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Las mujeres en medio de la masacre, la persecución y la exclusión

Fuentes: Rebelión

En el último 25 de noviembre del primer cuarto del siglo XXI, a pesar del avance tecnológico, resulta imposible hacer la lista de las mujeres que, en Gaza, en Sudán, en Yemen y en otros puntos del planeta, lloran a sus hijos e hijas. Mujeres con cuerpos mutilados y sueños despojados. Víctimas anónimas de la violencia del poder imperialista, que crea escenarios de guerra para saquear impunemente. No han sido bien contadas las que han fallecido. Queda llorarlas sin conocer sus nombres. Y asumir sin vacilación la tarea de pedir cuentas a un poder voraz y criminal.

Tienen nombre conocido las mujeres a quienes Donald Trump ha dirigido insultos. La periodista a quien llamó `cerdita`, las dirigentes políticas a quienes ha puesto calificativos como `cabra loca` y `demente`… Esas han podido responderle; pero quien ocupa el principal asiento en la Casa Blanca, en su misoginia, miente y manipula.

Se recuerda que describió a Claudia Sheinbaum como una mujer elegante y hermosa para agregar que, a pesar de eso, en México gobiernan las bandas criminales. El retorcimiento es grosero, pues asocia la descripción tradicional de la feminidad con la debilidad y la blandenguería. Al mismo tiempo, trata de desacreditar un ensayo de avance político, una gestión económica y un proyecto social. Misógino al fin, Trump utiliza el género como elemento en su argumentación neocolonialista. Los estrategas yanquis quieren controlar México y para eso no hay disfraces.

Pero más grave que esta ofensa a la presidenta Sheinbaum es la agresión contra numerosas mujeres a quienes la cacería del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés) impide salir de sus hogares, realizar denuncias de abuso sexual o laboral y solicitar servicios incluso de salud. ¡Esto lo padecen más de seis millones de mujeres que tienen puesto el sello de ilegales! Son muchas víctimas.

En Estados Unidos las mujeres migrantes perciben ingresos inferiores en un doce y medio por ciento a los que perciben las estadounidenses. El ingreso de las migrantes, en comparación con el de los hombres estadounidenses, es inferior en un 30 por ciento. Hay que decir que es notoria la brecha salarial.

La sobreexplotación es violencia.

En Europa hay situaciones indignantes. En Francia, por ejemplo, son frecuentes las agresiones sexuales a mujeres (una cada dos minutos, según cifras oficiales). La revista The Lancet da cuenta de que, en el año 2023, el riesgo de ser violada era 18 veces mayor para la mujer migrante que para las demás. Según el estudio citado por la revista, una de cada dos mujeres migrantes no buscó ayuda después de ser agredida y solo una de cada diez recurrió a la Policía o los servicios médicos.

Esto ocurre por temor a la repatriación y al despojo de otros derechos.

Hay que pedir cuentas a un poder elitista y abusador que legaliza la coerción de clase. Las abusadas invisibilizadas por la sociedad de clases son mujeres humildes. ¿Cómo escribir sus nombres?

DESDE REPÚBLICA DOMINICANA

En República Dominicana este 25 de noviembre aproxima la vigencia de un nuevo Código Penal que sigue criminalizando el aborto, desconoce la violación dentro del matrimonio y dificulta sancionar ciertas prácticas de violencia doméstica.

¿Qué nombre puede ponerse a esa barbaridad? ¿Cómo calificar al poder político que la ejerce y a las instituciones religiosas que se empeñan en perpetuar el dañino y caduco orden patriarcal? El sistema político ha impedido la educación en temas de género en las escuelas, a pesar de que en el país son frecuentes los casos de mujeres muertas a manos de maridos y exmaridos, quienes muchas veces asesinan también a madres y hermanas de la víctima objetivo.

Es la versión colonial del poder que erige muros y coloca el sello de ilegales a personas humildes. Las mujeres han sufrido en forma particular la coerción de clase expresada en la política antiinmigrantes copiada y dictada desde el centro del poder hegemónico.

