Los últimos días nos hemos visto sorprendidos por los anuncios acerca de una programación «oficial» de los actos conmemorativos del centenario de la masacre de la escuela Santa María. Más aún, observamos estupefactos la existencia de un supuesto «coordinador nacional de los homenajes» aparentemente con asiento en Santiago, que estaría organizando en nuestra ciudad, y […]
Los últimos días nos hemos visto sorprendidos por los anuncios acerca de una programación «oficial» de los actos conmemorativos del centenario de la masacre de la escuela Santa María. Más aún, observamos estupefactos la existencia de un supuesto «coordinador nacional de los homenajes» aparentemente con asiento en Santiago, que estaría organizando en nuestra ciudad, y en términos excluyentes, encuentros, recitales y un «acto oficial» el 21 de diciembre.
Frente a tan bochornosos eventos declaramos:
1) Diversos sectores intentan trivializar los terribles acontecimientos y mediante actos faranduleros de corte quejumbroso, tratan de ocultar el verdadero significado de los hechos: Los trabajadores muertos en la Santa María fueron asesinados por las Fuerzas Armadas en nombre del Estado chileno que defendía los intereses de los empresarios salitreros. Paradójico sería entonces que representantes del mismo Estado, cuyo carácter capitalista es el mismo que hace cien años, encabezasen actos de recuerdo y homenaje a los trabajadores caídos.
2) El núcleo ideológico conductor de la huelga general que desencadenó la masacre pertenecía a la corriente anarco-sindicalista, grupo político que también dirigió la revuelta obrera de Coruña, hoy extinguido, pero a quienes los trabajadores debemos reconocer como uno de los ejes fundacionales del movimiento sindical chileno y latinoamericano. Lo acaecido en la Santa María ocurrió años antes de que Recabarren residiera en nuestra ciudad y, obviamente, con mucha antelación a la existencia de los partidos comunista y socialista. Aunque no procedemos de ideas anarquistas, nobleza obliga a reconocer los hechos como efectivamente sucedieron.
3) No obstante, más allá de la conducción anarco-sindicalista, el gran protagonista fue el pueblo trabajador de Iquique y la pampa, por lo tanto, es éste quien debe ser el sujeto principal de los actos recordatorios. Asimismo, no pueden existir burdos intentos de apropiación de los hechos y nadie, con un mínimo de sensatez, va a concebir un «coordinador nacional» con asiento en Santiago organizando hechos acontecidos a dos mil kilómetros. Por lo demás, cualquiera persona que haya viajado últimamente a la capital reconocerá que tal coordinador no existe.
4) Sin embargo, todo aquél que desee rendir un homenaje debe ser felicitado, ojalá se organicen muchos y variados actos; lo que rechazamos es la banalización y aprovechamiento político de los hechos, que se use la masacre para negociar diputados que no se pueden elegir por el sistema binominal o para promocionar candidaturas al Senado o al municipio. Pedimos respeto por los hombres, mujeres y niños masacrados por los militares.
5) Quienes hoy rasgan vestiduras por lo sucedido a los obreros hace cien años deberían tener la misma postura frente a lo que sufren los trabajadores y sus familias en el presente, ante tantas injusticias y represión. Daniel Menco y Mauricio Cisternas también fueron trabajadores asesinados por el Estado y en democracia, los indígenas aymaras muertos en 1907 no se diferencian de los presos políticos mapuche. Es fácil buscar fotos en monolitos que recuerdan masacres obreras de antaño y, al mismo tiempo, salir en las páginas sociales al lado de los empresarios, ejecutivos mineros o los herederos políticos de Pinochet.
6) El 21 de diciembre del año pasado estuvimos junto al Consejo Aymara, a las 15 horas, en el monolito a los caídos. Este año lo haremos nuevamente, junto a una serie de actividades que programamos con el coordinador Pampa Rebelde. Llamamos a los trabajadores, incluidos a quienes discrepamos en el pasado, para que junto a estudiantes, pobladores, mujeres, organizaciones indígenas, deportivas y religiosas, convoquemos a una marcha y un acto central en memoria de los que cayeron hace cien años en la Santa María, que se sumen a las actividades que el pueblo iquiqueño ya efectúa al margen de las autoridades y los coordinadores nacionales. Es hora de demostrar unidad como imperativo de nuestros mártires, pero también de nuestro futuro.
Luis Espinoza Garrido: Intersindical de Trabajadores de Iquique
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