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¡A la deriva con los nuevos capitanes!

Fuentes: Rebelion

Todo régimen democrático burgués siempre ha tenido una característica fundamental, la de expresar el dominio de la burguesía sobre la clase trabajadora. Sin embargo, este dominio no es ni de la misma forma ni en las mismas condiciones, sino que es zigzagueante entre un dominio total, que se expresa en un régimen democrático burgués denominado reacción democrática hasta una debilidad evidente como es en circunstancias de revolución democrática.

Por tanto, este régimen tiende a fluctuar entre mayores o menores libertades para la clase trabajadora, que le han servido, tradicionalmente, para organizarse tanto política como sindicalmente o replegarse en organismo culturales o clandestinos.

Pero, cabe preguntarse ¿por qué sucede esto? Esto se debe a varios factores; la etapa de desarrollo de un modelo económico y político instaurado (ascenso, desarrollo o declinación) que puede responder al mismo desarrollo del sistema capitalista o ir a contramano; la base socio-política de sustentación del régimen burgués (burguesía financiera, industrial, etc., o multisectorial); la forma de instauración de dicho régimen político, es distinto en que se instaure de forma transitoria o por medio de un golpe contrarrevolucionario; entre otros menores.

Pero siempre un régimen en crisis tiene una premisa ineludible, la existencia de una pugna inter-burguesa que para dilucidarla, aunque sea temporalmente, se recurre a dos posibles factores; al imperialismo dominante o a las fuerzas sociales de la clase trabajadora.

Hoy como sabemos la pugna inter imperialista, más que ayudar a la burguesía, profundiza la crisis, por lo que se recurre a la fuerza que se expresa en el rol electoral de la clase explotada. Esta debido a que las condiciones socio-económicas, ha ganado mayor libertad de acción, especialmente política, aunque todavía sin ligazón con su proyecto histórico, ni su programa y menos con una organización, mantiene una presencia en latencia activa en los problemas políticos.

En cambio, distinto sería si el régimen político burgués fuera más rígido. Esto se debería al dominio sin contrapeso de un sector explotador sobre otro, lo que le hubiese permitido aplastar o silenciar a la clase trabajadora por medio de una contrarrevolución o una reacción democrática.

Dichas características se han expresado con toda claridad los últimos 50 años. Y hoy se vuelve a expresar con nitidez en la situación política nacional; la división burguesa, el incremento embrionaria de la conciencia de la clase trabajadora y sus organizaciones, tangenciales primero (poblacionales, sectoriales, etc.) para luego centrarse en la área productiva (sindicatos, federaciones y centrales), que todavía no se activa.

Las etapas intermedias.

Pero, sin embargo, a esta lacónica explicación, le falta algo, que es una etapa previa del ingreso de la clase trabajadora al ruedo político, y esta es; el protagonismo de la pequeña burguesía. Que según el periodo histórico que sea, toma formas y características diferentes, que pueden ser calificado como “urbano-industrializador”, “nacionalistas-desarrollistas”, “pro imperialistas-conservador”, etc., pero siempre con un rol que pretende tender un “puente” político de salvataje de un régimen burgués en crisis que se agota y que su clase dominante no logra darle una salida ordenada (“la burguesía no puede”) y una clase trabajadora que no se decide a tomar las riendas para imponer sus objetivos históricos (“los de abajo no quieren”).

Estos procesos que lidera la pequeña burguesía, han terminado siempre en desilusión por parte de la clase trabajadora. Sus esperanzas de justicia, equidad, mejoramiento del nivel de vida, participación, etc., han sido aplastadas por políticas personalistas, paternalistas, burocráticas y muchas marcadas por la corrupción y la represión, debido a que estos aspirantes a burgueses o hijos de aquellos, terminan replicando las mismas prácticas de sus modelos paternales. Esto se debe, no a su incapacidad ni a su oportunismo intrínseco, sino por su pertenencia de clase.

Dicha pertenencia, explica el temor a la participación y a la toma de decisión de la clase trabajadora de forma directa, ya que esta siempre quiere ir más allá de los estrechos límites que la pequeña burguesía pretende. Le aterra que la clase trabajadora levante con iniciativa propia su proyecto social y político, por lo que las organizaciones pequeña burguesas comienzan a chocar con los trabajadores mucho antes que comience la cooptación burguesa.

Sin embargo, el proceso que la clase trabajadora desarrolla necesita este verdadero interregno, para tomar conciencia de su poder y fuerza que posee, convenciéndola de que  no necesita a la pequeña burguesía para que defina su política.

Esto no significa que esta etapa debe durar una década, solo que debe darse la experiencia por un periodo que puede ser un par de años, algunos meses o simplemente una crisis política donde se desenmascaren los falsos tribunos. La duración de las etapas están determinadas por el momento histórico en que se desarrollan (ascenso o descenso de modelos o clase en el poder); fuerzas de la clase trabajadora; organización política de esta; correlación de fuerzas entre las clases; etc.  

Como ya sabemos que la clase trabajadora es mucho más concreta en su actuar que los sendos discursos feministas, ecologistas, nacionalistas, etc., o que toda construcción discursiva que responda a cambios superficiales o genuflexión teórica, ya que estos no dan respuestas a los problemas de su condición de vida ni menos de la eliminación de la explotación capitalista. Estos espacios que comienzan a aparecer entre estos sectores la pequeña burguesía y la clase trabajadora, hacen caer a estos falsos ídolos que terminan siendo tierra abonada para el poder económico burgués que los coopta con facilidad, “traicionando” las esperanzas de los y las trabajadoras.

