La caminata por la arteria principal de Santiago fue duramente reprimida por las fuerzas especiales de carabineros mediante agua mezclada con químicos desconocidos, bombas lacrimógenas, detenciones y golpes. ¿El motivo? Racismo y aporafobia. Mientras el Estado capitalista y policial chileno profundiza su estrategia militarista en contra del pueblo mapuche en resistencia, miles de mapuche y […]
La caminata por la arteria principal de Santiago fue duramente reprimida por las fuerzas especiales de carabineros mediante agua mezclada con químicos desconocidos, bombas lacrimógenas, detenciones y golpes. ¿El motivo? Racismo y aporafobia.
Mientras el Estado capitalista y policial chileno profundiza su estrategia militarista en contra del pueblo mapuche en resistencia, miles de mapuche y no mapuche se agruparon como grano único y multiplicado en la Plaza Italia de Santiago, epicentro de la capitanía general, a las once de la mañana de este 14 de octubre para conmemorar la invasión originaria. De allí marcharon por la avenida Alameda en dirección al mar. ¿Pero es que no ocurrió el viejo crimen un 12 de octubre de hace 526 años y no dos días después? Y pasa que la oligarquía chilena para beneficio de la desmemoria y racismo oficializados, trasladó el día de asueto 48 horas. Si el día de año nuevo se convirtiera en jornada de disidencia popular, los pocos dueños de todo arrancarían el primero de enero del calendario, dejando apenas un agujero inexplicable en los registros del tiempo.
Isolina Paillal, militante de la agrupación Meli Witran Mapu, y una de las organizadoras de la marcha, señaló que, «Esta manifestación no es un festival folclórico como la ha querido rotular el Estado chileno. Aquí venimos a expresar nuestro repudio frente a lo que está sufriendo la gente en nuestras comunidades. Decimos, no más prisioneros políticos mapuche; no más represión en las comunidades; no a los programas que impone el gobierno y que sólo favorecen a una minoría, mientras que a la mayoría empobrecida nos vuelve más pobres aún. Ya no tenemos agua de vertiente ni de pozo para beber y sembrar. Decimos no a al Comando Jungla y a las fuerzas especiales de carabineros que aterrorizan y dañan a nuestros niños y niñas adentro y afuera de las escuelas.»
-Una de los llamados es a terminar con las violencias. Violencia también padece la población de Quintero-Puchuncaví debido a las intoxicaciones provenientes del parque industrial de la zona. Violencia existe contra el feminismo; violencia contra las y los trabajadores de la ciudad y del campo. ¿Qué ocurre con la potencial convergencia entre esas luchas?
«Esta marcha no sólo es del pueblo mapuche. Es la marcha de todas las luchas. De los estudiantes, de los habitantes de Quintero y Puchuncaví que están siendo envenenados; de las mujeres oprimidas mediante todas las formas imaginables; de los trabajadores explotados; de los discriminados por su género.»
-¿Qué piensan de la manera en que la izquierda chilena observa la resistencia mapuche?
«Hace muchos años que a la inmensa mayoría de la vieja y de la nueva izquierda le dijimos que nos dejen avanzar. Somos un pueblo digno que lucha de frente. Siempre nos trataron como niños o llaveritos de sus partidos políticos. Eso terminó. Ahora somos nosotros mismos quienes resolvemos nuestro destino.»
-¿Qué rol le asignan a la solidaridad de las y los chilenos?
«Como mapuche tenemos muy claro que solos no podemos triunfar. En una relación de reciprocidad, nos necesitamos entre mapuche y no mapuche conscientes para liberarnos. De pueblo a pueblo.»
-¿Qué ocurre con el Machi Celestino Córdova, prisionero políticos sin pruebas?
«Hoy luchamos por su libertad. Porque conquistar su libertad significa la excarcelación de todos los prisioneros políticos mapuche.»
-¿Existe alguna diferencia cardinal entre la lucha por la autonomía y el territorio mapuche respecto del combate de otros pueblos del mundo?
«No hay diferencia en las luchas de los pueblos que quieren liberarse. Todas esas luchas se hermanan entre sí. Lo mismo que nosotros sufren los pueblos palestino, kurdo, vasco, catalán.»
Progreso no es desarrollismo devastador
Carolina Bastías es parte de la Coordinadora Metropolitana de Apoyo a Quintero y Puchuncaví. «Estamos aquí porque peleamos por lo mismo: el derecho al territorio, el derecho a la vida. Acá en Santiago trabajamos también con todas las zonas de sacrificio que existen en el país y contra la ocupación empresarial de los territorios», apuntó mientras la caminata atraviesa el Centro Cultural Gabriela Mistral, y añadió que, «la situación de Quintero y del pueblo mapuche se emparentan porque es la industria extractivista la usurpadora principal.»
-¿Cuáles son los efectos del extractivismo en las comunidades?
