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Acerca de la conformación del partido Comunes

Fuentes: Rebelión

Un grupo de compañeros que comparten conmigo el exilio y la larga y cruel persecución del Estado colombiano, me ha hecho llegar para la firma y adhesión, un documento firmado por diversas organizaciones internacionales que asistieron a la asamblea de constitución del partido “Comunes” (21-24.01 2021), que por su interés e implicaciones generales bien vale la pena reproducir:

Las Organizaciones Internacionales asistentes a la Segunda Asamblea Nacional Extraordinaria del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), celebrada los días 22, 23 y 24 de enero de 2021.

 1.-Saludamos esta Segunda Asamblea Nacional Extraordinaria del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) de Colombia.

 2. Reconocemos el enorme esfuerzo del Partido FARC en la lucha por la implementación efectiva de los Acuerdos de Paz firmados en 2016, entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Gobierno de Colombia.

 3. Denunciamos la continua violación de los Acuerdos de Paz por el gobierno de Colombia, que en su lugar no ha cesado de agredir, perseguir y asesinar a centenares de colombianos y colombianas vinculados a las luchas sociales y políticas del país, de estimular y promover la organización de grupos paramilitares y de reprimir todo esfuerzo encaminado a la implementación efectiva de una paz digna, con justicia social y respeto a la vida. Desde la firma del Acuerdo de La Habana se han cometido más de 800 asesinatos de líderes y lideresas sociales, defensores y defensoras de derechos humanos, sindicalistas, líderes de sustitución de cultivos de uso ilícito, reclamantes de tierras y luchadores por la paz.

4. Denunciamos igualmente que, con la anuencia del Gobierno y los sectores sociales, económicos y políticos más retrogradas del país, Colombia ha sido convertida cabeza de playa de los intereses del imperialismo estadounidense en América Latina y el Caribe, promotor de conflictos contra otros países vecinos -como es el caso de Venezuela -sede de bases militares extranjeras y centro de operaciones de la conspiración imperialista contras nuestros pueblos.

 5. Reclamamos decididamente la implementación efectiva e integral del Acuerdo de Paz por parte del Estado y las autoridades gubernamentales, el respeto a la vida digna y el cese de las agresiones contra el pueblo colombiano; asimismo que se abran las compuertas para una paz completa a través de la salida política negociada con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

 6. Demandamos la inmediata libertad de todas y todos los prisioneros políticos. En el caso de FARC, para que se dé cumplimiento a la Ley 1820 de amnistía e indulto para los más de 300 prisioneros firmantes del Acuerdo. Atención especial merece el Camarada Juvenal Ovidio Ricardo Palmera Pineda ‘Simón Trinidad’, firmante del Acuerdo de Paz, injustamente extraditado y condenado a 60 años de prisión en Estados Unidos, por cuya repatriación y libertad urge desarrollar una campaña internacional.

 7.Hacemos un llamado a la comunidad internacional a que exija el cumplimiento de los Acuerdos de Paz que permitan a Colombia, tras largos años de guerra, avanzar por una ruta de paz verdadera, de reencuentro de su población y de construcción de una sociedad genuinamente democrática y participativa.

 8.Afirmamos que la lucha por la paz en Colombia es la lucha por la paz en Nuestra América. Que no habrá una paz verdadera en nuestros pueblos y sociedades mientras prevalezca esta situación de violencia indiscriminada, terrorismo de Estado, ejecuciones a mansalva y agresiones de todo tipo contra el pueblo colombiano. Porque en la defensa de la vida y la dignidad, todos y todas somos Colombia. En consecuencia, es preciso fortalecer la unidad y solidaridad internacionalista alrededor de una campaña global por la paz y la vida digna.

 9. Afirmamos que la lucha por la paz en Colombia es también la lucha por la vigencia de una democracia en la que la persecución, detenciones, encarcelamientos, asesinatos y todo tipo de proscripciones propias de la Doctrina de la Seguridad Nacional ya no ocurran. Colombia no es una democracia y todos los sabemos.

  10. Hacemos un llamado vehemente a la unidad del pueblo colombiano y sus organizaciones en la lucha por la paz y la justicia social. El espíritu unitario es columna indispensable para enfrentar a los mercaderes de la guerra, la violencia y la muerte.

  11. Reafirmamos nuestra disposición activa y militante de respaldar y acompañar a los y las firmantes del Acuerdo de La Habana, al partido político surgido del mismo, al pueblo y las organizaciones colombianas en su esfuerzo enorme, justo y urgente para que prevalezcan la paz y la justicia social con dignidad y cese el asesinato sistemático, que prefigura un nuevo exterminio, habiendo sido asesinados ya 254 firmantes del Acuerdo. Desde nuestros respectivos pueblos seguiremos siendo una voz firme y permanente de denuncia, reclamo y solidaridad.