Una declaración tangencial.

En este sentido, podemos evaluar lo que la Lista del Pueblo expuso en una declaración dada a conocer hace unas semanas. Una declaración que no es más que tenues intentos de construcción de un polo convencional, para enfrentar a las fuerzas conservadoras, y que de lo único que no careció fue de claudicaciones. Es tal el cúmulo de antecedentes y conceptos, que difícilmente puede dar para una toma de posición que no sea de políticas cortoplacistas casi liberales.

Es tan amplio el espectro de concesiones que algunos ubicados en posiciones más revolucionarias tuvieron que hacer, que uno puede pensar que ante algún problema concreto se dividirán con rapidez.

Este eventual conglomerado expresa la confusión ideológica que la clase trabajadora, que está siendo cooptada ideológicamente por la pequeña burguesía “ilustrada”, tiene luego de estar dominado por 40 años por un neoliberalismo a ultranza. Con un discurso superficial, sentimentalista y ambiguo, vuelve a tomar falsos ídolos y fetiches que fueron destronados a principio del siglo XX;

1.- El nacionalismo localista expresado en el concepto de “pueblos”. Como que si los explotados fueran diferentes, según el lugar donde hayan nacido. Discurso que fácilmente puede derivar al chovinismo esotérico pequeño burgués. Esto no es más que una expresión de la ideología neoliberal de “izquierda” que busca las diferencias por sobre las similitudes sociales, como protección de las acciones de una sociedad depredadora.

2.- Vuelven a la concepción del héroe o villano para la explicación de la realidad, forma historiográfica que fue superada hace muchas décadas. Concepción expresada en la idea de “terminar con la Constitución de Pinochet”, como si entre 1990 y 2021, no hubiese pasado nada en política y la constitución se hubiese mantenido incólume durante este periodo. Sin duda, esto ha sido un recurso burdo para escapar a la discusión de una sociedad clasista, cayendo en una comprensión de sociedad en extremo básica y utópica basada del bien común. Postura revisionista desde el marxismo y netamente pequeño burguesa, que no quiere entrar en crisis con el régimen burgués.

3.- Se retoma, desde el punto de vista la sociedad de iguales o similares, la “soberanía popular”. Dos conceptos de no muy dudosa aplicación clasista pequeña burguesa, donde se aleja de la concepción de la lucha de clases. Pueblo, concepto amplio, indeterminado e indefinido, en el que pueden caer todos los grupos o sectores sociales, es decir amalgama a la clase trabajadora y a la pequeña burguesía, que termina imponiendo sus intereses por sobre los otros. Por lo que, la soberanía popular termina siendo la soberanía de la pequeña burguesía, que se caracteriza por su espíritu institucional y su búsqueda permanente de acuerdos con la burguesía a costa de los intereses de la clase trabajadora.

4.- Se aleja de la realidad social y la abstrae en frases cliché como “la normalidad siempre fue el problema”. Rehúyen durante el texto realizar definiciones políticas, como normalidad neoliberal, porque tendrían que definir que fue un modelo de acumulación y explotación burgués en un sistema capitalista. Por lo que siempre dejan un halo de apertura al concepto para poder identificarlo con la “antidemocracia” que predominó. Lo que oculta esto es que no quieren enfrentar al régimen en sus fundamentos y sólo se dedican a cuestionarlo en la superficie. Esto se expresa en la identificación de los “responsables políticos de la precarización de la vida” sólo en los participes del gobierno o el parlamento o partidos políticos, cuando se evita nombrar a los responsables económicos, es decir los empresarios o mejor dicho la burguesía, dueña y señora del estado y el gobierno, pero sobre todo de los responsables políticos.

 5.- Otra novedosa concepción histórico-política usada es la de un “nuevo ciclo político en Chile” que “marca un quiebre con la continuidad de la violencia de Estado que hemos enfrentado”. No está demás cuestionar este nuevo ciclo caracterizado por lo que expresan, si la represión continúa y el gobierno que la ejerció sigue en el poder. Al no definir el ciclo, queda como frase vacía como la que expresaba que “Chile Despertó”, donde carece de la claridad necesaria cuando todavía la represión en el pueblo mapuche continua. O, ¿Deberemos esperar que comience a funcionar la Convención Constituyente para que se expresen las características de este nuevo ciclo? El estado por estado no reprime ni ejerce violencia, esta se ejerce porque es el instrumento de una clase social que reprime a otra.

No obstante, el sin número de críticas y  falta de confianza en su política debemos compartir la línea reivindicativa de corto plazo:

1.- Libertad a los Presos Políticos

2.- Defensa de los Derechos humanos

3.- Por la reparación a los heridos y muertos del estallido.

4.- Desmilitarización de la zona mapuche.

5.- En defensa de los inmigrantes.

6.- Por la transformación de la Convención Constitucional en una Asamblea Popular, con plenos poderes.

Pero al mismo tiempo, debemos llamar a la Lista del Pueblo a adoptar a una posición clasista y defender a los explotados de una sociedad capitalista depredadora y eliminar el modelo neoliberal. Levantar la acusación contra Piñera y su destitución como principal culpable de la represión y asesinato de los compañeros caídos en el estallido social.