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Alan Jara, un secuestrado políticamente incorrecto

Fuentes: Rebelión

Las liberaciones o los rescates de los secuestrados en el marco de guerras y conflictos internos son un espectáculo cargado de emociones que las partes confrontadas o involucradas buscan capitalizar de alguna manera a su favor. Unos lo hacen con la astucia del manejo certero de la propaganda. Otros con mejores intenciones. En el caso […]

Las liberaciones o los rescates de los secuestrados en el marco de guerras y conflictos internos son un espectáculo cargado de emociones que las partes confrontadas o involucradas buscan capitalizar de alguna manera a su favor. Unos lo hacen con la astucia del manejo certero de la propaganda. Otros con mejores intenciones. En el caso colombiano es evidente que las Farc han buscado recuperar imagen y reconocimiento político con las liberaciones unilaterales que ha realizado. Uribe utilizó a fondo la operación jaque con la que liberaron a Ingrid Betancur para sortear uno de los momentos más difíciles que atravesaba por los escándalos de la parapolitica que carcome a todo su movimiento político.

Los políticos liberados o rescatados, a pesar del drama vivido llegan preparados al momento de las luces y los flashes para reencaucharse en sus naturales aspiraciones políticas. Ingrid Betancur es a distancia la maestra. Cada palabra y cada gesto los tenía muy bien estudiados para que el acto sublime de la liberación, cuando se llega a los enjambres de periodistas esperando, fuera la plataforma de lanzamiento. A una candidatura presidencial, un premio nobel de paz o una canonización. La expectativa o la morbosidad carcomen a todos en las horas previas a la aparición. Y las primeras palabras, sonrisas y miradas son especialmente esperadas por los lentes y las cámaras de reporteros y periodistas cada día más especializados en el tema. El recibimiento de un liberado es semejante a los que se prodigan en sus países y pueblos a los campeones olímpicos. Además de los carros de bomberos nuestra tropicalidad incluye bandas de guerras, papayeras, voladores y harina. El sufrimiento convertido en heroísmo y en proeza. En carnaval. El periodista que transmitía para la Cadena Caracol relató la llegada de Alan Jara con el mismo tono y emoción latina con que se canta un gol o a la llegada del vencedor a la etapa más dura del tour de Francia.

Alan Jara, ex gobernador del departamento del Meta, fue liberado por las Farc luego de permanecer siete años y siete meses secuestrado. Su liberación y la de un ex diputado y cuatro militares fue un acto unilateral de la guerrilla como resultado de las peticiones planteadas en el marco del intercambio epistolar con el grupo de «Colombianos y colombianas por la Paz», movimiento de la intelectualidad, la academia y los defensores de los derechos humanos y la paz.

Jara fue gobernador de su departamento por el Partido Liberal. El mismo de Álvaro Uribe Vélez. El Meta es una de las regiones donde mayor presencia hicieron los grupos paramilitares y donde cometieron algunas de las más sangrientas masacres. Miles de campesinos fueron asesinados, decenas de miles fueron forzados al desplazamiento y sus tierras arrebatadas. Es una de las regiones donde más se sintió el Genocidio contra la Unión Patriótica y el Partido Comunista quienes llegaron a tener el 30% del electorado de la región. Allí fueron asesinados dos parlamentarios, dos diputados, tres alcaldes, decenas de concejales y más de mil dirigentes regionales y veredales. Los sobrevivientes han seguido siendo perseguidos. Hasta Bogotá han ido a amenazar e intentar asesinar a quienes alcanzaron a salir de la región. El Batallón 21 Vargas del Ejército Nacional ubicado en el municipio de Granada fue uno de los centros de detención, tortura y muerte. Víctor Carranza, ganadero y esmeraldero liberal, ha sido señalado como el más tradicional de los jefes paramilitares de la región. Y como uno de los más sanguinarios. Es un intocable. Uno de los más grandes beneficiarios de las licitaciones y concesiones esmeraldiferas.

El Castillo, Lejanías, Vista Hermosa, Granada, Medellín del Ariari, Mesetas y Puerto Esperanza son algunos de los pueblos que fundados por los desplazados de la violencia de los años cincuenta se convirtieron en prosperas regiones agrarias donde abundaba el plátano, el maíz, la yuca y el ganado. En este departamento, en la Uribe, se firmaron los acuerdos de paz de 1985 que dieron origen a la Unión Patriótica.

La larga rueda de prensa que dio Alan Jara tan pronto se bajó del helicóptero que lo traía de la selva han generado un gran debate y una gran polarización. Agradeció a mucha gente por su libertad. No nombraba para nada a Uribe. Reconoció que una vez estando secuestrado el temor a morir venía de las bombas y las balas del gobierno. Dijo que no le parecía que la guerrilla estuviera derrotada y que vio que muchos jóvenes están ingresando ante la ausencia de oportunidades. Se pronunció contra los rescates y cercos humanitarios y por el Acuerdo Humanitario y la paz. Al fin le preguntaron por Uribe y fue contundente en condenar su política de seguridad democrática y de guerra. Pidió ingresar al Movimiento de colombianos y colombianas por la Paz y dejó claro que aspira a llegar al Congreso de la República.

Fue un mal día para Uribe. Además de las duras declaraciones de Jara, el Comisionado de Paz le presentó renuncia pues había sido desautorizado en su idea de impedir que los periodistas estuvieran dentro del aeropuerto. Uribe lleno de ira y de soberbia se fue inmediatamente para Villavicencio a reclamarle a Jara por sus palabras. Y en un gesto de arrogancia infinita y de desprecio por todo, en la propia puerta de la casa de Alan Jara dio una rueda de prensa reafirmando su negativa a la paz, a los acuerdos humanitarios y de continuidad de los bombardeos a las zonas donde están ubicados los secuestrados.

. . . Ensalzando la soga en casa de alguien que casi muere ahorcado!

Rápidamente Jara está pasando de héroe a villano.

De gobernador liberal y amigo de ganaderos, latifundistas y contratistas pasó a secuestrado. Del secuestro salió furioso por las negativas de Uribe a propiciar su libertad y por las bombas y balas del Ejército que muchas veces pusieron en peligro su vida. Probablemente será una nueva piedra en los cada día más incómodos zapatos del príncipe.

Hasta de loco lo están tildando ahora. Un supuesto especialista propone que los recién liberados no den declaraciones públicas hasta no pasar por lo menos ocho días en manos de psiquiatras. Seguro que es una recomendación del psiquiatra fracasado que trabaja como fracasado comisionado de paz especialista en rumores y renuncias. Ya van cuatro.

¡Pobres secuestrados!

De las cadenas y el silencio del horror del secuestro y del temor de las bombas de los cercos humanitarios deben pasar ahora a elogiar a Uribe o a quedarse callados, a la mordaza humanitaria. O correr el riesgo de ser satanizados, de ser señalados de haber sido adoctrinados, de tener el síndrome de Estocolmo, de estar amenazados o simplemente de ser .secuestrados políticamente incorrectos.