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Entrevista a Julio Setién sobre Manuel Sacristán Luzón

‘A la crítica de Sacristán al eurocomunismo le faltaba perspectiva global’

Julio Setién
Fuentes: Mundo Obrero [Imagen: Julio Setién durante una charla transmitida en streaming. Créditos: captura de pantalla de la charla en Youtube]

En esta nueva entrega del Centenario Manuel Sacristán Salvador López Arnal entrevista a Julio Setién, diputado autonómico y alcalde de San Fernando de Henares por Izquierda Unida y fundador de la corriente ecosocialista de IU.


Salvador López Arnal.- ¿Conociste personalmente a Sacristán? ¿Cómo llegaste a su obra?

Julio Setién.- No conocí a Sacristán. A pesar de la compartimentación propia de la clandestinidad —la recepción de Sacristán en Madrid fue muy débil—, se habló de él en la organización universitaria del PCE en la EITI cuando ingresé, en el curso 66/67, con motivo de la edición de su Introducción a la lógica y al análisis formal. Lo compré a medias con otro compañero y lo leímos, bien es verdad que con poco provecho: si se pudiera cuantificar, diría que entendimos un 10%; he intentado volver a él, pero mis carencias teóricas son palmarias.

A partir de ese primer fiasco, en esa época me encantaron el prólogo a Revolución en España, su trabajo sobre el Anti-Dühring, sus textos sobre la Universidad y sobre los estudios de Filosofía, muchos de los textos seleccionados y de las notas sobre Gramsci, etc.

Salvador López Arnal.- ¿Y qué es el lo que te atrajo más de los textos que has citado?

Julio Setién.- Del prólogo a “Revolución en España”, no recuerdo; tengo un montón de libros repartidos entre mis hijas y muy mala memoria. Muchos de los textos de la Antología me “obligaron” a leer más Gramsci posteriormente, incluso a Bordiga sobre la polémica consejista, etc. El texto y la corta nota sobre la aristocracia obrera y el sindicalismo reformista me llevó a Lenin, de quien me tragué las “Escogidas” en los años posteriores. Del prólogo al Anti-Dühring, recuerdo sobre todo el repaso de MSL sobre la dialéctica y la crítica a los ejemplos de Engels que tenían que ver con la ciencia. En ese tiempo, acababa de leer dos manuales de marxismo (el de Politzer y otro soviético, no recuerdo el título) y el choque era evidente, pero también andaba enredado con los Bernal, Lilley, etc. y la historia social de la ciencia. El análisis de la Universidad y su previsible futuro desde una perspectiva de clase me encantó; Bolonia lo confirmó, desgraciadamente. Igualmente, me pareció provocadora, pero muy sensata, su visión de la filosofía no como un metaconocimiento, como un supersaber global, sino como la reflexión crítica sobre la práctica científica y social, con su corolario sobre/frente a la organización universitaria de los estudios de Filosofía.

Salvador López Arnal.- ¿Te definirías como sacristanista?

Julio Setién.- Me definiría como sacristanista, pero creo que no le gustaba el término, así que no lo hago.

Salvador López Arnal.- Yo también creo que no le gustaría. Fuiste fundador de la corriente ecosocialista de IU. ¿Qué opinión te merecen las aportaciones de Sacristán en este ámbito? ¿Cuáles te parecen más interesantes para nuestro hoy?

Julio Setién.- Sacristán falleció antes de la publicación del Manifiesto Ecosocialista en 1989, pero no me cabe duda de que ese camino es el que delineó magistralmente en su comunicación a las Jornadas de Murcia de 1979 y en sus aportaciones fundacionales a Materiales y Mientras Tanto. Desde el primer momento, la Corriente Ecosocialista trabajó con los materiales de Sacristán, Fernández Buey y sus seguidores directos que poblaban las páginas de Mientras Tanto (Riechmann, Ríos, Capella, Sempere, etc.).

Puede parecer excesivo, pero suscribo hoy prácticamente todo lo que conozco de sus reflexiones, propuestas e intervención en las movilizaciones relacionadas con el ecologismo desde 1977 hasta su fallecimiento. Por cierto, muy interesante tu libro —creo que de Destino— sobre MSL, desaparecido por alguna de mis hijas).

Salvador López Arnal.- En un artículo que has publicado en Nuestra Bandera hablas de Sacristán en términos marxista librepensador. ¿Por qué librepensador?

