Pese a la convulsionada situación política del país, por cuenta de las difíciles relaciones entre Colombia, Venezuela y Ecuador, y a las presiones, amenazas, atentados y estigmatizaciones, la movilización de este jueves 6 de marzo ya entró en cuenta regresiva y se espera una masiva participación para darle a las víctimas del paramilitarismo y de […]
Pese a la convulsionada situación política del país, por cuenta de las difíciles relaciones entre Colombia, Venezuela y Ecuador, y a las presiones, amenazas, atentados y estigmatizaciones, la movilización de este jueves 6 de marzo ya entró en cuenta regresiva y se espera una masiva participación para darle a las víctimas del paramilitarismo y de los llamados crímenes de Estado el protagonismo que se merecen.
«A pesar de todas las dificultades que se han ido suscitando, los actos se van a cumplir y el hecho real, hoy, es que la manifestación del 6 de marzo ha adquirido una connotación mundial, pese a la presiones que se están ejerciendo para generar pánico alrededor de lo que va a ocurrir ese día», plantea Iván Cepeda, vocero del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, en entrevista con la Agencia de Prensa IPC.
El propósito de dignificar a miles de personas que han sufrido los efectos del desplazamiento forzado, la desaparición de sus familiares, las masacres y las ejecuciones extrajudiciales ha tenido un entorno difícil: presiones, amenazas, atentados a organizadores, falta de recursos, baja cobertura de medios, rechazo del Gobierno nacional y de buena parte del sector empresarial, así como señalamientos de vinculaciones con la insurgencia.
Dos hechos recientes empañan la tranquilidad de la convocatoria: el atentado sicarial contra Adriana González, presidenta de Comité de los Derechos Humanos en el departamento de Risaralda y una de las organizadoras de la marcha en la ciudad de Pereira, ocurrido el viernes pasado y del cual salió ilesa. Y las amenazas contra Guillermo Castaño, otro promotor de la marcha en Eje Cafetero.
No obstante estas adversidades, sus convocantes persisten en sus propósitos y buscan la mayor participación posible de la ciudadanía. De acuerdo con los organizadores, en diversas ciudades del mundo se tienen más de cien actos programados, lo que demuestra la acogida que ha tenido esta movilización y su connotación internacional. Se calcula que en por lo menos 60 ciudades del extranjero y en cerca de 80 poblaciones colombianas se vivirán diversas expresiones de rechazo a las acciones y efectos del paramilitarismo y de los crímenes de Estado, así como de solidaridad a todas las víctimas que han dejado esas acciones en la última década.
Sobran presiones
– Parte de las presiones de las que usted habla se centran en estigmatizar la marcha y vincularla con la insurgencia, en particular con la guerrilla de las FARC, que habría convocado a uno de sus bloques a movilizarse ese día, según lo hallado en el supuesto computador del abatido guerrillero Raúl Reyes . ¿Qué piensa de todo eso?
«Hemos sido muy claros desde el mismo 5 de febrero, cuando hicimos la convocatoria, que no aceptamos ninguna clase de apoyos ni de participación de grupos armados ilegales. Rechazamos en su momento que Anncol, la agencia de prensa donde pública regularmente las FARC sus mensajes, haya publicado una convocatoria que no es la convocatoria oficial del evento. Hemos rechazado igualmente que el señor Salvatore Mancuso haya querido apoyar la manifestación. Ahora rechazamos la convocatoria que, supuestamente, estaría haciendo uno de los bloques de la guerrilla de las FARC en el sur del país y que ha sido encontrado en el computador de Raúl Reyes. Igualmente lo haremos con cualquier otra manifestación de esta naturaleza, nuestro propósito es muy claro, muy transparente».
– ¿Cuál es ese propósito? «Consideramos que el eje central de la discusión no deberían ser estos intentos de manipulación sino los objetivos centrales, que son: discutir sobre la situación de las víctimas de desplazamiento y desaparición forzada, asesinato, el desmantelamiento de los grupos paramilitares, de la parapolítica y también punto final a las ejecuciones extrajudiciales y otras violaciones que cometen agentes del Estado».
– Tal propósito ha generado diversas reacciones en contra. ¿Qué se pretende con ellas?
«En varias regiones del país hay algunas presiones y sabemos que muchas de esas presiones tienen por objetivo generar pánico. Por eso hemos insistido en llamar a que se mantenga la serenidad; que se invite a observadores naciones e internacionales a verificar las situaciones que se presenten; a las organizaciones convocantes le hemos sugerido que se apoyen en la Cruz Roja Internacional, la Defensoría del Pueblo y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo para que acompañen a los manifestantes ese día y verifiquen cuáles son las situaciones que puedan presentarse».
– A las estigmatizaciones, atentados, amenazas y presiones se le suman los cuestionamientos que han proferido en contra de la marcha los llamados «ideólogos de la extrema derecha», entre ellos José Obdulio Gaviria, Fernando Londoño y Plinio Apuleyo Mendoza. ¿Qué hay que decirle a ellos?