 12. Confiamos en que los acuerdos y resoluciones aprobadas en la Segunda Asamblea Nacional Extraordinaria del Partido FARC constituyan un paso adelante en el fortalecimiento de la unidad patriótica y revolucionaria, la búsqueda de la paz y la consecución de la justicia social con dignidad para el hermano pueblo de Colombia.  https://partidofarc.com.co/farc/2021/01/27/organizaciones-internacionales-repaldan-al-partido-de-la-rosa/?

Como se ve, es un documento amplio, solidario y en lenguaje correcto aunque ambiguo (en un momento histórico en donde se necesita la mayor claridad posible) bien intencionado y con importante llamado a la unidad popular en general, en donde en sus dos primeros puntos se saluda de manera escueta dicha asamblea, se reconocen los esfuerzos del partido farc (la rosa) “en la lucha por la implementación efectiva de los Acuerdos de Paz firmados en 2016, entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Gobierno de Colombia”.

 Y se continúa denunciando la situación de terrorismo de Estado imperante en Colombia (lo que no dudo en caracterizar como Fascismo), rechazando el incumplimiento del Acuerdo del 2016 (que los perjudicados han llamado Perfidia Estatal), así como repudiando “la anuencia del Gobierno y los sectores sociales, económicos y políticos más retrogradas del país, que han convertido a Colombia en cabeza de playa de los intereses del imperialismo estadounidense en América Latina y el Caribe”.

Anuencia que no es tal, sino esencia y carácter íntimo del Estado colombiano, conformado en siglos de guerras y violencia política Estatal contra las clases subordinadas, que la ciencia política, la historia comprometida y la sociología crítica de Colombia ha caracterizado con el nombre simple y fácil de retener de Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi) cuyo eje central y sobre el cual giran las demás ruedas dentadas es la gran embajada que el gobierno de los EEUU mantiene en Bogotá.

Es claro que en Colombia, nadie que se llame de avanzada, sea demócrata, progresista, o incluso que vaya más allá y se reclame revolucionario esté a favor de la guerra y mucho menos una tan degradada, abigarrada y compleja como la que desarrolla la contrainsurgencia colombo yanqui en Colombia y, que no haya desarrollado enormes esfuerzos en favor de la implementación del Acuerdo 2016; lo que bien miradas las cosas, no solo ha sido un esfuerzo del partido de la rosa sino más bien un esfuerzo colectivo del pueblo combativo que es perseguido y asesinado por esta razón.  

Es un bulo infame y criminal puesto a circular por la omnipresente y omnipotente inteligencia militar colombiana y sus socios internacionales y periodísticos, para inculpar y satanizar a los combatientes que aún permanecen en armas resistiendo el fascismo colombiano, acusarlos de ser “guerreristas y traidores a la paz”, el cualno se le puede ni aceptar ni menos hacer eco.

No hay organización armada que se llame revolucionaria que no tenga en su inmediato interés una “Solución Politica” a dicha confrontación, sea esta negociada, como escriben los firmantes de la carta, o que sea consensuada, acordada, diplomática, pactada, convenida, etc, o con cualquiera de los muchos adjetivos que se le puedan agregar a esta consigna básica. Nadie, y esto debe quedar claro de una vez por todas, nadie está a favor de la continuación del conflicto interno en Colombia. Nadie.

Pero hay más. Tampoco hay nadie (como No sea parte del Bloque de Poder dominante) que esté en contra del Acuerdo de paz 2016 o de su implementación. Es todo lo contrario. Hay que implementarlo y ahora, pero también hay que dejarlo claro: de manera INTEGRAL E INTEGRA, como una Totalidad, tres conceptos relacionados pero diferentes, es decir tal y como se pactó al ser firmado en la Habana: sin mutilaciones, adendas, cambios, o mejoras para desvirtuarlo, o por retazos y módicas cuotas, como se está intentando.

Es una enseñanza del género humano, que destaca el que a las personas se le debe valorar por lo que hacen y no por lo que dicen, es decir por los hechos. Por lo que queda. Hasta el evangelio cristiano lo implora: “por sus frutos los conoceréis”. Dice el evangelista Mateo.

Bien. ¿Qué ha quedado del pacto Santos-Timochenko 2016, a la fecha de hoy?