Julio Setién.- Llamarle librepensador es una licencia por mi parte, aunque me siento a gusto en la definición que da la Wiki. Me fascina la razón caliente, combativa, con una enorme carga moral, que cruza toda la biografía de Sacristán. Crecí con un consejo de mi padre, viejo PCEro, eurocomunista/prosoviético ¿?: “Sé honesto y veraz, sé curioso sin límites, sé crítico con todo y frente a todos, sé coherente: que nunca tu lengua vaya por delante de tus actos”. Sacristanismo a ras de suelo, en estado puro.

Salvador López Arnal.- Uno de los artículos de Sacristán políticamente más influyentes ha sido “A propósito del eurocomunismo”. ¿Qué opinión te merece ese trabajo unos 50 años después?

Julio Setién.- Sinceramente, creo que a la crítica de MSL al eurocomunismo le faltaba perspectiva global, que sin embargo se encuentra en toda su obra. Me ocurre igual con la entrevista a Harich que se publicó en Materiales. Perspectiva que, por supuesto, tampoco existía en el eurocomunismo, como me aclaró magistralmente Samir Amin en una larga conversación en Cavtat, en 1985.

Tanto el eurocomunismo, como la crítica de MSL (y la visión de Harich sobre la “madurez” de España para transitar al comunismo), hacían (hacíamos) abstracción de la terrible ruptura social, estructural, Norte/Sur, que sitúa a 1.600 millones de privilegiados viviendo sobre las carencias, la explotación y la miseria de otros 6.600 millones (y la penuria de las generaciones próximas, como sabemos hoy, una vez comenzada la translimitación de las condiciones para la perdurabilidad de la vida humana sobre el planeta).

Sería sorprendente que la/s revolución/es se produjeran en los países del Centro imperial, pero esa falsa perspectiva se ha seguido manteniendo de forma generalizada por las izquierdas de estos países (las que, al menos, no han claudicado de la perspectiva socialista, como sí ha hecho la socialdemocracia).

Tenía razón MSL en la endeblez de la propuesta eurocomunista de una transición al socialismo basada en la lucha de masas no violenta. ¿Y qué alternativa propugnaba?

En ese momento las izquierdas transformadoras discutíamos sobre los errores políticos propios —también existentes, sin duda— que suponíamos estaban en la base de un hecho incontrovertible: en 80 años de democracia política, en ningún país del Centro imperial se había alcanzado más allá del 30% de votos (en el caso extremo de Italia). Sin embargo, los debates obviaban la estructura de extracción de recursos y excedentes económicos que sustentan nuestro modo de vida imperial, basado en la coerción militar, financiera, económica, comunicativa y política que practican nuestras instituciones.

Y sin embargo, como muestra de la extraordinaria complejidad de su análisis, la publicación del discurso “Austerità” de E. Berlinguer en castellano no la realizó el PCE, sino Materiales. Tuve la ocasión de compartir en Roma, el 15 de enero de 1977, la intervención provocadora y visionaria del máximo dirigente del eurocomunismo. Casi nadie en el campo eurocomunista le hizo el menor caso, pero sí Sacristán: todo un símbolo de su objetivo de tender puentes entre el movimiento obrero clásico y el ecologismo.

Salvador López Arnal.- ¿Por qué hablas de Sacristán como un comunista incómodo? ¿Para quién fue incómodo?

Julio Setién.- Fue incómodo en la Universidad, en los medios de comunicación, en el PCE y el PSUC y, probablemente, en CC.OO., porque siempre fue varios pasos por delante de las direcciones (y sus ideas no llegaban a las bases de esas organizaciones).

Su irrenunciable franqueza (véase su análisis sobre la Universidad o sobre las facultades de Filosofía, p. ej.) debería haber sido recibida con ánimo de diálogo, de confrontación científica con la realidad, pero chocaba con la precariedad teórica y la desgana hacia el debate en las organizaciones en las que militó.

Salvador López Arnal.- Hablas también, en ese artículo de Nuestra Bandera al que me he referido antes, de un “punto ciego” en su trayectoria política. ¿Qué punto ciego es ese?