«A ellos no hay que enviarles ningún mensaje. Ellos no tienen argumentos ni proponen un debate en el cual se encuentren construcciones conceptuales desde las que se pueda hacer una reflexión. Ahí lo que hay son epítetos, diatribas, insultos, calumnias, además de tergiversaciones. No cabe rebajar la discusión pública a ese nivel. Nosotros consideramos que esa es una derecha muy primitiva, que no ha entendido los cambios que se han producido en el país y que, francamente, ha sido condenada por sectores muy importantes que sí han decidido respaldarnos a pesar de que no tienen una afinidad ideológica con posturas de izquierda».
– ¿Eso estaría expresando que esta marcha va más allá de la izquierda colombiana?
«El pasado domingo se vio en la Plaza de Bolívar de Bogotá, durante la vigilia por las víctimas de la violencia promovido por el movimiento Visionarios por Colombia que impulsa Antanas Mockus, una amplia pluralidad de personas, desde la ex ministra de Defensa Marta Lucía Ramírez, pasando por el ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes y el empresario Eugenio Marulanda, hasta figuras académicas y muchas personas sin partido, sin una vinculación directa con organizaciones de izquierda. Así es que a estas alturas es muy difícil catalogar la marcha como una demostración partidista o ideológicamente sesgada.
– ¿Cuál ha sido la respuesta de las empresas públicas y privadas a la convocatoria? ¿Han expresado sus intenciones de permitirle a sus empleados marchar?
«El único gremio que ha respaldado la iniciativa hasta ahora es Confecamaras, a través de su presidente ejecutivo Eugenio Marulanda. Otros directores de gremios aún no lo han hecho, incluso hay algunos que se han manifestado en contra. Sabemos que en algunas empresas estatales, como Ecopetrol, a los empleados no se les dará el día libre, como si se hizo el 4 de febrero; incluso, se les ha advertido que recibirán sanciones si no se presentan a sus puestos de trabajo».
– ¿Y cómo interpreta la posición de las directivas de Ecopetrol?
«Eso es una clara discriminación, un sesgo ético, y una muy clara interpretación de lo que está ocurriendo en Colombia».
– ¿Qué piensa del comportamiento de los medios de comunicación con relación al apoyo editorial y cobertura informativa?
«Hay una franja de los medios que ha tenido una actitud de apoyo desde el comienzo, es el caso del periódico El Espectador, que ha mantenido una línea editorial con relación a la manifestación; también es el caso de la revista Semana, de la W Radio y también de algunos otros medios. En la última semana se produjo una reunión en la que el diario El Tiempo se ha sumado a estos medios; y, al parecer, RCN Televisión quisiera dar un paso adelante y publicar alguna información. Sin embargo, en este caso y en el de otros medios, es muy clara la disparidad con relación a la forma como se promovió la manifestación del 4 de febrero».
– ¿Ese desequilibrio informativo que usted señala guarda relación con la posición asumida por un sector del empresariado y del sector estatal?
«Yo veo que en el caso de los medios se ha ido produciendo una dinámica en la cual cada vez es necesario hablar más de la manifestación porque está adquiriendo una dinámica informativa poderosa».
– Si bien hay un sector de la sociedad que apoya la marcha, se percibe cierto pesimismo en cuanto a que la participación no será tan masiva como la del 4 de febrero…
«No me atrevería a decir que si el 6 de marzo no hay la misma cantidad de personas que salieron el 4 de febrero habría automáticamente que pensar que es un país derechizado. Me parece que no hay que emplear criterios de comparación cuantitativa, pues no hay punto de comparación entre los recursos, las libertades, el ambiente, el apoyo institucional y gubernamental vistos el 4 de febrero y la del próximo jueves, que tiene escasez total de recursos, que ha sido hecha con la voluntad de muchas personas en el exterior y a pesar de muchas dificultades. Así que por ese lado hay ya una ausencia de parámetros desde los cuales se pudiera comparar de una manera equitativa ambas demostraciones. Estoy seguro que si hubiera vallas por toda la ciudad, mensajes constantes en la televisión, ausencia de amenazas, atentados y ataques abyectos, seguramente que habría muchas más personas que participarían el 6 de marzo». – ¿Finalmente, qué espera usted del ciudadano del común que saldrá a las calles este jueves 6 de marzo?
«Que salga con mucho entusiasmo, con mucha serenidad, y haga una demostración de cultura cívica y de tolerancia; que le rinda un gran homenaje a las víctimas del paramilitarismo y de los agentes estatales, pero también que lleve sus mensajes propios, no hay una exclusión en este caso, siempre y cuando estén dentro del espíritu de la tolerancia, de la búsqueda de la paz, de las salidas constructivas en Colombia. Le hemos pedido a la gente que lleve una fotografía de las víctimas y esperamos que ese día se pueda visibilizar con mucha fuerza los rostros de las personas que han sido víctimas en el país, lo que le dará una connotación particular, una identidad original, al acto del 6 de marzo».