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Entrevista a Nicolás González Varela

A propósito de la edición Nietzsche contra la democracia (III)

Fuentes: El Viejo Topo

Profesor, ensayista, traductor, escritor, filósofo, Nicolás González Varela acaba de publicar en la editorial Montesinos Nietzsche contra la democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872), motivo central de esta conversación.   Afirmabas que «la inclinación y finalidad práctica de la aristocrática filosofía platónica lo que lo identifica a Nietzsche, e incluso se ve reflejado […]

Profesor, ensayista, traductor, escritor, filósofo, Nicolás González Varela acaba de publicar en la editorial Montesinos Nietzsche contra la democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872), motivo central de esta conversación.

 

Afirmabas que «la inclinación y finalidad práctica de la aristocrática filosofía platónica lo que lo identifica a Nietzsche, e incluso se ve reflejado en tanto crítico de la cultura, legislador y político inactual, incluso en su Instinkt legislador». Los grandes temas de la agenda de Platón, la tríada educación-cultura-estado, proseguías, «será lo que más tarde Nietzsche entenderá por la gran misión legislativa de Zarathustra, la grossen Politik, la Gran Política». ¿Por qué crees que en la recepción que ha tenido en España, y acaso en otros países culturalmente próximos, apenas se ha hablado de esta arista, en tu opinión esencial, de su pensamiento?

España ha pasado por los mismos procesos ideológicos peculiares del Nietzschéisme: una política editorial bajo un clima ideológico particular que reprime y sofoca toda connotación histórica o política, el triunfo en la Academia del Posmodernismo como método de traducción, exégesis y vulgarización y finalmente la «adaptación» y «domesticación» de Nietzsche a los diversos momentos de evolución del capitalismo liberal a partir de 1945. El Nietzsche auténtico, eminentemente político, reaccionario, radical aristocrático, abanderado del estado autoritario y el sistema de castas, es insoportable en el ciclo ideológico neoliberal actual, aunque útil en muchas de sus conclusiones políticas. Un proceso similar ocurre con otro pilar de la ideología posmoderna como Heidegger. En España también se ha construido un Nietzsche español, mutilado, democratizado, una caricatura respaldada con la autoridad institucional y la industria editorial. Incluso hoy en día, con el estado actual de su Nachlass literario y la abundante bibliografía, es un miniescándalo leerlo como un filósofo político. Nietzsche se empezó a difundir en España en una fecha tan temprana como 1890. Los catalanes, por ejemplo, fueron los primeros en conocerlo y difundirlo, vía su cercanía cultural con Francia: Pompeyo Gener y Joan Maragall (incluso éste planeó escribir una biografía y fue el traductor de Nietzsche al catalán en ¡1893!) ¿Y las lecturas de la Generación del ’98? ¿Maeztu, Baroja, Valle-Inclán y Azorín? ¿Buero Vallejo? Ramiro Ledesma amos, el fascista fundador de las JONS, leyó a Nietzsche antes que se editara en español. Yo recuerdo haber leído textos de las «Obras Completas» editadas por Aguilar en Madrid (creo que en doce volúmenes) entre 1932 y 1935. ¿El traductor era Ovejero y Maury? O sea: Nietzsche comenzó a difundirse, paradójicamente, cuando el pueblo español se liberaba de la aristocracia terrateniente, con la IIº República, en el medio de una rebelión de esclavos. La difusión de Nietzsche en España es paralela y enfrentada a la de Marx, casi una suerte de vidas paralelas. Creo que además en Valencia, Pedro González Blanco en la editorial Sempere, editó, independientemente de la de Aguilar, una traducción de la primera edición francesa completa de Nietzsche de Henri Albert. Sempere editó el primer libro de Nietzsche en español: «Más allá del bien y del mal» (1885). Además se publicaron sueltos «Así habló Zarathustra» en Madrid (editorial España Moderna) ¡en 1900!, se decía que su traductor «oculto» era Unamuno; una selección de la correspondencia bajo el título «Epistolario» en la editorial Biblioteca Nueva (Madrid), ¡incluso una selección de poemas en un tomito titulado «Nietzsche poeta: interpretaciones líricas»!

¿Y años más tarde? Pienso en los finales de los años sesenta.

Lo que vino a partir de fines de los años ’60 fue la canonización de Nietzsche en la academia, su consagración olímpica en el panteón de los héroes intelectuales de cátedra, un proceso que ya estaba en marcha en Occidente desde 1950 y que llega un poco tarde por el provincialismo franquista. El catecismo nietzscheano, marcado por Heidegger, Kaufmann, Deleuze (y Foucault) se compone esencialmente del fragmento póstumo «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral», la «Segunda Intempestiva» (De la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida), algunos aforismos de «Más allá del bien y del mal» o de «El crepúsculo de los ídolos». En esto España sigue, como en 1900, la moda intelectual y los criterios de interpretación que se forjan en la industria filosófica parisina: Nietzsche es a-político, im-político o supra-político. Los textos en la mejor tradición de la Vulgata son cercenados de cualquier insinuación histórico-social, a pesar de lo que diga el propio Nietzsche. Todos ellos mal comprendidos en una pésima situación hermenéutica. Recuerdo un librito colectivo, A favor de Nietzsche (1972), donde escribían la flor y nata del Nietzschéisme español: Fernando Savater, Eugenio Trías, Andrés Sánchez Pascual (traductor de las ediciones de Alianza editorial), Ramón Barce et altri. Fue la presentación prestigiosa entre los intelectuales y el mandarinato académico del Nietzsche español. Bueno, después vinieron, como fruto de esta especialización académica, monografías escolares (de las cuales tengo algunas en mi biblioteca) de la nueva generación de nietzscheanos: Juan Luis Vermal, Jesús Conill, Miguel Morey… Más o menos la mayoría sigue el método de interpretación y lectura desprolija del Nietzschéisme francés. Y lamentablemente este «método» y este clima interpretativo, como ya señalé, se traslada a las traducciones. Actualmente hay una tercera generación de «profesionales» nietzscheanos, muchos son los editores de la valiosa edición de los fragmentos póstumos de Nietzsche al español por la editorial Tecnos, congregada en torno a editoriales (Trotta, Pre-Textos, Tecnos, Anagrama), revistas «especializadas» (Estudios Nietzscheanos), sociedades (SEDEN, la Sociedad española de estudios sobre Nietzsche) y por supuesto cátedras y universidades. Pero todavía, salvo excepciones que desconozco, no hay lecturas políticas serias y profundas de Nietzsche como pensador político en español.

Finalizas tu ensayo, al margen las cincuenta páginas de notas que ningún lector atento debería pasar por alto, con estas palabras: «…es posible volver a afirmar lo que anunciamos en el prefacio: que sólo o removiendo ni reprimiendo el pathos político-histórico, que atraviesa en profundidad su obra, es posible aprehender la unidad del pensamiento del verdadero Nietzsche». En tu opinión, la unidad de ese pensamiento, ¿por qué vértice central se caracteriza?

