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«De las reformas a las revoluciones ‘ética, socioeconómica y política’ y algunas consideraciones acerca de un Frente Amplio alternativo»

Fuentes: Rebelión

A la memoria de mi amada amiga, Esperanza Trujillo Uribe

«Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.» (José Martí)

Introducción

El pasado domingo 26 de octubre se celebró la consulta del Pacto Histórico para definir su candidato unitario a la presidencia de la República de Colombia, resultando ganador el compañero Iván Cepeda Castro. Además, simultáneamente se llevó a cabo la votación para la conformación de las listas de la misma coalición al Senado y la Cámara de Representantes por cada departamento. En la consulta podía votar cualquier nacional mayor de edad sin importar su filiación política, es decir, eran unas elecciones totalmente abiertas. Este procedimiento atípico, resulta totalmente inédito en las prácticas electorales colombianas y se puede interpretar como una novedosa manera de esta agrupación política,  de marcar distancia con los partidos tradicionales, para intentar corregir las prácticas clientelistas de las maquinarias electorales, donde los partidos escogen internamente sus representantes, generalmente por lo que se conoce en Colombia como “a punta de bolígrafo” o directamente  “a dedo”, es decir, lo que decida el líder de turno o el cacique regional. Sobre los aspectos positivos o los riesgos que se corren con este procedimiento, seguramente, algunos estudiosos se detendrán y sacarán sus conclusiones, después de estudiar con detenimiento los nombres escogidos y las cifras que obtuvieron. Por ahora nos interesa, presentar algunos apuntes y reflexiones sobre los resultados en la consulta por la candidatura presidencial y como el título general lo indica, plantear otra opción para construir mayorías. 

En condiciones atípicas y con trabas de todo tipo, el Pacto Histórico logró 2.800.000 electores

La consulta terminó con el triunfo arrasador de Iván Cepeda con más de 1.550.000 votos frente a los casi 680.000 de Carolina Corcho. Es de anotar, además, que el ex-candidato oportunista y camaleón Daniel Quintero, quien se retiró semanas antes de la consulta, recibió un apoyo de 145.000 votos. Pero sobre todo, debemos tener en cuenta que entre votos nulos y no marcados, suman casi 400.000 que podrían haberse sumado a Iván o a Carolina o quizá correspondan a votantes de la derecha. Hay que señalar además, lo accidentado que resultó el camino previo y la propia jornada electoral por trabas ejecutadas desde el CNE y la Registraduría -órganos controlados por las fuerzas de la derecha- que trataron de impedir, por todas las formas posibles, hasta último momento, que se realizara la consulta en condiciones normales. En cualquier caso, la cifra total que alcanzó los casi 2.800.000 electores, superó con creces, la participación en todas las anteriores elecciones de esta naturaleza intra-partidaria, que al igual que estas, en su momento se convocaron en fecha distinta a la de las elecciones parlamentarias, como regularmente se realizan. Igualmente, el éxito se refuerza por el hecho de que solo se habilitaron 20.000 mesas de votación en todo el país, lo que representa aproximadamente solo el 20% del total de las que se asignan en las elecciones generales al Congreso y Presidencia.

De la famosa “Revolución en marcha” de López Pumarejo, que no fue revolución. ¿Será la hora de virar hacia Gaitán?

Después de esta necesaria introducción, paso al objeto concreto de análisis.  A mi modo de ver, la votación ha sido una demostración de fuerza política por parte del Pacto Histórico y por tanto, es necesario sopesar en profundidad cuál debería ser el camino a seguir de cara al proceso electoral del próximo año. Por un lado, se plantea que Iván Cepeda participe en marzo, en la consulta del llamado Frente Amplio junto a candidatos que se consideran cercanos al “progresismo” y se autodenominan “centro-izquierda” o que al menos, según ellos, “en teoría” se han distanciado del uribismo, pero que a mi parecer simplemente son liberales a secas, entre ellos los alfiles santistas, es decir, la derecha camuflada de democrática y “seudo progresista”. Esta fórmula, que inicialmente fue como la pensó Gustavo Petro para las pasadas elecciones al liderar la creación del Pacto Histórico, ahora se plantea como una posibilidad más “amplia” de ganar las mayorías en el Congreso para que supuestamente se logren aprobar más fácilmente las reformas, y no suceda lo ocurrido en este período transcurrido de tres años largos, donde han sido obstruidas por el fascismo criollo con el concurso de quienes no debemos olvidar, los “tibios” de la misma coalición, como lo son algunas personas de los Verdes que han traicionado la unidad.  Esta conformación del llamado Frente Amplio, que aparentemente prefiguraría un triunfo en primera vuelta, también encarna serios riesgos que podrían entorpecer de nuevo, el proyecto político que formula lo que Cepeda denomina “las revoluciones ética, socio-económica y política, para consolidar a Colombia como potencia mundial de la vida” es decir, la continuidad del proyecto político de Gustavo Petro, aunque con el matiz que implica la palabra revolución que el mismo candidato sintetiza de esta manera:

He hablado de revoluciones en tres grandes campos: una revolución ética, que por su esencia es un hondo cambio en el campo de la consciencia, de la cultura y de la educación. He hablado también de una revolución económica y social: la revolución agraria, la lucha por la igualdad social y contra la pobreza, la revolución de las transformaciones territoriales”.

y…”la revolución política, de la democracia, de la paz, y del poder constituyente.”

Cepeda ha elaborado una serie de discursos que presentó durante ocho semanas previas a su elección donde desarrolla los aspectos centrales de sus tres propuestas generales y explora algunas de las maneras para llevar a cabo dicho diálogo nacional, ante lo cual me parece importante inicialmente, subrayar lo que expresó en uno de sus discursos, en el sentido de que no va a ser un diálogo entre las cúpulas de poder sino entre todos los movimientos sociales, todas las fuerzas productivas, creadoras, vitales de la nación, y que a partir de esta especie de diagnóstico que surgiría de ese diálogo, marcaría sus objetivos concretos y prioritarios y también expresó claramente, que gobernaría obedeciendo el mandato popular, pues plantea que Colombia no necesita caudillismos sino que el pueblo sea escuchado.  Señala además, que una de las formas de materializar los acuerdos resultantes de ese gran diálogo, sería la realización de una Asamblea Nacional Constituyente. Y es aquí, donde ya que hablamos de Poder Constituyente, nos permitimos preguntarle de manera fraterna y respetuosa a Iván, si podría considerar por un momento, con su acostumbrada templanza forjada en el estudio y ejercicio de su profesión como filósofo, lejos de la “’efervescencia y el calor” como diría el tribuno independentista en aquel día lejano, de esta hora de la primera victoria electoral, si habrá llegado ya, la hora de acercarnos más al ideario de Gaitán y alejarnos del paradigma de López Pumarejo? Y lanzo esta pregunta porque a pesar de que la propuesta del citado expresidente, se denominó “La revolución en marcha” al parecer, solo alcanzaron a ser reformas de papel como las caracterizó Gaitán, el gran líder popular que no hacía parte de la oligarquía criolla bipartidista, y que finalmente fue asesinado por defender a su pueblo. Pero aún aceptando que sus reformas aportaron ligeros avances, también existen serias y muy fundamentadas investigaciones históricas que demuestran el pacto que López Pumarejo hizo inicialmente con Lleras Camargo (cúpula liberal) y después con Laureano Gómez y Ospina Pérez (cúpula conservadora), para impedir entre ambas dirigencias, la llegada de Gaitán al poder y de allí en adelante, sucedieron muchas cosas turbias como la participación directa de Estados Unidos en el magnicidio y como todos sabemos, la nación colombiana quedó anegada en sangre hasta nuestros días. Ante tamaño antecedente de traición, considero que continuar el legado de Gaitán, que proponía precisamente la democracia real, el poder popular, el poder constituyente, implicaría la ratificación de lo que Cepeda ha dicho, que no serían acuerdos burocráticos sino programáticos, aunque me temo que hacer pactos con ciertos sectores del santismo y el gavirismo (actuales cúpulas de la derecha liberal, por más que se disfracen) no garantizaría ningún programa más allá de reformas decorativas y  no solo eso, podrían de nuevo poner la zancadilla, pues sus intereses no son los mismos de la izquierda y el progresismo, las dos tendencias que integran el PH, así que dudo mucho que pasaríamos de las reformas a las revoluciones, como trataré de desarrollarlo a continuación, desde mi perspectiva, no sin antes recordar una frase que quizás, podría ser clave para hablar hoy día, acerca de reforma y revolución, que me dijo a manera de reflexión en una charla personal que sostuvimos, mi estimado amigo, Alberto Pinzón Sánchez, antropólogo, médico, escritor y estudioso de la ciencia política: “La tradición Marxista dice que reforma y revolución son contrarios antagónicos. Tal vez la realidad política y real ha cambiado y no son tan antagónicos como uno creía? Porqué no pensar en un reformismo revolucionario, es decir, un reformismo que conduzca a cambios estructurales o revolucionarios?”.

