En un clásico estilo uribista, el gobierno arrecia la presión sobre la Registraduría para imponer su sello a la crisis provocada por los resultados electorales del 14 de marzo. El pretexto ha sido la lentitud en el flujo de los datos. Es el reflejo del carácter primitivo e ilógico del sistema electoral colombiano, controlado por […]
En un clásico estilo uribista, el gobierno arrecia la presión sobre la Registraduría para imponer su sello a la crisis provocada por los resultados electorales del 14 de marzo.
El pretexto ha sido la lentitud en el flujo de los datos. Es el reflejo del carácter primitivo e ilógico del sistema electoral colombiano, controlado por la derecha, el narcoparamilitarismo y el clientelismo.
El método manual deja en clara evidencia el predominio absoluto del poder del dinero en todas las fases del proceso electoral:
– Las inversiones monumentales fuera de control
– La compra desvergonzada de votos
– La alteración de la voluntad de los ciudadanos con el cambio sistemático de los pliegos
– Las transmisiones telefónicas
– La manipulación de los resultados
Estos hechos han escandalizado a los observadores internacionales y al mundo civilizado. Sin embargo, al presidente y su mininterior les preocupa la violación de la Ley Seca en la Registraduría. Tal hecho sería el responsable de la lentitud en la entrega de los datos. El Consejo Nacional Electoral debió sustituir a la empresa privada realmente causante de la «hecatombe», por cierto recomendada por el propio gobierno.
Uribe quiere tornar su desgaste en hecatombe
La palabra hecatombe había sido mencionada, meses atrás, por Uribe para señalar el pretexto para interrumpir la institucionalidad. Es curioso, cuando menos, que se insinúe la hecatombe en un ambiente político caldeado, asociada a las críticas insistentes al registrador nacional, el mismo funcionario que se negó a certificar a favor del frustrado referéndum reeleccionista. Pero, sobre todo, cuando el resultado de las elecciones no es tan favorable a Uribe como han salido a proclamarlo los medios de comunicación afectos al régimen.
Las complejas encrucijadas del continuismo
Como fenómeno nuevo varios partidos uribistas y tránsfugas individuales se han «encapsulado» en el llamado Partido de la «U». Es el efecto de la reforma política hecha en función del reagrupamiento de los validos del poder.
Por su parte el PIN, partido de «La Picota», postula un uribismo atado a sus propios intereses, sobredeterminados por los procesos judiciales y el control de las palancas regionales del poder.
Cambio radical se ha distanciado de Uribe pero ha perdido perspectiva como posibilidad presidencial.
La crisis conservadora, muestra la cruda contraposición entre dos opciones del régimen: la una, instrumental, representada en uribito. La otra, la de Noemí Sanín, revisa y condiciona el continuismo desde las posiciones de la gran burguesía.
Las más recientes jugadas muestran la imposibilidad creciente de un «uribismo sin Uribe». Uribe sueña un continuismo en donde siga siendo factor decisivo. Un gobierno detrás del trono. Santos representa demasiado poder oligárquico con respaldo de Washington. Uribito es «copia y calco» en cuerpo del partido conservador. Es lealtad proclamada.
¿Qué hacer?
Ante todo hay que liberarse de las ambigüedades y concesiones al régimen. El Polo debe fijar una postura alternativa. Debe diferenciarse en oposición al régimen. Pero, sobre todo, debe reenfocar su campaña presidencial y representar una opción alternativa de izquierda, por lo menos en 4 puntos básicos:
– La paz democrática interna sin bases extranjeras y coexistencia pacífica con los gobiernos vecinos
– Las libertades políticas plenas; depuración de las mafias, la corrupción, el narcoparamilitarismo en el Estado; verdad, justicia, reparación y compromiso de no repetición con todas las víctimas
-Modelo económico y social focalizado en la superación de la miseria, la desigualdad, el desempleo y el hambre; restablecimiento de la responsabilidad del Estado en la salud, la educación, la reforma agraria integral y la vivienda digna.
– Plenos derechos para los trabajadores con punto final a la tercerización laboral; contratación colectiva, estabilidad, seguridad social y pensional y salario digno.
Es correcta la idea de aproximar posiciones, sobre una plataforma programática básica como la arriba señalada para enfrentar la pretensión de Álvaro Uribe de seguir mandando. El diálogo tiene que iniciarse desde ahora, antes de la primera vuelta presidencial para examinar todas las posibilidades de un frente común.
De inmediato Polo, verdes, liberales y compromiso ciudadano pueden configurar un núcleo de diálogo abierto a todos los interlocutores dispuestos a aportar iniciativas para un cambio político por vía democrática. El curso de los hechos abrirá puertas a otros contactos. Los movimientos populares deben actuar en esta dinámica como impulsores de la plataforma unitaria.
No basta esperar los resultados de la primera vuelta presidencial. Es necesario prever en diálogo franco las opciones y las posibilidades. Hay que apoyarse en el nuevo ambiente político que surge del desgaste del régimen y del creciente descontento social. Es la hora de la unidad de acción política para enrutar la salida hacia la democracia, la paz, la soberanía y el bienestar del pueblo.
* Jaime Caycedo es Secretario General del Partido Comunista Colombiano e integrante del PDA.
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