El Colectivo Documental Semillas estrenó Agroecología en Cuba (a cien años de la Revolución rusa), un largometraje dedicado al desarrollo del proceso agroecológico que cuestiona el agronegocio
Con las salas llenas y gran expectativa, se presentó el 24 de agosto en el cine Gaumont Agroecología en Cuba, el cuarto largometraje dirigido por Juan Pablo Lepore y que se estrena en los espacios de Cine.ar del país.
El documental recoge los testimonios de campesinos, consumidores, productores, trabajadores rurales y técnicos agrícolas que relatan la experiencia viva de la agroecología cubana, una experiencia sin comparación en el mundo y que pone en tela de juicio el paradigma imperante en muchos países de Latinoamérica: el agronegocio contaminante, altamente dependiente del paquete tecnológico de semillas transgénicas, agroquímicos y fertilizantes, y que es ofrecido por un puñado cada vez más concentrado de empresas multinacionales.
Históricamente, en la isla la producción agrícola estuvo constituida en su mayor parte por el monocultivo de caña de azúcar: «Cuba era un país productor monocultivador. Producía alimento para 40 millones de personas, pero todo en forma de azúcar» , relata un productor en el documental. Esta producción, en un primer momento, tenía como objetivo abastecer el mercado norteamericano, que había semicolonizado a la isla. Posteriormente, tras la Revolución y el bloqueo económico dirigido por Estados Unidos, la exportación de caña de azúcar se dirige hacia la Europa del Este y la Unión Soviética. Con estos últimos, si bien se había desarrollado un fluido intercambio comercial, este no era equitativo: la subordinación política de la isla hacia Moscú impidió diversificar su economía, y el modelo agrícola basado en el monocultivo persistió.
El biólogo comunista norteamericano Richard Levins viajó por primera vez a Cuba en 1964. Lo hizo para ayudar a desarrollar el área de genética de poblaciones y para echar un vistazo a la Revolución Cubana: «A lo largo de los años me involucré en la lucha cubana por una agricultura ecológica, en el camino hacia un sendero ecológico de desarrollo económico justo, igualitario y sostenible. El pensamiento progresista, tan poderoso en la tradición socialista, postulaba que los países en vías de desarrollo tenían que alcanzar a los países avanzados a lo largo de una única ruta: la modernización. Desestimaba así como «idealistas» a los críticos de la senda de la «alta tecnología» de la agricultura industrial, como sentimentalistas urbanos nostálgicos por una bucólica edad de oro rural que en realidad jamás existió. Sin embargo, la visión era otra: que cada sociedad crea sus propias maneras de relacionarse con el resto de la naturaleza, su propio patrón de uso de la tierra, su propia tecnología acorde a su realidad y sus propios criterios de eficiencia. Esta discusión finalmente se produjo en Cuba en la década de 1970, y para la década de 1980 el modelo ecológico prácticamente había ganado la pulseada , aunque la implementación aún debía recorrer un largo proceso. El Período especial, ese momento de crisis económica luego del colapso de la Unión Soviética, cuando los materiales para la alta tecnología ya no estuvieron disponibles, permitió a los ecologistas por convicción reclutar a los ecologistas por necesidad. Esto sólo fue posible porque los ecologistas por convicción habían preparado el camino».
Tras la caída del Muro de Berlín surge en Cuba el denominado Periodo Especial, un traumático periodo que azotó a la isla a partir de la pérdida de los lazos comerciales con sus socios de la URSS y la Europa del Este. Debido al bloqueo económico dirigido por Estados Unidos, la ausencia de productos químicos para la agricultura y la emergencia alimentaria, Cuba se vio en la obligación de cambiar de paradigma agrícola llevando a los campesinos a explorar métodos basados en técnicas agroecológicas. Y son los propios protagonistas de esta historia los que la relatan en el documental de Juan Pablo Lepore y Nicolás van Caloekn.
La agricultura en Cuba pasó de tener una alta dependencia a insumos externos y capital intensivo, a la casi nula utilización de químicos sintéticos, que fueron reemplazados por bioinsumos, control biológico y conocimiento intensivo.
La larga historia de monocultivo dejó suelos degradados, pérdida de biodiversidad, baja autosuficiencia alimentaria, deforestación extensiva, etc. Luego de 20 años de agricultura urbana y agroecología se lograron en Cuba más de 13 mil hectáreas de huertos caseros con rindes de 6kg/m2, 31 mil hectáreas de parcelas con rendimientos de 6-8 kg/m2, 7500 hectáreas de huertos intensivos y rendimientos de 11,3 kg/m2 y 1200 hectáreas de organopónicos con rendimientos de 18,4 kg/m2.
«Somos rehenes de la producción agroindustrial ya que si estas empresas dejaran de producir los alimentos o subieran los precios (los supermercados remarcan hasta un 1000 % los precios), como nos ocurre día a día con la inflación, no tenemos más elección que subordinarnos a estas decisiones de la macroeconomía capitalista que generan el aumento de la tensión social, viendo al mismo tiempo cómo las empresas siguen acaparando el mercado (sin un Estado que regule ni intervenga) y excluyendo día tras día a más familias que no pueden pagar los alimentos de la canasta básica», señala Lepore.
El Colectivo Documental Semillas cuenta en entre sus trabajos realizados con los documentales Sin Patrón: una revolución permanente (2014), La Jugada del Peón: el agronegocio letal (2015) y Olvídalos y volverán por más: megaminería y neoliberalismo (2016). Las próximas proyecciones del documental Agroecología en Cuba serán el 22 de septiembre en Mar del Plata, 29 de septiembre en San Andrés de Giles, Buenos Aires, el 5 de octubre en Santa Rosa, La Pampa, y el 3 de noviembre en Guamini, Buenos Aires.
Fuente: http://latinta.com.ar/2017/09/agroecologia-cuba-una-historia-contada-protagonistas/