Los días 22, 23 y 24 de enero del año en curso ha sido convocada la Segunda Asamblea Nacional del Partido de las Farc, la cual se reunirá de manera virtual con sus 380 delegados.
Previamente se reunirá el Consejo Nacional de los comunes.
Dicha Asamblea se propone abordar varios puntos, entre los que sobresalen el nombramiento de un nuevo Representante legal, la preparación de la próxima campaña electoral y el cambio de nombre y el logo del Partido.
Como bien es sabido el Partido Farc se fundó y organizo en el marco de la implementación de los Acuerdos de paz firmados en noviembre del 2016 para que los excombatientes pudiesen adelantar la acción política sin el uso de las armas. Para tal efecto se le entrego la correspondiente personería jurídica, se dispusieron recursos públicos para su financiación, se creó un Centro de pensamiento y análisis político y se asignó un cupo parlamentario de 10 legisladores.
En sus 4 años de existencia, el Partido de las Farc ha intervenido en los procesos electorales convocados y en el debate legislativo de control político.
Se ha mostrado la mejor disposición para el cumplimiento de los consensos alcanzados en la Mesa de La Habana.
Sin embargo, las cosas no se han dado como se suscribieron en los documentos firmados.
Más de 250 ex guerrilleros han sido asesinados dadas las fallas de los mecanismos previstos para la seguridad de ellos. Más de 300 militantes de las Farc permanecen en las cárceles como consecuencia de las trabas puestas por el sistema judicial, empeñado en muchos casos en obstruir la construcción de la paz.
Desde que se inició el gobierno del señor Iván Duque, la estrategia para hacer trizas los Pactos de paz ha tenido serias consecuencias en el funcionamiento y la presencia pública del Partido de la Rosa.
No obstante, la peor parte de los problemas que presenta el Partido de las Farc se derivan de las deformaciones, alteraciones y desviaciones registradas en la labor de sus más destacados representantes en los últimos meses. Los vicios y las malas prácticas políticas afloraron prontamente para dar forma al faccionalismo, nepotismo, oportunismo político y a la corrupción, todo ello como reflejo de la construcción de un “partido” que se proyectó para destruir la memoria histórica y colectiva de la resistencia agraria y popular. Empezando por la renuncia explicita a las fuentes teóricas de una organización revolucionaria, como lo son el marxismo y el leninismo, para abrazar una suerte de mezcolanza religiosa y neoliberal. Una retórica ecléctica que permitiera el juego individualista y la coincidencia con las facciones políticas de los partidos dominantes en el sistema político nacional y con la cúpula de generales de las Fuerzas Armadas.
Por cuenta de estos errores, el Partido Farc se hundió en una crisis prematura que lo tiene al borde de su disolución. Se trata de un Partido legal, pero sin legitimidad, sin acatamiento y respeto entre sus bases y menos entre la ciudadanía.
Es por tal razón que se requiere de un nuevo enfoque en la organización y el funcionamiento del Partido para lo cual proponemos los siguientes elementos: La Unidad más amplia entre los revolucionarios; la democratización del Partido; un nuevo concepto en los cargos del partido para permitir la acción colectiva; la erradicación de la cooptación clientelar y nepotica.
Colombia está inmersa en una crisis social, económica y sanitaria descomunal que demanda la unidad de los revolucionarios y de los sectores progresistas de la sociedad colombiana para poner fin, de manera definitiva, al poder de la elite oligárquica que controla el Estado, la economía y la sociedad.
Un factor esencial de esa unidad es la conformación de un Partido que funcione en los términos de una genuina democracia participativa, con la intervención directa y decisoria de sus integrantes, que adelante sus tareas con criterios colectivos y consensuales, alejados de la imposición autoritaria; un partido que supere el compadrazgo, el amiguismo y las prácticas clientelares arraigadas en el campo político y de los partidos de la oligarquía.
Lamentable que el Partido de las Farc se haya convertido en una secta y en un aparato de maniobras oscuras colocado a espaldas de sus bases y de la ciudadanía.
Es terrible decirlo, lo que tenemos hoy nada tiene que ver con lo que se pensó en los textos del Acuerdos de paz.
La paz y la superación definitiva del conflicto necesita que el Partido de los ex guerrilleros de las Farc funcione de manera transparente y que su acción política se ubique en la perspectiva de los cambios radicales de la sociedad colombiana.
Pedimos que esta Segunda Asamblea se abra al debate democrático de cara al país.
Un ambiente autoritario, de exclusiones y de corrupción en las prácticas políticas es nefasto para el país y un mal ejemplo para el campo popular. ¡¡¡¡¡¡Por un Partido para la paz y el Socialismo.!!!!!!!!
Alberto Martínez. Ex combatiente de las Farc y militante del Partido