No conozco si Sacristán se posicionó sobre el extraordinario movimiento huelguístico de la Transición. Si no lo hizo, me resultaría sorprendente y decepcionante. Entre la muerte de Franco y el golpe de Tejero, en España realizamos 643 millones de horas de huelga. Participaron 5,7 millones de asalariados, sobre un total de 10 millones en aquellos años. Con los datos iniciales, lo recogí en mi “Sindicalismo de clase en España” de 1982. Y una huelga no es un escrache al profe de Metafísica: la huelga es la acción no violenta más disruptiva de la lucha de clases. Y se puede y se debe medir como tal. No fue suficiente para las expectativas con las que lo iniciamos, pero el movimiento obrero pesó con todo su empeño en dicha transición. Nunca se ha dado otro momento de fuerza de tal intensidad en nuestra historia. Me duele que se haya instalado una explicación chata, que se haya prácticamente olvidado aquel extraordinario empuje de clase y que la Transición haya quedado bien como un educado consenso modélico, bien como una claudicación de las direcciones políticas y sindicales del momento (que de todo hubo).

Le he dado muchas vueltas a por qué MSL dio la espalda a la realidad social combativa de aquellos años. He llegado a la conclusión de que, desde los mediados ´70, Sacristán (si se me permite el símil futbolero) “jugaba en otra Liga”. Tras su recepción del Informe Meadows, de la Bioeconomía de Georgescu-Roegen, del libro de Harich y sobre todo, de la pujanza del movimiento ecologista y pacifista y la debilidad global del movimiento obrero en los países del Centro, MSL enderezó su propuesta política en la dirección de su aportación a las Jornadas de Murcia y la filosofía fundacional de Materiales y Mientras Tanto. Es probable que entendiera que íbamos camino de ese empate catastrófico que señalaba Marx: que la lucha de la clase obrera no fuera suficientemente fuerte y transformadora como para terminar con el capitalismo y se abriera un período infausto de pudrimiento y barbarie, que antes de producirse la revolución social (“una humanidad más justa en una Tierra habitable”), se produjera el desastre físico. Sacristán propuso un nuevo sujeto histórico, rojo-verde-blanco-violeta y se puso a trabajar para ayudar a estructurarlo. El eje de tal sujeto seguiría siendo el movimiento obrero, pero se supone que vertebrado de una nueva alianza con la ciencia. Si el movimiento obrero no la asumía, el desastre estaría servido. En esos años aún no era tan dramática la lejanía del movimiento obrero respecto del ecologismo, pero MSL dio pistas sobre la gravedad del horizonte que delinearon Meadows, Georgescu-Roegen y un número creciente de científicos comprometidos contra la industria y el armamento nuclear y preocupados por el rumbo transgresor de los límites biofísicos para la vida humana al que se dirigían todas las economías ligadas a la valorización del valor, basadas en el crecimiento supuestamente ilimitado de la base material de la economía.

Salvador López Arnal.- Pero precisamente en el texto que citas, la Carta de Redacción del número 1 de mientras tanto, Sacristán y sus compañeros defendían el papel esencial del movimiento obrero en la transformación socialista, y además, en esos años, él estuvo más sindicalista que nunca. Por ejemplo, tuvo un papel determinante en la constitución de la federación de enseñanza del sindicato, contra las orientaciones de la dirección del PCE y de CC.OO. (escribió las líneas programáticas de la federación), sin olvidar las colaboraciones del colectivo de mientras tanto sobre temas nucleares y ecologistas en los órganos de expresión del sindicato o la misma presentación de la revista en la sede de CC.OO.

Julio Setién.- De acuerdo por supuesto, pero dudo que pensara en un movimiento obrero economicista (valoró, p. ej., muy positivamente la huelga general de Erandio). Decía algo así como que “solo cuando se logre esa alianza entre el movimiento obrero revolucionario y el ecologismo basado en la ciencia crítica (y el feminismo) se abrirá una perspectiva esperanzadora”. No sé, no tengo otra explicación al “punto ciego” sobre las luchas obreras (desde luego, muy poco influidas por el ecologismo en esa época)

Salvador López Arnal.- Hablas también en el artículo de Nuestra Bandera de la caja de herramientas que nos proporcionó Sacristán. ¿Qué herramientas son esas? ¿Siguen siendo útiles para nuestro hoy?

Julio Setién.- MSL delineó —someramente, como buen científico— los nuevos objetivos, las características esenciales del sujeto social (conflictos, intereses en liza, fuerzas que organizan intereses, intersecciones entre intereses y fuerzas diversas, posible estructura social, económica y técnica de la deseable alternativa y la problemática del poder necesario para garantizar la sostenibilidad a escala global…); avanzó criterios para una metodología materialista, sistémica, gaiana diríamos hoy, de las ciencias sociales y la ética de la universalidad de los derechos del “género humano” que proclamaba por primera vez la vieja canción.

