La tasa de desocupación femenina alcanzó un 9,9%, aumentando 0,9 pp. En términos de la tasa de informalidad laboral las mujeres se sitúan en el 27,6%
Las cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, a través del Boletín Estadístico, Empleo Trimestral abril – junio, edición N°321, publicado estos días, son devastadoras para la clase trabajadora y evidencian que la crisis del capitalismo la seguimos pagando las y los trabajadores, no solo a través del desempleo, sino que también a través del aumento de la informalidad laboral y de profundización de la precarización de la vida para las mujeres y el conjunto de nuestra clase trabajadora.
En el trimestre abril-junio 2025, la estimación de la tasa de desocupación nacional fue de un 8,9%, incrementándose 0,6 puntos porcentuales (pp.) en doce meses, esto significa que alrededor de 900 mil personas se encuentran sin empleo. El desempleo impacta fuertemente al conjunto de la clase trabajadora pues, con el aumento del ejército de cesantes, la burguesía además de explotar con mayor intensidad a quienes se mantienen trabajando, lo ocupa para regular los precios de la mercancía “fuerza de trabajo” y además en términos subjetivos impone su dominación a través del miedo a perder la fuente laboral, herramienta coercitiva que impacta en la tasa de sindicalización y en la posibilidad de movilizarse de las y los trabajadores.
La tasa de ocupación informal se situó en 26,0%, es decir, alrededor de 2.500.000 trabajadores y trabajadoras se encuentran en esta situación de precarización del trabajo y la vida, sin contrato laboral, sin seguridad social, sin cobertura de salud, sin previsión, sin derecho a vacaciones o días compensatorios, sin horarios definidos, ni regularización del salario, entre otros derechos, es decir, en las peores condiciones en la relación capital / trabajo, expresión evidente en el plano laboral del patrón de acumulación capitalista neoliberal. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de informalidad laboral a nivel mundial se encontraba en torno al 58 % de la población empleada en 2023, cifra que se mantuvo prácticamente estable en 2024 (aprox. 57,8 %). En términos absolutos, esto equivale a más de 2000 millones de personas trabajando en empleos informales, precarios, sin contrato formal ni acceso a protección social; cifras que demuestran cómo se ha ido modificando en términos cuantitativos y cualitativos a favor de los patrones, la relación burguesía y proletariado.
Por otro lado, y como expresión de las condiciones patriarcales en el espacio laboral, las cifras de cesantía para las mujeres siguen en aumento. La tasa de desocupación femenina alcanzó un 9,9%, aumentando 0,9 pp. En términos de la tasa de informalidad laboral las mujeres se sitúan en el 27,6%, siendo esta superior al de los hombres, lo que demuestra una vez más que la precarización de la vida golpea con mayor violencia a las mujeres y a las familias de nuestra clase.
Para las y los clasistas y populares, estas cifras lamentablemente no son de extrañar. En nuestros hogares ya vivimos la cesantía y la precarización del trabajo. En todos lados se evidencian las dificultades de la vida cotidiana de nuestra clase, la plata ya no alcanza para vivir, nos hemos visto obligados a sobreexplotarnos en dos pegas – gracias a las famosas 40 horas-, a vivir de allegados, a dejar de pagar las cuentas, a apretarnos el cinturón más allá de lo posible; pero por el lado de los patrones y la burguesía (las AFP, las ISAPRES, los Bancos, las Forestales, las Pesqueras, las Mineras, los Latifundistas, las grandes compañías transnacionales, entre otros) siguen aumentando sus ganancias a costa de nuestra explotación, nuestra pobreza, nuestra miseria.
Pero ¿Qué debemos hacer? Desde la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas (AIT) tenemos la convicción que, en términos reivindicativos debemos frenar los despidos con movilización y lucha, demandando al Estado empleos estables, exigiendo desde los pliegos sindicales el fin de las desvinculaciones, levantar comités de cesantes para protestar por pan y trabajo en cada territorio, y además desde el conjunto de las y los pobres organizados, generar acciones de solidaridad efectiva para la sobrevivencia de las familias de las y los cesantes. En términos tácticos reimpulsar el protagonismo de las y los trabajadores, levantar sindicatos para luchar, rebelarnos contra los patrones y la injusticia, construyendo un sindicalismo clasista y de lucha, que permita defender y conquistar nuestros derechos. En términos estratégicos lograr que las y los trabajadores tomen el control de la producción y la socialización de todos los medios de producción y distribución.
«No te asomes mi niño
me mintieron, los que pasan marchando
enlazados de hambre, son cesantes
y se comen los niños
y la palabra se quedó en mi oído
tirante como un relincho”.
Quelentaro (“Cesante”)