Balance de las alianzas del Pacto Histórico y contexto actual de movilización popular a partir del estallido social 2021

Si examinamos lo que ha sucedido con la coalición del Pacto Histórico desde 2022 y su política de alianzas que llevó a que el presidente Petro, nombrara desde el inicio de su Gobierno en cargos estratégicos a claros defensores del neo-liberalismo, como el ministro  de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien otorgó un considerable porcentaje del presupuesto a cubrir la deuda con Ecopetrol dejada por Duque y recortó los ingresos extraordinarios logrados por la Reforma Tributaria a la mitad de lo establecido y junto la ministra de Agricultura, Cecilia López y el señor Alejandro Gaviria, nombrado flamante ministro de Educación, se dedicaron no a ejercer sus correspondientes cargos, sino a atacar la Reforma a la Salud que la ministra Carolina Corcho presentó y sustentó con gran solvencia, formando un soterrado bloque de oposición en los consejos de ministros, es decir, que desde bien temprano llegaron a implosionar el proyecto, como el mismo Petro lo reconoció hace poco. Esto nos enseña, que no se puede lograr el cambio con el enemigo de clase dentro del equipo del Gobierno, y ojo que todavía está y muy cerquita del primer mandatario, pero mucho menos, bajo esas condiciones de inestabilidad interna, pretender pasar de reforma a revolución. Por tanto, ante esta experiencia irrefutable, no se puede volver a caer en los mismos errores y no hay tiempo para más experimentos, igual a lo que puede pasar con lo de la inclusión en las listas a muchas personas de dudosa procedencia, pero ese tema no lo desarrollaremos aquí.

Dicho lo anterior, también debemos contextualizar el momento actual, que es muy diferente al de 2022. El “estallido social” del 2021 propició que una juventud rebelde y heroica se tomara las calles y generara una conciencia social masiva sobre las terribles desigualdades sociales existentes en nuestro país a lo que el Gobierno de Duque respondió con una brutal represión que jamás olvidaremos, pues ese centenar de víctimas mortales, más los heridos, los que perdieron sus ojos, los torturados, los desaparecidos, quedaron grabados en la memoria del país, lo que produjo el horror y la indignación de mucha gente apática, sin mayor compromiso con el destino social y político del país, que despertó y acompañó a esa juventud y masivamente marcharon junto al acumulado de fuerzas históricas de la izquierda, el PCC, la JUCO, la UP, el PDA, la Juventud Patriótica más las fuerzas del progresismo emergente, las comunidades campesinas, afrodescendientes, indígenas, sindicatos, movimientos de víctimas, ecologistas, diversidad de género y muchos otros movimientos sociales, hasta los tibios incluso.  De hecho, el “Estallido”, a la postre, fue fundamental para llevar en 2022 a Gustavo Petro a la presidencia y a Francia Márquez a la vicepresidencia de un gobierno popular por primera vez en la historia de nuestra República. A partir de allí, cada vez más, no solo la juventud, sino centenares de millares de personas mayores, gentes del pueblo oprimido han ido tomando conciencia de su condición y han seguido movilizándose durante estos cuatro años y uno de los resultados palmarios es esta primera victoria electoral que no debemos subestimar aunque tampoco esto signifique caer en un triunfalismo pueril, sino que se trata de sopesar con frialdad los riesgos de reeditar alianzas que solo han traído retroceso y freno al desarrollo del proyecto del Gobierno reformista actual. Si nos detenemos a analizar las cifras, nos podemos imaginar que en unas elecciones con el cien por ciento de las mesas disponibles, el caudal del Pacto Histórico podría duplicarse o triplicarse y en una primera vuelta superar los seis millones de votos o incluso mucho más y podría ganar y pasar  a segunda vuelta sin necesidad de participar en la consulta del Frente Amplio que limitaría y llevaría a compromisos con esas fuerzas que de nuevo amarrarían, frenarían el fluir necesario del proyecto de profundización de las reformas que se precisan convertir en cambios estructurales, es decir, revolucionarios. Y lo digo específicamente por las fuerzas del santismo, representadas en Roy Barreras y Juan Fernando Cristo y también por el expresidente César Gaviria, con quien se pretende trabar alianza, aunque se sabe que anda en diálogos con Uribe. No así en lo que respecta al ex-gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo de Fuerza Ciudadana y al ex-gobernador de Nariño, Camilo Romero, quienes en sus gobiernos regionales no traicionaron al pueblo y por el contrario, sus vidas han corrido graves riesgos por enfrentarse a los gamonales regionales y a los que sí podemos considerar como progresistas.