No podemos obviar que con Sacristán vivo, éramos 4.200 millones de seres humanos, frente a 8.200 de hoy. Desgraciadamente, falleció sin haber intervenido en el debate sobre Gaia, los derechos del resto de los seres vivos, la ética correspondiente (simbioética, que nombraría Riechmann)…

Nos queda la grandeza de quien hace 40 años nos balizó una parte del camino para los —seguramente durísimos— próximos cuarenta.

Salvador López Arnal.- ¿Te han interesado, te siguen interesando, las reflexiones de Sacristán en el ámbito del pacifismo y el antimilitarismo?

Julio Setién.- Sí y sigo dándole vueltas a su reflexión sobre Gandhi.

Salvador López Arnal.- Creo que llegaste a vender un ejemplar ciclostilado del prólogo de Sacristán al Anti-Dühring por 1.000 pesetas (¡que no era poco!) de los años sesenta para apoyar la financiación del PCE. ¿Nos explicas la historia?

Julio Setién.- El PCE lanzó en 1968 la campaña “Gabino” (un tipo que había ganado 1 millón de ptas. a las quinielas) para ingresar esa cantidad. Fuimos a visitar a una serie de artistas comprometidos y como pretexto les vendíamos el cuadernillo de Sacristán. Tengo muy mala memoria, pero recuerdo haber visitado a artistas plásticos del grupo “Estampa Popular” (R. Zamorano, etc.), a Lucio Muñoz (que me “compró” el cuadernillo por 1.000 ptas.), quizás a Arcadio Blasco y otros. Conservo el cuadernillo como oro en paño.

Salvador López Arnal.- ¡No te deshagas de él! Si tuvieras que aconsejar a una persona joven que no haya leído aún a Sacristán, ¿qué textos le aconsejarías?

Julio Setién.- Desde luego, la aportación a las Jornadas de Murcia de las que he hablado antes y, a partir de ahí, la carta de la redacción del número 1 de Mientras Tanto y todas sus aportaciones sobre ciencia y movimiento obrero. También “Algunos atisbos político-ecológicos en Marx” y el prólogo al libro de Harich.

Salvador López Arnal.- En tu trabajo como alcalde, como diputado autonómico, ¿te inspiraste de algún modo en la obra y hacer de Sacristán? ¿Su legado ha estado presente en tu trabajo político institucional?

Julio Setién.- Quizás en el concepto mismo de región y de ciudad, así como en la democracia local. No conocía la biografía de Sacristán, pero mi trabajo en las instituciones, como diputado primero y como alcalde después, estuvo marcado por el compromiso combativo de mucha buena gente con la que trabajé y a los que admiré y admiro. Fueron 18 años en los piquetes de todas las huelgas generales y algunas de grandes empresas en los que participé, en los ¿centenares? de concentraciones, encierros, manifestaciones, ocupaciones o sentadas que compartí con los sindicatos de clase, los movimientos sindical, ecologista, vecinal, feminista, pacifista, internacionalista, etc.

Después supe que Sacristán no fue solo un inmenso teórico sino un militante activo hasta el final de sus días. No lo pude tener como ejemplo, pero me siento una minúscula parte de ese impulso.

Salvador López Arnal.- ¿Qué opinión te merecen las publicaciones y actos que se están organizando en este centenario de su nacimiento? ¿Estamos siendo demasiado hagiográficos?

Julio Setién.- Me estoy dando un auténtico festín de lecturas, conferencias, actos grandes y pequeños, seminarios, presentaciones de libros y revistas, entrevistas etc. He leído más y más Sacristán (espero el resto de la pentalogía de Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales), he releído unas cuantas de sus aportaciones y no puedo más que agradecer el enorme trabajo que estáis realizando la revista Espai Marx, José Sarrión y tú, entre otros.

Y no, no creo que haya peloteo a Sacristán. Estoy descubriendo la cantidad de sacristanes que hay en Sacristán y la enormidad de perfiles, de facetas a las que nos adscribimos unos y otros para componer nuestro Sacristán particular. Me parece un gran logro.

Fuente: https://mundoobrero.es/2025/10/07/julio-setien-creo-que-a-la-critica-de-manuel-sacristan-al-eurocomunismo-le-faltaba-perspectiva-global-que-sin-embargo-se-encuentra-en-toda-su-obra/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.