«No hay injuria en decir negro, como no la hay en decir blanco». José Martí
2011, ha sido proclamado por las Naciones Unidas «Año Internacional de los Afrodescendientes», para que este propósito no caiga en el vacío, como lo fue en parte el llamado «Año Internacional de la Infancia»; las Naciones Unidas deberán llevar a cabo un plan de acción consecuente, no para 12 meses, sino de largo alcance para que el discurso sobre el derecho a la alimentación, el derecho al trabajo, el derecho a la salud; en fin la igualdad de derechos y oportunidades sean realidad.
Este tema ha permanecido casi en el silencio sí bien en muchos países se habla sobre la discriminación de la mujer o de grupos religiosos considerados minorías, el tema de la discriminación racial se habla en voz baja o no se habla. Es un tema difícil pues más de tres siglos de someter al hombre y mujer negros a la esclavitud generaron prejuicios y estereotipos falsos, que son difíciles de desarraigar.
Recordemos que en una reunión científica de la Sociedad Antropológica de Cuba- fundada en 1860- integrada mayoritariamente su directiva por médicos de alta calificación graduados en París, entre ellos su presidente Luís Montané Dardé compañero de trabajo de Ernest Théodore Hamy, fundador del Museo Antropológico de Paris (hoy Museo del hombre) se planteó una definición del cubano y casi por unanimidad se dijo que «era todo hombre blanco nacido en Cuba». Cuando se llegó a tan absurda y racista conclusión ya había terminado la Guerra de los Diez Años; Antonio Maceo Y Grajales era mayor general y había protagonizado el dignísimo acto de la Protesta de Baragua y el grueso del Ejército Libertador, en más de un 75% estaba formado por negros y mestizos.
La realidad es que en los dinteles del siglo XXI, ya los europeos no cazan a los africanos en África para traerlos como esclavos a sus colonias de América; sino los cazan en las calles de Europa para expulsarlos a África. Recientemente a fines de noviembre del 2010, en vuelo de Air France que partía del aeropuerto Charles De Gaulle fui testigo del siguiente hecho, montaron a un hombre negro esposado que clamaba a gritos que no lo separan de su hija. La razón, la niña había nacido en Francia y tenía status legal, él NO, era un inmigrante clandestino y era enviado «de vuelta a casa», en Kinshasa.
Fernando Ortíz decía en conferencia pronunciada en el año 1941 que «Martí, siempre los llama negros y mulatos, sin los eufemismos coloniales de morenos y pardos, los cuales , por ser aplicados a los libertos, daban relieve de infamia a los otros citados apelativos que para los esclavos se usaban.
Con la independencia del yugo colonial en América sabemos no hubo muchos o verdaderos cambios, para negros y autóctonos, en los recién nacidos Estados republicanos que emergieron de la derrota del colonialismo hispano-lusitano. Las elites republicanas no tuvieron en cuenta el aporte de estos grupos al proceso independentista, pues reafirmaron el mecanismo de negación, atribuyendo a negros y autóctonos el carácter de obstáculo al progreso y la cultura del Estado-Nación.
Al terminar las guerras contra el colonialismo español, los negros fueron excluidos en las pequeñas patrias producto del desmembramiento de la Patria grande que anhelaban Bolívar, Martí y Morazán. Las pequeñas patrias no reconocieron la diversidad cultural y racial de nuestros pueblos y ellos -los autóctonos, negros y mestizos- continuaron siendo los más pobres entre los pobres. Las elites aspiraban a europeizarse; basten dos ejemplos, por no citar más, las masacres de autóctonos en Argentina y la inmigración europea auspiciada por Sarmiento; él no veía otro motor de progreso que poblar con contingentes de población blanca europea que según sus palabras «deberían desplazar la barbarie de la población nativa.» Es conocido que Sarmiento alabó el exterminio de los guaraníes en la Guerra de Paraguay y al referirse a los gauchos decía «su sangre únicamente sirve para abonar la tierra.»
Frente a esto, anteriormente se había erguido el pensamiento del Libertador en Angostura; «Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América. O la frase martiana «Dígase cubano, que es decir más que blanco, más que negro…»
El intento de blanquear nuestros países con migración europea, se repetiría en Cuba a principios del siglo XX con la inmigración europea que planteara Orestes Ferrara, en Cuba no había autóctonos que masacrar, pues lo habían hecho los conquistadores.
