Corría el año 1967. Las zonas rurales del país, en particular, las de la costa norte, eran epicentro de agitaciones animadas por labriegos dispuestos a romper con un estado de cosas que les impedía hacerse a una parcela propia para poder cultivar y vivir con dignidad. El régimen de distribución de tierras, heredado de tiempos antiguos, era discriminatorio con amplios contingentes de campesinos, condenados a “vivir de alquilados”, como reza una celebre expresión popular de la región. Ese fue el trasfondo histórico que dio origen a uno de los movimientos campesinos más importantes de la historia republicana de Colombia.
Precisamente, en ese año, el compositor Armando Zabaleta dio vida a una canción en la que plasmó los reclamos de los labriegos por la lentitud con la que era implementada la reforma agraria que quiso animar el presidente Carlos Lleras Restrepo. A la canción, a la que dio el nombre de La Reforma Agraria, Zabaleta le encomió la tarea de trasmitir la frustración colectiva de los campesinos al no concebir los resultados anunciados por el Estado:
Yo no me explico qué es lo que está haciendo
la reforma agraria allá en el Magdalena:
Desde que están expropiando terrenos
y todavía no se ve una parcela
Con ese paso que llevan,
¿Quién sabe cuándo las veremos?
Nos moriremos de viejos
con la esperanza de verlas.
El desencanto de los campesinos iba cada día en aumento. La creación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, en 1970, permitió la articulación de los reclamos y la ejecución de acciones coordinadas en pro de la tierra. El acuerdo de las élites, conocido como Pacto de Chicoral (1972), enterró cualquier posibilidad de democratizar el acceso a la tierra por la vía de la intervención del Estado. En los años siguientes, las ocupaciones de haciendas fueron tan comunes como numerosas. Más de 900 tomas de predios de latifundistas se ejecutaron, sólo en la costa norte, entre 1971 y 1978. La no solución del problema agrario por las vías institucionales, generó consecuencias a largo plazo que representaron costos para el país, el desarrollo económico y el bienestar de sus gentes.
Partiendo de una lectura histórica de aquel pasado de luchas y frustraciones, y reconociendo el abandono que ha sufrido el campo por la mezquindad de sectores latifundistas y empresariales, el gobierno en cabeza de Gustavo Petro ha emprendido iniciativas para avanzar en una política que posibilite, en medio de las barreras institucionales y de los poderes terratenientes, garantizar el acceso a tierra a la población pobre de la ruralidad colombiana. Y en eso, las estadísticas demuestran que, como ningún otro gobierno anterior, el de Petro es el que más ha avanzado en la entrega de tierras a pobladores campesinos, indígenas y afros. Tan es así que medios de información, francamente hostiles al gobierno, han debido reconocer las logros. Incluso, como se señala en reciente encuesta nacional, cuyos resultados fueron comentados en las páginas de Caracol Radio (https://caracol.com.co/2025/08/27/encuesta-revela-amplio-respaldo-de-los-colombianos-a-la-reforma-agraria/) , un amplio porcentaje de la población colombiana (76%) aprueba la gestión que, en materia de reforma agraria, ha impulsado el gobierno nacional.
De acuerdo con una nota de El Espectador (https://www.elespectador.com/especiales/reforma-agraria-un-legado-que-esta-saldando-deudas-historicas-a-traves-de-la-agencia-nacional-de-tierras/), los logros más importantes del gobierno en temas de tierras, entre 2022 y lo que va corrido de 2025, son los siguientes:
• Formalización de más de 1.7 millones de hectáreas para pobladores rurales, superando la suma de los dos gobiernos anteriores.
• Gestión de cerca de 634.712 hectáreas, con más de 400.000 compradas, para campesinos y comunidades étnicas.
• Recuperación de más de 200.000 hectáreas arrebatadas por la mafia y paramilitarismo, reintegrándolas al Fondo de Tierras de la ANT.
• Destinación de más de 16.000 hectáreas para procesos de reincorporación de firmantes de paz, una cifra récord en el cumplimiento del Acuerdo de Paz.
• Constitución de 109 resguardos indígenas y titulación de 67 consejos comunitarios de comunidades negras, beneficiando a más de 260.000 personas y adquiriendo 101.515 hectáreas para población étnica.
• Creación de 14 nuevas Zonas de Reserva Campesina (ZRC), abarcando 702.381 hectáreas, y avance en los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM).
• Lanzamiento del programa “Sembrando Vida”, con 200.000 millones de pesos para impulsar y cofinanciar proyectos productivos en predios de la Reforma Agraria.
• Formalización de 1.328 titulaciones a entidades de derecho público para fortalecer infraestructuras sociales rurales como escuelas y puestos de salud.
• Conformación de 517 Comités Municipales (CMRA) y 14 Comités Departamentales de Reforma Agraria (CDRA), fortaleciendo la participación activa de las comunidades en la implementación de la Reforma.
A esas cifras, hay que agregar otras no menos importantes que están relacionadas con casos emblemáticos de entrega de tierras:
• El Aro, Antioquia: Se han formalizado 4.133 hectáreas, beneficiando a 265 familias víctimas de la masacre de 1997, devolviéndoles la esperanza y el derecho a trabajar la tierra.
• Caño Indio, Catatumbo: Se entregaron 387 títulos de propiedad rural, equivalentes a 4.462 hectáreas, a campesinos y víctimas del conflicto en una zona duramente golpeada por la violencia.
• El Quimbo, Huila: Se reparó con 2.100 hectáreas a campesinos desplazados por la construcción de la hidroeléctrica, después de más de 15 años de afectación.
• Hacienda Bellacruz, Cesar: Tras 30 años de luchas, se adjudicaron 1.900 hectáreas a 350 familias víctimas del conflicto y despojos.
• Las Pavas, Bolívar: Después de 21 años de lucha, se entregaron 50 títulos correspondientes a 958 hectáreas a familias campesinas desplazadas por grupos paramilitares.
• ZRC Santa Isabel – Anzoátegui: Se constituyeron 23.671 hectáreas para beneficiar a 1.385 familias en Tolima, como parte de las nuevas ZRC.
Indudablemente, estos logros son difíciles de desconocer, aunque el reto sigue siendo grande en materia de política de tierras.
Si fuera posible que la voz de Armando Zabaleta renaciera para entonar sus melodías, no habría duda de que el célebre canto sobre la reforma agraria sería reescrito de otra manera, esta vez para celebrar que, luego de tanta espera y sacrificio, miles de familias estén accediendo a tierras y títulos de propiedad; encontrado formas de reparación luego de sufrir desplazamientos armados o empresariales; o podido constituir resguardos indígenas y zonas de reserva campesina en todo el territorio nacional.
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