“No puede haber aumento del lucro sin una caída de los salarios”.
Lo dices, lo repites, y los expertos hacen como si no se enterasen: el libre mercado y la libre competencia se acabaron en medio de un desastre planetario que llevó a Donald Trump a sustituir tales portentos por el más pedestre proteccionismo, ese que el imperio británico usó hasta la náusea para proteger sus colonias y las riquezas allí extirpadas desde inicios del siglo XVII hasta fines del siglo XX.
En la política interna, el mismo Trump le impuso a sus secuaces el incremento del gasto militar, cuestión de ofrecerle laburo y lucro a la rara industria aún presente en los EEUU: la del armamento. No es por incordiar, pero la inenarrable Ursula van der Leyen, dizque presidente de la Unión Europea designada a dedo, cifró ese gasto en la poquedad de 850 mil millones de euros.
Como puedes ver, dos acontecimientos mayores que son contradictorios con el falso debate que tiene lugar en Francia y porqué no decirlo en Chile: ese que postula la reducción del gasto público, panacea tan universal como la del libre mercado e igual de desastrosa a corto y a largo plazo. Veamos.
En Europa la reducción del gasto público tiene por objeto financiar los F-35 y otras virguerías letales que hay que comprarle a EEUU. Con ese fin Francia -en la política de Macron- busca ponerle fin al llamado Estado del bienestar, ese que permitió la creación de la Seguridad Social, de la Previsión por Repartición y de la Caja de Asignaciones Familiares. Estos tres sistemas de seguros universales son financiados por las cotizaciones de los asalariados (incluyendo los jubilados) y por una contribución de las empresas. Dicho de otro modo no caen del cielo y hay que ser muy mala leche para calificarlos de gasto.
En Chile, elecciones presidenciales y legislativas mediante, hay candidatos que proclaman alto y fuerte su voluntad de reducir el gasto público por razones mayormente ideológicas y, habida cuenta de la forma fasciolálica utilizada por estos especímenes, uno les supone hasta motivos de revanchismo social, vulgo lucha de clases…
Es la hora de explicar lo que sigue:

He ahí una distribución de la riqueza generada por el trabajo humano en una sociedad dada. Llámala PIB, o bien Valor Agregado. Se trata de la riqueza creada en un año por la actividad productiva de un país. No debes olvidar que para eso se necesita trabajo humano, mano de obra, asalariados, currantes. El capital, solo, no crea nada: es estéril. Hasta que el trabajo genera riqueza.
No escapa a tu legendaria sagacidad que para un PIB, o para un Valor Agregado dado, cualquiera sea la dimensión del círculo que la representa, no puedes aumentar una parte sin disminuir otra. Por esa sencilla razón David Ricardo, uno de los creadores de la ciencia Económica, escribió en su libro Principios de Economía Política y el Impuesto una frase para el bronce que nunca debes olvidar:
“No puede haber aumento del lucro sin una caída de los salarios”.
Si miras atentamente el gráfico de la distribución del PIB (o del Valor Agregado), debes saber que las Amortizaciones, o depreciación (en color morado) no son otra cosa que la parte que le permite al capitalista reconstituir su capital (fábricas, herramientas, vehículos, edificios, instalaciones, infraestructuras, etc.).
En la Contabilidad las Amortizaciones son un gasto, y por consiguiente vienen en deducción de las ganancias, o sea del lucro. Como tales están exentas de impuestos. De ahí a pensar que las Amortizaciones son objeto de manipulaciones fraudulentas hay un paso que muchos -en particular los controladores del Fisco- dan alegremente.
La parte identificada como intereses (en verde) representa el costo financiero del capital. Si el empresario pide un crédito en un banco, los intereses son la remuneración del banco. Si el empresario trabaja con capital propio… incluye de todos modos el costo del capital en sus cálculos, disminuyendo así el volumen del lucro declarado.
Los beneficios antes de impuestos (en azul) son los beneficios constatados contablemente, que servirán de base de cálculo para medir la contribución de la empresa (impuestos a las sociedades, IS).
En la maraña de sinapsis neuronales que constituyen tu cerebro ya te diste cuenta de que, sumando peras con manzanas, el capital recibe, recupera y/o controla a estas alturas cerca del 50% del PIB o Valor Agregado. Ponle un 45%, hoy estoy generoso.
Para aumentar esa proporción no hay cuarenta soluciones: quienes defienden los intereses del capital luchan por reducir:
a) los impuestos,
b) los salarios,
c) las cargas sociales.
En otras palabras todo lo que constituye directa o indirectamente, la remuneración de la fuerza de trabajo.
La Educación de sus hijos es una remuneración indirecta para el asalariado… y por eso buscaron y buscan privatizar la Educación convirtiéndola en un negocio. De ese modo, el dinero de la Educación se transforma en lucro…
Lo mismo ocurre con la Salud. Financiada por las cotizaciones sociales y los impuestos, si la privatizas se transforma en lucro para unos, y en un pesado fardo para la inmensa mayoría de las familias.
La Previsión -las AFP para que me entiendas- es un caso de Escuela (privada). El Canciller Otto von Bismarck fue el inventor en el año 1889. Al ver la terrible miseria de la clase obrera prusiana, tuvo una idea: crearemos dijo, un sistema de previsión financiado por cotizaciones pagadas por los propios miserables. Así, cuando se jubilen tendrán un ingreso. En realidad el pago diferido de su propio salario. Luego preguntó: ¿A qué edad mueren los obreros? Entre los 30 y los 40 años, le respondieron. Espléndido, dijo Bismarck, ¡pondremos la edad de jubilación en 70 años!
De ese modo acumularon ingentes capitales que los obreros (casi) nunca recuperaron, contribuyendo de ese modo a la acumulación capitalista primitiva. Las AFP, ¿conoces?
Esto es precisamente lo que intenta hacer Emmanuel Macron en Francia: reducir al mínimo el sector publico y las prestaciones sociales, para aumentar la parte que remunera los capitales, o dicho de otro modo, reducir la parte del trabajo para enriquecer más a los más ricos. En los siete años que lleva en el poder, las principales fortunas doblaron su riqueza mientras la inmensa mayoría de la población ha perdido poder adquisitivo.
Y le queda espacio si observamos la distribución de la riqueza en los países de la OCDE (fuente: Fundación Sol):

Como puede verse, si sigue el ejemplo chileno, Macron tiene para rato.
De pasada conviene decir que entre los países con una mucho mejor distribución de la riqueza (abajo en el cuadro) están aquellos considerados los de mayor atractividad para la inversión extranjera. En otras palabras, la atractividad -de la que nos ocuparemos en un próxima nota- no es sinónimo de mano de obra esclava ni de ausencia de impuestos.
Entonces… ¿de qué va el debate económico?
En Francia como en Chile… pura coprolalia. El tema esencial de la Economía, es decir la distribución de la riqueza, sale sobrando.
Imagen, Pixabay