Hay que aplicar Nietzsche a Nietzsche mismo. Las Grundeinschten nietzscheanas, que analizan la relación entre Ser (Vida) y la Conciencia (obra, System) en un autor, desde Sócrates a Platón, de Schopenhauer a Theognis de Megara, tienen un centro hermenéutico preponderante: la Política. Esta notable sintonía entre la Vida (no cualquiera sino la de un große Mensch, la de un verdadero gran hombre olímpico) y filosofía se opone a la doxografía habitual burguesa y es la única forma de establecer una relación entre necesidad y verdad. El System de un pensador sólo tiene sentido cuando es resultado de un precipitado que se produce como efecto de una reacción con fundamento en la existencia real (no teórica, no académica, no filistea) del pensador, de manera que la Theorie deviene símbolo de «un determinado modo de vivir y de considerar las cosas humanas». Los intereses personales de un filósofo (parcialmente reconocibles en sus obras escritas) son lo ewig Unwiderlegbare, eternamente irrefutables y por ello clave interpretativa desde un punto de vista nietzscheano. Hay que reconocer en Nietzsche una constitutiva complejidad y que el núcleo íntimo, tanto de la personalidad como del pensamiento nietzscheano, es un cemento de tipo ético-político. Los escritos nietzscheanos, so pena de incomprenderse, deben ser leídos intentando recuperar y reconstituir el espíritu de aquel escenario vital-filosófico del cual provienen, y en la composición entre el Nietzsche escritor y el Nietzsche practico, es donde lograremos ver la auténtica imagen del hombre político. No hay duda que sólo lograremos calibrar en su justa grandeza la obra nietzscheana si lo comprendemos como un filósofo totus politicus. Que es donde encontraremos la auténtica imagen del carácter fundamental de Nietzsche.

 

Tres preguntas un poco tópicas para finalizar. En tu opinión, ¿fue justo Lukács con el pensamiento político de Nietzsche en El asalto a la razón?

El libro de Lukács, aparecido en 1954, ha sido infravalorado, poco leído y despreciado por el Nietzscheanismo. El momento de su publicación es anticlimático: ya se estaba imponiendo en los medios académicos y culturales dominantes la tesis del Nietzsche «apolitical» del nietzscheano Walter Kaufmann. Sin embargo, pese a sus limitaciones, la crítica lukácsiana pareció haber tocado un nervio central del Nietzscheanismo, ya que fue respondido en su momento nada más ni nada menos que por el chef-editor de la primera obra completa y crítica de Nietzsche, me refiero a Mazzino Montinari. El libro nace de diversos argumentos críticos de Lukács contra Nietzsche que comienzan ya en 1934, imagino que impresionado por el ascenso y consolidación del Nacionalsocialismo (la inspiración fue una artículo sobre la estética fascista y más atrás, sus críticas al Expresionismus). Lukács no tenía a su disposición toda la obra publicada de Nietzsche, ni tampoco pudo consultar su valioso Nachlass literario póstumo, por lo que se notan estas deficiencias y su crítica alcanza a los textos más difundidos de Nietzsche en lengua alemana. Lukács, por ejemplo, cree que Nietzsche no conoce ni una línea del Socialismo, de Engels o de Marx, lo que demuestro erróneo en mi libro. La obra sin duda tiene aportes interesantes, negando el puro nivel alegórico de las terribles afirmaciones nietzscheanas o señalando que Nietzsche desconoce en su totalidad a Hegel, intuiciones filosóficas, como la de la «apología indirecta» de Nietzsche hacia los regímenes aristocráticos, pero, a mi entender, aparece teñida de la filosofía oficial de la URSS en los años ’30, de la dogmática DiaMat. Creo que Lukács, no sé si consciente o inconscientemente, adapta la interpretación de Nietzsche, recordemos que es un capítulo del libro llamado «Nietzsche fundador del irracionalismo del período imperialista», a los canones oficiales de la ideología stalinista. El hecho, por ejemplo, de partir ex ante de cierto balance histórico «tercerointernacionalista», al mejor estilo del Komintern, «el Fascismo como heredero de todo el desarrollo reaccionario de Alemania», para desde aquí intentar comprender a Nietzsche. Eso le da al libro una extraña sensación de «exterioridad», de alienación con respecto a la introspección crítica sobre Nietzsche. Se da la paradoja que el Nietzsche de Lukács es anticipadamente más nazi que como lo presentan los mismos ideólogos del SS-Staat, como Baeumler o Rosenberg! Igualmente y a pesar de estos defectos, Lukács ha tenido el mérito de señalar por primera vez que la aparente progresista Kritik de Nietzsche a Bismarck y al IIº Reich era, sin lugar a dudas, desde la extrema derecha.

