Foto: La abogada de DDHH Fabiola Letelier, su hija Manuela y su nieta Camila, más un reducido grupo de familiares y amigos acudió este domingo al Cementerio General de Santiago a recordar a su hermano Orlando Letelier del Solar, ex ministro de Relaciones Exteriores, Interior y Defensa, amigo y colaborador del Presidente Salvador Allende, […]
Foto: La abogada de DDHH Fabiola Letelier, su hija Manuela y su nieta Camila, más un reducido grupo de familiares y amigos acudió este domingo al Cementerio General de Santiago a recordar a su hermano Orlando Letelier del Solar, ex ministro de Relaciones Exteriores, Interior y Defensa, amigo y colaborador del Presidente Salvador Allende, en ocasión del 38 aniversario de su asesinato en Washington por la dictadura cívico militar de Chile, el 21 de septiembre de 1976. Orlando Letelier no fue recordado oficialmente por su partido, el PS, ni el gobierno actual.
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Este domingo se cumplieron 38 años del asesinato en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier del Solar. La bomba terrorista que detonó el estadounidense Michael Townley en el automóvil de Letelier también dio muerte a su secretaria, Ronnie Muffit.
En esta fría mañana en que oficialmente comienza la primavera, la reconocida abogada luchadora por los derechos humanos Fabiola Letelier del Solar acudió al Cementerio General de Santiago para rendir tributo a la memoria de su hermano, quien fue ministro de Relaciones Exteriores y Embajador en Washington de Salvador Allende y se desempeñaba como ministro de Defensa al ocurrir el golpe cívico militar del 11 de septiembre de 1973. Allende le ordenó que no fuera a La Moneda, sino al ministerio de Defensa, a escasos metros del palacio presidencial, donde fue detenido por sus subalternos, incluido su guardaespaldas oficial.
En la modesta ceremonia recordatoria en el Cementerio, junto a Fabiola Letelier estuvieron presentes su hija Manuela Leiva Letelier, su nieta Camila Leiva Letelier, su nuera estadounidense-chilena Karen Anderson (directora de la ong EPES, Educación Popular en Salud), y un puñado de amigas y amigos, incluido este redactor. Su hijo, el senador socialista Juan Pablo Letelier no pudo concurrir al cementerio porque se encuentra en Zambia en misión parlamentaria.
El asesinato del abogado, economista y diplomático que entregó su vida a la lucha por un mundo mejor, esta vez fue olvidado por su partido, el Socialista, y también por el gobierno actual. La lápida que evoca su memoria encima de su tumba ni siquiera había sido limpiada por el Cementerio público. Pero quienes quieran recordarlo tienen una segunda oportunidad en el acto Liturgia y Testimonios que organizaron su hermana y un grupo de amigos cristianos y laicos, a efectuarse el martes 23 de septiembre, a las 19 horas, en el auditorio del Colegio San Ignacio (Alonso Ovalle 1452 – Metro La Moneda). Se puede asistir sin invitación.
Entre otras personalidades que invitan a esta ceremonia junto a Fabiola Letelier figuran la escritora Mónica Echeverría, viuda del ex rector de la Universidad Católica Fernando Castillo Velasco; Matilde Chonchol, cónyuge de Jacques Chonchol, animador de la reforma agraria de Allende, quien se encuentra hospitalizado; la Hna. Karoline Mayer, religiosa y activista de DDHH; Jaime Escobar, periodista, director de «Reflexiones»; Miguel Lawner, arquitecto y preso político en Dawson y Chacabuco; y el sacerdote José Aldunate, de reconocida trayectoria en la lucha chilena por los derechos humanos.
El asesinato de Letelier
Orlando Letelier fue asesinado en Washington el 21 de septiembre de 1976 por el largo brazo criminal de la DINA, la Dirección Nacional de Inteligencia creada por la dictadura militar-civil con el fin de exterminar a los opositores. Letelier eligió vivir en Washington tras haber sido embajador de Salvador Allende en el país del norte y después de pasar por numerosas prisiones tras el golpe chileno por el «delito» haber sido socialista y estrecho colaborador del Dr. Allende. Los principales autores intelectuales del homicidio fueron Augusto Pinochet, el dictador, y su secuaz en la jefatura de la DINA, el ex general Manuel Contreras, condenado a casi 500 años de cárcel por numerosos asesinatos como el de Orlando Letelier.
En Estados Unidos gobernaba el republicano Gerald Rudolph Ford Jr., quien terminó el período presidencial de Richard Nixon, el único presidente estadounidense que ha renunciado al cargo. Lo hizo el 9 de agosto de 1974, simplemente porque no pudo seguir en la presidencia después que se comprobó cuán involucrado estuvo en el caso Watergate, un episodio de espionaje al partido Demócrata dirigido desde la Casa Blanca, con pleno conocimiento y empuje del jefe del Estado.
El autor material del asesinato fue Michael Tonwley, agente de la DINA y de la CIA, experto fabricante de bombas a control remoto (también asesinó dos años antes a Carlos Prats en Buenos Aires, también en el mes de septiembre, el 30/9 de 1974, e igualmente con una bomba instalada en su automóvil).
