Nunca lo olvides: salarios miserables financian pensiones miserables.
Para ser justos, El Mercurio se aprovecha de la incompetencia, de la mala leche, de la ignorancia y/o de la mala fe del subsecretario de Previsión Social, Claudio Reyes, y le lleva las de abajo.
En su edición del lunes 1º de diciembre el mentiroso pone como título central lo que sigue:
«Tras alerta por acelerado envejecimiento en Chile, el Gobierno se abre a un “debate responsable” sobre elevar la edad de jubilación
El tema no fue parte de la reciente reforma de pensiones, pero la urgencia esta dada porque Chile será uno de los países con mas adultos mayores por cada trabajador activo. Especialistas plantean que el país debe subir la edad de retiro o indexarla “automáticamente” a la esperanza de vida…»
Para sustentar tales enormidades, El Mercurio cita al mencionado Claudio Reyes:
“Con un retroceso proyectado del 23% para la población en edad de trabajar, el subsecretario de Previsión Social, Claudio Reyes, sostiene que iniciar una discusión en esta materia es un desafío pendiente, junto con mayor competencia e informalidad.” “Varios países de la OCDE ya han elevado la edad de retiro o la han indexado (…) una medida que Chile debería considerar para asegurar la sostenibilidad (del sistema).”
Lo primero que llama la atención es la curiosa afirmación acerca del “acelerado envejecimiento en Chile”, dispar que sirve de justificación para invocar un eventual aumento de la edad de retiro de la actividad laboral.
La verdad es que en Chile como en Botswana, en la Isla de Man, en Moldavia y hasta en la Cochinchina (Sud-este y delta del Mekong en Vietnam), todos envejecen al mismo ritmo y la medida del tiempo es la misma, incluso si aplicas la relatividad general de Einstein o la mecánica cuántica de Max Plank.
La evolución de la población humana –tema preferido de los antropólogos– toma períodos de tiempo significativos, lo que permite anticipar sus consecuencias o inferirlas de la observación de los datos pertinentes disponibles. El mismo artículo del Mercurio precisa: “Proporción de mayores de 65 años se duplica a 2054…”.
Como puede verse, no es para mañana, y para esa época –gracias a dios– Claudio Reyes ya no será subsecretario de Previsión Social y yo ya no estará aquí para corregir sus boludeces.
Dicho lo cual permíteme recordar un par de realidades no tan lejanas en el tiempo.
En 1981 redacté en Madrid una Memoria necesaria para obtener un diploma de ingeniero de Estado en Francia (“Amérique Latine: transferts de technologie et développement”), y más tarde, en diciembre del año 2015, un análisis titulado “De la dificultad de nacer”.
Allí le consagré algunas páginas a la evolución demográfica de Latinoamérica ya los profundos cambios constatados en el curso de las décadas precedentes:
«Primero, un crecimiento demográfico muy rápido: los 100 millones de latinoamericanos de 1930 son 370 millones en el año 1980 y serán 600 millones a fines del siglo. Un ejemplo luminoso es el llamado Consenso de Washington, aplicable y aplicado a todos los países con gobiernos obedientes: reducción del gasto público, privatización de los servicios públicos, desregulación de los mercados financieros, etc., etc.
Las cifras hablan por sí mismas: a principios de siglo la tasa de natalidad promedio en América Latina giraba en torno a 45/1000 por año, y el de la mortalidad entre 30 y 35 por mil. En 1970 la tasa de mortalidad había bajado a 9 por mil, y la tasa de natalidad permanecía en alrededor de 38/1000.
Este tan rápido proceso de crecimiento demográfico trajo consigo un notable rejuvenecimiento de la población: en 1970 la población de más de 65 años de edad era inferior al 5% de la población total, y aquella comprendida entre 0 y 14 años alcanzaba el 42%. En 1975 esas cifras eran respectivamente 3% para la población de más de 65 años, y 45% para la población entre 0 y 14 años de edad.”
El vigoroso aumento de la población de nuestros países generó algunas teorías tan descabelladas que hoy harían reír si no fuese porque sus consecuencias en las políticas impulsadas por los EEUU, y aplicadas por gobiernos dóciles, fueron dramáticas. El presidente Lyndon Johnson, que sucedió a John Fitzgerald Kennedy en su asesinato en Dallas (1963), declaró: “Cinco dólares invertidos contra el crecimiento de la población son más eficaces que cien dólares invertidos en el crecimiento económico”.