Por temor al negro, en las guerras anticoloniales del siglo XIX, negros y mestizos no ocuparon lugares prominentes en los ejércitos libertadores, la excepción fue Cuba. Ellos grado a grado llegaron a convertirse en altos oficiales e incluso en generales. Antonio Maceo y Grajales, fue Lugarteniente General del Ejército Libertador de Cuba, Juan Gualberto Gómez- liberto hijo de esclavos- fue a quien confió José Martí la orden para el inicio de la Guerra del 95. No obstante lo anterior y el hecho de haber constituido más del 75% de los miembros del Ejército Libertador, los prejuicios de 400 años de colonia y la oportunista intervención de la racista Norteamérica en la guerra de Cuba, acrecentó los prejuicios raciales y la discriminación en la práctica.
En la formación de los Estados modernos de América continental se manifestó un discurso sobre la raza con efectos excluyentes. Los nuevos Estados nacionales en el siglo XIX se plantearon la superación de las estructuras jerárquicas de la colonia bajo las banderas de una sola cultura y una sola nación; lo que sirvió para una pretendida homogenización nacional que arrasó y excluyó las llamadas culturas «inferiores», es decir, negras y autóctonas, del ámbito oficial mediante la aculturación y el exterminio.
Como escribieraEduardo Galeano «La independencia de los países americanos fue desde el principio usurpada por una minoritaria minoría. Todas las primeras Constituciones… dejaron fuera a las mujeres, a los indios, a los negros y a los pobres en general (…)». Continúa escribiendo «»Parece negro» o «parece indio», son insultos frecuentes en América latina y «parece blanco» es un frecuente homenaje. Para convertirse en blancas damas de Castilla, algunas mujeres indias y negras se untaban el cuerpo entero con un ungüento hecho de raíces de un arbusto, el guao. La pasta de guao quemaba la piel y la limpiaba, según se decía, del color malo. Un sacrificio en vano: al cabo de los alaridos de dolor y de las llagas y las ampollas, las indias y las negras seguían siendo indias y negras. Siglos después, en nuestros días, la industria de los cosméticos ofrece mejores productos; avisos a toda página de cremas o líquidos ofrecidos por Optimum Care, Soft and Beautiful, Dark and Lovely, Alternatives, Frizz Free, TCB Health-Sense, New Age Beauty , Isoplus, Raven
Existe una discriminación institucional que sitúa a la población negra «entre los pobres de los pobres», junto con los autóctonos, según las estadísticas más recientes. Recientemente al indultar a 25 presos comunes por las Navidades, el presidente Hugo Chávez expreso que a la cárcel solo iban los pobres y los negros, desgraciadamente esta es una realidad continental. La discriminación económica va a la par de la cultural y etnológica, pues todavía muchos se resisten a aceptar que América no puede ser explicada sin los negros, manifestó el escritor costarricense Quince Duncan.
Estela Morales Campos, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México expresó que «(…) De manera sistemática, en una especie de movimiento pendular entre la exclusión y la omisión, se ha ignorado el reconocimiento del aporte cultural y genético de las migraciones africanas y sus asentamientos locales (…)». Lo anterior fue expuesto durante la apertura del Congreso internacional «Diáspora, nación y diferencia: Poblaciones de origen africano en México y Centroamérica», que se realizó en Veracruz con la participación de 120 especialistas de América Latina, Estados Unidos, Canadá, Europa y África, que buscó ser una aportación académica para combatir el racismo y la discriminación, lastres en pleno siglo XXI.
Los africanos y sus descendientes han contribuido de variadas maneras a la construcción de los estados nacionales de América. El desafío para nuestro continente en el siglo XXI, además de hallar la justicia social es terminar con la discriminación, reconocer a la migración negra como parte indivisible de las poblaciones latinoamericanas. Lamentablemente grandes capítulos de la historia oficial no mencionan o no destacan la vida y los aportes de las migraciones africanas y sus asentamientos, su participación en las independencias del continente. Solo se les identifica folclóricamente con el baile y la música, al parecer sería su único aporte.
Un aporte importante en el camino hacia la eliminación de la desigualdad sería el visibilizar a la población negra, autóctona y mestiza en los censos, con ello se demostraría fehacientemente quienes ocupan el escalón más bajo en la pirámide social y se podrían emprender políticas adecuadas.
Licenciado Silvio Castro Fernández Miembro de la comisión contra la discriminación racial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Miembro de la Asociación de amistad Cuba-África.
Fuente: http://encontrarte.aporrea.org/144/ideas/a12609.html