En el quinto día de este noviembre, murió el hijo recién nacido de Melissa Jean Batista, una haitiana que declaró que el padre de su criatura es dominicano y fue conducida del hospital Nuestra Señora de Regla, de Baní, al Centro Vacacional de Haina, que hoy es un centro de detención de indocumentados.

Los funcionarios de Migración afirman que el bebé fue atendido a tiempo, pero no se detienen a explicar el efecto de conducir a una mujer recién parida, criatura en brazos, del hospital a un centro de detención. De sensibilidad es imposible hablar cuando la autoridad no respeta la condición humana. No figuraría en los diarios ese caso si el bebé hubiese muerto en Haití. ¿Cuántos bebés han muerto en este y en el otro lado de la frontera por un traslado a destiempo y en condiciones precarias?

Por temor a ser trasladada al mismo centro o repatriada sin ceremonia alguna, la haitiana Lourdia Jean Pierre, de 32 años y madre de cuatro niños, murió de parto. No se atrevió a acudir a un hospital. No quiso correr el riesgo de ser detenida, maltratada y obligada a dejar al resto de sus pequeños. ¿Cuántas habrán muerto en esta situación en territorio haitiano o en territorio dominicano? ¿Cuántas habrán sufrido un deterioro importante en su salud debido a las condiciones en que son trasladadas a Haití?

Gedilia Lonzandieu, haitiana de 36 años, murió tras sufrir un paro cardiorrespiratorio mientras era trasladada a una ambulancia por agentes de Migración. Esto ocurrió en septiembre.

En junio, Ellen Francés Hulett, una estadounidense de 24 años, fue hallada muerta tras más de dos meses bajo custodia en el el mismo centro de detención. Había denunciado violación, pero se dijo que sufrió un paro respiratorio. Ni las autoridades dominicanas ni la embajada de Estados Unidos han hecho grandes esfuerzos por establecer responsabilidades y aplicar sanciones. Las víctimas pobres son solo eso.

Hay que pedir cuentas a este sistema politiquero incapaz de abandonar la herencia del balaguerismo. No demandará justicia por las víctimas sin nombre el presidente Luis Abinader, bajo cuya dirección fueron colocados en los hospitales los agentes migratorios. No lo hará tampoco el expresidente Leonel Fernández, quien se declara seguidor del ultraderechista abogado y patriotero Marino Vinicio Castillo, cabecilla de un grupo antihaitiano y racista. De los expresidentes Hipólito Mejía y Danilo Medina y de los grupos ligados a ellos solo se puede esperar proclamas racistas y resabios patriarcales que complazcan a los mitrados, a los pastores que predican atraso y a los adinerados patrocinadores que se benefician del atraso que les permite comprar y vender todo.

No demandará justicia una prensa corporativa comprometida con el poder. Es tarea de los hombres y mujeres conscientes visibilizar las víctimas y sembrar rebeldía, que es demandar justicia.

República Dominicana es la tierra de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por oponerse a la dictadura de Trujillo. En 1981, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, estableció la conmemoración con carácter regional. Desde 1999, la Organización de las Naciones Unidas le dio carácter universal a la conmemoración.

Desde este país y desde cualquier parte del mundo, hay que denunciar que la coerción de clase afecta particularmente a las mujeres, porque proporciona impunidad a muchas formas de violencia y porque, en sí misma, es violencia.

En este noviembre hay que llamar la atención sobre la realidad de las mujeres palestinas (de Gaza y de Cisjordania) y sobre las que viven en otros escenarios de guerra. Hay que poner también especial atención a las víctimas del racismo y de las políticas antiinmigrantes.

En varios de sus trabajos, Rosa Luxemburgo citó al francés Charles Fourier: “En cualquier sociedad, el grado de emancipación femenina es la medida natural de la emancipación general”.

La lucha por la equidad y por el trato igualitario pasa por el desmonte de las políticas sexistas, racistas y antiinmigrantes que la derecha y la ultraderecha se empeñan en mantener. Ese empeño retrata a estos sectores como enemigos de los pueblos… Y esos pueblos les exigirán pagar sus cuentas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.