Townley fue secundado por los terroristas de origen cubano Guillermo e Ignacio Novo Sampoll y José Dionisio Suárez Esquivel y otros terroristas made in Chile financiados por el Estado construido por la dictadura cívico-militar, como el oficial de ejercito Armando Fernández Larios. Hoy todos estos esbirros viven en absoluta libertad en Estados Unidos. El fiscal Eugene Propper negoció con Townley y lo transformó de acusado en testigo. Vive tranquilamente con identidad desconocida, como «testigo protegido», y el mismo Propper me contó que todavía intercambiaban saludos de navidad, cuando visitó Caracas en febrero de 1983 para presentar su libro Laberinth, la historia del Caso Letelier escrita por el ex fiscal con Taylor Branch.
El asesinato terrorista en el corazón de la capital estadounidense, Av. Sheridan Circle, Embassy Row, fue una afrenta a la cacareada seguridad que puede ofrecer Washington al cuerpo diplomático y personalidades extranjeras. También fue una profunda herida emocional para su familia. Sus padres, Orlando Letelier Ruiz e Inés del Solar R., debieron viajar a Washington para velar a un hijo a quien la dictadura le retiró la ciudadanía chilena semanas antes del asesinato y por tanto, no podría regresar a Chile ni aún como cadáver. Fue sepultado provisoriamente en el Cementerio del Este, en Caracas, después de un velatorio solemne en el Concejo Municipal de la capital de Venezuela.
Trayectoria de Letelier
Orlando Letelier fue dirigente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) hasta 1952. En 1955 ingresó al recién creado Departamento del Cobre, antecesor de la actual Codelco (Corporación del Cobre), de donde fue despedido en 1959, bajo el gobierno de derecha de Jorge Alessandri Rodríguez. El entonces senador Salvador Allende denunció su despido como persecución política.
Letelier se trasladó a Venezuela, donde trabajó como consultor del Ministerio de Hacienda. Más tarde ingresó al recién creado Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde se convirtió en economista senior y director de la división de préstamos. Fue también consultor de Naciones Unidas responsable de la creación del Banco Asiático de Desarrollo.
El presidente Allende, quien asumió en noviembre de 1970, en virtud de sus contactos en el país del norte, lo nombró embajador en Estados Unidos en enero de 1971. Allí tuvo que manejar las molestias corporativas y gubernamentales por la nacionalización de la gran minería del cobre que, aprobada unánimemente en julio de 1971 por todos los sectores políticos representados en el Congreso Nacional, despertó la ira de las grandes transnacionales mineras estadounidenses como The Anaconda y Braden Copper que contribuyeron con fondos para desestabilizar a Allende a través de El Mercurio y la sedición manejada por la CIA desde la Embajada de EEUU.
En 1973, de regreso en su país, sirvió sucesivamente como ministro de Relaciones Exteriores, Interior y Defensa. En la mañana del día del golpe, 11 de septiembre de 1973, Allende le pidió que no concurriera al palacio presidencial, sino a su oficina en el ministerio de Defensa para informarse en el terreno de la situación militar. Fue detenido en cuanto ingresó al edificio, situado frente al palacio presidencial, y trasladado al regimiento Tacna, donde fueron asesinados muchos colaboradores de Allende que trabajaban en La Moneda. Luego, Letelier fue conducido a la Escuela Militar, donde se encontraban presos unos 50 altos funcionarios cercanos al Presidente. Desde allí fue llevado a la austral Isla Dawson, cerca de la Antártica, habilitada como prisión militar. Más tarde fue conducido a la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea (AGA), convertida en prisión del Servicio de Inteligencia de esa rama castrense, el SIFA. Finalmente, fue llevado al campo de concentración de Ritoque, convertido hoy en urbanización de lujo a pocos kilómetros de Valparaíso y Viña del Mar, cuyos moradores actuales ignoran que fue un lugar de sufrimiento.
Liberado en octubre de 1974, por una gestión del gobierno de Venezuela a cargo del entonces gobernador de Caracas Diego Arria, amigo suyo desde los tiempos del BID, después de trabajar en Caracas como asesor jurídico del ministerio de Hacienda, Letelier se radicó en Estados Unidos. En Washington se desempeñó como investigador del Institute for Policy Studies (IPS), dedicado al estudio de políticas internacionales. También fue director del Transnational Institute, un think tank de políticas progresistas con sede en Ámsterdam, y trabajó como docente en la Escuela de Servicios Internacionales de la American University, en Washington.
Pero su trabajo real y principal consistió en utilizar su influencia para luchar contra la dictadura. Se dedicó de lleno a escribir, dictar conferencias y hacer presión en el Congreso de EEUU y ante los gobiernos europeos contra la dictadura militar hasta convertirse pronto en la voz más destacada de la oposición chilena. Incluso logro evitar la concesión de préstamos solicitados por la dictadura, que le retiró la nacionalidad chilena por decreto promulgado el 10 de septiembre de 1976, cuando ya estaba en marcha el plan de asesinarlo. Letelier respondió: «Se me ha privado de mi dignidad de chileno, pero yo quiero que ustedes sepan que yo soy chileno, nací chileno y moriré chileno. Ellos, los fascistas, nacieron traidores, viven como traidores y serán recordados siempre como fascistas traidores».
*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno