familia de ella. Dos años después se ve forzado a cerrar la escuela por la mala salud de su hermano John, que lo ayudaba en ella y morirá de tétanos en breve. Luego reside como jardinero y encargado de mantenimiento en la mansión de Ralph Waldo Emerson (1803-1882) y trabaja intensamente en sus escritos. Cuando Waldo, el hijo menor de su patrón, muere de escarlatina a los cinco años, Thoreau trata de consolar a su padre con una visión de la muerte como renovación y ley necesaria de la vida.

Emerson es la mayor influencia intelectual que nuestro protagonista recibe de sus contemporáneos. Su individualismo, inconformismo y búsqueda de una postura personal ante la realidad fueron decisivos en la formación de su pensamiento. No obstante, si Emerson era un teórico, Thoreau saca las conclusiones prácticas de sus teorías. Éstas, que se conocen como “transcendentalismo” pueden resumirse en una suerte de panteísmo humanista que persigue una conexión del hombre con la naturaleza, y al que se suma escepticismo ante un “desarrollo” que implicaba explotación y miseria. Las condiciones sociales notoriamente inmorales que observa, hacen a Emerson partidario de nuevas experiencias comunitarias capaces de forjar una organización más abierta y atenta a las necesidades genuinas del ser humano. A este respecto, Thoreau va a insistir en la importancia de una transformación interior previa al experimento social, que si no considera condenado al fracaso.

En el verano de 1845, Henry se establece en la cabaña que había construido junto a la laguna de Walden y allí va permanecer dos años y medio, cultivando un pequeño huerto y llevando una vida tranquila. Trabaja por entonces en dos libros, A week, relato de un viaje con su hermano John que termina convirtiéndose en una elegía, y Walden, que será su obra más aclamada. A week fue un fracaso editorial que le provocó deudas y sinsabores, y postergó la publicación de Walden. Con todo ello, acabó también distanciándose de Emerson.

En 1846, la negativa a pagar el poll tax (impuesto de votación) lleva a Thoreau una noche a la cárcel, y cuando se le pide que explique sus razones, escribe Resistance to Civil Government, que aparece impreso en 1849. Su paso por el calabozo le hace reflexionar sobre la inmoralidad de colaborar con un Estado inmoral que en aquel momento admitía la esclavitud y desarrollaba una guerra de agresión contra México. En 1848, Henry va a vivir a casa de sus padres y después trabaja como agrimensor y viaja a Canadá. Con materiales de su diario elabora una conferencia: Walking on the wild, que contiene el germen de lo que será su obra posterior, centrada en la descripción amorosa de la naturaleza. También recorre el estado de Maine y asciende al Katahdin, cuya cima desolada le produce una impresión imborrable, y visita la región de Cape Cod, lo que dará lugar a un libro de ágil lectura con este título; a ambas zonas regresará. Thoreau sufre cuando sus compañeros de viaje se dedican a la caza, y recoge plantas, observa todo con devota curiosidad y trata de aprender el idioma de los indios.

En 1854 ve la luz al fin Walden, que hasta 1862 llevó el subtítulo Vida en los bosques y fue un éxito de crítica y ventas. La obra desarrolla con una prosa dilatada ideas viejas caras a diferentes tradiciones místicas: el poseedor poseído por lo que posee, el tiempo perdido en ganar y conservar aquello que verdaderamente no necesitamos. Son frecuentes las referencias clásicas y se defiende una vida simple, volcada en lo realmente útil y esencial y que desprecie los lujos. Ese mismo año, Henry protesta públicamente por la entrega de un esclavo huido detenido en Boston y la abolición de leyes que trataban de limitar la esclavitud. En esa época realiza un viaje para promocionar Walden dando conferencias.

En 1859, la muerte de su padre incrementa las responsabilidades de Henry en la fábrica de lápices y es contratado además como agrimensor por el municipio de Concord para un proyecto importante, pero el tema obsesivo para él este año es el de John Brown, el abolicionista que será asesinado en diciembre tras liderar una revuelta antiesclavista. Thoreau imparte una conferencia en Concord en la que reivindica su figura y argumenta que hay cosas más valiosas que la propia vida, porque sin ellas ésta carece de sentido, y una de ellas es la libertad. Pocos se atrevían a manifestar estas opiniones de forma tan contundente.

Tras trabajar bajo la lluvia, un día de 1860 Thoreau coge un fuerte resfriado que pronto se trasforma en bronquitis, complicada por un más que probable diagnóstico de tuberculosis. El año siguiente decide cambiar de aires y viaja a Minnesota, pero no logra mejorar. En sus últimos meses hasta su fallecimiento en mayo de 1862, su preocupación es la situación en que quedarán su hermana menor, Sophia, y su madre, y trata de conseguir algún dinero recopilando fragmentos y conferencias en forma de libros. Así termina Autumnal tints, Life without principle, Walking y Wild apples. Los que lo visitaron por entonces recalcan la placidez con que afrontaba la muerte; “indio, alce” fueron sus últimas palabras. En el funeral sus amigos leyeron las partes que más apreciaban de su obra.

Con su vida y sus escritos Henry David Thoreau, hombre de un tiempo lejano marcado por el esclavismo y los primeros desmanes del capital, enseña una lección imprescindible para nosotros hoy. Encontraremos la paz y la alegría solamente escuchando la sinfonía prodigiosa del pájaro y el árbol, la montaña y la nube, criaturas que nos muestran nuestro lugar en el cosmos. Ellas pueden desnudar las mentiras que nos tienen atrapados, y nos dejarán ver y construir otro mundo posible, más allá de la infame violencia que mancha éste. Él fue un místico, pero un místico con los ojos abiertos y atento a las congojas de sus semejantes.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.