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A parar los desalojos

Fuentes: Rebelión

En todo Chile hay tomas de terreno, la historia de lucha de nuestro pueblo ha hecho suya la ocupación de tierras para resolver las necesidades básicas de subsistencia, y sin duda seguirán siendo un camino para las familias pobres en este contexto de injusticia y explotación.

El desalojo vivido por las familias de la Toma 17 de mayo en Santiago nos muestra la crueldad del capitalismo y su ley maldita, mal llamada ley de usurpaciones. Los intereses de unos pocos se imponen por sobre la necesidad de la mayoría sin que nada lo justifique. La burguesía intenta dar otro paso para recuperar lo perdido durante el alza de las luchas clasistas en estos últimos veinte años, arrasando con maquinaria pesada las viviendas, años de esfuerzo y sueños que pobladores y pobladoras construyeron mano a mano por la conquista de una vida digna.

Es cierto que los dueños del poder y la riqueza quieren que se les devuelva lo que consideran “sus” tierras, pero lo que más quieren es amedrentar a las y los que, organizados, luchan para conquistar sus derechos. Defender los terrenos tomados es defender la justa lucha por la vivienda y su a vez obligar a los poderosos a retroceder en esta contraofensiva anti popular encabezada por el Estado, sus poderes y fuerzas represivas.

La tierra para construir viviendas, al igual que los medios de producción, se concentran en pocas manos y en la actualidad es mejor negocio especular con el valor de éstos que darle un uso social.  Hoy desalojan terrenos que antes de ser ocupados por familias de la clase trabajadora no servían para nada, eran basurales que se transformaron en poblaciones levantadas con el esfuerzo de la clase. Las tomas han vuelto a ser una solución para quienes han sufrido con mayor crudeza la crisis económica del capitalismo monopólico. El aumento del costo de la vida, las deudas y el costo de los arriendos ha empujado a miles de familias a la toma, otras tantas llegan cansadas de esperar más de 10 años por los proyectos de viviendas sociales del Estado.

Es mentira que faltan viviendas. Hay pocos que son dueños de mucho, y eso es un problema que genera el capitalismo. La realidad nos indica que hay tierra, recursos económicos y tecnológicos suficientes para solucionar el problema de más de 1 millón de familias de la clase trabajadora sin casa. Es el gobierno lacayo de Boric y sus secuaces los responsables políticos de esta barbarie, de dejar a familias, niños, niñas y ancianos en la calle y sin un techo, sirviendo a los intereses de las inmobiliarias y la especulación. También lo es Montes, corrupto que solo se ha preocupado de hacer negocios con sus fundaciones truchas. Asimismo, lo son los diferentes alcaldes que dan la orden de desalojar a las tomas en sus comunas. Por último, también son responsables las y los dirigentes de organizaciones de vivienda que han profitado de la lucha de las y los pobladores para hacerse de fama, riqueza y trampolín político para acceder a las migajas del poder a costa de dar la espalda a su pueblo a través de su silencio cómplice.

Mención especial al falso Partido Comunista que se ha dedicado a ganar puestos en el gobierno y parlamento, dejando fuera de todos sus planes a la clase que dice representar. Sin ninguna vergüenza ni asco, ellos y ellas se han vuelto perros falderos del orden de explotación y opresión. Allí no están las y los verdaderos comunistas. El comunismo nace de las entrañas de las y los pobres y su razón de ser es parir revoluciones que remuevan las estructuras de la dominación. El falso PC se ha vuelto parte del viejo orden. Decimos fuerte y claro: ahí ya no queda nada del sueño del proletariado.

En todo Chile hay tomas de terreno, la historia de lucha de nuestro pueblo ha hecho suya la ocupación de tierras para resolver las necesidades básicas de subsistencia, y sin duda seguirán siendo un camino para las familias pobres en este contexto de injusticia y explotación. No podrán desalojar a todo el país y es tarea de gran urgencia aportar en el combate contra los desalojos. En estos días amargos para nuestra clase se sacan lecciones, la tristeza nos obliga a comprometernos aún más en la tarea histórica de las y los comunistas revolucionarios de servir al pueblo de todo corazón. Por amor a nuestra clase luchamos para hacer una revolución que nos permita, a través del socialismo terminar, entre muchos otros, con este flagelo de la negación de nuestros derechos.

A Luchar por la Tierra para las y los que Trabajan