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Sobre una obra de teatro infantil en Cuba

Abracadabra, batallar por amor

Fuentes: La jiribilla

En nuestros países, con la excusa de protegerlos, metemos a los niños en una urna, en una burbuja que los separa del mundo. En Cuba, donde nadie duda de que los niños están más atendidos que en cualquier país de América y, probablemente, del mundo, los incorporan a la vida real, porque vivir en una […]

En nuestros países, con la excusa de protegerlos, metemos a los niños en una urna, en una burbuja que los separa del mundo. En Cuba, donde nadie duda de que los niños están más atendidos que en cualquier país de América y, probablemente, del mundo, los incorporan a la vida real, porque vivir en una burbuja no es vivir. Romper esa urna es lo que hacen en la obra de teatro Abracadabra, del grupo mítico de teatro infantil La Colmenita, una compañía cubana liderada por Carlos Alberto Cremata, el único grupo de teatro declarado Embajador de Buena Voluntad por la Unicef.

En Abracadabra, bajo el hilo conductor de la búsqueda de la esencia, los niños abordan una batalla; sí, una batalla, porque batallar, combatir por amor, también debe ser una misión para los niños. Ellos despliegan su amor por el retorno de cinco cubanos presos injustamente en EE.UU., y por denunciar el asesinato de más de 70 cubanos mediante la detonación de una bomba en el avión en el que viajaban. Además, mediante el recurso intelectual de la esencia, logran superar el discurso fácil de la consigna aprendida para desentrañar los valores y principios por los que batallan. Seguro que, desde nuestra política de niños burbuja, no faltará quien diga que en Cuba utilizan a los niños para hacer política. Pero política es el modo en que se hacen todas las cosas, todo es política. En el capitalismo utilizamos a los niños para vender, en anuncios de refrescos y de golosinas, e incluso, de pañales cuando son bebés, y creemos que los protegemos de la política, es decir, de las grandes causas por mejorar el mundo, por defender los valores. De eso es de lo que los alejamos para convertirlos en soportes publicitarios.

A través de los niños y adolescentes de La Colmenita, esos cinco cubanos encarcelados salen del cartel que pide su libertad y se convierten en humanos, y la lucha por su retorno a Cuba deja de ser un slogan para convertirse en razones, argumentos y amor. Abracadabra da a los niños el arma de amar para batallar, ¿existe algo más acertado? Amar y batallar, el amor con causa frente a nuestros países donde ni la rebeldía sirve a una causa. Eso es Cuba. Después de ver Abracadabra en la Casa de las Américas, en La Habana, quisiera a mi hijo batallando por los Cinco cubanos y no anunciando Coca-Cola en su mochila escolar.

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2011/n511_02/511_09.html

rCR