Para un hombre que detestaba la publicidad, las actividades programadas para celebrar el centenario de su nacimiento le habrían llamado la atención. El dramaturgo, novelista y poeta irlandés Samuel Beckett nació en Dublín el 13 de abril de 1906. Con este motivo, su tierra natal y países como el Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania […]
Para un hombre que detestaba la publicidad, las actividades programadas para celebrar el centenario de su nacimiento le habrían llamado la atención.
El dramaturgo, novelista y poeta irlandés Samuel Beckett nació en Dublín el 13 de abril de 1906.
Con este motivo, su tierra natal y países como el Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón, han organizado festivales de tal envergadura que le están dando más popularidad a un autor que huía de ella.
Incluso algunos medios hablan de una ola de «Beckettmanía», ya que este año se ponen en escena sus obras, se estrenan programas de radio y televisión y se organizan charlas y exhibiciones.
Tanto así que éste podría ser el mayor evento internacional que se haya montado para un escritor moderno.
Mística
Parte de la mística generada alrededor de Beckett, una de cuyas obras más conocidas es «Esperando a Godot», tiene que ver con el hecho que formalmente sólo fue entrevistado una sola vez.
Esta la realizó James Knowlson, un académico y amigo personal de Beckett y de este modo además se convirtió en el biógrafo oficial del dramaturgo.
«Era un hombre muy inteligente, muy agudo, amigable y sabía escuchar», dice Knowlson.
A pesar de todo lo que se ha dicho de sus silencios, añade, «no hubo muchas ocasiones en las cuales no se rió con nosotros».
Poseedor de un estilo descrito como austero, a Beckett también se le ha calificado como un pesimista de la condición humana
Él fue uno de los primeros dramaturgos del llamado Teatro del Absurdo en adquirir notoriedad y se le considera el hombre que revolucionó el teatro del siglo XX. Beckett recibió el Premio Nóbel de Literatura en 1969.
Resistencia
Pero su rechazo a convertirse en una figura pública no significó que viviera en aislamiento, asegura Knowlson.
Durante la Segunda Guerra Mundial tuvo una participación muy activa contra los nazis, explica su biógrafo.
Al final del conflicto, Beckett recibió la Cruz de la Guerra del gobierno francés, por su participación en la Resistencia.
«Él fue profundamente antirracista», también recalca Knowlson.
Contemporáneo
Para muchos de los especialistas en la obra de Beckett, una de las sorpresas es la popularidad que han alcanzado entre las nuevas generaciones.
Según Michael Colgan, director artístico del Gate Theatre en Dublín, que está presentando una temporada de sus piezas en esa ciudad y en Londres, las audiencias de sus obras van en aumento.
Esto podría ser, dice Colgan, porque el público nuevo ha sintonizado con el lenguaje y la expresión de Beckett, que antes parecía difícil y muy de vanguardia.
El público de antes, precisa, «tomaba las obras de Beckett como si fueran un crucigrama … en cambio ahora se entiende mejor su humanidad».
El autor irlandés siguió escribiendo hasta su muerte, en París en 1989, y entre sus reflexiones finales, Beckett señaló que «cada palabra es como una mancha innecesaria sobre el silencio y la nada».