Hacia un auténtico Frente Amplio alternativo contra el fascismo nacional, continental y mundial

Es decir, la idea de un gran frente popular de izquierda revolucionaria antifascista, democrático, popular y progresista (y no, de “centro-izquierda”, como dice Roy o “liberal y reformista”, como dice Cristo) es la que se podría  plantear, como un poderoso movimiento unido al destino continental y mundial contra-hegemónico anti-imperialista, dado el renacer innegable del fascismo mundial por parte de un imperio capitalista que está apelando en la desesperación de sus estertores a un método recurrente en la historia que es “reconfigurar bajo sus intereses privados irrenunciables mediante las armas y la coacción, el mundo conocido. Y en eso estamos, viviéndolo en vivo y en directo en Gaza y en Ucrania, por ahora”. (de nuevo, cito a Pinzón).

En este dramático y crucial momento de la humanidad y el planeta mismo, Colombia no puede pensarse aislada del contexto mundial, y por si fuera necesario para una segunda vuelta hay que revisar con lupa con quien unirnos, pues no sería para repetirlo con los representantes de la rancia oligarquía, que eufemísticamente se autodenominan centro-izquierda y hasta el progresismo de manera cándida se lo cree. Entonces, podríamos pensar en un auténtico “Frente Amplio Alternativo” verdaderamente popular, democrático, anti-imperialista y bolivariano.

El sueño bolivariano como horizonte estratégico antiimperialista para toda Nuestramérica