Los 10 puntos de las organizaciones y personalidades firmantes de la carta en comento señalan algunos de los hechos que han quedado y siguen quedando. Pero faltan varias más: Las perfidias del Estado y su complicidades criminales, connivencias quejumbrosas y aceptaciones indignas de una contraparte no rendida sino humillada; los entrampamientos de la Fiscalía en asocio con la agencia antinarcóticos estadounidense (DEA) a varios de los firmantes del acuerdo que los obligó a tomar nuevamente las armas en defensa propia. Falta el sinnúmero las “traiciones” tanto al Acuerdo, como a los combatientes firmantes; las deslealtades, las intrigas intestinas, los negocios poco claros o francamente corruptos de la “rosca” de los trepadores, cooptados y pelechadores de los fondos internacionales destinados a la implementación del tal Acuerdo, que han sido señalados y denunciados valientemente por muchos de los firmantes del mismo pacto en mención. Faltan más cosas que quedan a los ojos de los colombianos ilusionados con el Acuerdo del 2016.

¿Por qué ocultarlo si son hechos protuberantes y visibles por todos los colombianos?

Por ejemplo ¿qué queda hoy de la otrora gran organización político militar de las Farc-EP con cerca de 25 mil combatientes que llegó a la Habana, construida en más de 50 años tras un acumulado histórico coagulado en sangre y sufrimientos, de resistencia a la violencia oficial contrainsurgente desatada como una agresión en 1964 contra un reducido grupo de campesinos cordilleranos satanizados como comunistas?

 Han quedado cinco (5) residuos enfrentados entre sí: 2 grupos armados y, tres más desarmados agrupados bajo el nombre de partido de la rosa. Unidos todos los cinco en una sola cosa: en el deseo profundo de alcanzar una verdadera y total paz para los colombianos.

Y de la paz pactada ¿qué queda? Nada, o para ser más claros, una lista escrita de pendientes por realizar, o como lo denominó Londoyos “ese maldito papel que llaman Acuerdo de la Habana”. Un papel mojado. Es difícil decirlo pero en la práctica, nada de paz. Lo contrario, los colombianos ya no comunes sino de a pie, ven como el conflicto crece y se expande día a día en medio de la ofensiva Fascista y el terror del Estado, que cada día comete una matanza, un asesinato de un dirigente social o cívico, o fusila un firmante del tal Acuerdo 2016, o envía un comando narco paramilitar a Venezuela a matar al demonio del castro chavismo. Esto es lo que ha quedado del pacto liquidador Santos Timochenko en 2016.

Con esto, es claro que es muy positivo que el grupo de Timochenko Londoño, y sus íntimos e íntimas de armas, hayan dado el paso final y definitivo de abandonar el antiguo nombre de Farc (aunque siguen usando los trinos y espacios electrónicos de ese nombre) para tomar el sugestivo nombre de COMUNES y conformar un pequeño partido pequeñoburgués o de clase media con las disputas intestinas interminables, divisiones, fraccionamientos y deslealtades típicas de eso partidos marginales a los grandes partidos burgueses. Con una orientación promocionada públicamente de ser netamente electoral y centrado en ir a las elecciones presidenciales del 2022 mimetizado para no ser contado, dentro algún otro grupo que (aunque sea con dificultad) lo acepte en alianza o en convergencia.

¿Cómo puede ser esto negativo en una discusión dentro de la izquierda revolucionaria?  Lo contrario. Ya lo había dicho ese gran revolucionario chino Mao Zedong en el verano de 1956: “Que se abran cien flores y compitan cien escuelas del pensamiento”. Si el presente es de lucha, el futuro sí que más.

Realmente es un paso positivo que separa aguas políticas e ideológicas después de 4 años de confusión de “gatos pardos” con liebres y, que aporta mucha claridad en estos momentos históricos, como lo decimos arriba, en los cuales se necesita la mayor claridad posible para enfrentar los retos que y están encima. No hay duda de que por ejemplo, las llamados disidencias de las Farc, ya no podrán ser llamados así, porque ya no hay de quien disentir, y la inteligencia militar y socios de la prensa adicta tendrán uno que otro quebradero de cabeza para acuñar otros nombres con los cuales designar peyorativamente a aquellos que aún siguen conservando ese tan mentado nombre de Farc-EP, con el cual siguen en la confrontación reciclada.

Así pues, y para no volver a decirlo; le deseamos el mejor de los destinos al nuevo partido de los Comunes, y esperamos que todas sus aspiraciones políticas y sueños personales de ser grandes parlamentarios colombianos o ministros del nuevo gobierno se les cumplan, no solo en este movido año 2021 sino en los lo que sigan, pues el futuro ya se está haciendo presente con todo su cúmulo de dolores y desastres, que necesariamente se tendrán que enfrentar.