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Adios, Galeano… adios, sentipensante

Fuentes: Rebelión

Hace varios años decidí estudiar ciencia política, lo hice por que siempre creí en lo colectivo, creí, como decía Galeano, que debíamos tener el coraje para estar solos y la valentía para unirnos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano. Creí, en definitiva, más en […]

Hace varios años decidí estudiar ciencia política, lo hice por que siempre creí en lo colectivo, creí, como decía Galeano, que debíamos tener el coraje para estar solos y la valentía para unirnos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano. Creí, en definitiva, más en los libros de Galeano que en los libros de autoayuda.

Fue Galeano quien me abrió la ventana para mirar el mundo, a mí y a muchos otros que, apenas viviendo un par de años sometidos por las dictaduras de nuestra América, supimos que nuestro subdesarrollo no es una etapa más del desarrollo, y que ninguna riqueza es inocente, todas, pues, son consecuencia del despojo ajeno; de Galeano supe que para que el norte del mundo consuma de más, todo el sur debe consumir de menos. El, que tenía un ojo en el microscopio y otro en el telescopio, que nos contaba esas pequeñas historias donde cada situación era el símbolo de muchas, porque sabía que lo grande habla a través de lo pequeño, y que el universo se ve por el ojo de la cerradura. Él, que dio vuelta el mapa y nos contó la historia desde abajo, porque sabía que la otra historia, la oficial, la escriben los vencedores, que siempre han estado del otro lado del mundo. También sabia que quedarse con la memoria es parte del botín.

Él, Galeano, que descubrió ese misterioso lenguaje para decir la verdad: el lenguaje que une al corazón con la cabeza, siempre tan divorciadas, el lenguaje sentipensante. Línea tras línea, Galeano comprobó que las palabras complicadas y rimbombantes no siempre son sinónimo de profundidad. Decir: «somos lo que hacemos para cambiar lo que somos», es resumir que existencia precede a la esencia, es resumir todo el existencialismo.

¿Por qué te fuiste, Galeano?… ¿Fue, acaso, la decepción que te produjo la realidad de nuestra américa?: ¿tanto te afecto la red de corrupción del PT, que empezó traficando sueños para terminar traficando dinero?, ¿tanta decepción te produjeron los exiliados chilenos, esos misteriosos socialistas metamorfoseados, que recibían dinero del yerno del dictador que los expulsó de su país?…

Te vas, pero te vas para quedarte: se queda tú lenguaje sentipensante, se queda tú (meta) física del mundo, que no está hecho de átomos, sino que de historias. Se quedan tus ojos clavados mas allá de la infamia, tú otro mundo posible, «donde el aire estará limpio el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas; la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; en ningún país irán presos los muchachos que se niegan a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo; los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas; los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas; la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo; la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero; nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene; el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra; la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle; los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos; la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla; la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda; una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú; en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria; la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo; la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»; serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar; seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuanto hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

Quizás, este mundo está embarazado de ese mundo, el mundo que palabra a palabra delineaste, tú mundo. Pero sin ti, será mucho más difícil el parto de ese otro mundo posible.

Hasta siempre. 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.