Por qué razón sería impostergable enfocar la lucha en estos términos? La razón es más que evidente y la estamos viviendo en nuestras narices; la agresión del fascismo crudo en todo el mundo y en particular en Nuestramérica, no solo es contra Venezuela sino también contra todo el Continente y el Caribe entero, y en estos momentos, contra Colombia, en cabeza del presidente Petro, quien ha sido agredido por el demente rubio que ha financiado el genocidio contra el pueblo palestino y amenaza en el Caribe, para forzar la re-configuración que pretende. Dadas estas condiciones concretas, sería necesario pasar del dicho al hecho y desligarnos de la narrativa imperial que es la que reproducen los medios de la extrema derecha y que es la que ha deformado la realidad en lo concerniente al bloqueo, el saqueo de activos, el robo de reservas, las miles de sanciones que fueron las causas de la migración venezolana. No existe razón alguna para seguir creyendo la versión de la ilegitimidad de la presidencia de Nicolás Maduro Moros, cuando quedó demostrado el ataque cibernético propiciado y dirigido desde Estados Unidos y soportado por el terrorismo mediático trans-nacional y mucho menos, después, cuando los mismos que presentaron actas falsas antes del escrutinio, ni siquiera se presentaron al llamado del Poder Electoral a presentarlas, como sí lo hicieron la gran mayoría de los partidos. Y posteriormente a la investigación y la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, los ilusos engañados, ciegos todavía ante las evidencias, caen en la injerencia a la soberanía, desconociendo a  la más alta autoridad judicial de una nación, mucho más, cuando las actas fueron presentadas y los que precisamente no lo hicieron fueron, -como lo acabamos de decir- los que intentaron el golpe anunciando un fraude, que precisamente estaban cometiendo ellos. Parece increíble que este intento de golpe de Estado se siga justificando, bajo el pretexto de que no se presentaron las actas. Se las pidieron a Lula cuando ganó por un estrecho margen o se las pidieron al mafioso Noboa cuando a todas luces cometió graves irregularidades y hubo denuncias de fraude, pero como no eran dirigidas desde el norte, no fueron escuchadas. Sin embargo, una postura ejemplar en este caso, fue la del presidente López Obrador, quien fue enfático ante los que fueron a pedirle que se uniera a ellos en su empeño de que se mostraran las famosas actas y les respondió con la Constitución en la mano: México respeta la soberanía y la libre autodeterminación de los pueblos y punto. Así mismo lo hizo, la presidenta Claudia Sheinbaum, quien se posesionó por esos días, cuando a ella también se lo pidieron. Ejemplar muestra de respeto por las instituciones soberanas de un país pero también de sensatez política y de solidaridad latinoamericana al entender claramente, que todo era parte de un plan imperialista para atentar contra Venezuela.

Hay que anotar además, que ese injerencismo también se había practicado antes de las elecciones, cuando algunos mandatarios latinoamericanos, entre los más relevantes Boric, Lula y el mismo presidente nuestro, defendieron el derecho a ser candidata a una golpista como María Corina Machado, vetada por el Poder Electoral, ya que participó en 2002 en el golpe contra el comandante Chávez y que hace más de siete años le pidió al genocida Netanyahu que apoyara la invasión a Venezuela y desde el 2014 ha liderado las guarimbas, que son los paramilitares urbanos de Venezuela, que en ese año y en el 2017 sembraron el terror asesinando a decenas de personas y llegando incluso a atacar hospitales y otras instituciones públicas así como llegaron a la espantosa crueldad de incinerar vivos a militantes chavistas. Se ha demostrado hasta la saciedad, que toda la violencia que se vivió por parte de esos sujetos, los grandes medios corporativos de la comunicación mundial, la manipularon con la matriz mediática que repetía, sin pruebas, con manipulación de videos y toda clase de Fake News, que era el Gobierno bolivariano el que reprimía y asesinaba opositores. Asimismo se ha descubierto como la USAID hizo un trabajo de varios años de penetración en los movimientos sociales y gran parte de ella en la juventud universitaria, cooptó muchas conciencias con millones de dólares, incluso de muchos intelectuales latinoamericanos supuestamente “izquierdistas decoloniales”, con el apoyo de instituciones europeas de renombre, como lo ha denunciado con documentos, el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel.

Es esta, la hora de la crítica y autocrítica para avanzar, para hacer realidad el proyecto de pasar de las reformas a las revoluciones, así pues, también debemos repensar, para terminar con este recuento  desafortunado, de lo que significó que un líder histórico del progresismo latinoamericano como el brasileño Lula da Silva vetara a Venezuela para que formalmente ingresara a los BRICS, lo que a mi parecer constituye un gravísimo error estratégico del Gobierno de Brasil y esto no lo podemos aplaudir, por el contrario, habría que sentar un enérgico rechazo.