 

¿Por qué un pensador tan profundamente reaccionario como Nietzsche interesó y abonó el pensamiento político de tradiciones revolucionarias? Estoy pensando en el anarcosindicalismo español por ejemplo

El Nietzschéisme de izquierda es un oximoron, pero ellos mismo no lo saben. Es como una falsa conciencia. No pueden entender que la filosofía de Nietzsche se desarrolló en contraposición polémica y mortal contra la Modernidad y el Socialismo. Su pathos es el horror a la nivelación política, social y cultural de Europa. Es la filosofía de combate reaccionaria contra el modernismo, la democracia, la nacionalización de las masas y el comunismo: «»Marchar en fila. Aversión por el Genio (Genius). El ‘hombre social’= Socialismo». Es la filosofía anti Ilustración, anti Rousseau y la «idea 1789», que no acepta los «costos» extras del dominio burgués. En un cuaderno de apuntes escribió sus tareas teóricas, de crítica: «Aniquilación de la Ilustración; Contra las ideas de la Revolución». Su objetivo, a través de su práctica y sus libros, siempre lo tuvo claro: «Intento de avisar a todas las fuerzas realmente existentes, de aliarse con ellas y de domar, mientras todavía hay tiempo, a los estratos sociales desde los que se amenaza el peligro de barbarie». Su presupuesto sorprendente: «Mi punto de partida es el soldado prusiano: aquí una verdadera convención, aquí e da coacción, seriedad y disciplina, también respecto a la forma». Su pensamiento es coherente y persistentemente antiliberal, antidemocrático y antisocialista, y se fue intensificando a los largo de su vida. La atracción desde posiciones anarquistas es más entendible: su egoísmo radical, su lectura «vergonzosa» de Max Stirner (el mismo que demolió Marx en la «Ideología Alemana») permite una lectura honesta desde el anarquismo intelectual individualista y elitista. Ese camino recorrió, por ejemplo, el joven Jorge Luis Borges. Pero es inconcebible desde el anarquismo colectivista o el anarco-comunismo. Si Sade es la contracara al jacobinismo y a Babeuf; Nietzsche es a la revolución de 1848 y a la Commune de Paris. Hay una aforismo de juventud que dice así: «La visión seria del mundo como única salvación ante el socialismo… si las clases trabajadoras consiguen comprender que a través de la formación (educación general) y de la virtud pueden hoy fácilmente superarnos, entonces será nuestro final». Las señales pueden multiplicarse. ¡Se ha escrito contra mi interpretación una reseña defendiendo a Nietzsche como progresista en el periódico de la CNT española! [1] El malentendido no es nuevo ni exclusivo del anarcosindicalismo español: ya se intentó hacer una amalgama entre Nietzsche y Marx a fines del siglo XIX, en círculos anarquistas e incluso en sectores juveniles de la socialdemocracia alemana. ¡Hasta los mismos bolcheviques tenía sus propios nietzscheanos! Dentro de la corriente del marxismo ruso de principios del siglo XX Lunacharski, adversario de Lenin dentro del bolchevismo, luego Comisario para la Educación de la joven URSS, intentó sin éxito buscar puntos de contacto entre Nietzsche y Marx. Creo que fue el primer nietzscheano de izquierda de la historia. La famosa Kollontai en su juventud leía ingenuamente a Nietzsche a los círculos de jóvenes obreros como llamada a la acción y para propagar el ateísmo. Larisa Reisner (le escritora esposa de Karl Radek) o Georgï Chicherin (ministro de asuntos exteriores de Stalin) fueron sucesivamente wagnerianos, nietzscheanos y marxistas en su juventud, lo que podría abrir una investigación sobre las raíces filonietzscheanas de la cultura stalinista… Hay páginas de Chicherin donde defiende a Nietzsche del «uso» de los nazis que parecen calcadas de las defensas de Georges Bataille o Klossowski. O un escritor consagrado por Stalin como Aleksandr Fadeev y su concepción del superhombre socialista… Hubo hasta intentos de realizar…¡un nietzscheanismo comunista! Un proyecto del hoy olvidado Otto Gross. La amalgama no es nueva. Salvo forzándolos o travistiendo sus teorías y praxis es posible encontrar denominadores comunes entre, por ejemplo, Bakunin y Nietzsche. Pero parece que es una tarea de Sísifo que los intelectuales acometen con empeño, lo mismo se ha intentado con Heidegger o Carl Schmitt. No es pura casualidad que el grueso del Nietzschéisme de izquierda, en todos los países, sea en realidad una ala izquierda liberal-libertaria, individualista pero servil a las instituciones del estado, antisocial, paternalista, estética, una ideología del bonheur. Una contradictio in adjecto, el atributo no coincide con el sustantivo, pero es válido a nivel ideológico.

