Diecinueve es un número primo, el octavo de la serie. No tiene que yo sepa nada especial. El 19 de junio es otra cosa: sumado el día con el mes da 25 que es el quinto número cuadrático y, además, es el día en que el Instituto Cervantes celebra el día E, el día «del […]
Diecinueve es un número primo, el octavo de la serie. No tiene que yo sepa nada especial. El 19 de junio es otra cosa: sumado el día con el mes da 25 que es el quinto número cuadrático y, además, es el día en que el Instituto Cervantes celebra el día E, el día «del español».
No lo oculto: el nombre del día me produce urticaria y, por si fuera poco, me pone de los nervios. Entiendo las dificultades para una adecuada designación dado el contexto global latinoamericano, pero, en mi opinión, no existe el español, sino cuatro idiomas españoles y probablemente alguno más. El castellano, junto con el catalán, el vasco y el gallego, forman este cuarteto.
Sea pues el día del español-castellano.
La jornada está organizada por el Instituto Cervantes, una institución pública que fue creada en 1991 para difundir se dijo, «la cultura española y latinoamericana». De nuevo el mismo nudo: «cultura española» es una expresión mejorable.
¿De qué se trata? De escoger entre todos y todas la palabra castellana que más nos guste entre una serie propuesta por internautas. No tengo más información sobre la confección de la serie. Luego, según creo, la palabra más votada será el epicentro de una serie de actividades.
Por la red corre una propuesta digna, muy digna, de ser tenida en cuenta. La palabra «República» está o estaba hasta hace pocos en segunda posición. Proponen que la votemos. ¿Por qué no? Es hermosa. A mí me gustan mucho palabras como «esperanza», «atisbo», «compañera», «alma» o, no se asusten, «revolución». Pero la palabra «república» no está nada mal: cuatro vocales, esdrújula, sin esfuerzo recuerda nuestra herencia latina, tiene detrás una hermosa tradición política,… Suena, en definitiva, a algo grandioso, limpio, hermoso y, además, en tiempos borbónicos y neofranquistas, a espacios marginados y perseguidos que anuncian algo nuevo. Mejor imposible.
La página del Instituto Cervantes donde se puede votar por la palabra favorita es la siguiente: http://www.eldiae.es/
Además, si no ando errado, se puede votar varias veces. No digo que lo hagan, no sé si es legítimo. Yo, lo admito, lo he hecho tres veces: por mí mismo, por el hermano de mi padre, un joven soldado republicano caído en la batalla del Ebro a los 21 años, y por el padre de mi madre, un guardia municipal republicano asesinado en el Camp de la Bota de Barcelona, en el lugar donde ahora se ubica el Fórum, en noviembre de 1939. Su cadáver fue tirado ahí, como una rata muerta, a diferencia de las ratas que corrían por aquellas playas cuando, años después, a mediados de los sesenta, su nieto iba con sus padres y hermana a bañarse a aquellas sucias aguas del Mediterráneo sin saber la cantidad de sangre republicana, comunista, anarquista y socialista que se había vertido en aquel mar que decían que era un mar de paz. También a ellos dos, la palabra les conmovía: les hacia pensar que todo estaba por hacer y que todo era posible.
PS: Un apunte sobre Inge Werner Marcuse de Carlos Blanco Aguinaga (De mal asiento. Caballo de Troya, Madrid, 2010, p. 268) refuta, falsa o como mínimo hace tambalear una de mis afirmaciones anteriores: «Inge Wener, segunda esposa de Marcuse; mujer extraordinaria que al saberse enferma de cáncer y verse obligada a contratar a una señora mexicana para que le cuidara e hiciera algunas de las labores de su casa, decidió enseguida que había de dirigirse a aquella mujer en español, se compró un par de libros, aprendió bastante, y de las últimas palabras que dijo al morir varias fueron en la lengua de quien tanto y con tanto esmero la había cuidado» [la cursiva es mía]. Inge Werner Marcuse acaso hubiera elegido «República» entre las palabras de la serie; su amiga mexicana probablemente también.
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