El destino de Nuestramérica debe ser el de la unidad sin fisuras, no se le puede ceder un centímetro al imperio.  Seguir haciéndole el juego a los Guaidó, los Edmundos, las Corinas y sus secuaces es situarse directamente del lado de Estados Unidos, del mismo lado de Uribe, de Duque y la Cabal. Habría que tomar distancia definitiva de esa mafia, enraizada directamente con la “gusanera” cubana y los “escuálidos” venezolanos de Miami. La izquierda colombiana debería entender de una vez por todas, que esas son las bases sociales y las dirigencias cipayas que comanda desde Miami, Marcos Rubio, el mismo criminal que ha propiciado la amenaza militar que estamos viviendo en el Caribe con el grave riesgo de desestabilizar  no solo a Venezuela y Colombia sino a todos los países que no sean sumisos a sus órdenes.  Lastimosamente, gran parte del pueblo colombiano ha  tenido que ser testigo directo de los ataques del imperio a nuestra soberanía y de los insultos al presidente de la República de Colombia por parte de la bestia rubia asesina, patrocinador del genocidio al pueblo palestino, cómplice directo de Netanyahu y todo el aparato sionista internacional, para entender que no es Nicolás Maduro el causante de los males de Venezuela, sino por el contrario, es la configuración que han hecho de un gobernante al caricaturizarlo y no solo eso, difamarlo como lo hicieron con Gadafi, con Hussein, con el mismo Fidel y con Chávez, con Correa, con Evo Morales y como lo hacen ahora con Petro, para preparar el camino de las invasiones, para destruir las revoluciones de los pueblos que se levantan, pero con Cuba y con Venezuela no han podido ni podrán tampoco con Colombia, pero para ello debemos cerrar filas sin vacilación alguna. Por ahora, al menos nos reconforta que Petro haya contestado con firmeza que no permitirá que desde nuestro territorio se agreda a nuestro hermano país, al que amo al igual que a mi patria. Allá, donde están enterrados los huesos de algunos de mis familiares amados, como les sucede a millones de colombianos con nexos directos con Venezuela y que ninguna frontera nos podrá dividir.  Colombia, ahora que por fin estamos soltando las cadenas santanderistas, está llamada a reconstruir el sueño de Bolívar, extraviado en nuestro suelo por dichas huestes que todavía hegemonizan no solo el imaginario sino el poder material, las riquezas de nuestro suelo y subsuelo, con base en el expolio de los capitalistas criollos y por la sumisión de estos a los designios imperiales. Si logramos que Colombia y Venezuela vuelvan a ser una sola nación con respeto a sus diversidades, pero unidas en la solidaridad y la lealtad profunda que deben unir por siempre a los pueblos hermanos, y si lográramos extender esa experiencia a toda la región, seríamos indestructibles, de lo contrario, estamos muy expuestos a la derrota, porque no podemos enfrentar aislados al monstruo.  La soberanía del Abya Yala debe ser una prioridad de la CELAC, abrazados en el sueño del Libertador.

No a la OTAN

Y para cerrar este tema, tengo una pregunta para todo aquel o aquella que lea esta columna, antes de las consideraciones finales:

Qué sería más peligroso en estos momentos, sacar a Colombia de la OTAN y expulsar de una vez por todas hasta el último de los asesores militares y soldados gringos y tomar control de nuestras bases o seguir denunciando al imperialismo como lo hace Petro, valiente pero quizás, ingenuamente, con el enemigo dentro de nuestro territorio? Es posible hablar tan alto y estar seguros de nuestra soberanía en estas condiciones?

Quien esté de acuerdo con lo primero, puede firmar la siguiente campaña, que le hicimos llegar en carta al compañero Petro, para socilitarle que lo hiciera de una vez, antes que fuera demasiado tarde.  Y él mismo, planteó esa posibilidad en un discurso ante las fuerzas militares, pero no lo ha llevado a cabo.

https://chng.it/hC7ZrswxGw

Consideraciones finales frente al escenario electoral. El poder constituyente movilizado como factor determinante

Así las cosas, pienso que Iván Cepeda, inclusive podría ganarle al candidato del Frente Amplio, -si el CNE no le permite ir a esa consulta a la que tanto Petro como toda la dirigencia del Pacto Histórico quieren concurrir- y hasta podría ser más favorable que se presentara solo en la primera vuelta y reitero, sería mejor así, pues no tendría compromisos que lo ataran con personajes del santismo  o del gavirismo, tan funestos como Roy Barreras, que no debemos olvidar que fue uno de los opositores a la Reforma a la Salud, siendo parte del Gobierno, quien además, debería haberse declarado impedido a participar en el debate de la Reforma, pues tiene intereses personales, con inversiones en IPS (Instituciones Prestadoras de Salud).