Las tesis políticas del autor de Also sprach Zaratustra, un libro del que la Heller marxista solía abominar, ¿tienen algún aire de familia con la cosmovisión política del nazismo?

Bueno, aquí volvemos sin quererlo a Lukács. Nietzsche está dentro de la gran corriente del vitalismo y el antimodernismo, tronco ideológico del siglo XIX de la cual brotó el Fascismo primero y el Nacionalsocialismo después. El IIIº Reich, a pesar de los mitos de la Vulgata nietzscheana, no aceptó acríticamente el legado de Nietzsche, e incluso hubo un debate interno sobre su recepción, recordemos que el SS-Staat era una poliarquía ideológica más plural que, por ejemplo, el stalinismo. Nietzsche era ambivalente para la ideología völkische principal. Por ejemplo: la hermenéutica conservadora, nacionalista y nacionalsocialista de Nietzsche, un amplio espectro que va desde interpretes que ven en el Nietzsche político un precursor o pionero del despertar de Alemania (Richard Oehler, Alfred Baeumler, Alfred Rosenberg); desde quien lo refuta como irremediablemente décadent para la construcción del nuevo Reich (Christoph Steding), quien lo toma con extremo cuidado como ambivalente (Martin Heidegger) y hasta quien lo desecha por individualista y hostil a la Volksgemeinschaft nazi (Ernst Krieck, Arthur Drews). Johann Dietrich Eckart, el publicista-filósofo völkische de tanta influencia en Hitler (fue fundador del NSDAP y su padrino político), desdeñaba a Nietzsche, en especial sus últimos escritos, por ser la obra de un insano mental. Por ejemplo Steding, un filósofo prometedor de la nueva derecha alemana que murió joven, acusaba a Nietzsche de no haber comprendido la lógica de la política interna de Bismarck durante el IIº Reich y de ser excesivamente pro francés. Otro ejemplo: El pedagogo nacionalsocialista Ernst Krieck, que colaboró con Heidegger entre 1933-4, desde su revista teórica Volk im Werden, negaba toda posibilidad de asimilación o adaptación de Nietzsche in toto al Nacionalsocialismo debido a su odio irracional contra el socialismo además del excesivo elitismo nietzscheano en la educación popular. O sea: la nueva extrema derecha europea no se reasume completa y acríticamente en la síntesis nacionalsocialista, pero la Konservative Revolution, en todas sus variantes, sí se inspiró ampliamente en Nietzsche, en especial en el concepto de Nihilismo, en el antimodernismo extremo, en su núcleo contrailustrado, en su ataque a la democracia y el socialismo y, por supuesto, en la hipótesis del Übermensch.

Notas

[1] Revista CNT nº 361, noviembre de 2009, titulado: «Los defensores de la democracia: adherentes de la propiedad privada y la sociedad de clases», firmado por Alanier, un seudónimo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.