Era la época bendita del célebre programa “Alianza para el Progreso” (1961-1970) lanzado por John Kennedy para hacerle frente a los efectos subversivos generados en América Latina por la Revolución Cubana que llevó a Fidel Castro al poder en el año 1959.
Ese programa estimulaba las políticas públicas de control de la natalidad y de planificación familiar que en Chile se implementaron en la presidencia de… Eduardo Frei Montalva. El empleo de la píldora anticonceptiva y de los dispositivos intrauterinos se masificaron en esos años, gracias a quienes hoy en día se oponen a legislar sobre el aborto. Sin embargo, la población de los países latinoamericanos –y de Chile en particular– era particularmente baja, como muestra el cuadro siguiente:

Es muy probable que la democracia cristiana chilena estuviese influenciada por el economista Robert McNamara, a la sazón presidente del Banco Mundial –y que había sido presidente de FORD y Secretario de Defensa de los EEUU durante la guerra de Vietnam– quien estimaba que la explosión demográfica era el principal obstáculo para el progreso de América Latina al tiempo que anunciaba que el Banco Mundial le daría prioridad, en sus créditos, a los países que aplicasen planes de control de la natalidad. Así, algunos tecnócratas ya nacidos elucubraban teorías sobre las ventajas de no nacer, y pensaban que los problemas de América Latina podían resolverse eliminando a los latinoamericanos.
De lo que preceden hacen apenas 55 años… ¿Dónde estaba entonces Claudio Reyes?
Debo precisar que esta sobreabundancia de personas en edad de trabajar no llevó nunca a nadie –aún menos a El Mercurio– a sugerir bajar la edad de la jubilación…
La natalidad en Chile
Cualquiera puede pensar que el buen éxito de la marcha de un país se mide en una vigorosa tasa de natalidad. Las cosas van bien, ergo, la confianza en un avenir radiante debiese producir familias numerosas y estables, la población debe crecer con tanto más dinamismo cuanto que no hay razones de inquietarse con relación a detalles como la vivienda, la salud, la educación, la previsión, el trabajo y los salarios, para mencionar sólo algunos.
Una nota, del Dr. Enrique Donoso Siña, Editor Jefe de la Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología, publicada en el año 2007, muestra lo contrario: “La natalidad, dice el Dr. Donoso Siña, ha presentando una sostenida reducción, especialmente entre los años 1990 y 2004”.
La caída de la natalidad se agudizó pues al término de la dictadura, y mantuvo su significativa caída durante los años de la pretendida “transición”, bajo la presidencia de Aylwin y Frei y hasta bien entrada la presidencia de Ricardo Lagos. Nada hace pensar que la curva se ha invertido. El cuadro siguiente, construido a partir de las cifras de niños nacidos vivos entre los años 1990 y 2004, entrega una visión muy gráfica del fenómeno:

El Dr. Donoso Siña comete una explicación muy discutible para dar cuenta de la caída de la tasa de natalidad. Así como Ricardo Lagos explicó el generalizado descontento de chilenos y chilenas en razón de lo bien que iba el país, Donoso Siña se empeña en atribuirle la caída de la natalidad al “mayor desarrollo económico, social, educacional y sanitario” . Que todo vaya bien es disuasivo a la hora de tener hijos. Gary Becker debe estar dándose vueltas en su tumba.
(Gary Becker, economista de la escuela de Chicago, pseudo premio Nobel de economía 1992, sostenía que la decisión de casarse y/o la de tener hijos es el producto de un cálculo económico. Tirar en el matrimonio es más económico que ir de putas, y se tienen hijos para que se hagan carga de ti cuando seas viejo. Esto no se inventa. Becker explica la delincuencia como el resultado de un cálculo económico: si las posibilidades de ser atrapado son bajas… robar es rentable. Del mismo modo, si la multa es más baja que el producto del robo, la colusión es rentable. En la materia parece ser un discípulo de Vilfredo Pareto, sucesor de Walras en la cátedra de economía de Lausana.)