Sería interesante que se diera el debate, para ver si es posible que se presente suelto de compromisos en primera vuelta y para ello se debe continuar buscando, desde hoy mismo, el voto de opinión en la gran mayoría de la población que todavía sufre la explotación, la inequidad y el atraso y la violencia en los territorios olvidados de la ruralidad y en los sectores marginalizados de los grandes centros urbanos. Por otro lado, el gran desprestigio actual de los expresidentes Santos y Gaviria es indudable y tampoco debemos sobredimensionar su incidencia en la voluntad popular -al último, ya lo invitaron a dialogar y parece, que afortunadamente el “pionero de la apertura económica”, el mismo sujeto que arruinó al campesinado colombiano, rechazó la oferta porque como es apenas lógico, sus intereses están del lado del bloque de poder hegemónico proimperial, así que ha quedado claro, cual es el sitio de cada cual.

El pueblo ya no come cuento, aunque tengan el poder y la plata para comprar conciencias, cada vez les costará más.  Incluso, simbólicamente, buscar esas alianzas en el presente es legitimar a los expoliadores, a los opresores y transmite el mensaje subliminal a las masas, que sin los verdugos, sin los poderosos que han masacrado y arruinado nuestro pueblo no podemos avanzar y eso también significa demeritar los avances que se han logrado con algunas de las conquistas sociales de este Gobierno, aunque sean insuficientes, pero sobre todo en el campo de la movilización popular que debe continuar, es decir, el poder constituyente en movimiento permanente es lo que se requiere y ese huracán de voces, corazones y manos juntas, marcará el rumbo hacia el triunfo en las urnas en el 2026, ojalá en primera vuelta. 

Habrá que continuar dialogando a diario con el pueblo y no con las cúpulas, por el contrario, hay que aislarlas y seguramente cada día crecerá mucho más el respaldo de los oprimidos, de los excluidos, de los masacrados, por lo que representa Iván Cepeda en un país con millones de víctimas del Estado o  cómo se explica el  impresionante logro que significa conseguir sumar un poco más de millón y medio de votos en solo mes y medio de campaña con una gran austeridad, sin malversación de recursos en una impecable muestra de que es posible hacer política de manera impoluta. Un triunfo que se logró no solo por los precandidatos(as) que se retiraron de la contienda y se sumaron a él, que si bien fue importante y no hay que demeritar su apoyo, tampoco estamos seguros de qué caudal de votación habrán aportado.  No debemos olvidar que su triunfo jurídico sobre Uribe ya quedó escrito en la historia del país y esa fue la estocada más grande que se le ha propinado al uribismo, no solo ante nuestro pueblo, sino ante el mundo y por eso, Estados Unidos está interviniendo desde ya para que vuelva la extrema derecha a gobernar nuestro país y eso no lo podemos permitir.  Así que la unidad bolivariana y martiana es la única manera de enfrentarlos, no como islotes sueltos, sino como un sólido bloque que se yerga poderoso ante el mundo aterrorizado en esta hora, por el imperialismo decadente pero todavía sumamente peligroso. Por eso, con los tibios que siempre serán sus aliados, no deberíamos contar.  Mejor, echémosle pueblo a esa vaina!

Finalmente, el pasado domingo no pude votar en la consulta, ya que la Registraduría y el CNE impidieron que millones de colombianos que vivimos en el exterior pudiéramos ejercer nuestra voluntad, pero espero poder hacerlo el próximo año por Iván Cepeda Castro, quien sin ninguna duda, es un hombre íntegro, inteligente, valiente, cultivado en las disciplinas humanísticas, características que muy seguramente heredó como hijo de dos camaradas extraordinarios, el periodista, poeta y pintor caucano Manuel Cepeda Vargas y la educadora Yira Castro, de la Costa Caribe colombiana. Por esos nobles orígenes que admiro y que nos unen en la historia de la resistencia en nuestro país, como coetáneo y compañero de lucha, celebro desde la lejanía porque en el aire de mi patria, resonó fuerte el estribillo del pueblo: “Iván es el man”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.