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¿A qué teme el cura de Roux?

Fuentes: Rebelión

En una declaración sorprendente para todos, este 05 marzo 2021, el sacerdote jesuita Francisco de Roux, presidente de la comisión de la verdad en Colombia, respondiendo a una sincera “solicitud formal” enviada directamente a su nombre por el ex comandante narco- paramilitar Salvatore Mancuso para ser tramitada a dicha comisión a través suyo; mezclando la respuesta con otra solicitud diferente de otra persona distinta, resaltó públicamente ante los medios que lo entrevistaron como si se tratara no del presidente de una comisión plural sino como gerente de una ONG o de una empresa cualquiera, “que tiene claro que ambos quieren contribuir a la verdad, pero ambos tienen intereses. Mancuso quiere cuidar su vida y mostrarse como actor del Estado-como lo ha manifestado él mismo-, Londoño lo hace desde el partido Comunes”. Ver https://caracol.com.co/programa/2021/03/05/6am_hoy_por_hoy/1614946845_059097.html

Claro que todos tenemos intereses, y mucho más los participantes de un conflicto tan largo, complejo, contradictorio y abigarrado como el colombiano. Pero nos preguntamos sorprendidos ¿Cuáles son los intereses de la comisión de la verdad? ¿El esclarecimiento de la verdad objetiva (hasta donde sea posible) para todos-todos nacionales y extranjeros, o satisfacer a las víctimas de ambas partes enfrentadas en ese conflicto, quienes también tienen intereses pues viven en un país capitalista periférico y dependiente donde todo el mundo tiene intereses?

La comunidad jesuítica que admiro y aprecio sobremanera, ha demostrado ampliamente su ética y compromiso efectivo y desinteresado (es decir sin intereses) con los oprimidos, los explotados y masacrados de abajo, víctimas de los conflictos internos, especialmente en Colombia. Es proverbial y ejemplar el trabajo del sacerdote Javier Giraldo, no solo teórico en desenmascarar desde sus inicios al narco paramilitarismo cepa colombiana, su crueldad e inhumanidad extrema comparables a la del fascismo más reaccionario, sino por sobre todo, haber probado tempranamente la unión esencial histórica o vínculo existencial entre el Estado contrainsurgente colombiano apoyado por los gobiernos estadounidenses de turno, y el accionar criminal depredador y genocida del narco-paramilitarismo cepa colombiana. No solo teórico, por ejemplo, sus aportes en el CINEP, sino también su paradigmática práctica concreta y cotidiana al lado de la masacrada Comunidad de paz de Apartadó. En eso radica nuestra sorpresa: en el traído cuento de los intereses de los llamados “actores del conflicto”, intereses que la opinión conoce de sobra.

No creo que el Mancuso actual, el escarmentado presidiario de los EEUU que escribe la sincera carta enviada al cura de Roux, vaya a decir mucho más a lo que ha ya ha dicho en años pasados ante los medios colombianos o ante las autoridades legítimamente constituidas del Estado colombiano; lo que ha sido ampliamente señalado confirmado y documentado en el monumental y enjundioso libro del escritor y politólogo alemán Raúl Zelik Paramilitarismo, violencia y transformación social, política y económica en Colombia edición 2015 en castellano. Siglo del Hombre Editores pág 368 (que merece una amplia reseña-comentario aparte)

Lo que sí es nuevo es su visión de que se ha convertido en un “hombre condón”, desechable, cuya vida está en peligro y por eso, antes de que lo callen para siempre, desea sacar al aire libre y del encierro hermético donde los medios proclives, la corrompida Fiscalía de bolsillo de Presidente de turno y el famoso tribunal de “Justicia y Paz” han ocultado y engavetado” estratégicamente para la posteridad, las tantas verdades que dijo y sostuvo en su momento.

Ahora, el ex comandante Mancuso quiere sacarlas al aire abierto y con más resonancia, casi diríamos que democratizándolas y actualizándolas, en este momento en que la demolición militar, política y ética de las Farc-EP (ojo son 3 aspectos analizables separadamente), puso en marcha el gran proceso socio político, jurídico y ético de legalización vía JEP y de Legitimación vía comisión de la verdad del Estado contrainsurgente colombiano con su bloque de poder contrainsurgente dominante en Colombia; en lo que algunos politólogos llaman “la coyuntura” en la que nos encontramos y sobre la que confiadamente vaticinan que, las elecciones del 2022 (que todos sabemos por experiencia real van a ser alteradas) DESESTRUCTURARÁN el poderoso y blindado Bloque de Poder Contrainsurgente BPCi dominante en Colombia.

El asunto ético que en otros conflictos latinoamericanos, las respectivas comisiones de la verdad saldaron impunemente con la teoría de los dos demonios, tan cara a los católicos ultramontanos argentinos; la que equipara en maldad humana y en la culpa pecaminosa (no en responsabilidades objetivas) al Estado legal y legítimo que adelanta una guerra sin reglas ( la inmundicia del doctor Gómez Buendía en https://www.elespectador.com/opinion/el-crimen-mas-horrible/), y lo iguala con los guerrilleros por fuera de toda ley y sin ninguna legitimidad fuera de la que les da su fusil, es un relato o verdad oficial muy difícil de aceptar en Colombia, muy a pesar de que Timochenko Londoño, ese pequeño sátrapa supino de vereda colombiana, haya aceptado en la Jep, junto con su rosca de chafarotes ignorantes, ser un criminal de guerra internacional que aspira a que la izquierda democrática haga alianzas electorales con su prestigioso nombre, olvidando lo que un potencial aliado le dijo en su propia cara hace unos días en la prensa adicta:

“Quien se tome una foto con Timochenko perderá las elecciones”.

Esa teoría “ética”, o relato oficial tan igualitario de los dos demonios; simplemente es y será inaceptable en Colombia y es muy seguro que se combatirá hasta el final.

Por esto la sorpresa a la respuesta del cura de Roux, mezclando las cartas de Mancuso y de Timolíon Londoño, cuando lo único que tienen en común es una solicitud de ser escuchados en esa colorida comisión que él preside.

Claro que apoyamos todo acto tendiente a esclarecer y arrojar más luz sobre ese drama tan atroz de la historia colombiana, continental, y sin duda en la historia Global de la infamia. Al ex comandante narco paramilitar Mancuso, se le debe conservar su vida amenazada por quienes lo utilizaron para beneficiarse económica, social y políticamente y ahora, a la hora del té, se quieren deshacer de él tomando café. Se le debe escuchar atentamente y ojalá sea lo más abierto posible. Lo mismo que a Timochenko Londoño con sus compañeros de armas.

Y con participación, no solo de los ex guerrilleros de las Farc muchos de ellos muertos o que continúan escondidos con sus armas en las montañas como es el caso de Iván Márquez comandante durante un tiempo del otrora bloque noroccidental de las Farc-EP, sino con presencia de todo el mundo que desee y se sienta con derecho a participar en esas sesiones. Democráticamente.

Y a eso, el cura de Roux no debiera buscar ninguna oposición, interés, o disculpa; menos amparado en el principio de autoridad que le da ser presidente de esa comisión, so pena de causar un grave daño moral no solo a la comisión de la verdad, sino a la misma comunidad jesuítica. Es más, el Vaticano debiera tomar cartas en este asunto, para bien de todo el pueblo colombiano víctima del despojo y del genocidio de la contrainsurgencia fascista colombiana, ejemplo para otros pueblos victimizados, hermanos en el sufrimiento.