No obstante, lo que expuso el Dr. Donoso Siña no carecía de importancia:
“Lo preocupante es que la cifra mencionada es inferior a la tasa de recambio poblacional que es de 2,1 hijos por mujer, concepto que significa que los hijos nacidos por cada mujer no alcanzarían para renovar la población al momento del fallecimiento de sus progenitores” .
Los economistas pierden su tiempo adivinando el futuro y haciendo previsiones. El CELADE me ofrece generosamente una prueba: el Dr. Donoso Siña señala que el CELADE previó que Chile alcanzaría esa mediocre tasa de fecundidad pero sólo en el año 2020, o sea 16 años más tarde. Una nimiedad…
Si en el 1990 se registraron 292.510 nacidos vivos, en el año 2004 esa cifra bajó a sólo 230.606, una caída de un 21,2%. En plena “transición”, cuando la alegría ya estaba entre nosotros.
Donoso Siña se apoya en definiciones discutibles cuando pretende que “Chile se encuentra en la etapa de transición demográfica avanzada, definida por una baja tasa de natalidad (año 2004: 14,9/1000 habitantes) y de mortalidad (año 2004: 5,4/1000 habitantes), que se traduce en un crecimiento natural también bajo (año 2004: 1%)”.
Ergo, nuestro indetenible progreso nos lleva irremediablemente a nuestra no menos irremediable pérdida. No mañana, esto lleva tiempo: es cosa de tener paciencia.
«Una de las características de la transición demográfica de un país es que los grupos etarios que forman su población no crecen simétricamente. Es así que hay un aumento progresivo de los grupos etarios mayores de 65 años (año 2004: 8% de la población total), como consecuencia de la alta natalidad del pasado y de la baja mortalidad actual, con una reducción progresiva de la población de 15 a 64 años, definida como la potencial activación de un país. Esto trae como consecuencia un mayor descenso de la natalidad, el envejecimiento poblacional, como también problemas sociales, económicos y de salud pública, derivados de ese fenómeno.”
¡Xux!
En la década 1960-1970 la cuestión esencial era cómo disminuir la población, por eso inventaron la Alianza para el Progreso. Ahora los “expertos” fingen descubrir la pólvora y lloran porque la población no crece.
Poco a poco vamos entrando en nuestro tema: la edad de la jubilación. Para El Mercurio y el subsecretario de Previsión Social el tema es simple: hay que copiarle al eminente Otto von Bismarck –Reichkanzler des Deutschen Reiches– cuya hazaña es conocida pero te la cuento igual.
Corría el año 1889. Otto von Bismarck, canciller del nuevo imperio alemán, se apiadó de la triste suerte de los obreros que vivían en la miseria más espantosa. Inventó pues un sistema de pensiones, financiado por cotizaciones de los magros salarios, para darle a los jubilados una pensión. Las cotizaciones reunieron una gran masa de capital. Otto von Bismarck le preguntó a sus expertos:
“¿A qué edad mueren los obreros?”
La respuesta fue muy clara: “Sr. Canciller, suelen morir entre los 40 y los 50 años de edad”.
“¡Ah! Exclamó von Bismarck… Entonces pondremos la jubilación a los 70 años” (sic)
Claudio Reyes no ha inventado nada… pero olvida un par de detalles.
En materia de Economía –según David Ricardo y los clásicos, o sea los inventores del invento– sólo hay un tema importante: la distribución del producto. Lo demás es paja molida, o va de “ensalada chilena”: sirve sólo para acompañar.
La distribución del producto, en Chile, es atrozmente regresiva, o se concentra en muy pocas manos. Un estudio de la Fundación SOL lo muestra muy gráficamente:

Si un pequeño grupo de privilegiados alcanza el producto del país… nunca habrá recursos suficientes para pagar pensiones, cualquiera sea la edad de jubilación.
Por otra parte, quien financia las pensiones son los propios pensionados… a partir de sus magros salarios. Si dichos salarios fueran más altos, las cotizaciones serían mayores, y eso permitiría financiar pensiones dignas. Nunca lo olvides: salarios miserables financian pensiones miserables.
