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Venezuela y la tormenta perfecta

Fuentes: Naiz

«Y hoy, esa narrativa coloca a Venezuela en una posición frágil, observada y cuestionada por buena parte del mundo», así finaliza el artículo «Machado, Trump y la tormenta perfecta que sacude Venezuela», publicado el pasado 11 de octubre en NAIZ por Markel de Bilbao, redactor de actualidad. Efectivamente, Venezuela está observada, cuestionada y también amenazada por buena parte del mundo, esa misma parte del mundo que durante décadas, incluidos estos dos últimos años, ha apoyado o mirado hacia otro lado mientras se masacraba al pueblo palestino.

Es cierto, los gobiernos de EEUU y Europa, que son «buena parte del mundo», observan a Venezuela, y lo que ven es su petróleo, sus riquezas naturales, sus tierras raras, sus reservas acuíferas, sus reservas minerales, y como observan eso, cuestionan y amenazan porque lo que quieren es robárselo y convertir a Venezuela en su gran almacén de recursos naturales, esos recursos que ellos necesitan y no tienen. Esa es la realidad, por eso se cuestiona a Venezuela, por eso se la observa, por eso se la amenaza y que lo haga EEUU y esa Europa cuyos gobiernos se codean con el fascismo mundial suena lógico, lo que escapa de toda lógica es que desde posiciones de izquierda o progresistas se siga alimentando esa estrategia, así sea simplemente sembrando la más mínima duda sobre un gobierno absoluta y totalmente legitimo, que en estos momentos está haciendo frente a la mayor incursion y amenaza bélica conocida en el mar Caribe.

Habla Markel en su artículo de las últimas elecciones celebradas en Venezuela y las califica de «convulsas», y lo fueron. Cómo no iban a serlo, si la oposición fascista durante los años anteriores con la ayuda y complicidad de esa «buena parte del mundo», sometió al país (y lo sigue haciendo) a un bloqueo criminal e ilegal. EEUU con sus «sanciones» no solo prohibió a gobiernos y privados cualquier tipo de operación financiera con Venezuela, sino que se robó todo el dinero que Venezuela (y, por lo tanto, el pueblo venezolano) tenía en los bancos internacionales.

En ese escenario de bloqueo, sabotaje y guerra económica total, el Gobierno venezolano convocó elecciones y las ganó y la oposición no reconoció los resultados como no ha reconocido ningún resultado desde la victoria electoral en 1999 del comandante Hugo Chávez, excepto una para promover una reforma constitucional que, casualmente, fue la única que la oposición ganó, y el Gobierno venezolano inmediatamente reconoció la derrota pese a ser por menos del 1%.

En el artículo asoma también el tema de las actas electorales y «la negativa del oficialismo a mostrarlas», y es cierto que ni el Gobierno, ni el «oficialismo» mostraron las actas, y eso es porque en Venezuela, el Gobierno no muestra las actas, lo hace el Consejo Nacional Electoral (CNE) que tampoco las mostró, y eso es porque el CNE da los resultados y si algún partido político no está de acuerdo, impugna el resultado y consigna sus actas.

La oposición fascista venezolana impugnó las actas en la prensa, no oficialmente ante el CNE, y consigno sus actas no en el CNE, sino en la bóveda de un banco en Panamá. Por algo sería.

Pero, afortunadamente, frente a todo eso, frente a las amenazas, frente a las mentiras, frente a los cuestionamientos «de buena parte del mundo», existe otra Venezuela, la Venezuela real, la del día a día, la que siguen construyendo con mucho esfuerzo millones de venezolanos y, cómo no, con muchas contradicciones, las mismas que podemos tener en Euskal Herria o Sudáfrica.

Esa Venezuela salió el pasado 12 de octubre a la calle a conmemorar 533 años de otro de los mayores genocidios de la humanidad, el cometido por el imperio español contra los pueblos indígenas de América, pero además salió para reafirmar su firme convicción de que nunca más ningún imperio «colonizará» nuestra patria, y si lo intenta, se encontrará de frente y de pie a un pueblo decidido a defenderla y convencido de que en esa pelea contará con el apoyo y solidaridad de los pueblos de la «otra buena parte del mundo».

En días pasados, miles de jóvenes se inscribieron en la Universidad Bolivariana de Venezuela en Caracas. Tras unos años en los que la matriculación universitaria había descendido de manera alarmante, motivado en gran parte por la situación de incertidumbre y caos generada por la oposición fascista venezolana, este año la matriculación estudiantil se ha incrementado de manera significativa, lo que ha generado, en palabras de un profesor de la UBV, «un nuevo y maravilloso problema, la falta de espacio físico en las aulas».

Esta semana, decenas de miles de campesinos, pescadores, comuneras, trabajadores y trabajadoras abandonaban sus tareas diarias para realizar voluntariamente entrenamiento militar en defensa de la soberanía ante las amenazas del imperialismo.

Yo, como habitante de «la otra buena parte del mundo», estas son las noticias de mi país que me gustaría leer, porque para decirnos lo «demócrata» que es la oposición fascista venezolana, ya tenemos a «Diario Vasco», «El Correo», «ABC», «El Mundo» o EiTB.

Para ensalzar la figura y el ego mesiánico de personajes que, en un acto fascista de Vox, pide a EEUU y al Estado sionista de Israel que invadan su propio país, nos sobran plumas, medios de comunicación y «jurados nobeles».

Y es que igual es tiempo ya de que, desde la izquierda, y sin complejos, seamos capaces de generar esa tormenta perfecta para enfrentar y derrotar a las Machado, Trump, Netanyahu, Milei, Abascal… Solo así los pueblos del mundo podremos aspirar a ser libres, solo así aquella famosa consigna de «otro mundo es posible» podría hacerse realidad, solo así salvar el planeta dejaría de ser hoy una utopía. Quizás solo así hubiéramos evitado que se cometiera el genocidio en Gaza y quizás 70.000 mujeres, hombres y niños palestinos estarían vivos.

La destrucción, el genocidio y la barbarie cometida en Gaza ha dejado patente que el imperialismo no tiene reglas, que el derecho internacional y el multilateralismo están muertos y que los organismos internacionales son edificios vacíos. El imperialismo y el sionismo no han creado nuevas reglas, simplemente nos han confirmado que ya no existen reglas.

No esperemos más, nosotros, «la otra parte del mundo», no permitamos que mañana Caracas sea Gaza.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/iritzia/articulos/venezuela-y-la-tormenta-perfecta