Una verdadera sorpresa para los pequeños espectadores cubanos presentes en la sala Covarrubias, del Teatro Nacional, al ver reflejado, aunque recreado dramáticamente en la obra española Infancia robada, un pensamiento martiano muy conocido y empleado por ellos para avisorar su propia felicidad y protestar por la de los demás países: «Los niños son la esperanza […]
Una verdadera sorpresa para los pequeños espectadores cubanos presentes en la sala Covarrubias, del Teatro Nacional, al ver reflejado, aunque recreado dramáticamente en la obra española Infancia robada, un pensamiento martiano muy conocido y empleado por ellos para avisorar su propia felicidad y protestar por la de los demás países: «Los niños son la esperanza del mundo´´.
Pieza del grupo independiente valenciano Avant Va el Carro, dirigido por Jaume Ibáñez, los artistas adolescentes interpretan a un grupo de niños de diferentes partes que hace recorrer al espectador por tiempos pasados, presentes y futuros. La búsqueda de la esperanza se convierte en un leitmotiv dentro de las diferentes situaciones; y la gestualidad y los movimientos corporales y escenográficos conforman un lenguaje paralelo y multidireccional.
Los signos y juegos escénicos, el montaje de los distintos planos de la obra, se desarrollan alrededor de la idea de recuperar esa esperanza perdida que, en el comienzo del mundo, estuvo encerrada en una caja por cuya tapa, al abrirse, también escaparon males que perjudican a ese mundo de adultos el cual, entre otras cosas, no comprende a los niños.
El mensaje artístico y conceptual llega claro y los aplausos fueron recurrentes durante los 45 minutos de esta obra de Avant Va el Carro, uno de los grupos que, procedentes de distintas latitudes del planeta, actúan por estos días en escenarios cubanos, incluidos teatros de los hospitales de la capital.