Si en vez del sistema de capitalización –ese inventado por Otto von Bismarck– la masa de cotizaciones fuese destinada a un sistema de repartición, administrado como en Francia por los sindicatos de trabajadores y de patrones, se eliminaría el beneficio que enriquecería a unos cuantos estafadores. El destino de esos fondos no sería la especulación bursátil en Nueva York, sino la inversión productiva en nuestro propio país, para crear empleo.
Porque ni El Mercurio ni Claudio Reyes mencionan los millones de trabajadores sin empleo… que justamente por esa razón no cotizan en el sistema de previsión. ¿Curioso, no?
La tasa de desocupación en Chile, durante el trimestre junio–agosto de 2025 alcanzó un 8,6% de acuerdo a los datos de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE). Mientras tanto, la tasa de desempleo de la OCDE se mantuvo en el 4,9 % en mayo de 2025, igual que hace un año. Nuestro desempleo es casi el doble del grupo de países que citamos –sin vergüenza– como nuestro grupo de referencia.
Los datos oficiales dicen que en un total de 16,5 millones de personas en edad de trabajar, la tasa de participación laboral alcanzó un 61,8% al trimestre móvil mayo-julio de 2025, lo que equivale a un total de 10,2 millones de personas.
Aritméticamente existen 6,3 millones de personas ‘en edad de trabajar’ que no lo hacen (o lo hacen de modo informal… ya vuelvo sobre este tema)… pero de eso ni Claudio Reyes, ni El Mercurio dicen nada. El famoso “ejército de reserva” siempre fue necesario en el capitalismo para chantajear los salarios a la baja, disuadir la sindicalización y generar temor.
La informalidad es otra herramienta del sistema. Asquear los trabajadores a tal punto que estos prefieren trabajar como ‘independientes’. ¿Independientes de qué? Los grandes capitales siguen teniendo la sartén por el mango.
La tasa de ocupación informal se ubicó en 26,0%… ¡¿Y esto no interpela a Claudio Reyes, subsecretario de Previsión Social?!
Un cálculo bastante sencillo debiese permitirle saber cuántas cotizaciones pierde el sistema, y cuántos trabajadores quedarán al garete al llegar a una edad en la que no podrán trabajar en las minas, o en la construcción, o en el campo, o en la pesca, o en la limpieza, o en la industria, o pedaleando bajo el sol o la lluvia para ir a entregar un paquetito Uber… Claudio Reyes pone el culo en su oficina y no conoce los trabajos físicos. Podría seguir contando boludeces hasta los 100 años de edad y aún más allá.
Quienes por informalidad, o por una larga lista de empleos transitorios, o por criar críticos, o por enfermedades u otras razones, no logran obtener una pensión miserable… son candidatos a la PGU, pagada con los recursos del Estado que dispone de recursos a su vez… miserables.
¿Qué porcentaje del PIB se destina a salud en Chile? Según los datos disponibles, el gasto público en sanidad en 2024 alcanzó el 5,8% del PIB… ¡El 5,8%!
Según la OMS –Organización Mundial de la Salud de la ONU– el promedio mundial era de un 10,8% en el año 2022, con una tendencia a aumentar. ¿Hay de qué estar orgullosos Sr. Claudio Reyes?
Con relación a los recursos gestionados por los Estados –las administraciones públicas– de la OCDE… en el año 2021 alcanzaron un promedio del 46,3% de sus PIB respectivamente. En Francia, en el año 2024, el gasto público representó el 57,3% del PIB, y la recaudación impositiva un 51,4% del PIB.
El gasto público en Chile en 2024 alcanzó el 26,73% del PIB, una caída de 0,67 puntos respecto a 2023, cuando el gasto fue el 27,4% del PIB.
Cuando digo que el Estado de Chile dispone de recursos miserables… me quedo corto. ¡Mejor aún! Prácticamente toda la costra política parasitaria chilena busca reducir aún más esas cifras. Un neonazi llamado Kast promete recortar de entrada 6 mil millones de dólares…
Pero para El Mercurio y para Claudio Reyes, la solución es muy fácil: hacer trabajar a los chilenos –a los que tienen trabajo– hasta la muerte.
¡Y a la mierda el resto!