«Desplazamientos y migraciones forzosas de población por los efectos del Capital, y ante la resistencia popular, una reacción estatal represiva. ¿Cuál es la distancia entre la conducta criminal del Comando Jungla en suelo mapuche y la actuación persecutoria de las policías y la Armada en contra de los dirigentes de Quintero? Ninguna. Asimismo, está la muerte del dirigente pescador Alejandro Castro de Quintero, el cual es un símil de todas las muertes en el Wallmapu.»
-Si se radicaliza en la práctica teórica y de proyecto emancipador la devastación ecológica y humana que provoca el saqueo extractivista, la destrucción que causa el desarrollismo y el patrón energético basado en los combustibles fósiles en la biosfera y sus consecuencias mortales, ¿qué pasa con la concepción clásica de algunas izquierdas respecto de la industrialización necesaria, sobre todo, en las sociedades periféricas como la nuestra?
«Ese es un debate difícil y aún no resuelto en la coordinadora. Por un lado está el proyecto de la industrialización como fórmula privilegiada para lograr la independencia en relación a las metrópolis mundiales; y por otro, las visiones de mundo, como la de los pueblos preexistentes, que no reducen el desarrollo o el progreso a la vieja dicotomía, propia de la modernidad y del liberalismo, entre civilización=industrialización y barbarie=formas primitivas de existencia. Para nosotros tampoco el súper desarrollo industrial, al estilo de lo que fue la Unión Soviética, es sinónimo de desarrollo. Creo que, desde el feminismo anticapitalista, las formas de autogestión comunitaria en armonía con los territorios son un camino viable y mejor. Sin embargo, la mayoría es chilena y somos hijos de un sistema social distinto al mapuche. Por tanto, en el futuro es preciso entablar un debate franco, crítico, reflexivo, sobre el proyecto de sociedad pos capitalista que efectiva y concretamente podemos darnos. Un debate que debe contemplar las relaciones patriarcales que expolian los territorios y súper explotan su fuerza de trabajo (agroindustria, forestales, gran minería, etc.), a la mujer, a los animales. El patriarcado se presenta como una forma de dominación que se sitúa en la cumbre de las relaciones de poder y todo lo objetiva instrumentalmente, como si su exterioridad fuera un otro que considera de su propiedad privada la tierra, las mujeres, los seres vivos, el conjunto de las especies.»
La unidad emancipadora por bandera
Julio Oliva es responsable de la Comisión Funa, un equipo humano que frente a la ausencia de justicia para los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos caídos en la dictadura militar, visita a los asesinos en sus casas y lugares de trabajo para que su entorno conozca al genocida que tienen de vecino o de colega laboral.
-¿Por qué la Comisión Funa marcha junto al pueblo mapuche?
«Llevamos 19 años luchando en contra de la impunidad de la dictadura y de los gobiernos civiles. Y la violencia sobre el pueblo mapuche es otra impunidad más. Hemos funado a carabineros que han asesinado a hermanos mapuche.»
-Desde la intelectualidad orgánica rentada por el poder se ha creado el relato de «las identidades de los movimientos sociales» por sobre una perspectiva integral, de totalidad de las opresiones que tienen el mismo origen: el régimen capitalista.
«Frente a esa segmentación premeditada que proviene del poder, debemos unirnos y estar presentes en todas las luchas. Es la única forma en que los pueblos concertados podamos vencer al capitalismo neoliberal y a la institucionalidad que continúa siendo la de Pinochet y de Jaime Guzmán. Hay que echar a la basura las pequeñeces y las rencillas entre los grupos anticapitalistas, que, por lo demás, no tienen ningún interés para nuestros pueblos. Nunca hemos conseguido nada cada uno por su lado, y menos conciliando nuestros intereses históricos con los del enemigo de la humanidad. Luis Emilio Recabarren, educador original de las clases trabajadoras en Chile, nos enseñó que si hay que ocupar el parlamento es sólo para hacerlo pedazos y no para enriquecerse económicamente.»
La unidad de las luchas no es una elección. Es una necesidad histórica
Juan Caripán es el presidente del Sindicato Interempresas de Trabajadores de las Bombas de Combustibles. En tanto las fuerzas especiales de carabineros y su carrocería blindada reprimen la marcha con agua mezclada con químicos y gases lacrimógenos, y sin mediar provocación, toman detenidos y golpean manifestantes, indicó que, «las y los trabajadores organizados y no organizados somos uno y lo mismo con los combates que se manifiestan en esta convocatoria. Nuestro enemigo es el régimen capitalista en su fase de crisis ecológica, carrera armamentista atómica y endeudamiento público, privado y doméstico. El modo de producción capitalista se monopoliza por segundo e intenta recuperar su tasa de ganancia a costa de la llamada flexibilidad y polifuncionalidad laboral, la precarización del empleo, la reducción de los salarios, el trabajo informal, la destrucción del derecho a huelga y de la aniquilación del pobre porcentaje de sindicalización que queda, y la alienación social. Para nosotros la cuestión de la unidad de las luchas no es una elección. Es una necesidad histórica. De lo contrario, no habrá más herencia que el espanto para nuestros hijos y nietos.»
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