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Entrevista al periodista Juan Pablo Cárdenas

A «Análisis» la mataron desde La Moneda

Fuentes: El Siglo

Con el libro «Bajo el agua» de Juan Pablo Cárdenas se inicia un nueva área en la Radio Universidad de Chile: «Ediciones», cuyo objetivo es materializar y prolongar los valiosos contenidos transmitidos por la emisora. La publicación de las crónicas de su director viene a ser el puntapié inicial de este proyecto, y en ellas […]


Con el libro «Bajo el agua» de Juan Pablo Cárdenas se inicia un nueva área en la Radio Universidad de Chile: «Ediciones», cuyo objetivo es materializar y prolongar los valiosos contenidos transmitidos por la emisora. La publicación de las crónicas de su director viene a ser el puntapié inicial de este proyecto, y en ellas su autor plasma parte de las reflexiones de toda una vida dedicada al periodismo dirigiendo importantes medios como las revistas Análisis y Los Tiempos. También dirigió el portal de noticias Primera Línea y ha colaborado con innumerables medios en Chile y el extranjero.

-Al leer su libro, queda la sensación de que debe haber mucho más que aún no ha escrito… Y ganas de conocer más pormenores de la época que describe, que principalmente es la dictadura…
«El libro intentaba provocar eso, porque la idea es hacer libros breves, de fácil y rápida lectura. Este es el primero que vamos a publicar vinculado a la Radio de la Universidad de Chile. Yo he hecho otros libros de crónicas, registrando muchos momentos como los que aparecen ahí».

-En la crónica «Dictaduras serias», plantea la situación que vivió la prensa de oposición a la dictadura, relatando que en el extranjero a muchos les costaba creer que Análisis se hiciera en Chile. ¿Por qué piensa usted que durante mucho tiempo se permitió este tipo de prensa?
«Pienso que fue un mal cálculo de la dictadura, que en un momento se evaluó y se dijo: controlamos la TV, la radio y los diarios, y las revistas que quedaron nos son proclives. Entonces, proyectos de este tipo van a ser marginales. Especialmente estoy pensando en Análisis y Apsi. Creo que las permitieron sabiendo que iban a tener, como de hecho lo tuvieron, un público muy acotado, limitado. Lo que no calcularon es que tuvieran un desarrollo tan espectacular, por lo menos en lo que toca a la revista Análisis, con ediciones que sobrepasaron los 65 y 70.000 ejemplares de venta. Se transformaron en medios muy importantes para fomentar la movilización social, la conciencia respecto de lo que acontecía en nuestro país. Creo que fue un mal cálculo, pero todas las dictaduras del mundo ofrecen flancos, y la de Pinochet permitió algunos medios de comunicación, permitió actividades de teatro, que fueron interesante, las peñas, manifestaciones culturales que después fueron como una bola de nieve. Y cuando ya nos constituimos empiezan a reprimirnos. A Análisis la clausuran en dos oportunidades, una vez por siete, otra por cuatro meses. Persiguen a los periodistas, roban los ejemplares, censuran las imágenes, nos mataron al editor internacional, José Carrasco. Quisieron hacernos desaparecer, pero ya era muy tarde.
Felizmente, ese error de cálculo de los militares permitió el desarrollo de una prensa democrática de gran impacto en el proceso de movilización social y de conciencia de las violaciones a los derechos humanos».
-También se recuerda en este texto que Enrique Correa en esa época le propuso cerrar Análisis…
«Hubo gente que pensaba que nosotros le hacíamos un favor a la dictadura, porque podía ufanarse en los organismos internacionales de que había libertad de prensa, lo que era una estupidez porque todo el mundo entendía que estos medios eran limitados, semanales o quincenales, y que la influencia que el gobierno ejercía todos los días a través del control de la TV y los diarios era muy alta. No se podía hablar de libertad de prensa porque existieran esos medios; ni tampoco hoy se puede hablar de libertad de prensa, porque no la hay todavía».
-¿Qué ocurrió con el cierre de las revistas tras del triunfo de la Concertación?
«Yo creo que fue una política de comunicación del gobierno de Aylwin, que fue hostil a los medios democráticos desarrollados durante la dictadura, y la prueba es que durante su gobierno todos estos medios murieron porque desde el gobierno se hizo todo lo posible para que así fuera, bloqueándonos la ayuda exterior, negándonos la publicidad estatal. O sea, fueron las nuevas autoridades las que calcularon que estas publicaciones podían llegar a serles hostiles también, porque iban a seguir reclamando justicia en todos los niveles de los derechos humanos y las relaciones económico sociales.
En el caso de Análisis, la historia demuestra que nos mataron desde La Moneda, y no nos mató el mercado, porque la revista seguía circulando y vendiéndose muy bien».
-Lograron vivir en dictadura y no sobrevivieron la «democracia»…
«Esta iba a ser una transición muy limitada, lo que demuestra que había acuerdos cívico militares ocultos antes que asumiera el Presidente Aylwin. No había voluntad de provocar grandes cambios y prueba de ello es que llevamos tantos años en que en lo sustantivo el modelo económico desigual sigue siendo el mismo, y las libertades públicas están limitadas. Eso es, una transición que fue negociada, y dentro de esta negociación había que acallar a los medios que iban a ser críticos pertinaces en su lucha por la profundización de la democracia».
-¿Y qué opinión tiene de la prensa que se está haciendo ahora?
«Hay de todo. Hay esfuerzos que son muy loables como de alguna revista, y desde luego estoy muy orgulloso de lo que hacemos aquí en la Radio Universidad de Chile. Pero lo fundamental es que la TV se ha ido vulgarizando, que no hay opciones distintas en la pantalla chica. En los diarios, la tendencia a la concentración es pavorosa, tenemos un duopolio; en la radio hay bastante más diversidad y eso es bueno. Y luego hemos tenido la buena noticia del Internet, que es un fenómeno comunicacional que contribuye a la democratización de la información, pero sabemos también que muy limitado, que son pocos los hogares que tienen acceso a este sistema».
-En otra crónica usted dice: «lo peor no es el miedo, sino perder la capacidad de asombro». ¿Hemos perdido los chilenos la capacidad de asombro?
«Lo que quiero decir es que de alguna forma cuando tenemos miedo y nos diagnosticamos con miedo, somos capaces de superarlo. La gente valiente no es la temeraria, sino la que vence el miedo. Lo que encuentro pavoroso es que se haya perdido la capacidad de asombro. Que pasen cosas terribles, como la injusticia social: que haya tantos que ganan tan poco o nada y tan pocos que ganan tanto, y eso no importe mayormente. Me impresiona que haya habido una red de pedofilia, de gente que maltrata a nuestros niños, y que el país se haya ido acostumbrando a la idea de que existían estas redes y que todavía no haya justicia real. Me asombra que haya tanta pasividad respecto de los contenidos de la TV. A nadie le importa que se haya ido vulgarizando todo. Me asombra que frente a los actos de corrupción en que han incurrido las autoridades, haya un electorado que no las castiga, y que personas que claramente han estado involucradas en esos actos, o en el límite de ellos, sean nombrados embajadores y sigan esperando un tiempo para retomar la actividad política y esto quede en la impunidad.
Me gusta que haya jóvenes que se oponen al sistema electoral binominal, que rechazan airadamente la cupularidad de la política, pero no me gusta que haya tantos que no están ‘ni ahí’ como dicen ellos con la política. Si quieren que las cosas cambien, tienen que transformarse en ciudadanos y tienen que votar aunque no les guste el sistema. Si nos quedamos cruzados de brazos, nada cambia».